La guía de estudio “Ven, sígueme” de esta semana cubre Alma 23-29, que incluye a los anti-nefi-lehitas enterrando sus armas y el deseo de Alma de hablar “con la trompeta de Dios” (Alma 29:1).
A continuación, les ofrecemos algunas citas de líderes de la Iglesia, actuales y del pasado, sobre estos capítulos.
Alma 23
“Por medio del arrepentimiento recurrimos al poder santificador y purificador de Jesucristo, que es una parte clave del proceso de la conversión. Eso fue lo que sucedió con los anti-nefi-lehitas en el Libro de Mormón, que eran lamanitas que se habían convertido de manera tan completa que “nunca más se desviaron” (véase Alma 23:6–8). Enterraron sus armas de guerra y nunca más volvieron a empuñarlas; prefirieron morir antes que quebrantar ese convenio, y lo demostraron con hechos. Sabemos que sus sacrificios produjeron milagros: miles de los que lucharon contra ellos arrojaron sus armas al suelo y se convirtieron. Años más tarde, sus hijos, a quienes conocemos como los poderosos jóvenes guerreros, fueron protegidos en la batalla contra adversidades increíbles”.
— Élder Carlos J. Revillo Jr., de los Setenta, conferencia general de octubre de 2021, “Milagros del evangelio de Jesucristo”
“Una lección importante sobre el vínculo que existe entre el testimonio y la conversión es evidente en la obra misional de los hijos de Mosíah.
“Cuantos llegaron al conocimiento de la verdad por la predicación de Ammón y sus hermanos, según el espíritu de revelación y de profecía, y el poder de Dios que obraba milagros en ellos — sí, … como vive el Señor, cuantos lamanitas creyeron en su predicación y fueron convertidos al Señor, nunca más se desviaron.
“Porque se convirtieron en un pueblo justo; abandonaron las armas de su rebelión de modo que no pugnaron más en contra de Dios. …
“Y éstos son los que fueron convertidos al Señor” (Alma 23:6-8).
“En estos versículos se describen dos elementos importantes: (1) ‘el conocimiento de la verdad’, que se puede interpretar como un testimonio, y (2) ‘convertidos al Señor’, lo que a mi parecer es la conversión al Salvador y a Su evangelio. Por consiguiente, la potente combinación del testimonio y de la conversión al Señor resultó en firmeza y constancia, y proporcionó protección espiritual.
Nunca más se desviaron y abandonaron ‘las armas de su rebelión y no pugnaron más en contra de Dios’. Para abandonar las preciadas “armas de rebelión” tales como el egoísmo, el orgullo y la desobediencia, se necesita más que el sólo creer y saber. La convicción, la humildad, el arrepentimiento y la docilidad preceden el abandono de las armas de nuestra rebelión. ¿Poseemos todavía, ustedes y yo, armas de rebelión que nos impiden convertirnos al Señor? Si es así, entonces tenemos que arrepentirnos ahora mismo.
“Noten que los lamanitas no estaban convertidos a los misioneros que les enseñaron ni a los excelentes programas de la Iglesia; no estaban convertidos a la personalidad de sus líderes, a la preservación del legado cultural ni a las tradiciones de sus padres. Estaban convertidos al Señor —a Él como el Salvador y a Su divinidad y doctrina — y nunca se desviaron”.
— Élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 2012, “Convertidos al Señor”
“Mi mensaje de hoy es para ustedes, los miembros de primera generación que tal vez hayan nacido de buenos padres pero a quienes no se les enseñó el Evangelio en el hogar. En vez de ser como el ejército de Helamán, a quienes ‘sus madres les habían enseñado que… Dios los libraría’ (Alma 56:47), ustedes quizás sean como los padres de ellos, los del pueblo de Ammón, que crecieron siendo incrédulos.
“Tal vez sería útil repasar la historia del pueblo de Ammón: ellos eran lamanitas a quienes Ammón, Aarón y otros les enseñaron el Evangelio (véase Alma 23:1–4). Cuando aceptaron el Evangelio, esos lamanitas se pusieron el nombre de anti-nefi-lehitas, y más tarde se les llamó el pueblo de Ammón (véase Alma 23:16–17; 27:23–26). Los hijos de este pueblo de Ammón fueron el ejército de Helamán que ayudó a luchar contra los lamanitas que no se habían convertido (véase Alma 56:3–6).
“De modo que la fortaleza del ejército de Helamán en realidad empezó con sus padres, que eran el pueblo de Ammón. Ellos fueron los que primeramente aprendieron el Evangelio de las Escrituras; fueron los que aprendieron acerca del poder de la oración y los que primeramente hicieron convenios con el Señor y los guardaron. Y de la misma forma que dio comienzo con ellos, da comienzo con ustedes; como miembros de primera generación, ustedes son los que empiezan el ciclo de enseñar y fortalecer a la próxima generación”.
