La guía de estudio “Ven, sígueme” de esta semana cubre Alma 32-35, que incluye la comparación que hace Alma de “la palabra a una semilla” (Alma 32:28).
A continuación se presentan algunas citas de líderes pasados y presentes de la Iglesia sobre estos capítulos.
Alma 32
“Necesitamos la guía del Señor porque en un momento determinado algunos están preparados —y otros no— para recibir las verdades adicionales del Evangelio restaurado. Nunca debemos considerarnos jueces para determinar quién está preparado y quién no. El Señor conoce el corazón de todos Sus hijos y, si oramos pidiendo inspiración, Él nos ayudará a encontrar a aquellos que Él sabe que están ‘preparados para oír la palabra’ (Alma 32:6)”.
— El entonces élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 2016, “Compartir el Evangelio restaurado”
“Ofrezco estas palabras de aliento a quienes se debaten con las normas elevadas que son necesarias para merecer la compañía del Espíritu. Ustedes han tenido momentos en que sintieron la influencia del Espíritu Santo; pudo haberles ocurrido hoy mismo.
“Pueden considerar esos momentos de inspiración como la semilla de fe que Alma describió (véase Alma 32:28). Planten cada una de ellas. Pueden hacerlo al actuar conforme a la inspiración que sintieron. La inspiración más valiosa para ustedes será saber lo que Dios desea que hagan; si es pagar el diezmo o visitar a un amigo que pasa por tribulaciones, deben hacerlo; si es otra cosa, háganlo. Cuando demuestran su disposición a obedecer, el Espíritu les dará más inspiración sobre lo que Dios desea que hagan para Él.
“A medida que obedezcan, la inspiración vendrá más frecuentemente, cada vez más cerca de ser una compañía constante. Su poder para escoger lo correcto aumentará”.
— Presidente Henry B. Eyring, entonces primer consejero de la Primera Presidencia, conferencia general de octubre de 2015, “El Espíritu Santo como su compañero”
“Hemos venido a la tierra para aprender y adquirir experiencia que de otro modo no tendríamos. El crecimiento que tenemos es único para cada uno de nosotros individualmente y es un componente vital del plan de nuestro Padre Celestial. Nuestro crecimiento físico y espiritual comienza en etapas y se desarrolla lentamente a medida que ganamos experiencia de manera secuencial.
“Alma da un poderoso sermón sobre la fe, basándose en la analogía de una semilla que, si se cuida y se nutre debidamente, pasa de ser un pequeño arbolito a un árbol maduro que produce fruto delicioso (véase Alma 32:28–43). La lección es que la fe de ustedes aumentará conforme nutran y den lugar en su corazón a la semilla, o sea, a la palabra de Dios. Su fe aumentará a medida que la palabra de Dios comience ‘a hincharse en [su] pecho’ (versículo 28). El hecho de que se ‘hinch[e] y brot[e] y empie[ce] a crecer’ (versículo 30) es tanto visual como instructivo, además de secuencial.
“El Señor nos enseña a cada uno en función de nuestra capacidad de aprender y de acuerdo con la forma en que aprendemos. Nuestro crecimiento depende de nuestra disposición, curiosidad natural, nivel de fe y comprensión”.
— Élder Vaiangina Sikahema, Setenta Autoridad General, conferencia general de octubre de 2021, “Una casa de orden secuencial”
“El análisis clásico de Alma sobre la fe que se encuentra en el capítulo 32 de Alma en el Libro de Mormón es una serie de opciones que aseguran la edificación y la preservación de nuestra fe. Alma nos mandó escoger. Sus palabras fueron palabras de acción que comenzaron con la opción de escoger. Usó las palabras despertar, avivar, experimentar, ejercitar, desear, obrar y sembrar. Después explicó que si elegimos estas opciones y no echamos fuera la semilla por la incredulidad, entonces ‘empezará a henchirse en [nuestro] pecho’ (Alma 32:28)
“Sí, la fe es una elección que se debe buscar y cultivar. Por tanto, somos responsables de nuestra propia fe; y también somos responsables de nuestra falta de fe. La opción es de ustedes”.
— Obispo Richard C. Edgley, entonces primer consejero del Obispado Presidente, conferencia general de octubre de 2010, “Fe: Tú escoges”
“En la conferencia de las Mujeres Jóvenes se hizo hincapié en las palabras de Alma que se encuentran en el capítulo 32 del libro de Alma. Entre sus enseñanzas están las siguientes palabras: ‘… despert[adl y aviv[ad] vuestras facultades hasta experimentar con mis palabras, y ejercit[ad] un poco de fe’ (Alma 32:27).
