La guía de estudio de esta semana “Ven, sígueme” abarca Éter 6–11, que incluye la llegada de los jareditas a la tierra prometida y su caída en la iniquidad.
A continuación se presentan algunas citas de líderes de la Iglesia, pasados y presentes, acerca de estos capítulos del Libro de Mormón.
Éter 6
“El Maestro de maestros hizo que soplara un ‘viento furioso’ (Éter 6:5) que impulsara a los jareditas hacia las bendiciones prometidas. Asimismo, podemos decidir servir como una humilde ráfaga de viento en las manos del Señor. Así como ‘el viento no dejó de soplar’ (Éter 6:8) para impulsar a los jareditas hacia la tierra prometida, podemos ayudar a los demás a progresar en su viaje para recibir las bendiciones de Dios. …
“Cada uno de nosotros —y aquellos que nos rodean— enfrenta su propia tormenta de oposición y olas de pruebas que nos sumergen a diario. Pero ‘el viento no dejó de soplar hacia la tierra prometida […] y de este modo [seremos] impelidos ante el viento’ (Éter 6:8).
“Cada uno de nosotros puede ser parte de ese viento, el mismo viento que bendijo a los jareditas en su viaje y el mismo viento que, con nuestra ayuda, bendecirá a los desapercibidos u olvidados para que lleguen a su propia tierra prometida”.
— Élder Aroldo B. Cavalcante, Setenta Autoridad General, conferencia general de octubre de 2024, “El viento no dejó de soplar”
“Los profetas han testificado que todos aceptamos al Señor en la existencia preterrenal, porque sabíamos que Su promesa de ser nuestro Redentor y Salvador era segura. Sabíamos que sería difícil, pero sabíamos que sería mucho más difícil sin Él. Sabíamos que enfrentaríamos desafíos, pero cuando llegó el momento de cruzar el velo, nos encomendamos en las manos del Señor al subirnos al ‘barco’ de la vida terrenal. Sabíamos que seríamos sepultados por las olas de las pruebas y atacados por los monstruos de las profundidades (véase Éter 6:4-12), Lucifer y sus ángeles, pero confiamos en el Señor. …
“Si se lo permitimos, Jesucristo será la luz en nuestros barcos, Él mantendrá alejada la oscuridad. Sentiremos Su fortaleza sosteniéndonos durante esas pruebas debilitantes de todo, nuestro gran abismo”.
— Élder Kevin Brown, Setenta de Área, en el artículo de la revista Liahona de marzo de 2023 “La prueba de todo” (en inglés)
“Al igual que los jareditas, ustedes permiten que el Señor los lleve a la tierra prometida cuando suben a bordo de sus embarcaciones y se adentran en el mar. Para ustedes que así se encomiendan al Señor, incluso el viento, las olas y las tormentas que enfrenten los impulsarán hacia la tierra prometida (véase Éter 6:4-10)”.
— Paul V. Johnson, presidente general de la Escuela Dominical, en ese entonces Setenta Autoridad General, en el artículo de la revista YA Weekly de enero de 2022 “Sigan adelante con esperanza y fe” (en inglés)
“¿Recuerdan al hermano de Jared y a su pueblo, a quienes se les ordenó construir barcos de acuerdo con las instrucciones del Señor? Los barcos eran pequeños, ligeros en el agua y ajustados como un vaso.
“Y en un acto de gran fe, esos jareditas subieron a los barcos que habían construido y ‘muchas veces fueron sepultados en […] [el] mar, a causa de las […] olas que rompían sobre ellos […]. Y […] el viento no dejó de soplar […] mientras estuvieron sobre las aguas’, hasta que después de 344 días llegaron a la tierra prometida (véase Éter 6:6, 8, 11, 12).
“No obstante, recordarán que antes de que los jareditas subieran a los barcos hacia la tierra prometida, mientras viajaban por el desierto, ‘construyeron barcos, en los cuales atravesaron muchas aguas, y la mano del Señor los guiaba continuamente’ (Éter 2:6). Habían estado practicando construir barcos y practicando la fe en el Señor antes de que comenzara su viaje de 344 días. Por supuesto, el Señor podría haberlos guiado alrededor de esas masas de agua mientras viajaban por el desierto. ¡Pero no lo hizo! Les permitió practicar construir barcos y, lo que es más importante, les dio la oportunidad de practicar su fe en Él. Creo que su práctica los preparó para ese largo viaje a la tierra prometida”.
— Camille N. Johnson, presidenta general de la Sociedad de Socorro y entonces presidenta general de la Primaria, en el artículo de la revista Liahona de febrero de 2022 “Practicar la perfección”
“Independientemente de su origen, nuestro Padre Celestial permite que estas pruebas lleguen. Como Ser omnipotente, Él tiene la capacidad de evitar que nos sucedan cosas malas, pero nos permite enfrentar la adversidad porque la necesitamos para aprender y crecer.
