La guía de estudio “Ven, sígueme” de esta semana abarca Doctrina y Convenios 49-50, que comprende enseñanzas sobre el patrimonio, el bautismo y la luz de Dios.
A continuación, les ofrecemos algunas citas de líderes de la Iglesia actuales y del pasado sobre estas secciones de Doctrina y Convenios.
Doctrina y Convenios 49
“El evangelio restaurado de Jesucristo nos brinda una perspectiva única de los temas de la castidad, del matrimonio y del tener hijos. Enseña que el matrimonio según el plan de Dios es necesario para cumplir el propósito del plan de Dios, a fin de proporcionar el entorno divinamente señalado para el nacimiento terrenal y de preparar a las familias para la vida eterna. ‘[E]l matrimonio lo decretó Dios para el hombre”, dijo el Señor, ‘… para que la tierra cumpla el objeto de su creación’ (Doctrina y Convenios 49:15–16). En esto, por supuesto, Su plan va en contra de algunas intensas fuerzas mundanas en forma de leyes y costumbres”.
— Presidente Dallin H. Oaks, primer consejero de la Primera Presidencia, conferencia general de abril de 2020 (en inglés), “El gran plan”
“Escuchen este pasaje que se encuentra en Doctrina y Convenios 49:26–28. Quizás se escribió bajo diferentes circunstancias, pero esta noche, mediante el Espíritu Santo, espero que lo tomen como su llamamiento personal a esta sagrada obra.
“‘He aquí, os digo, id como os he mandado; arrepentíos de todos vuestros pecados; pedid y recibiréis; llamad y se os abrirá.
“‘He aquí, iré delante de vosotros y seré vuestra retaguardia; y estaré en medio de vosotros y no seréis confundidos.
“‘He aquí, soy Jesucristo, y vengo pronto’.
“Apelo a cada una de ustedes a que se pongan en un lugar donde puedan sentir el generoso amor que Dios tiene por ustedes. No pueden ponerse más allá del alcance de ese amor. Cuando sientan Su amor, cuando lo amen a Él, se arrepentirán y guardarán Sus mandamientos. Cuando guardamos Sus mandamientos, Él puede utilizarnos en Su obra. Su obra y Su gloria es la exaltación y la vida eterna de las mujeres y los hombres”.
— Hermana Sharon Eubank, en aquel entonces primera consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro, conferencia general de octubre de 2017, “Enciendan su luz”
“Con el conocimiento del plan de salvación como base, el hombre que posee el sacerdocio debe considerar el matrimonio como un privilegio y una obligación sagrados. No es bueno que el hombre ni que la mujer estén solos. El hombre no es completo sin la mujer. Ninguno puede cumplir la medida de su creación sin el otro (véase 1 Corintios 11:11; Moisés 3:18). El matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios (véase Doctrina y Convenios 49:15–17). Sólo por medio del nuevo y sempiterno convenio del matrimonio alcanzarán la plenitud de las bendiciones eternas (véase Doctrina y Convenios 131:1–4; 132:15–19). Como parte importante de la responsabilidad del sacerdocio, el hombre, en circunstancias normales, no debe innecesariamente posponer el matrimonio. Hermanos, el Señor ha hablado con claridad sobre este asunto. Es la sagrada y solemne responsabilidad de ustedes seguir el consejo del Señor y las palabras de Sus profetas”.
— El fallecido presidente Howard W. Hunter, en aquel entonces, presidente de la Iglesia, conferencia general de octubre de 1994, “Ser marido y padre con rectitud”

“¡Que hermoso es el matrimonio dentro del plan de nuestro Padre Eterno! Un plan que nos dio con Su sabiduría divina para la felicidad y la seguridad de Sus hijos y la continuidad de la raza humana. …
“En las revelaciones modernas, el Señor ha dicho: ‘… de cierto os digo, que quien prohíbe casarse no es ordenado de Dios, porque el matrimonio lo decreto Dios para el hombre’ (Doctrina y Convenios 49:15).
“Sin duda, nadie que lea las Escrituras, tanto antiguas como modernas, puede dudar del concepto divino del matrimonio. Los sentimientos más tiernos de la vida, los impulsos más generosos y satisfactorios del corazón humano encuentran cabida en un matrimonio que se mantiene puro y sin mancha por encima de la maldad del mundo.
“Ese matrimonio, creo yo, es lo que los hombres y las mujeres de todo el mundo desean, esperan, anhelan y oran por conseguir”.
— El fallecido presidente Gordon B. Hinkley, en aquel entonces primer consejero de la Primera Presidencia, conferencia general de abril de 1991, “Lo que Dios ha unido”
“En 1831, algunos conversos deseaban incorporar a la Iglesia algunas de sus creencias previas. En la actualidad, el problema yace en que los miembros que parecen ser vulnerables a las tendencias de la sociedad y al dedo acusador que las acompaña, desean que la Iglesia cambie su posición para complacerlos. Ellos piensan que todo lo que brilla es oro.
