La guía de estudio “Ven, sígueme” de esta semana abarca Doctrina y Convenios 64-66, que incluye el mandamiento de “perdonar a todos los hombres” (Doctrina y Convenios 64:10).
A continuación, les ofrecemos algunas citas de líderes de la Iglesia actuales y del pasado sobre estas secciones de Doctrina y Convenios.
Doctrina y Convenios 64
Doctrina y Convenios 64
“Ninguno de nosotros puede controlar a las naciones, ni las acciones de los demás, ni siquiera las de nuestra propia familia, pero sí podemos controlarnos a nosotros mismos. Mis queridos hermanos y hermanas, mi llamado a ustedes hoy es que pongan fin a los conflictos que se desatan en su corazón, en su hogar y en su vida. Entierren todas y cada una de las inclinaciones de hacer daño a los demás, sean esas inclinaciones el mal genio, una lengua afilada o un rencor contra alguien que les ha hecho daño. El Salvador nos mandó que volviéramos la otra mejilla, que amáramos a nuestros enemigos y que oráramos por los que nos ultrajan.
“Puede resultar difícil y doloroso deshacerse del enojo cuando parece estar tan justificado, y puede parecer imposible perdonar a quienes han hecho daño a los inocentes con sus actos destructivos. Sin embargo, el Salvador nos exhortó a ‘perdonar a todos los hombres’ (Doctrina y Convenios 64:10).
“Somos seguidores del Príncipe de Paz. Ahora, más que nunca, necesitamos la paz que solo Él puede brindar. ¿Cómo podemos esperar que haya paz en el mundo cuando, individualmente, no procuramos la paz y la armonía? Hermanos y hermanas, sé que lo que estoy sugiriendo no es fácil, pero los seguidores de Jesucristo deben dar el ejemplo para que todo el mundo lo siga. Les ruego que hagan todo lo que puedan por poner fin a los conflictos personales que actualmente se desatan en su corazón y en su vida”.
— Presidente Russell M. Nelson, presidente de la Iglesia, conferencia general de abril de 2022, “El poder del ímpetu espiritual”
“Hoy, como en la época de Jesús, habrá quienes den marcha atrás, quienes no estén dispuestos a aceptar el precio del discipulado. A medida que las críticas severas marcadas por el odio se dirijan cada vez más a la Iglesia del Salvador y a quienes lo siguen a Él, nuestro discipulado requerirá una mayor disposición a enderezar y fortalecer nuestra columna vertebral espiritual y a no hacerles caso.
“Si nuestro cimiento espiritual está edificado firmemente en Jesucristo, no caeremos y no tendremos por qué temer.
“‘He aquí, el Señor requiere el corazón y una mente bien dispuesta; y los de buena voluntad y los obedientes comerán de la abundancia de la tierra de Sion en estos postreros días’ (Doctrina y Convenios 64:34)”.
— Élder Kevin W. Pearson, Setenta Autoridad General, conferencia general de octubre de 2022, “¿Aún están dispuestos?”
“El Señor nos enseña que perdonar a los demás es un mandamiento universal: ‘Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres’ (Doctrina y Convenios 64:10). Perdonar puede requerir un valor y una humildad tremendos; también puede tomar tiempo. Requiere de nosotros que depositemos nuestra fe y confianza en el Señor al asumir nuestra responsabilidad por el estado de nuestro corazón. En esto radica la importancia y el poder del albedrío”.
— Hermana Amy A. Wright, en aquel entonces la segunda consejera de la presidencia general de la Primaria, conferencia general de abril de 2022, “Cristo sana lo que está roto”
“La mayoría de nosotros no enfrentamos decisiones de proporciones gigantescas, como dejar nuestro hogar para ser pioneros en una tierra desconocida. Nuestras decisiones se basan en su mayoría en las rutinas diarias de la vida, pero, como el Señor nos ha dicho: “… no os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas proceden las grandes” (Doctrina y Convenios 64:33).
— Presidente Dallin H. Oaks, primer consejero de la Primera Presidencia, conferencia general de octubre de 2020, “Sed de buen ánimo”

“‘Perdonad, y seréis perdonados’, enseñó Cristo en tiempos del Nuevo Testamento (Lucas 7:37); y, en nuestros días: ‘Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres’ (Doctrina y Convenios 64:10). No obstante, es importante que cualquiera de ustedes que viva con verdadera angustia tenga en cuenta lo que no dijo. Él no dijo: ‘No se les permite sentir dolor verdadero ni pesar real por las devastadoras experiencias que hayan tenido por culpa de otra persona’. Ni tampoco dijo: ‘A fin de perdonar totalmente tienes que volver a una relación tóxica, o volver a circunstancias destructivas y de maltrato’. No obstante, a pesar de las ofensas más terribles que nos puedan sobrevenir, solo podemos elevarnos por encima de nuestro dolor al poner los pies en la senda de la sanación real. Tal senda es la senda del perdón que anduvo Jesús de Nazaret, quien nos invita a cada uno de nosotros: ‘Ven, sígueme’ (Lucas 7:37)”.