“Mis estimados compañeros, es preciso que muchos más de nosotros despertemos y avivemos nuestras facultades para tener una percepción más clara de las grandes verdades sempiternas del Evangelio de Jesucristo. Cada uno de nosotros puede ser mejor de lo que ha sido hasta ahora; podemos ser más bondadosos, más misericordiosos, perdonar aún más. Debemos hacer a un lado nuestras debilidades pasadas y seguir adelante con energía renovada y una mayor resolución de mejorar el mundo que nos rodea, en nuestra casa, en nuestro trabajo y en nuestras actividades sociales.
“Tenemos mucho por hacer, muchísimo. Por tanto, arremanguémonos y pongamos manos a la obra con más dedicación y depositando nuestra confianza en el Señor”.
— Presidente Gordon B. Hinckley, conferencia general de abril de 1995, “Tenemos mucho por hacer”
“Alma también explicó que uno debe comenzar el camino hacia un testimonio teniendo un deseo o, como dijo, ‘despertáis y aviváis vuestras facultades hasta experimentar con mis palabras, y ejercitáis un poco de fe, sí, aunque no sea más que un deseo de creer’ (Alma 32:27).
“El deseo engendra fe y testimonio. El testimonio no se logra mediante la lógica y el estudio. Por ejemplo, podemos enumerar cientos de evidencias de que el Libro de Mormón y el Nuevo Testamento son verdaderos, pero el escéptico probablemente pueda coincidir con nosotros punto por punto. …
“No creo que alguna vez se haya pretendido que el evangelio se demuestre como verdadero mediante evidencia física o documental aceptable para todos. En esta vida, el creyente debe llegar a su testimonio por la fe, no sólo por la lógica y la prueba. Y el punto de partida es colocar el ingrediente del deseo en nuestro suelo”.
— Élder John K. Carmack, entonces miembro de los Setenta, conferencia general de octubre de 1988, “El suelo y las raíces del testimonio”
Alma 33
“Números 21 no es el único relato bíblico sobre la serpiente de bronce de Moisés salvando a los hijos de Israel. En el Libro de Mormón, Alma también habló de este símbolo:
“’He aquí, Moisés habló de él; sí, y he aquí, fue levantado un símbolo en el desierto, para que quien mirara a él, viviera; y muchos miraron y vivieron.
“Pero fueron pocos los que comprendieron el significado de esas cosas, y esto a causa de la dureza de sus corazones. Mas hubo muchos que fueron tan obstinados que no quisieron mirar; por tanto, perecieron. Ahora bien, la razón por la que no quisieron mirar fue que no creyeron que los sanaría.
“’Oh hermanos míos, si fuerais sanados con tan solo mirar para quedar sanos, ¿no miraríais inmediatamente?; o, ¿preferiríais endurecer vuestros corazones en la incredulidad, y ser perezosos y no mirar, para así perecer?
“‘Si es así, ¡ay de vosotros! Pero si no, mirad y empezad a creer en el Hijo de Dios” (Alma 33:19-22).
“Consideren los detalles que Alma compartió mientras contaba esta historia. Centró sus comentarios en el Salvador y el poder sanador de Su expiación. ¡Ni siquiera mencionó las serpientes ardientes!
“Lo que Alma decidió contar, y lo que decidió omitir, enseña una clave para superar la adicción a la pornografía (o cualquier desafío que podamos tener en esta vida): ‘mirad y empezad a creer en el Hijo de Dios’ (versículo 22). ...
“Cuando pasamos tanto tiempo describiendo la ‘serpiente’ atacante que no logramos ver la fuente de la sanación, no somos muy diferentes a los israelitas. Los hijos de Israel no tenían que centrarse en las serpientes ni en el dolor de sus mordeduras venenosas ni en su miedo a la muerte para poder ser sanados. Simplemente tenían que buscar la fuente de la sanación: su Salvador, Jesucristo”.
