ST. GEORGE, Utah — Habiendo concluido su vida terrenal, la hermana Patricia Terry Holland ha regresado, con la ayuda de su familia, a su hogar terrenal.
Los familiares se reunieron para el servicio fúnebre de la hermana Holland, la esposa del élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles y ex líder general de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el sábado, 29 de julio por la mañana en el cementerio de St. George.
El cementerio se encuentra a solo seis cuadras al este del histórico Tabernáculo de St. George, clave del patrimonio espiritual, comunitario y social de la ciudad, y a solo seis cuadras al noreste del igualmente histórico Templo de St. George, Utah, donde el élder y la hermana Holland se casaron hace 60 años, con el sellamiento en el templo del 7 de junio de 1963, dando comienzo a su familia en su ciudad natal.
“Aquí es donde comenzó su fe y su familia”, dijo su hija Mary Alice Holland McCann en sus comentarios el sábado, “así que es apropiado que aquí sea donde debe ser enterrada para descansar”.
Justo antes de la dedicación del Templo de Cedar City, Utah, en 2017, el élder Holland señaló que él y la hermana Holland son hijos del sur de Utah con “arena roja en los zapatos y lava en los huesos”.
Él agregó que este “rincón colorido de la creación del Señor significa todo” para él y la hermana Holland, quienes crecieron apreciando su herencia de fe en el sur de Utah.
Nacida el 16 de febrero de 1942 en las cercanías de Enterprise, Utah, hija de Maeser W. y Marilla Terry, la hermana Holland, madre de tres, abuela de 13 y bisabuela de cinco, será recordada por su vida llena de fe definida por la dedicación, el servicio y el testimonio. Ella falleció el jueves, 20 de julio a la edad de 81 años.
El élder Jeffrey R. Holland se sentó al frente y al centro en medio de las tres carpas que daban sombra a los miembros de la familia mientras la temperatura de la mañana comenzaba a subir hasta tres dígitos. Estaba en medio de su hijo mayor, el élder Matthew S. Holland, Setenta Autoridad General, y por el otro lado, el élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, y su esposa, la hermana Kathy Andersen.
El servicio en el cementerio se llevó a cabo un día después del funeral del viernes, 28 de julio, que tuvo lugar en el Teatro del Centro de Conferencias en Salt Lake City, donde cuatro discursantes, los tres hijos de la hermana Holland y el presidente Russell M. Nelson, rindieron homenaje a la “mujer celestial” y “dama elegida”.
Los tres hijos desempeñaron papeles destacados en el servicio en el cementerio el sábado, con el élder Matthew S. Holland dirigiendo; McCann discursando; y David F. Holland dedicando la tumba.
Los hermanos de la hermana Holland también participaron — Sherene Terry Dillon ofreció la oración, y cuatro de sus cinco hermanos, Reginald, Fenton, David y Steven Terry, cantaron “Señor, te necesito”.
El servicio en el cementerio fue un evento no publicitado y solo para familiares y amigos más cercanos, pero en una ciudad como St. George la “familia y amigos” se extendió a unas 200 personas que asistieron al servicio de media hora, con McCann reconociendo en sus comentarios a “la gran familia del sur de Utah”.
McCann relató aspectos destacados del legado y de la vida de su madre en el sur de Utah, destacando “las fuertes raíces a las que se aferró profundamente”. Habló de la mudanza de la familia de su madre de Enterprise a St. George, lo que le dio a su hija mayor, mejores oportunidades educativas, culturales y sociales.
McCann contó cómo Pat Terry conoció al joven Jeff Holland en la escuela secundaria. Varios años más tarde, la joven pareja se sentó junta en un parque de la ciudad cercana, Jeff decidió servir en una misión y Pat le ofreció su apoyo, un punto de partida que resultaría no solo en una futura familia, sino también en décadas de servicio, apoyo y ejemplo bendiciendo vidas en todo el mundo.
El élder Matthew Holland señaló el pasaje de las Escrituras de Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia; y todas estas cosas os serán añadidas”, que acompañaba a un retrato de la hermana Holland en la portada del programa impreso del servicio.
Habló de su madre compartiendo esa escritura con él cuando era un adolescente preocupado por cómo un traslado de Bountiful, Utah, a Provo, Utah, después de que su padre fuera nombrado presidente de la Universidad Brigham Young, afectaría a su estatus y esperanzas actuales en los círculos educativos, deportivos y sociales. Ese momento y sus enseñanzas resultaron ser “un eje espiritual” para él, dijo.
Llamó a la posteridad de su madre a recordar y emular su amor por el Salvador, el Evangelio y las Escrituras, así como su vida de servicio y ejemplo. “Sus sacrificios no pueden ser en vano”, agregó.
Al dedicar la tumba, David Holland oró para que el sitio sea un testimonio de su vida de servicio y sacrificio, así como un lugar de tranquilidad en la esperanza y la fe en Jesucristo, Su Expiación, Su resurrección y Su evangelio restaurado.
“Que el recuerdo y el significado de su vida llene nuestros corazones y nuestras almas”, dijo él.
Como lo anunció posteriormente su hijo mayor, el élder Jeffrey R. Holland se ofreció a pasar un tiempo saludando a familiares y amigos, lo cual hizo antes de tener que marcharse debido al calor.
Se detuvo brevemente ante el ataúd de su esposa para un momento de ternura y luego ofreció un saludo de reconocimiento y aprecio a los reunidos antes de irse.