— Presidente Jeffrey R. Holland, en aquel entonces un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 2018, “El ministerio de la reconciliación”
“El Salvador estableció una clara conexión entre el ser perdonados de nuestros pecados y el perdonar a los que nos hayan hecho un mal. A veces el daño que otras personas nos han hecho es sumamente doloroso y difícil de perdonar y de olvidar. Estoy muy agradecido por el consuelo y la curación que he encontrado en la invitación del Señor de que abandonemos nuestras penas y se las entreguemos a Él. En Doctrina y Convenios, sección 64, Él dijo:
“‘Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres.
“‘Y debéis decir en vuestros corazones: Juzgue Dios entre tú y yo, y te premie de acuerdo con tus hechos’ (versículos 10–11).
“Si deseamos ser sanados, entonces debemos abandonar el asunto completamente y dejar que el Señor se encargue de ello”.
— Élder J. Devn Cornish, en aquel entonces un Setenta Autoridad General, conferencia general de octubre de 2011, “El privilegio de la oración”
“Septiembre de 1832 fue un período de preparación muy agitado para los primeros santos. El Profeta se disponía a mudarse al hogar de John Johnson al sureste de Kirtland, Ohio; y otros hermanos se preparaban para partir a Misuri. En medio de tanta preparación, José Smith recibió la revelación que ahora conocemos como la sección 64 de Doctrina y Convenios. Tras dar instrucciones a los que irían a Misuri, el Señor les recordó: ‘Mas todas las cosas tienen que acontecer en su hora. Por tanto, no os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas proceden las grandes’ (Doctrina y Convenios 64:32–33; cursiva agregada).
“Estos versículos son una guía al prepararnos nosotras mismas y nuestra familia para vivir en ‘tiempos peligrosos’ (véase 2 Timoteo 3:1). No debemos cansarnos de hacer lo bueno, ni tampoco impacientarnos; el progreso que buscamos llegará ‘en su tiempo’. Es más, la gran obra que deseamos realizar procederá de las ‘cosas pequeñas’”.
— Hermana Kathleen H. Hughes, en aquel entonces la primera consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro, conferencia general de octubre de 2004, “De las cosas pequeñas”
Doctrina y Convenios 65

“En el Antiguo Testamento, el profeta Daniel interpretó un sueño sobre una piedra que sería cortada de un monte, no con mano, y que llenaría toda la tierra. Un año después de la organización de la Iglesia, el Señor indicó a José Smith que las llaves del Reino de Dios habían sido nuevamente ‘entregadas al hombre en la tierra’ y que ‘el evangelio [de Jesucristo rodaría] hasta los extremos de ella, como la piedra cortada del monte, no con mano’ (Doctrina y Convenios 65:2).
“Testifico: El Señor está cumpliendo Su promesa. La Iglesia restaurada del Salvador se está estableciendo en todo el mundo y es el instrumento por el cual Dios ‘reunir[á] todas las cosas en Cristo […], tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra’ (Efesios 1:10)”.
— Élder David A. Bednar del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 2025, “Los tiempos de la restauración de todas las cosas”
“Daniel, que evitó a los leones debido a su fe en el Señor Jesucristo y a la intercesión de los ángeles ministrantes de Dios, fue uno de los que vio nuestros días en visión. Al interpretar un sueño del rey Nabucodonosor de Babilonia, Daniel profetizó que la Iglesia del Señor se levantaría en los últimos días como una pequeña piedra del monte ‘cortada […], no con mano’ (Daniel 2:45; véase también Doctrina y Convenios 65:2). ‘No con mano’, o sea por intervención divina, la Iglesia del Señor aumentaría en magnitud hasta llenar toda la tierra y ‘no será jamás destruid[a] […], [sino que] permanecerá para siempre’ (Daniel 2:44)”.