“El consejo que el Señor dio en 1831 se aplica a nuestros días: ‘He aquí, os digo que ellos desean conocer la Verdad en parte, pero no toda, porque no son rectos delante de mí y deben arrepentirse’ (Doctrina y Convenios 49:2)”.
— El fallecido Elder Glenn L. Pace, en aquel entonces el segundo consejero del Obispado Presidente, de abril de 1989 conferencia general, “Seguid al profeta”
“Maravillosamente, se requiere de un hombre y una mujer para formar a un hombre o a una mujer. Sin la unión de los sexos, tampoco podemos existir ni llegar a ser perfectos. Dos personas comunes e imperfectas se pueden complementar la una a la otra y así llegar a mejorar las dos. La contribución absoluta de una de las partes a la otra es esencial para la exaltación. Y así se instituyó ‘para que la tierra cumpla el objeto de su creación’ (Doctrina y Convenios 49:16).
“Trabajad, entonces, en amor y compañerismo. Honraos el uno al otro. Ninguna forma de competencia es saludable para ninguno de los dos, sobre todo si ambos entendéis las Escrituras”.
— Presidente Russell M. Nelson, en aquel entonces un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 1987, “Lecciones que aprendemos de Eva”
“Si cumplen con los requisitos, pueden ir al templo que la persona que aman —a quien aman profundamente— para casarse de la manera que el Señor ha establecido: un matrimonio destinado a perdurar más allá de esta vida, como esposos por la eternidad en el reino celestial de Dios. Y, si viven dignamente, podrán recibir el mayor de todos los dones que Dios le ofrece al hombre —la vida eterna.
“A veces me pregunto si realmente comprendemos realmente la trascendencia eterna de un matrimonio en el templo. Si lo entendiéramos de verdad, nunca nos conformaríamos con algo menor. El matrimonio es una ordenanza sagrada, no es un simple trámite civil ni una decisión que deba tomarse a la ligera; sino que ha sido ‘decret[ada] por Dios para el hombre’ (Doctrina y Convenios 49:15).”
— El fallecido Elder David B. Haight, en aquel entonces asistente del Consejo de los Doce, conferencia general de octubre de 1973, “Eres especial” (en inglés)
Doctrina y Convenios 50

“Después de nuestro bautismo, poco a poco comenzamos a tener de verdad un nuevo estilo de vida gracias al Evangelio restaurado. Las palabras de Cristo comenzaron a ensanchar nuestras almas. Estas comenzaron a iluminar nuestro entendimiento y se volvieron exquisitas para nosotros, ya que las verdades que recibimos eran evidentes y podíamos ver la luz, y esa luz se volvía más brillante cada día.
“Esta comprensión del porqué del Evangelio nos estaba ayudando a llegar a ser más semejantes al Salvador. El tamaño de nuestra casa no cambió ni tampoco nuestra condición social. No obstante, fui testigo de un cambio en el corazón de mis padres cuando orábamos todos los días, en la mañana y en la noche. Estudiábamos el Libro de Mormón; llevábamos a cabo la noche de hogar; en verdad nos convertimos en una familia. Todos los domingos nos despertábamos a las seis de la mañana para prepararnos para ir a la capilla y viajábamos durante horas para asistir a las reuniones de la Iglesia, todas las semanas, sin quejarnos. Contemplar eso fue una experiencia maravillosa. Nosotros, quienes habíamos caminado en la oscuridad, desechamos las tinieblas de entre nosotros (véase Doctrina y Convenios 50:25) y vimos ‘gran luz’ (2 Nefi 19:2)”.
— Élder Thierry K. Mutombo, Setenta Autoridad General, conferencia general de abril de 2021, “Seréis libres”
“El temor del Señor es amarlo y confiar en Él. A medida que tememos a Dios más plenamente, lo amamos más perfectamente; y ‘el amor perfecto desecha todo temor’ (Moroni 8:16). Les prometo que la brillante luz del temor del Señor ahuyentará las oscuras tinieblas de los temores terrenales (véase Doctrina y Convenios 50:25) a medida que acudamos al Salvador, edifiquemos sobre Él como nuestro fundamento y sigamos adelante en Su senda de convenios con un compromiso consagrado”.
— Élder David A. Bednar del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 2015, “Por tanto, calmaron sus temores”
“Lo sagrado no puede ser abandonado selectivamente. Aquellos que deciden abandonar aún una sola cosa sagrada, tendrán sus mentes ofuscadas (véase Doctrina y Convenios 84:54), y a menos que se arrepientan, se les quitará la luz que tienen (véase Doctrina y Convenios 1:33). Sin el ancla de lo sagrado se encontrarán moralmente a la deriva en el mar de lo seglar. Por el contrario, aquellos que consideran las cosas sagradas como sagradas, reciben promesas: ‘Lo que es de Dios es luz; y el que recibe luz y persevera en Dios, recibe más luz, y esa luz se hace más y más resplandeciente hasta el día perfecto’ (Doctrina y Convenios 50:24)”.
