La guía de estudio “Ven, sígueme” de esta semana cubre Doctrina y Convenios 20-22, que incluye la organización de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días el 6 de abril de 1830.
A continuación se presentan algunas citas de líderes pasados y presentes sobre esta sección de Doctrina y Convenios.
Doctrina y Convenios 20
“La doctrina clara y sencilla establecida en Doctrina y Convenios 20 es conmovedora y convincente, ya que amplía y aclara conceptos espirituales sagrados. Enseña que la salvación se recibe a medida que Jesucristo justifica y santifica a las almas arrepentidas mediante la gracia del Salvador (Doctrine and Convenios 20: 29-34). Eso sienta las bases para la función preeminente de Su Expiación”.
— Élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 2024, “Ser uno con Cristo”
“Entre los maravillosos hábitos que deben ser normales como miembros de la Iglesia se encuentran los siguientes … Asistir semanalmente a la reunión sacramental. Lo hacemos para recordar a Jesucristo al tomar la Santa Cena. En esta ordenanza, los miembros de la Iglesia renuevan el convenio de tomar sobre sí el nombre del Salvador, de recordarlo siempre y de guardar Sus mandamientos (véase Doctrina y Convenios 20:77, 79)”.
— Élder Rafael E. Pino, Setenta Autoridad General, conferencia general de octubre de 2022, “Que el hacer lo bueno sea lo normal”
“Como parte del plan del Padre, la resurrección de Jesucristo venció la muerte para asegurar la inmortalidad a cada uno de nosotros. El sacrificio expiatorio de Jesucristo nos da a todos la oportunidad de arrepentirnos de nuestros pecados y regresar limpios a nuestro hogar celestial. Sus mandamientos y convenios nos muestran el camino, y Su sacerdocio nos da la autoridad para efectuar las ordenanzas que son esenciales para alcanzar ese destino. Y nuestro Salvador padeció por voluntad propia todos los dolores y debilidades terrenales a fin de saber cómo fortalecernos en nuestras aflicciones.
“Jesucristo hizo todo esto porque ama a todos los hijos de Dios. El amor es la motivación de todo ello, y así fue desde el principio. Dios nos ha dicho en una revelación moderna que Él ‘creó al hombre, varón y hembra, según su propia imagen […] y les dio mandamientos de que lo amaran y lo sirvieran a él’ (Doctrina y Convenios 20:18–19)”.
— Presidente Dallin H. Oaks, primer consejero de la Primera Presidencia, conferencia general de abril de 2021, “¿Qué ha hecho nuestro Salvador por nosotros?”

“Como miembros de la Iglesia, se nos ha dotado de alarmas espirituales personales que nos advierten cuando estamos mirando solo con los ojos mortales alejándonos de la salvación. La Santa Cena es nuestro recordatorio semanal para centrarnos continuamente en Jesucristo a fin de que lo recordemos siempre y que siempre podamos tener Su espíritu con nosotros (véase D. y C. 20:77). Pero, a veces ignoramos esos sentimientos que son un recordatorio y alarma. Cuando tenemos a Jesucristo en el centro de nuestra vida, Él hará que nuestros ojos sean abiertos a mayores posibilidades de las que nosotros solos podamos comprender”.
— Élder W. Craig Zwick, Setenta Autoridad General emérito, conferencia general de octubre de 2017, “Señor, que sean abiertos nuestros ojos”
“El maestro en el Sacerdocio Aarónico puede ver en su asignación de orientación familiar una oportunidad de ayudar al Señor a cambiar la vida de una familia. El Señor lo sugiere así en Doctrina y Convenios:
“El deber del maestro es velar siempre por los miembros de la iglesia, y estar con ellos y fortalecerlos;
“’y cuidar de que no haya iniquidad en la iglesia, ni aspereza entre uno y otro, ni mentiras, ni difamaciones, ni calumnias’ (Doctrina y Convenios 20:53–54).
“De manera similar, se le da este deber al presbítero del Sacerdocio Aarónico:
“’El deber del presbítero es predicar, enseñar, exponer, exhortar, bautizar y administrar la santa cena,
“‘y visitar la casa de todos los miembros, y exhortarlos a orar vocalmente, así como en secreto, y a cumplir con todos los deberes familiares” (Doctrina y Convenios 20:46–47).
“Tal vez se pregunten, como lo hice yo cuando era un joven maestro y presbítero, cómo iba a aceptar esos desafíos. Nunca estaba seguro de cómo exhortar para motivar a una familia a procurar la vida eterna sin ofender y sin que pareciera una crítica. He aprendido que la única exhortación que cambia el corazón proviene del Espíritu Santo; eso ocurre con más frecuencia al dar testimonio del Salvador, que fue y es el miembro perfecto de una familia. Si nos concentramos en nuestro amor por Él, la armonía y la paz aumentarán en los hogares que visitemos. El Espíritu Santo nos asistirá en el servicio que prestemos a las familias”.