— Élder Ronald A. Rasband del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 2020, “El cumplimiento de la profecía”
“La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días seguirá adelante ‘hasta que llene toda la tierra’ (Doctrina y Convenios 65:2) y el gran Jehová anuncie que Su obra está concluida (véase History of the Church, 4:450). La Iglesia es un refugio seguro. Seremos protegidos por la justicia y consolados por la misericordia (véase Alma 34:15–16). Ninguna mano impía podrá detener el progreso de esta obra (véase Doctrina y Convenios 76:3)”.
— El fallecido presidente Boyd K. Packer, en aquel entonces el presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 2004, “No temáis”
“La Iglesia es el medio por el cual el Maestro lleva a efecto su obra y confiere su gloria. Sus ordenanzas y convenios son la recompensa máxima de nuestra condición de miembros. Aun cuando muchas organizaciones pueden ofrecer hermandad y buena instrucción, solamente la Iglesia del Señor puede proporcionar el bautismo, la confirmación, las ordenaciones, la Santa Cena, las bendiciones patriarcales y las ordenanzas del templo; todas ellas llevadas a la práctica mediante el poder autorizado del sacerdocio. Ese poder está destinado a ser. una bendición para todos los hijos de nuestro Padre Celestial, sea cual fuere su nacionalidad:
“Las llaves del reino de Dios han sido entregadas al hombre en la tierra, y de allí rodará el evangelio hasta los extremos de la misma. (Doctrina y Convenios 65;2; véase también Daniel 2:37; Doctrina y Convenios 109:72)”.
— Presidente Russell M. Nelson, en aquel entonces un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 1990, “Porque así se llamará mi iglesia”
“Pienso que todos veremos cada vez más evidencias del poder de Satanás a medida que el reino de Dios se fortalezca. Creo que el gran esfuerzo que hace Satanás en nuestra contra prueba la validez de esta obra. En el futuro, la oposición se presentará más enmascarada y más abierta a la vez. Sus autores recurrirán a la astucia solapada, pero también su táctica será más atrevida y descarada que nunca. Necesitaremos ser más espirituales para percibir todas las caras del mal y para tener más fuerzas para resistirlo. Los retrasos y pequeñas derrotas del reino de Dios serán temporarios, porque la obra seguirá adelante (véase Doctrina y Convenios 65:2)”.
— El fallecido presidente James E. Faust, en aquel entonces un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 1987, “El gran imitador”
Doctrina y Convenios 66

“Dos meses después de su bautismo, el cual se efectuó el 20 de agosto de 1831, William E. McLellin, quien había trabajado como maestro de escuela, llegó a sumergirse profundamente en la historia de la Restauración. Tras su conversión, McLellin fue ordenado élder y predicó el Evangelio con Hyrum Smith durante unas semanas antes de viajar a Orange, Ohio, a finales de octubre para asistir a una conferencia general de la Iglesia. …
“Tras la conferencia, McLellin viajó a Kirtland y en el transcurso de su viaje, ‘al bajar de un tronco grande, [se lesionó] fuertemente el tobillo’, tanto que pidió a José que lo sanara. ‘Él puso las manos sobre’ el tobillo, escribió McLellin en su diario, ‘y fue sanado, a pesar de que se había hinchado y me dolía muchísimo’. Apenas unos días más tarde, McLellin decidió poner a prueba el llamamiento de José Smith. Después de ir a casa de José en Hiram, Ohio, el 29 de octubre, McLellin ‘acudió al Señor en secreto y de rodillas le pidió que le revelara la respuesta a cinco preguntas por medio de su Profeta’. Sin dar a conocer a José cuáles eran las cinco preguntas, McLellin le pidió a José que le indicara la voluntad de Dios. La revelación resultante —la sección 66 de la actual Doctrina y Convenios— contestó las cinco preguntas de McLellin para su ‘satisfacción plena y completa’. Aun después de apartarse de la Iglesia, McLellin expresó que él aún consideraba esa revelación como una “prueba” del llamado profético de José ‘que no puedo refutar’, según sus palabras.
— Matthew C. Godfrey (en inglés), historiador y director sénior de difusión y participación del Departamento de Historia de la Iglesia, en “Revelaciones en contexto: Las cinco preguntas de William McLellin”
“Cuando el Señor le dijo a William E. McLellin, ‘Bendito eres por haber recibido mi convenio sempiterno, sí, la plenitud de mi evangelio’ (Doctrina y Convenios 66:2), denominó el evangelio como el gran convenio que encierra en sí todas las acosas. De hecho, así nos lo presentó a nosotros, Sus hijos espirituales, en el gran concilio de los cielos”.
— El fallecido presidente Marion G. Romney, en aquel entonces el segundo consejero de la Primera Presidencia, conferencia general de abril de 1981, “Los convenios del evangelio”