La guía de estudio “Ven, sígueme” de esta semana abarca Doctrina y Convenios 67-70, que incluye el mandamiento del Señor a los padres de enseñar el evangelio a sus hijos.
A continuación, les ofrecemos algunas citas de líderes de la Iglesia actuales y del pasado sobre estas secciones de Doctrina y Convenios.
Doctrina y Convenios 67
“Ruego que dejemos de lado cualquier ‘arm[a] de guerra’ (Alma 24:17-19) que consciente, o incluso inconscientemente, hayamos tomado para ‘defendernos’ de las bendiciones del amor de Dios. Las armas del orgullo, el egoísmo, el temor, el odio, las ofensas, la autocomplacencia, el juzgar injustamente, las envidias (véase Doctrina y Convenios 67:10); cualquier cosa que nos impida amar a Dios con todo el corazón y guardar todos nuestros convenios con Él”.
— Hermana Kristin M. Yee, segunda consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro, conferencia general de octubre de 2024, “El gozo de nuestra redención”
“Cuando el Señor nos aconseja que ‘[continuemos] con paciencia hasta [perfeccionarnos]’ (Doctrina y Convenios 67:13), Él está reconociendo que se necesita tiempo y perseverancia. Entender el porqué del Evangelio y el porqué del sacerdocio nos ayudará a ver el propósito divino de todo esto; nos dará motivación y fortaleza para hacer lo correcto, aun cuando sea difícil. Mantenernos centrados en los principios básicos de vivir el Evangelio nos bendecirá con claridad, sabiduría y dirección”.
— Élder Dieter F. Uchtdorf, en aquel entonces el segundo consejero de la Primera Presidencia, conferencia general de abril de 2012, “El porqué del servicio en el sacerdocio”
“Entonces, ¿qué quiere decir esperar en el Señor? En las Escrituras, la palabra esperar significa tener esperanza, aguardar y confiar. Tener esperanza y confianza en el Señor requiere fe, paciencia, humildad, mansedumbre, conformidad, guardar los mandamientos y perseverar hasta el fin. …
“Al seguir las impresiones del Espíritu, descubrimos que ‘la tribulación produce paciencia’ (Romanos 5:3) y aprendemos a ‘continua[r] con paciencia hasta perfeccionar[nos]’(Doctrina y Convenios 67:13)”.
— El fallecido Élder Robert D. Hales, en aquel entonces un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 2011, “Esperamos en el Señor: Hágase tu voluntad”
“La paciencia es un proceso de perfección. … Paciencia quiere decir perseverar en la fe, sabiendo que a veces es al esperar y no al recibir que más crecemos. Así era en los días del Salvador y sigue siendo así en nuestra época, porque en estos últimos días se nos manda: ‘Continuad con paciencia hasta perfeccionaros’ (Doctrina y Convenios 67:13)”.
— Élder Dieter F. Uchtdorf, en aquel entonces el segundo consejero de la Primera Presidencia, conferencia general de abril de 2010, “Continuemos con paciencia”
“Nuestra decisión principal debe ser el esforzarnos por obtener un testimonio del evangelio y por aumentar nuestra fe en el Señor Jesucristo.
“Tal como vemos en las siguientes palabras, Él es un Padre amoroso que se preocupa por nosotros:
“‘He aquí, escuchad, oh élderes de mi iglesia que os habéis congregado, cuyas oraciones he oído, cuyos corazones conozco y cuyos deseos han ascendido a mi’ (D. y C. 67:1).
“Él no nos abandonará cuando tomemos decisiones, porque ha prometido: y ‘No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros’ (Juan 14:18)”.
— El fallecido Élder Gerald E. Melchin, en aquel entonces un Setenta Autoridad General, conferencia general de abril de 1994, “Las decisiones”
Doctrina y Convenios 68

“Nuestro Salvador, Jesucristo, es nuestro gran Ejemplo en cuanto a hacer y guardar promesas y convenios. Vino a la tierra con la promesa de hacer la voluntad del Padre, enseñó los principios del Evangelio en palabra y en hechos, y expió nuestros pecados para que podamos vivir de nuevo. Él ha honrado cada una de Sus promesas.
“¿Puede decirse lo mismo de cada uno de nosotros? ¿Cuáles son los peligros si engañamos un poco, cometemos un pequeño desliz, o no cumplimos del todo con nuestros compromisos? ¿Qué sucede si nos apartamos de nuestros convenios? ¿Vendrán a Cristo otras personas al ver nuestro ejemplo? ¿Consideran el dar su palabra un compromiso? Guardar las promesas no es un hábito, es una característica de ser discípulos de Jesucristo.