— Benjamin R. Erwin en el artículo de la Liahona de septiembre de 2012, “Superar la adicción mediante la expiación” (en inglés)
“El Señor es el más grande de todos los que nos cuidan. Debemos ponernos en Sus manos. Al hacerlo, nos desprendemos de lo que sea que este causando nuestro dolor y dejamos todo a Su cuidado. ‘Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentara’ (Salmos 55:22). ‘… Y entonces Dios os conceda que sean ligeras vuestras cargas mediante el gozo de su Hijo …” (Alma 33:23). Mediante la fe y la confianza en el Señor y la obediencia a Sus consejos, nos ganamos el derecho a participar de la expiación de Jesucristo a fin de que un día volvamos a vivir con Él”.
— Élder Robert D. Hales, entonces miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 1998, “La curación del alma y del cuerpo”
Alma 34
“En esta vida terrenal, no tenemos memoria de lo que sucedió antes de nuestro nacimiento, y ahora experimentamos la oposición. Crecemos y maduramos espiritualmente al escoger obedecer los mandamientos de Dios en una sucesión de decisiones correctas, las cuales incluyen los convenios y las ordenanzas, así como el arrepentimiento cuando nuestras decisiones no son las correctas. Por el contrario, si no tenemos fe en el plan de Dios y somos desobedientes o nos abstenemos deliberadamente de actuar de la manera requerida, nos privamos de ese crecimiento y madurez. El Libro de Mormón nos enseña que ‘esta vida es cuando el hombre debe prepararse para comparecer ante Dios’ (Alma 34:32)”.
— El entonces élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 2017, “El plan y la proclamación”
“Admito que, a pesar de la gran felicidad que resulta del plan de Dios, a veces puede parecernos algo lejano, sin relación con nuestra situación actual. Quizá sintamos que está fuera de nuestro alcance como discípulos que enfrentan dificultades. Desde nuestra perspectiva limitada, las tentaciones y distracciones actuales pueden parecer atractivas. Por otro lado, la recompensa por resistir esas tentaciones puede parecer lejana e inalcanzable. Pero una verdadera comprensión del plan del Padre revela que las recompensas por la rectitud están disponibles ahora mismo. La iniquidad, como la conducta inmoral, nunca son la respuesta. ….
“Amulek expresa claramente nuestra doctrina en Alma 34:32: ‘Porque he aquí, esta vida es cuando el hombre debe prepararse para comparecer ante Dios; sí, el día de esta vida es el día en que el hombre debe ejecutar su obra’”.
— Élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 2015, “Organizar el barco al estilo Bristol: Sean dignos de entrar en el templo, en las buenas y en las malas épocas”
Alma 35
“Los padres desempeñan una función esencial en ayudar a sus hijos a comprender las cosas concernientes a la rectitud. En el Libro de Mormón encontramos que Alma, hijo, apesadumbrado por la iniquidad, las guerras y las contenciones que existían, y afligido por la dureza de corazón de su pueblo, ‘hizo que sus hijos se reunieran para dar a cada uno de ellos su encargo, separadamente, respecto de las cosas concernientes a la rectitud’ (Alma 35:16).
“Es interesante observar que enseñó y dio su encargo a sus hijos separadamente, y adaptó sus instrucciones a cada hijo, de acuerdo con sus necesidades respectivas. Les testificó y les enseñó doctrina y principios, y los preparó para predicar esos mismos principios a los demás. …
“Tal como en la época de Alma, nuestros líderes también velan por los miembros de la Iglesia y los nutren con las cosas concernientes a la rectitud, las cuales nos ayudarán a obtener una conversión duradera”.
— Élder Francisco J. Viñas, entonces miembro de los Setenta, conferencia general de abril de 2010, “Cosas concernientes a la rectitud”
“Alma, el hijo de Alma, ‘hizo que sus hijos se reunieran para dar a cada uno de ellos su encargo’ (Alma 35:16). Primero habló con Helamán, luego con Shiblón y finalmente con Coriantón. Le enseñó a Helamán, ‘aprende sabiduría en tu juventud; sí, aprende en tu juventud a guardar los mandamientos de Dios’ y a ‘acudir a Dios para que vivas’ (Alma 37:35, 47). Alma felicitó a Shiblón por su diligencia, fidelidad y firmeza (véase Alma 38:2-3). Concluyó aconsejándole que refrenara sus pasiones y ‘ve, hijo mío, y enseña la palabra a este pueblo’ (véase Alma 38:12, 15). Los buenos padres reconocen las diferencias en sus hijos y les enseñan en consecuencia”.
— El élder Jay E. Jensen, entonces Setenta, en el artículo de Liahona de noviembre de 1999, “Los niños pequeños y el Evangelio” (en inglés)