— Élder Paul B. Pieper, Setenta Autoridad General, conferencia general de abril de 2012, “Mantener sagrado”
“Las respuestas a los problemas que los santos enfrentaban en 1831 son las mismas para los desafíos que enfrentamos hoy: debemos predicar el Evangelio de Jesucristo por el poder del Espíritu Santo.
“La sección 50 incluye varias claves fundamentales para nutrir a los que enseñamos y a los que guiamos. La primera clave se encuentra en la admonición del Salvador de ‘predicar mi evangelio’ (Doctrina y Convenios 50:14, cursiva agregada). Las Escrituras enseñan claramente que el Evangelio que debemos predicar no es la ‘sabiduría del mundo; (Mosíah 24:7) sino la ‘doctrina de Cristo; (2 Nefi 31:21). Si bien el evangelio de Jesucristo comprende toda la verdad, no todas las verdades tienen el mismo valor. El Salvador enseñó claramente que Su evangelio, ante todo, es Su sacrificio expiatorio. Su evangelio también es una invitación a recibir las bendiciones de la Expiación a través de la fe en Cristo, el arrepentimiento, el bautismo, recibir el Espíritu Santo y perseverar fielmente hasta el fin”.
— Hermano Daniel K. Judd, en aquel entonces primer consejero de la presidencia general de la Escuela Dominical, conferencia general de octubre de 2007, “Nutridos por la buena palabra de Dios”

“Hace muchos años, trabajé para una compañía ferroviaria cuyos trenes corrían por todo el oeste de este país. Yo viajaba en tren con frecuencia. Era la época de las locomotoras de vapor. Aquellos trenes gigantes eran enormes, rápidos y peligrosos. A menudo me preguntaba cómo tenía valor el maquinista para hacer el largo viaje de noche. Entonces llegué a darme cuenta de que no era un solo viaje largo, sino una serie constante de viajes cortos. La locomotora tenía un foco potente que iluminaba el camino a una distancia de 350 a 450 metros. El maquinista veía sólo esa distancia, lo cual era suficiente, debido a que la tenía constantemente delante de él durante toda la noche hasta que rayaba el nuevo día.
“El Señor ha hablado de ese proceso. Él ha dicho: ‘Y lo que no edifica no es de Dios, y es tinieblas.
“‘Lo que es de Dios es luz; y el que recibe luz y persevera en Dios, recibe más luz, y esa luz se hace más y más resplandeciente hasta el día perfecto’ (Doctrina y Convenios 50:23–24).
“Y así es con nuestra jornada eterna. Damos un paso a la vez. Al hacerlo, avanzamos hacia lo desconocido, pero la fe nos ilumina el camino. Si cultivamos esa fe, nunca andaremos en las tinieblas”.
— El fallecido presidente Gordon B. Hinckley, en aquel entonces presidente de la Iglesia, conferencia general de abril de 2002, “Por fe andamos”
“La luz de Cristo y el mensaje del Evangelio de luz y salvación pueden obscurecerse en nuestra propia vida sólo mediante nuestra desobediencia y falta de fe. De igual manera, la luz de Cristo aumenta en nuestra vida cuando guardamos los mandamientos y continuamente nos esforzamos por ser como él es. Porque ‘lo que es de Dios es luz; y el que recibe luz y persevera en Dios, recibe más luz, y esa luz se hace más y más resplandeciente’ (Doctrina y Convenios 50:24)”.
— La fallecida hermana Virginia U. Jensen, en aquel entonces primera consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro, conferencia general de octubre de 2000, “‘Divina luz’”
“La familia de una de nuestras hijas sufrió una tragedia hace poco: su casa se quemó, dejándoles muy poco de sus bienes materiales. Pero fue una bendición que, aunque cinco de los seis hijos estaban en la casa, los dos varones adolescentes recordaron lo que habían aprendido y sacaron a los menores de la casa. También recibieron gran consuelo de su barrio y del vecindario, que acudieron en su ayuda con comida, ropa y otras cosas. …
“Esta familia, como otras que pasan pruebas y aflicciones, recibió amor y ayuda, bendiciones del sacerdocio y la seguridad que nos da nuestro Padre de que ‘benditos son aquellos que son fieles y perseveran, sea en vida o en muerte, porque heredarán la vida eterna’ (Doctrina y Convenios 50:5). …
“No seamos nunca indiferentes a las tribulaciones de los demás; seamos sensibles a sus sufrimientos, sea cual sea la razón por la que sufren”.
— La fallecida hermana Joy F. Evans, en aquel entonces primera consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro, conferencia general de octubre de 1987, “La solución a los problemas de la vida”