“Tomemos como ejemplo la historia del pueblo del hermano de Jared. Se les enseñó a construir barcos y se les mandó que pusieran su confianza en el Señor y cruzaran el océano. Estuvieron en el océano durante casi un año entero (véase Éter 6:11), enfrentándose a ‘grandes y terribles tempestades causadas por la fuerza del viento’ (Éter 6:6).
“Ese viento feroz podría considerarse una prueba terrible; después de todo, ¿qué clase de clima podría ser peor cuando uno está en el océano? Pero las Escrituras dicen que fue ‘el Señor Dios [quien] hizo que soplara un viento furioso sobre la superficie de las aguas, hacia la tierra prometida’ (Éter 6:5). Así que fue el Señor quien hizo que soplaran los vientos furiosos, ¡y había una razón para ello! Y esas personas se regocijaron, agradecieron y alabaron al Señor por ello (véase Éter 6:8-9). ¿Quién sabe cuánto tiempo más podrían haber estado en el agua o dónde podrían haber terminado sin ese viento furioso?
“Eso no quiere decir que el Señor cause las pruebas en nuestras vidas. … Él permite que las pruebas nos lleguen sabiendo que puede convertir todas esas pruebas en algo bueno para quienes lo aman. Él ve el final desde el principio, así que no importa cuáles sean esos vientos terribles en nuestras vidas o de dónde vengan, Dios puede usarlos para llevarnos hacia nuestra tierra prometida”.
— Mindy Selu en el artículo de YA Weekly de febrero de 2020 “Pruebas personalizadas, con propósito y, a veces, irónicamente dolorosas” (en inglés)
Éter 8
“Vivimos en una época de guerra, la guerra espiritual que no tiene fin. Moroni nos advirtió que las combinaciones secretas (véase Éter 8:20, 23–24). Ateos y agnósticos convierten su incredulidad en una religión y actualmente se organizan de manera nunca vista para atacar la fe y la creencia. Están organizados ahora y tratan de obtener poder político; ustedes oirán hablar mucho acerca de ellos y también los escucharán. Gran parte de su ataque es indirecto, burlándose de los fieles y de la religión. Y sus argumentos no son muy diferentes de los de esos personajes del Libro de Mormón.
“Ustedes, los jóvenes, verán muchas cosas que pondrán a prueba su valor y su fe. Las burlas no provienen solamente del exterior de la Iglesia. Permítanme repetirlo: Las burlas no provienen solamente del exterior de la Iglesia. Cuídense de no caer en la categoría de los que se burlan”.
— El difunto presidente Boyd K. Packer, del Cuórum de los Doce Apóstoles, en el artículo de la revista New Era de enero de 2015 “El sueño de Lehi nos incluye a nosotros”
“El orgullo da como resultado combinaciones secretas que se establecen para lograr poder, riquezas y la gloria del mundo (véase Helamán 7:5; Éter 8:9, 16, 22–23; Moisés 5:31). Este fruto del pecado del orgullo, es decir, las combinaciones secretas, destruyó a las civilizaciones de los jareditas y de los nefitas, y ha sido, y será todavía, la causa de la caída de muchas naciones (véase Éter 8:18–25)”.
— El difunto presidente Ezra Taft Benson, presidente de la Iglesia, conferencia general de abril de 1989, “Cuidaos del orgullo”
Éter 10
“En el Libro de Mormón, leemos acerca de los jareditas que ‘eran sumamente industriosos; “’Y trabajaban toda clase de minerales, … y elaboraban toda clase de metales …
“’Y hacían toda clase de telas …
“’Y fabricaban toda clase de herramientas para cultivar la tierra. …
“’Y nunca pudo haber un pueblo más bendecido que ellos, ni que hubiera prosperado más por la mano del Señor’ (Éter 10:22-25, 28). …
“El bienestar espiritual y temporal son responsabilidades personales de todos y cada uno de nosotros, y solo se pueden lograr mediante la obediencia a las leyes de Dios. También vemos que lo espiritual y lo temporal están inseparablemente conectados, pero que debemos llegar a ser espiritualmente autosuficientes antes de que se pueda alcanzar la autosuficiencia temporal. Así como el pedal, que se conecta a la rueda trasera de una bicicleta a través de una cadena, produce el movimiento para acelerar la rueda delantera, la autosuficiencia espiritual otorga todos los esfuerzos y la fuerza a nuestro bienestar temporal”.
