URDANETA, Filipinas — Veinte años después de trabajar para “establecer la Iglesia” en Filipinas como parte de una asignación especial de dos años en la nación del sudeste asiático, el presidente Dallin H. Oaks regresó para dedicar el Templo de Urdaneta, Filipinas, el domingo 28 de abril.
La tercera casa del Señor de la Iglesia en Filipinas, el templo de Urdaneta, se levanta sobre los cimientos Santos de los Últimos Días que el presidente Oaks — primer consejero de la Primera Presidencia de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días — fortaleció mientras servía como presidente del Área Filipinas de la Iglesia de 2002 a 2004.
Junto con su esposa, la hermana Kristen Oaks, el presidente Oaks recibió del presidente de la Iglesia, Gordon B. Hinckley, la “comisión inusual” de servir en Filipinas como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles. El presidente Jeffrey R. Holland, ahora presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, y su difunta esposa, la hermana Patricia T. Holland, recibieron una comisión similar de vivir y servir en Chile durante el mismo período.
Un miembro del Cuórum no había supervisado la Iglesia en el campo desde la década de 1940, cuando el élder Ezra Taft Benson ayudó a restablecer la Iglesia en Europa en los meses posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Filipinas es relativamente nueva.
El 28 de abril de 1961, el presidente Hinckley se reunió con un pequeño grupo en el cementerio Manila American Cemetery and Memorial y ofreció una oración por la tierra y el pueblo de Filipinas.
“Ésta es una ocasión que nunca olvidarán”, dijo al pequeño grupo. “Lo que comenzaremos aquí afectará las vidas de miles y miles de personas en esta república insular, y sus efectos se transmitirán de generación en generación para lograr un bien grande y eterno”.
En cumplimiento de la visión profética del presidente Hinckley, la Iglesia creció rápidamente en Filipinas. Apenas cuatro décadas después, la Iglesia tenía casi 600 000 miembros.
Aun así, el presidente Hinckley — entonces presidente de la Iglesia — estaba muy preocupado por la nación, donde los misioneros Santos de los Últimos Días seguían bautizando a un gran número de personas pero no veían aumentos significativos en el número de ordenaciones del sacerdocio o de asistencia por primera vez al templo. Ambos, son indicadores importantes en el establecimiento de la Iglesia en un país.
Al presidente Oaks se le encomendó abordar esos y otros asuntos, mientras establecía la Iglesia en Filipinas.
Poco después de llegar al área sureste, el presidente Oaks se reunió con líderes locales y expresó la gravedad de la situación. “La Iglesia en Filipinas está en proceso de liquidación”, afirmó. “A menos que cambiemos y logremos un crecimiento real con aumentos en las ordenaciones del sacerdocio y la asistencia al templo que coincidan con los aumentos en los bautismos, sus hijos y nietos no disfrutarán de las bendiciones de una Iglesia establecida en Filipinas”.
Los líderes locales fueron los más receptivos. “Sentaron las bases para muchos cambios que pensábamos que debíamos hacer en Filipinas después de consultar con las autoridades locales del sacerdocio, en particular los Setenta de Área”, dijo el presidente Oaks.
Ese momento no sólo fue significativo para la Iglesia en Filipinas, sino también para el presidente Oaks personalmente.
“A menudo le digo a la gente que el mayor período de mi crecimiento como Apóstol fueron los dos años en Filipinas”, dijo. “Aunque eso ocurrió unos 18 años después de que fui llamado al Cuórum de los Doce, todavía me encontraba en una pronunciada curva de aprendizaje en el desempeño de mis deberes como Apóstol, porque nunca había servido como obispo o presidente de estaca o como presidente de misión o misionero de tiempo completo”.
En Filipinas, el presidente Oaks experimentó los desafíos y la necesidad de traducción de idiomas y aprendió la importancia de incorporar las culturas locales a la cultura del evangelio.
“Nunca había servido fuera de los Estados Unidos”, dijo. “En Filipinas descubrí cómo animar a la gente a servir en misiones, cómo financiar el servicio misional, cómo lograr que la gente pagué el diezmo, cómo examinar las normas para establecer un templo”.
Crecimiento
El presidente Oaks visitó Filipinas por primera vez en 1986 — dos años después de ser llamado al Cuórum de los Doce Apóstoles. Durante esa primera visita, registró algunas impresiones en su diario. “Aproximadamente un tercio de las casas que visitamos eran viviendas rudimentarias con pisos de tierra, baños al aire libre y cocinas improvisadas…”, escribió. “La gente es amable, hermosa e inteligente. Los niños que regresaban de la escuela estaban limpios y bien arreglados con hermosos uniformes escolares”.
También escribió que se había enterado de que el 70% de los jefes de familia de una estaca que visitó no tenían trabajo de tiempo completo y solo una familia de la estaca tenía un vehículo. Mucho antes de los teléfonos móviles, sólo el uno por ciento de las familias de la estaca tenía teléfono. “Subsisten con trabajos a tiempo parcial u ocasionales y con lo que pueden cultivar”.
Luego, el presidente Oaks — 16 años antes de que lo asignaran a servir en el país — se preocupó por capacitar a los futuros líderes de la Iglesia. “Somos muy eficaces en la construcción de edificios para albergar a nuestros miembros, pero no tan eficaces en la capacitación de líderes para dirigirlos”, escribió. “Dependemos de los líderes eclesiásticos para la capacitación, porque los edificios los construyen profesionales asalariados. Este sistema tiende a desequilibrarse en un área que crece tan rápidamente como ésta. Me preocupa si los numerosos misioneros maravillosamente capacitados que regresan de Filipinas son incorporados a las organizaciones y al liderazgo de la Iglesia. Deberíamos tener una capacitación más intensiva hasta el nivel de obispo”.