— Presidente Henry B. Eyring, entonces primer consejero de la Primera Presidencia, conferencia general de abril de 2016, “Familias eternas”
“El tener firmeza en Cristo supone guardar los convenios. Cada semana, renovamos nuestros convenios bautismales de ‘tomar Su nombre sobre nosotros’, de ‘recordarle siempre’ y de ‘guardar Sus mandamientos’ (véase Doctrina y Convenios 20:77). Tenemos firmeza en Cristo cuando hacemos esas cosas, y nuestro espíritu se eleva y nuestro corazón se llena de amor. En suma, cuando guardo mis convenios siento esperanza y siento amor”.
— Hermana Susan W. Tanner, entonces presidenta general de las Mujeres Jóvenes, conferencia general de abril de 2003, “Firmeza en nuestros convenios”
“Cuando piden en oración orientación personal, su Padre Celestial ya sabe lo que hay en el corazón de ustedes, pero desea que ustedes le hablen de sus esperanzas, sueños y necesidades. Sólo cuando digan con certeza que en verdad desean ser testigos [de Dios] sabrán cómo procederán de acuerdo con ello. Dejen que Dios les hable y que la Santa Cena adquiera un más profundo significado para ustedes. Oigan estas conocidas palabras: ‘…y testifiquen ante ti, oh Dios, Padre Eterno, que están dispuestos a tomar sobre sí el nombre de tu Hijo, y a recordarle siempre, y a guardar sus mandamientos que él les ha dado…’ (Doctrina y Convenios 20:77)”.
— Hermana Sharon G. Larsen, entonces segunda consejera de la presidencia general de las Mujeres Jóvenes, conferencia general de abril de 2000, “Ser testigos de Dios”
“El bautismo es una ordenanza sumamente importante del sacerdocio que abre la puerta a la vida eterna para cada uno de nosotros; es el punto de referencia a partir del cual podemos contar nuestras muchas bendiciones, ya que es cuando da comienzo nuestra responsabilidad de seguir a Jesucristo y de vivir Su Evangelio. Entonces, al participar de la Santa Cena cada semana, se nos exhorta ‘a recordarle siempre’ (Doctrina y Convenios 20:79). Que gran bendición es este recordatorio visual”.
— Hermana Elaine L. Jack, entonces presidenta general de la Sociedad de Socorro, conferencia general de octubre de 1996, “‘Partícipes de las glorias’”

“Poco después que José Smith y Oliver Cowdery recibieron el sacerdocio de manos de mensajeros celestiales, en 1829, se les mostró en una revelación el momento y la manera que debían organizar nuevamente la Iglesia sobre la tierra. En la sección 20 de Doctrina y Convenios encontramos la razón por la que debía ser en esa fecha específica: ‘El origen de la Iglesia de Cristo en estos últimos días, habiendo transcurrido mil ochocientos treinta años desde la venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo en la carne; habiendo sido debidamente organizada y establecida de acuerdo con las leyes del país, por la voluntad y el mandamiento de Dios, en el cuarto mes y el sexto día del mes que es llamado abril’ (Doctrina y Convenios 20:1).
“Peter Whitmer (el padre) ofreció su casa para la organización, que se programó para el martes 6 de abril de 1830, de acuerdo con las revelaciones que se habían recibido previamente. A la hora señalada, una congregación de unas sesenta personas se reunió para presenciar la organización oficial de la Iglesia de Jesucristo.
“La reunión fue muy sencilla. José Smith, que tenía entonces veinticuatro años, pidió la atención del grupo y designó a cinco de los asistentes: Oliver Cowdery, Hyrum Smith, Peter Whitmer, hijo, Samuel H. Smith y David Whitmer, para unirse a él con el fin de cumplir con los requisitos legales vigentes en Nueva York para la formación de una sociedad religiosa. Luego de arrodillarse en solemne oración, preguntó a los presentes si estaban dispuestos a aceptarlos a él y al hermano Cowdery como sus maestros y consejeros espirituales. Todos levantaron la mano en señal afirmativa. Aunque ambos habían recibido previamente el Sacerdocio de Melquisedec, José Smith y Oliver Cowdery se ordenaron entonces el uno al otro al oficio de élder, y lo hicieron para dejar establecido el hecho de que eran élderes de la Iglesia recientemente organizada. A continuación, se administró el sacramento de la Cena del Señor. La restauración del evangelio aclaró la práctica y la importancia de la Santa Cena, que durante los días tenebrosos de la Apostasía había sufrido tantas alteraciones. Se aconsejó entonces por revelación lo siguiente a los miembros de la Iglesia: ‘Conviene que la iglesia se reúna a menudo para tomar el pan y el vino en memoria del Señor Jesús’ (Doctrina y Convenios 20:75)”.