— Hermana Vicki F. Matsumori, entonces segunda consejera de la presidencia general de la Primaria, conferencia general de abril de 2007, “Una lección del Libro de Mormón”
Alma 24
“En Alma 24 leemos: ‘Él ama nuestras almas [y] ama a nuestros hijos; por consiguiente,… el plan de salvación nos [es] dado a conocer, tanto a nosotros como a las generaciones futuras” (Alma 24:14).
“Comenzamos a dar a conocer el plan a nuestros hijos cuando nosotros mismos nos aferramos a la barra de hierro.
“Una vez que estamos aferrados a la barra de hierro, estamos en una posición de poner nuestras manos sobre las de ellos y caminar juntos por el sendero estrecho y angosto. Nuestro ejemplo se magnifica ante sus ojos. Seguirán nuestro ejemplo cuando se sientan seguros en nuestros actos. No tenemos que ser perfectos — sólo honrados y sinceros. Los niños desean sentirse uno con nosotros. Cuando un padre dice: ‘Podemos hacerlo. Podemos leer las Escrituras diariamente como familia’, los hijos lo seguirán”.
— Hermana Rosemary M. Wixom, entonces presidenta general de la Primaria, conferencia general de octubre de 2010, “Mantengámonos en la senda”
“Consideremos el poder del trabajo. El trabajo bien empleado aumenta nuestra capacidad de acción. … Merece nuestros elogios y nuestra gratitud. Sin él no podríamos alcanzar las alturas que de otro modo estarían a nuestro alcance.
“Pero nuestra labor puede estar mal dirigida. Uno puede estar ansiosamente comprometido con una causa sin sentido. O uno puede hacer algo mal cien veces y llamarlo experiencia. Algunos evitarían trabajar mientras persiguen las metas de la riqueza sin trabajar por ella, o una posición honorable sin prepararse para ella. Los lamanitas convertidos enseñaron esta lección: “En lugar de derramar la sangre de sus hermanos, darían sus propias vidas; y en lugar de quitarle a un hermano, le darían; y en lugar de pasar sus días sin hacer nada, trabajarían abundantemente con sus manos’ (Alma 24:18)”.
— El entonces élder Russell M. Nelson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 1984, “Proteger la línea de poder espiritual”

Alma 25
“El confiar en Sus promesas no es siempre una opción fácil. El esperar en el Señor requiere de una fe en Jesucristo que a veces puede hacernos sentir que es casi más de lo que podemos sobrellevar … las promesas de Dios son seguras y sé que el Salvador brindará toda la ayuda y todo el apoyo que necesitamos al procurar conocer a nuestro Padre Celestial y confiar en Él, quien cumplirá ‘su palabra en cada detalle’ (Alma 25:17)”.
— Hermana Lori Newbold, entonces miembro del consejo asesor general de las Mujeres Jóvenes, en el artículo de Liahona de febrero de 2022, “Vivir como si las promesas de Dios se hubieran cumplido”.
Alma 26
“A través de los años yo, al igual que ustedes, he tenido pesares y desilusiones que me hubieran destrozado si no hubiese podido acudir a una fuente de sabiduría y fortaleza mucho más grande que la mía. Él nunca me ha olvidado o abandonado, y he llegado a saber por mí misma que Jesús es el Cristo y que ésta es Su Iglesia. Al igual que Ammón, digo: “[Porque] ¿quién puede gloriarse demasiado en el Señor? Sí, ¿quién podrá decir demasiado de su gran poder, y de su misericordia …? He aquí… no puedo expresar ni la más mínima parte de lo que siento” (Alma 26:16). Testifico que en éste, el ocaso de la dispensación del cumplimiento de los tiempos, en que Lucifer está trabajando horas extras para poner en peligro nuestro viaje de regreso a casa y separarnos del poder expiatorio del Salvador, la única solución para cualquiera de nosotros es Jesucristo”.
— Hermana Sheri L. Dew, entonces segunda consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro, conferencia general de abril de 1999, “Nuestra única oportunidad”
“Nunca ha habido mayor necesidad que en la actualidad de un ejército de matrimonios maduros que vaya a todos los extremos de esta tierra para retener el fruto de la cosecha, ya que la mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos. Recordad las palabras de Ammón:
“Nuestros hermanos los lamanitas se hallaban en la oscuridad, si, aun en el mas tenebroso abismo; mas he aquí, cuántos de ellos han sido guiados a la maravillosa luz de Dios! Y esta es la bendición que se ha conferido sobre nosotros, que hemos sido hechos instrumentos en las manos de Dios para realizar esta gran obra” (Alma 26:3).