“El Señor, muy consciente de nuestras flaquezas en la vida terrenal, ha prometido: ‘Sed de buen ánimo, pues, y no temáis, porque yo, el Señor, estoy con vosotros y os ampararé’ (Doctrina y Convenios 68:6). He sentido Su presencia cuando necesitaba tranquilidad, consuelo, o mayor entendimiento o fortaleza espirituales; he sentido profunda humildad y estoy agradecido por Su compañía divina”.
— Élder Ronald A. Rasband del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 2019 (en inglés) , “Ser fieles a nuestras promesas y convenios”
“El Señor instruye a los padres, por medio de una revelación moderna dada al profeta José Smith, que enseñen a sus hijos a comprender la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo, del bautismo y del don del Espíritu Santo. Fíjense que el Señor no dice que debemos ‘enseñar la doctrina’, Sus instrucciones son que enseñemos a nuestros hijos a ‘comprender la doctrina’ (véase D. y C. 68:25, 28; cursiva agregada). …
“Enseñar a nuestros hijos a comprender es más que sólo impartir información. Es ayudar a nuestros hijos a que la doctrina penetre su corazón de manera tal que sea parte intrínseca de su ser y se refleje en su actitud y comportamiento a lo largo de la vida”.
— Hermana Cheryl A. Esplin, en aquel entonces la segunda consejera de la presidencia general de la Primaria, conferencia general de abril de 2012, “Enseñar a nuestros hijos a comprender”
“Aunque el Señor insiste en nuestro arrepentimiento, la mayoría de la gente no siente tal necesidad imperiosa. Consideran que son personas que tratan de ser buenas; esa gente no tiene malos propósitos; sin embargo, el mensaje del Señor claramente indica que todos deben arrepentirse, no sólo de los pecados de comisión, sino también de los pecados de omisión. Tal es el caso en Su advertencia a los padres: ‘Y además, si hay padres que tengan hijos en Sión… y no les enseñen a comprender la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espíritu Santo… el pecado será sobre la cabeza de los padres’ (Doctrina y Convenios 68:25 cursiva agregada)”.
— Presidente Russell M. Nelson, en aquel entonces un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 2007, “El arrepentimiento y la conversión”
“El Señor… nos mandó enseñar a nuestros hijos ‘a orar y a andar rectamente delante del Señor’ (Doctrina y Convenios 68:28), y ‘a comprender la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo… del bautismo y del don del Espíritu Santo…’ (Doctrina y Convenios 68:25). Nosotros les afinamos los oídos, la mente y el corazón a fin de que reconozcan ‘una voz de alegría’ (Doctrina y Convenios 128:19) y tengan el deseo de ser dignos de obtener gozo eterno cuando les enseñamos las verdades del Evangelio”.
— Hermana Coleen K. Menlove, en aquel entonces la presidenta general de la Primaria, conferencia general de octubre de 2002, “Una voz de alegría para nuestros hijos”

“Una de las formas más seguras de evitar aun acercarse a la falsa doctrina es resolver enseñar con sencillez. Con la simplicidad se pisa terreno seguro y no se pierde nada importante. Sabemos eso debido a que el Salvador nos ha dicho que debemos enseñar la doctrina más importante a los niños pequeños. Escuchemos el mandato del Señor:
“‘Y, además, si hay padres que tengan hijos en Sión o en cualquiera de sus estacas organizadas, y no les enseñen a comprender la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espíritu Santo por la imposición de manos, al llegar a la edad de ocho años, el pecado será sobre la cabeza de los padres’ (D. y C. 68:25).
“Podemos enseñar aun a un niño a comprender la doctrina de Jesucristo. Por lo tanto, es posible que, con la ayuda de Dios, enseñemos la doctrina salvadora con simplicidad”.
— Presidente Henry B. Eyring, en aquel entonces un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 1999, “El poder de enseñar la doctrina”
“El Señor, por revelación, nos ha enseñado en la sección 68 de Doctrina y Convenios que los padres tienen la responsabilidad de enseñar e instruir a sus hijos en la rectitud. Los padres han recibido instrucciones de enseñar ‘a sus hijos a orar y a andar rectamente delante del Señor’ (Doctrina y Convenios 68:28)”.
“¿Qué significa andar rectamente delante del Señor? La palabra ‘rectitud’ comprende definiciones como honrado, honorable, íntegro. Por lo tanto, para andar rectamente, nuestros hijos deben tomar la decisión de vivir de una manera honrada, honorable e íntegra. Los niños que comprendan y vivan el evangelio vivirán con seguridad y gozo, y algún día entrarán en la presencia del Señor andando rectamente.
“A veces no es fácil para los padres enseñar a los hijos; a veces cometemos errores; los hijos quizás se opongan a lo que estemos enseñándoles. Los padres debemos mantener vivo el deseo de hacer lo mejor, demostrarles constantemente nuestro amor y no culparnos si nuestros hijos deciden seguir otro camino”.