— El difunto élder L. Tom Perry, entonces miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 1996, “El sacramento de la Cena del Señor”
Doctrina y Convenios 21
“Les ruego que sigan el sabio consejo de nuestro profeta viviente, el presidente Nelson. Tal como está escrito en Doctrina y Convenios 21:5–6:
“’[P]orque recibiréis su palabra con toda fe y paciencia como si viniera de mi propia boca.
“’Porque si hacéis estas cosas, las puertas del infierno no prevalecerán contra vosotros; sí, y Dios el Señor dispersará los poderes de las tinieblas de ante vosotros, y hará sacudir los cielos para vuestro bien y para la gloria de su nombre’.
“Por ese motivo, ¡ellos no pueden prevalecer y nosotros no podemos caer!”
— Élder Chi Hong (Sam) Wong, Setenta Autoridad General, conferencia general de abril de 2021, “Ellos no pueden prevalecer y nosotros no podemos caer”
“La única seguridad que tenemos los miembros de esta Iglesia es hacer exactamente lo que el Señor dijo a la Iglesia el día en que ésta fue organizada. Debemos aprender a prestar oídos y obedecer las palabras y los mandamientos que el Señor dará por conducto de Su profeta: ‘...según los reciba, andando delante de mí con toda santidad... con toda fe y paciencia como si viniera de mi propia boca’ (Doctrina y Convenios 21:4–5). Habrá algunas cosas que requieran paciencia y fe. Es posible que no les guste lo que dicen las autoridades de la Iglesia. Puede que contradiga sus opiniones políticas o sociales. Puede que interfiera con su vida social. Pero si escuchan esas cosas como si viniesen de la propia boca del Señor, con paciencia y fe, la promesa es que ‘las puertas del infierno no prevalecerán contra vosotros; sí, y Dios el Señor dispersará los poderes de las tinieblas de ante vosotros, y hará sacudir los cielos para vuestro bien y para la gloria de su nombre’ (Doctrina y Convenios 21:6)”.
— El difunto presidente Harold B. Lee en “Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: Harold B. Lee”, 2000, pág. 92

“Los profetas antiguos y los contemporáneos fueron y son gigantes del Señor, escogidos y ordenados antes de venir a esta tierra. Nuestros profetas son hombres a quienes el Señor ha levantado específicamente para presidir la Iglesia durante la época particular de su servicio. El Señor está trabajando a través de los lideres de Su Iglesia hoy en día, como siempre lo ha hecho en el pasado. …
“Hermanos y hermanas, escuchen las instrucciones y la promesa que se encuentran en Doctrina y Convenios:
“’Por tanto … daréis oído a todas sus palabras y mandamientos que os dará según los reciba, andando delante de mí con toda santidad;
“‘porque recibiréis su palabra con toda fe y paciencia como si viniera de mi propia boca’ (Doctrina y Convenios 21:4–5).”
— La difunta hermana Virginia U. Jensen, en ese entonces primera consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro, conferencia general de octubre de 1998, “Escuchen la voz del profeta”
Doctrina y Convenios 22
“La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en esta época es un pueblo que hace convenios. El evangelio es el convenio sempiterno. …
“En la sección 22 de Doctrina y Convenios, el Señor dice: ‘Éste es un convenio nuevo y sempiterno, el mismo que fue desde el principio’ (Doctrina y Convenios 22:1), es decir, el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. …
“El bautismo por agua es parte de ese convenio, ese convenio sempiterno. Antes de entrar en las aguas del bautismo, uno debe aprender acerca del evangelio. Debe tener fe en él, en que es lo que el Señor dice que es, Su convenio sempiterno, una luz para el mundo, una luz para Su pueblo. Uno debe demostrar su fe y sinceridad mediante el arrepentimiento, dejando a un lado sus malos caminos antes de entrar en el convenio del bautismo. Esta santa ordenanza, para que sea válida, debe ser realizada por alguien que tenga la debida autoridad de Jesucristo.
“Después del bautismo por inmersión, siervos autorizados del Señor deben imponernos las manos sobre la cabeza para recibir el Espíritu Santo. Entonces estamos preparados para recibir para nuestra guía individual la inspiración e incluso la revelación que sea conveniente”.
— El difunto élder Joseph Anderson, entonces Setenta Autoridad General, conferencia general de octubre de 1976, “Somos un pueblo que hace convenios” (en inglés)