— Élder Elie K. Monga, Setenta de Área, en el artículo de la revista Liahona de julio de 2018 “El bienestar espiritual y temporal: nuestra responsabilidad personal” (en inglés)
“Todo ser humano es un hijo o una hija de nuestro Padre Celestial procreado como espíritu4. Procrear también significa engendrar. Engendrar es la expresión que se usó en las Escrituras para describir el proceso de dar vida (véase Mateo 1:1–16; Éter 10:31).
“En el modelo revelado de Dios para familias rectas, el nacimiento de una criatura es el resultado de una decisión consciente y amorosa; es el resultado milagroso de acciones deliberadas y bondadosas que toman los padres para participar con nuestro Padre Celestial en el sagrado proceso de crear un cuerpo mortal para uno de Sus hijos procreado en espíritu. El saber que nuestra vida es el resultado de una amorosa decisión y de un acto intencional nos dan una idea de nuestra gran valía personal en la mortalidad. Ese sentido de lo que valemos puede reafirmarnos el potencial que tenemos y protegernos de las tentaciones.
“Satanás se complace en valerse de las circunstancias no tan ideales de algunos nacimientos mortales a fin de que algunos de nosotros pongamos en tela de juicio nuestro valor y potencial personales. Independientemente de las circunstancias de nuestro nacimiento mortal, todos somos hijos e hijas procreados en espíritu de padres celestiales. Dios es un padre recto y amoroso. Nuestros espíritus se crearon como resultado del amor y de una decisión deliberada para darnos vida y oportunidad”.
— El élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, en el artículo de la revista Liahona de febrero de 2012 “La doctrina del Padre”
“Previamente, la sociedad a menudo ha tenido mecanismos equilibrantes y restrictivos útiles, aunque sutiles, incluso familias, iglesias y escuelas con objeto de controlar la conducta personal excesiva, pero con frecuencia, algunos de esos mecanismos se pierden, no funcionan bien o se equivocan.
“Además, el ritmo de las tendencias actuales se va acelerando debido a la idea moderna de que no se debe ser sentencioso, lo cual justifica cualquier cosa mala que hagan las personas, en tanto hagan cualquier cosa que sea elogiable. Después de todo, ¿acaso Mussolini no se encargaba de que los trenes salieran a tiempo? Los que violan el séptimo mandamiento incluso pueden hacer útiles contribuciones, pero pagan un precio personal escondido y caro. Sobre el rey Moriantón, leemos: ‘Y obró rectamente con el pueblo, mas no consigo mismo, por motivo de sus muchas fornicaciones’ (Éter 10:11). Aparentemente un líder justo que no hacía acepción de personas, ¡Moriantón no se respetaba a sí mismo! Las heridas que se causaba a sí mismo, pasaban disimuladas por la ornamentación exterior de las riquezas y los edificios (véase Éter 10:12).”
— El difunto élder Neal A. Maxwell, en ese entonces miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, en la conferencia general de octubre de 2001, “El séptimo mandamiento: un escudo”
Éter 11
“Los discípulos del Señor somos defensores del matrimonio tradicional; no podemos transigir. La historia no es nuestro juez; y tampoco lo es la sociedad secular; ¡Dios es nuestro juez! Para cada uno de nosotros, el día del juicio se llevará a cabo a la manera de Dios y en Su propio tiempo (véanse Romanos 2:5; Alma 33:22; Éter 11:20; D. y C. 88:104; 133:38)”.
— El presidente Russell M. Nelson, en ese entonces miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, en el artículo de la revista Ensign de agosto de 2015 “Los discípulos y la defensa del matrimonio”
“El Libro de Éter da un relato de los jareditas, una gran nación que floreció en América durante unos 2000 años después de la confusión de lenguas en la gran torre. A ellos ‘vinieron muchos profetas, y profetizaron cosas grandes y maravillosas; y proclamaron el arrepentimiento al pueblo, y que a menos que se arrepintieran, el Señor Dios ejecutaría juicio contra ellos hasta su completa destrucción’ (Éter 11:20).
“Éter, su último profeta mencionado, profetizó ‘al pueblo, porque no se le podía restringir, debido al Espíritu del Señor que había en él.
“Porque clamaba desde la mañana hasta la puesta del sol, exhortando a los del pueblo a creer en Dios para arrepentimiento, no fuese que quedaran destruidos” (Éter 12:2-3).
“A todas estas advertencias, el pueblo hizo oídos sordos y hostiles. Éter vivió para ver y dejar registro de una guerra fratricida en la que todos los miembros de esa sociedad, excepto él mismo, fueron asesinados. Aprendieron, como los antediluvianos, de la manera más dura, la verdad del mensaje: ‘Arrepentíos o pereceréis’”.
— El difunto presidente Marion G. Romney, entonces segundo consejero de la Primera Presidencia, en el artículo de la revista Ensign de abril de 1975 “Arrepentíos o pereceréis” (en inglés)