— Hermana Ruth B. Wright, en aquel entonces la segunda consejera de la presidencia general de la Primaria, conferencia general de abril de 1994, “Enseñemos a los niños a andar rectamente delante del Señor”
“Se les aconseja a los padres que enseñen a sus hijos por medio del precepto y el ejemplo. El Señor ha dicho: ‘Y además, si hay padres que tienen hijos en Sión o en cualquiera de sus estacas organizadas, y no les enseñan a comprender la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espíritu Santo por la imposición de manos, al llegar a la edad de ocho años, el pecado será sobre la cabeza de los padres’ (D. y C. 68:25).
“‘Y también enseñarán a sus hijos a orar y a andar rectamente delante del Señor’ (D. y C. 68:28).
“A los hijos a quienes se les enseña a orar y que oran con sus padres cuando son pequeños es más probable que oren cuando sean mayores. A aquellos a los que se les enseñe cuando son pequeños a amar a Dios y a creer que Él vive, frecuentemente continuaran su desarrollo espiritual y aumentaran sus sentimientos de amor a medida que maduran.
“No obstante, tal vez uno de nuestros hijos, aunque se los haya criado y enseñado con mucho amor y cuidado, elija, al llegar a la edad adulta, no seguir esas enseñanzas por una variedad de razones. ¿Cómo debemos reaccionar? Comprendemos y respetamos el principio del albedrío. Rogamos que las experiencias de la vida les ayuden a recobrar su deseo y habilidad de vivir el evangelio; de todas maneras, seguirán siendo nuestros hijos por lo que debemos continuar amándolos y preocupándonos siempre por ellos”.
— El fallecido Élder Robert D. Hales, en aquel entonces el obispo presidente, conferencia general de octubre de 1993, “¿Cómo nos recordarán nuestros hijos?”
“La revelación moderna les manda a los padres que ‘[enseñen] a sus hijos a orar’ (D. y C. 68:28). Para ello es necesario que los padres aprendan y oren utilizando el lenguaje especial de la oración. La mayoría de nosotros aprende el idioma natal simplemente escuchando a quienes lo hablan. Esto se aplica también al lenguaje que usamos cuando nos dirigimos a nuestro Padre Celestial. El lenguaje de la oración es mucho más fácil y placentero para aprender que cualquier otra lengua Debemos brindarles a nuestros hijos el privilegio de aprender ese lenguaje al escuchar a sus padres durante las oraciones diarias que ellos ofrecen en el hogar”.
— Presidente Dallin H. Oaks, en aquel entonces un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 1993, “El lenguaje de la oración”

Doctrina y Convenios 70
“Otros registros y revelaciones muestran la participación significativa de Martin Harris en las actividades de la Iglesia restaurada y su condición con Dios. Estuvo presente en la organización de la Iglesia el 6 de abril de 1830, y fue bautizado ese mismo día. Un año más tarde, se le llamó para que viajara con José Smith, Sidney Rigdon y Edward Partridge a Misuri (véase D. y C. 52:24). Ese año, 1831, en Misuri, se le mandó que “[diera] un ejemplo a la iglesia, entregando su dinero al obispo de ella” (D. y C. 58:35), convirtiéndose así en el primer hombre que el Señor llamó por nombre para consagrar su propiedad a Sión. Dos meses después, se le nombró junto con José Smith, Oliver Cowdery, Sidney Rigdon y otras personas para ser ‘mayordomos de las revelaciones y mandamientos’ (D. y C. 70:1, 3), una directiva de publicar y diseminar lo que más tarde sería el libro de Doctrina y Convenios”.
— Presidente Dallin H. Oaks, en aquel entonces un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 1999, “El testigo: Martín Harris”
“El Señor nos dice en la sección 70 de Doctrina y Convenios que la abundancia de las manifestaciones del Espíritu dependerá de nuestro deseo de compartir las bendiciones temporales (véase Doctrina y Convenios 70:12-14).
“Es por tal motivo que debemos sacrificar nuestras tradiciones intolerantes, nuestros intereses locales y nuestro orgullo egoísta para lograr el amor y la unidad indispensables en la sociedad de Sión. Los principios de amor, servicio, trabajo, autosuficiencia, consagración y mayordomía, deben estar relacionados con un plan específico, con un área en particular para servir las necesidades individuales con recursos bien manejados. La preparación personal y familiar y la autosuficiencia local deben está en relación con las comunidades, las familias, los proyectos de producción y los almacenes del obispo”.
— El fallecido Élder Ronald E. Poelman, en aquel entonces un Setenta Autoridad General, conferencia general de abril de 1980, “Clave para satisfacer las necesidades temporales y espirituales”