Cuando los Oaks llegaron a Filipinas en 2002, la Iglesia tenía 600 000 miembros y un templo. Otros países con números similares tenían varios templos, pero el presidente Oaks no pudo recomendar Filipinas para un segundo templo debido al bajo número de miembros que reunían los requisitos para una recomendación para el templo.
Eran “personas maravillosas” que tenían una cultura local que a veces iba en contra de la cultura de la Iglesia. “Se convirtió en nuestra responsabilidad definir qué es la cultura de la Iglesia”, dijo el presidente Oaks.
Rápidamente se enteraron de que los miembros respondían a la capacitación en persona en lugar de a instrucciones escritas. “Hubo muchas cosas que cambiaron”, recordó la hermana Oaks. “Hablaste sobre la cultura, hablaste sobre el diezmo, hablaste sobre la asistencia a la Iglesia, hiciste una gran diferencia. Y ellos lo hicieron”.
En realidad fue bastante simple, dijo. Cuando los fieles Santos de los Últimos Días filipinos aprenden lo que el Señor espera de ellos, “ellos lo hacen”.
Hoy la Iglesia tiene 867 271 miembros, 128 estacas y 23 misiones en Filipinas.
Templos
Una de las razones del éxito de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Filipinas fue el trabajo de los misioneros cristianos que, durante 400 años antes del establecimiento de la Iglesia Restaurada en la nación, predicaron en Filipinas, la única nación cristiana en Asia. “Teníamos que encontrar una manera de construir eficazmente sobre los cimientos de una nación cristiana para predicar el evangelio restaurado de Jesucristo”, dijo. “Y la gente es naturalmente espiritual”.
Si bien la Iglesia experimentó un crecimiento rápido y temprano, “la cantidad de miembros que se habían unido a la Iglesia era mucho mayor que la de aquellos que realmente entendieron el evangelio y continuaron con sus convenios del bautismo en el templo o sirviendo en la Iglesia”, dijo el presidente Oaks.
También basándose en la obra de anteriores líderes Santos de los Últimos Días y otros presidentes de área, incluyendo su hermano, el élder Merrill C. Oaks, el presidente Oaks vio resultados inmediatos. Por ejemplo, después de enterarse de la importancia de enviar informes de la Iglesia a la sede central, Filipinas se convirtió en la primera área de la Iglesia en enviar toda la información solicitada.
La hermana Oaks dijo que los Santos de los Últimos Días del país no podrían haber sido “más receptivos ni más cálidos. … Se me llenan los ojos de lágrimas porque la gente fue muy buena con nosotros”, dijo.
El presidente Oaks agregó: “Ellos aman naturalmente al Señor, naturalmente quieren servirle y, por naturaleza, forman una cultura familiar”.
El primer templo de la Iglesia en Filipinas se dedicó en Manila en 1984. “Pero las personas de las islas periféricas no podían permitirse el lujo de venir a Manila, o tenían que hacerlo en un barco o ferry de 24 horas, lo cual es costoso y poco práctico”. recordó el presidente Oaks. El segundo templo de Filipinas se dedicó en 2010 en Cebú, que es la segunda ciudad más poblada de Filipinas.
El tercer templo en Urdaneta también atenderá a los miembros de la “zona extremadamente poblada del norte de Luzón, la isla más grande”. Se han anunciado o están en construcción otros templos en Alabang, Bacolod, Cagayan de Oro, Davao, Iloilo, Laoag, Naga, Santiago, Ciudad Tacloban y Ciudad Tuguegarao.
“Lo que se hace cuando se acerca un templo a la gente es brindarles la experiencia de los convenios del templo, de la belleza y las maravillosas promesas del templo”, dijo el presidente Oaks. “Y esto los motiva a guardar los mandamientos y les da propósito a las ordenanzas y a los mandamientos del evangelio”.
El presidente Thomas S. Monson invitó al presidente y a la hermana Oaks a participar en la dedicación del Templo de Cebú y dicen que están encantados de regresar nuevamente para la dedicación de Urdaneta.
“Tener más templos en Filipinas fue un enfoque importante de nuestro servicio allí”, dijo el presidente Oaks.
En los últimos años, el presidente Oaks también ha recibido un testimonio personal de que el presidente Nelson está “escuchando y prestando atención a la inspiración del Señor para construir todos los templos que se están construyendo”.
Pero añadió: “Creo que el presidente Nelson es muy consciente — y le he oído expresar esta idea — de que es mucho más fácil construir templos que llenarlos.
“Y por eso, al construir muchos templos, estamos escribiendo para nosotros mismos un requisito de que seamos más diligentes en enseñar la doctrina de la Iglesia, los convenios del templo y la dignidad, para que podamos llenar templos en todos estos lugares donde los estamos construyendo”.
La hermana Oaks dijo que su estancia en Filipinas “nos recuerda lo que es realmente importante en esta vida — nuestra relación con Jesucristo”.
El presidente Oaks dijo que la obra seguirá creciendo, madurando y progresando en Filipinas, donde los miembros tienen una “espiritualidad natural” y un “deseo de amar al Señor y servirle”.