“Imagínense lo que podrían hacer este año miles de matrimonios misioneros, seguidos por toda una hueste mas de ellos en años futuros. Podríamos entrar en los campos de las cosechas para atenderlas, cuidarlas y juntarlas en los graneros para que no se desperdicien. Y de esa manera, las tormentas no las abatirán en el postrer día’ (véase Alma 26:5–6)”
— Élder Vaughn J. Featherstone, entonces miembro de los Setenta, conferencia general de abril de 1992, “Un prisionero de amor”
Alma 27
“Vemos a nuestro alrededor el gozo de tantos que se mantienen firmes nutriendo continuamente sus raíces espirituales. Su fe y obediencia son suficientes para darles gran esperanza en su Salvador, y de ello se deriva gran felicidad. No profesan saber todas las cosas, pero han pagado el precio para saber lo suficiente como para tener paz y vivir con paciencia mientras procuran saber más. Línea por línea, su fe está cimentada en Cristo y se mantienen firmes como conciudadanos de los santos.
“Vivamos de tal manera que … permanezcamos ‘firmes en la fe de Cristo, aun hasta el fin’ (Alma 27:27)”.
— Élder Ian S. Ardern, de los Setenta, conferencia general de octubre de 2017, “Buscad de los mejores libros”
“La promesa de que la resurrección nos dará la oportunidad de estar con miembros de nuestra familia — esposo, esposa, padres, hermanos y hermanas, hijos y nietos — es un aliento poderoso para que cumplamos con nuestras responsabilidades familiares en la vida mortal. Nos servirá para vivir unidos en amor en esta vida, a la espera de reunirnos con júbilo en la venidera.
Además, nuestro seguro conocimiento de la resurrección a la inmortalidad nos da valor para enfrentar nuestra propia Muerte — incluso una muerte que podríamos llamar prematura. Así, los del pueblo de Ammón, en el Libro de Mormón, ‘no veían la muerte con ningún grado de terror, a causa de su esperanza y conceptos de Cristo y la resurrección; por tanto, para ellos la muerte era consumida por la victoria de Cristo sobre ella’ (Alma 25:17)”.
— El entonces élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 2000, “Resurrección”
Alma 28
“Un poseedor del sacerdocio debe ser paciente. La paciencia es otra forma de autocontrol. Es la capacidad de posponer la gratificación y refrenar las propias pasiones (véase Alma 28:12). Un hombre paciente no adopta comportamientos impetuosos en sus relaciones con sus seres queridos, de los que luego se arrepentirá. La paciencia es compostura bajo estrés. Un hombre paciente comprende las faltas de los demás.
“Un poseedor del sacerdocio que es paciente será tolerante con los errores y fallas de sus seres queridos. Porque los ama, no encontrará faltas, ni los criticará, ni los reprochará”.
— Presidente Ezra Taft Benson, entonces miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 1983, “¿Qué clase de hombres debemos ser? (en inglés)”
Alma 29
“Cada uno de nosotros puede tener una opinión diferente de lo que es difícil. Algunas personas pueden considerar difícil pagar el diezmo cuando la situación económica es tirante. A veces a los líderes les resulta difícil esperar que los pobres paguen el diezmo. Puede ser difícil para algunos de nosotros avanzar con fe para casarnos o para tener una familia. Hay aquellos a quienes les resulta difícil estar ‘conformes con lo que el Señor [les] ha concedido” (Alma 29:3). Quizás sea difícil estar conforme con nuestro llamamiento actual (véase Alma 29:6). Las medidas disciplinarias de la Iglesia tal vez parezcan difíciles, pero para algunas personas marcan el comienzo del verdadero proceso del arrepentimiento.
No importa de lo que se trate, lo difícil puede ser bueno para aquellos que avanzan con fe y confianza en el Señor y en Su plan”.
— Élder Stanley G. Ellis, Setenta Autoridad General emérita, conferencia general de octubre de 2017, “¿Confiamos en Él? Lo difícil es bueno”
“¡Oh, si fuera yo un ángel’, dijo Alma, ‘y se me concediera el deseo de mi corazón, para salir y hablar con la trompeta de Dios, con una voz que estremeciera la tierra, y proclamar el arrepentimiento a todo pueblo!
“Sí, declararía yo a toda alma… el plan de redención: Que deben arrepentirse y venir a nuestro Dios, para que no haya más dolor sobre toda la superficie de la tierra” (Alma 29:1–2).
“Eso mismo deberíamos sentir nosotros, hermanos y hermanas. Nuestro amor por el Señor y la gratitud que sentimos por la restauración del Evangelio son toda la motivación que precisamos para compartir lo que nos da tanto gozo y felicidad.
Es lo más natural del mundo y, sin embargo, somos demasiados los que dudamos a la hora de expresar nuestro testimonio a otras personas”.
— El entonces élder M. Russell Ballard, Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 2006, “Cómo crear un hogar en el que se comparta el Evangelio”
