Nota del editor: Este es el quinto de una serie de perfiles de personas que aumentan su autosuficiencia a través de clases de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. La primera parte sobre “Cómo iniciar y hacer crecer mi negocio”, léala aquí. La segunda parte sobre “Resiliencia emocional”, léala aquí. La tercera parte, sobre EnglishConnect, léala aquí. La cuarta parte, sobre “Buscar un mejor empleo”, léala aquí.
Lesley-Anne Jones, de la Estaca Brooklyn Nueva York, aprendió de su madre —que acaba de cumplir 100 años— la importancia de la educación.
Mientras servía como presidenta de la Sociedad de Socorro de su barrio, Jones oyó hablar de las clases de autosuficiencia que imparte La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y se dio cuenta que podía seguir aprendiendo de esta manera.
Las circunstancias de su vida habían cambiado, entonces decidió tomar las clases de “Finanzas personales”.
“Quería tomar el control de mis propias finanzas”, dijo Jones, sin embargo, pronto se dio cuenta que las clases se trataban de algo más que simplemente números: “No esperaba que se enfocaran en la espiritualidad”.
El curso lo desarrolló la Iglesia (en inglés) con el objetivo de ayudar a los miembros con las necesidades espirituales y temporales que les presentaba la vida. Cada clase —que se lleva a cabo en grupo y cuenta con un facilitador— comienza con una oración y un principio del evangelio. A continuación, se ofrecen recursos e instrucción, un análisis a nivel grupal y se establecen las metas.
Jones dijo que le resultaba difícil compartir sus sentimientos con personas que no conocía. Pero cuando vio que sus compañeros de curso eran personas que conocía de su barrio, “se sintió en paz en la clase”.
Durante las 12 semanas que duró el curso, ella aprendió lecciones prácticas, por ejemplo, cómo elaborar un presupuesto y planificar para el futuro: “Ajusté mi presupuesto y comencé a invertir”.
Además, aprendió a usar esta perspectiva: “Si hago mi parte, el Padre Celestial hará la Suya”.
De vivir en las calles a encontrar su camino

Durante tres años, Juanita Matthis, de la Estaca Westchester Nueva York, vivió en las calles de Nueva York y en un refugio para mujeres.
Después de unirse a la Iglesia, tomó su primera clase de autosuficiencia, “Educación para un mejor empleo”. Después, siguió con “Finanzas personales” y más adelante con la de “Resiliencia emocional” que la ayudaron a cuidar de sus emociones.
“Mi vida no ha sido la misma desde que asistí a estas clases”, dijo Matthis.
Actualmente ayuda a facilitar una clase de “Finanzas personales” y asiste a la universidad.
Aunque recibía ayuda con la compra de alimentos y la renta, la clase de finanzas le enseñó a vivir con un presupuesto limitado. “Ahora me gusta pagar mis facturas”, dijo Matthis.
Los principios religiosos que se enseñaban en la clase le dieron un mejor rumbo a su futuro.
“Al Salvador le gusta que tengas orden en tu vida”, dijo, y añadió, “Cada clase me enseñó algo sobre mí misma”.
Matthis anima a otros a tomar los cursos de autosuficiencia y les dice: “Ustedes no son los únicos que pasan por dificultades”.
Fortalecer las finanzas en el matrimonio

Holman y Belinda Medina de la Estaca Fairfield Connecticut llevan dos años de casados y acaban de finalizar juntos el curso de “Finanzas personales”.
“Creo que es una de las mejores cosas que las parejas pueden hacer juntas. Puede fortalecer el matrimonio”, dijo Holman Medina.
Belinda Medina dijo que ambos disfrutaron el tiempo que pasaron con la gente de su barrio y también el compartir experiencias durante las clases. Además, aprendieron la importancia de poner a Dios primero al momento de tomar decisiones financieras y los principios espirituales que hay detrás de la administración del dinero.
“Las finanzas y el evangelio van de la mano”, dijo. “Es difícil ayudar a los demás cuando uno tiene dificultades”.
Marvalyn Richardson, de la Estaca Lynbrook Nueva York, también tomó las clases junto con su esposo —lo cual, según ella, tuvo una profunda influencia en su familia. Pagaron el saldo de sus deudas y siguen aplicando los principios que aprendieron en la clase.

“Realmente te ayuda a desarrollar una mejor versión de ti mismo”. No solo te predican, sino que te enseñan”, dijo Richardson.
Esta madre de tres hijos, que sirvió una misión de tiempo completo en su país natal, Jamaica, dijo que las lecciones espirituales que aprendió en las clases de autosuficiencia van más allá de los principios financieros. Ahora siente que tiene más confianza para encontrar soluciones a los problemas y resolver las cosas.
Si la gente llegara a pensar que una clase como esta no es para ellos, Richardson les diría: “Sí es para ustedes. Solo tienen que dejar que el Señor les guíe”.
Además, Jones da el siguiente consejo a quienes están considerando un curso de autosuficiencia: “Miren su vida y vean en qué podrían mejorar. Hay una clase que puede ayudarles”.
— El élder Bob Hansen y la hermana Lorraine Hansen, que sirven como misioneros de autosuficiencia en la Misión Ciudad de Nueva York, Nueva York, contribuyeron a este artículo.