La guía de estudio “Ven, sígueme” de esta semana cubre 3 Nefi 27-4 Nefi 1, que incluye el mandamiento de Jesucristo de llamar a la Iglesia con Su nombre.
A continuación, les ofrecemos algunas citas de líderes de la Iglesia, actuales y del pasado sobre estos capítulos del Libro de Mormón
3 Nefi 27
“Hace unas semanas, publiqué una declaración concerniente a corregir el rumbo sobre el nombre de la Iglesia. Lo hice porque el Señor inspiró en mi mente la importancia del nombre que Él ha decretado para Su Iglesia, a saber, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. …
“Fue el Salvador mismo quien dijo: ‘Porque así se llamará mi iglesia en los postreros días, a saber, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días’” (Doctrina y Convenios 115:4).
“Aun antes, en el año 34 d. C., nuestro Señor resucitado instruyó de modo similar a los miembros de Su Iglesia cuando los visitó en el continente americano. En aquel momento dijo:
“’Daréis mi nombre a la iglesia…
“’¿Y cómo puede ser mi iglesia salvo que lleve mi nombre? Porque si una iglesia lleva el nombre de Moisés, entonces es la iglesia de Moisés; o si se le da el nombre de algún hombre, entonces es la iglesia de ese hombre; pero si lleva mi nombre, entonces es mi iglesia’.
“Por lo tanto, el nombre de la Iglesia no está sujeto a cambios. Cuando el Salvador indica claramente cuál debe ser el nombre de Su Iglesia e incluso precede Su declaración con las palabras: “Así se llamará mi iglesia”, Él es firme. Y si permitimos que se usen o adopten apodos, o incluso los fomentamos nosotros mismos, Él se ofende.
“Mis queridos hermanos y hermanas, les prometo que, si hacemos lo mejor posible por restaurar el nombre correcto de la Iglesia del Señor, Aquel cuya Iglesia esta es derramará Su poder y Sus bendiciones sobre la cabeza de los Santos de los Últimos Días de formas que jamás hemos visto. Tendremos el conocimiento y el poder de Dios para ayudarnos a llevar las bendiciones del evangelio restaurado de Jesucristo a toda nación, tribu, lengua y pueblo, y para preparar el mundo para la Segunda Venida del Señor.
“Entonces, ¿qué implica un nombre? Cuando se trata del nombre de la Iglesia del Señor, la respuesta es: ‘¡Todo!’. Jesús nos mandó llamar a la Iglesia por Su nombre porque esta es Su Iglesia, llena de Su poder.”
— Presidente Russell M. Nelson, presidente de la Iglesia, conferencia general de octubre de 2018 (en inglés), “El nombre correcto de la Iglesia”
“En Su vida terrenal, Jesucristo fue un juez amoroso, extraordinariamente sabio y paciente. …
“Este consejo a los Doce nefitas nos ayudará a juzgar como lo hace el Señor: ‘… seréis los jueces de este pueblo, según el juicio que yo os daré, el cual será justo. Por lo tanto, ¿qué clase de hombres habéis de ser? En verdad os digo, aun como yo soy’ (3 Nefi 27:27; cursiva agregada). A veces olvidamos que cuando dio el consejo de ser como Él es, fue en el contexto de cómo juzgar justamente.”
— Élder Lynn G. Robbins, en aquel entonces un Setenta Autoridad General, conferencia general de octubre de 2016, “El Juez justo”
“Al estudiar la vida de nuestro Salvador y Sus enseñanzas, lo vemos entre la gente enseñando, orando, dando ánimo y sanando. Cuando lo emulamos y hacemos lo que vemos que Él hace, comenzamos a tener una visión de quiénes podemos llegar a ser. Ustedes serán bendecidos con entendimiento mediante la ayuda del Espíritu Santo para hacer mayor bien. Empezarán a cambiar y establecerán un orden diferente en su vida que los bendecirá a ustedes y a su familia. Durante Su ministerio entre los nefitas, el Salvador preguntó: ‘… ¿qué clase de hombres habéis de ser?’. Y respondió: ‘En verdad os digo, aun como yo soy’ (3 Nefi 27:27). Necesitamos Su ayuda para llegar a ser cómo Él, y Él nos ha mostrado el camino: ‘Por consiguiente, pedid, y recibiréis; llamad, y se os abrirá; porque el que pide, recibe; y al que llama, se le abrirá’ (3 Nefi 27:29)”.
— Élder O. Vincent Halek, en aquel entonces un Setenta Autoridad General, conferencia general de abril de 2012, “Tener la visión de actuar”
“He pensado mucho sobre la razón por la que el Salvador le dio un nombre de once palabras a Su Iglesia restaurada. Parece largo, pero si lo consideramos una reseña descriptiva de lo que es la Iglesia, de repente se vuelve maravillosamente breve, sencillo y preciso. ¿Cómo podría una descripción ser más directa y clara, y aun así expresarse en tan pocas palabras?
“Cada palabra es aclaratoria e indispensable. La palabra La indica la posición única de la Iglesia restaurada entre las religiones del mundo.
“Las palabras Iglesia de Jesucristo declaran que ésta es Su Iglesia. En el Libro de Mormón, Jesús enseñó: ‘¿Y cómo puede ser mi iglesia salvo que lleve mi nombre? Porque si una iglesia lleva el nombre de Moisés, entonces es la iglesia de Moisés; o si se le da el nombre de algún hombre [como Mormón], entonces es la iglesia de ese hombre; pero si lleva mi nombre, entonces es mi iglesia, si es que están fundados sobre mi evangelio’ (3 Nefi 27:8);
“de los Santos significa que sus miembros lo siguen a Él y se esfuerzan por hacer Su voluntad, guardar Sus mandamientos y prepararse una vez más para vivir con Él y nuestro Padre Celestial en el futuro. ‘Santos’ sencillamente se refiere a aquellos que procuran santificar su vida mediante el convenio de seguir a Cristo;
“de los Últimos Días explica que es la misma Iglesia que Jesucristo estableció durante Su ministerio terrenal, pero restaurada en estos últimos días.
“El nombre que el Salvador ha otorgado a Su Iglesia nos indica exactamente lo que somos y lo que creemos”.
— El fallecido presidente M. Russell Ballard, en aquel entonces un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 2011, “La importancia de un nombre”
“’Ser o no ser’ es en realidad una muy buena pregunta. El Salvador hizo la pregunta de una manera mucho más profunda, convirtiéndola en una pregunta doctrinal de vital importancia para cada uno de nosotros: ‘¿Qué clase de hombres [y mujeres] habéis de ser? En verdad os digo, aun como yo soy’ (3 Nefi 27:27; cursiva agregada). La primera persona del presente del verbo ser es: Yo soy. Él nos invita a tomar sobre nosotros Su nombre y Su naturaleza.
“Para llegar a ser como Él es, también debemos hacer las cosas que Él hizo: ‘En verdad, en verdad os digo que éste es mi evangelio; y vosotros sabéis las cosas que debéis hacer en mi iglesia; pues las obras que me habéis visto hacer, ésas también las haréis’ (3 Nefi. 27:21; cursiva agregada).
‘El ser y el hacer son inseparables. Como doctrinas interdependientes se refuerzan y se promueven una a la otra. Por ejemplo, la fe nos inspira a orar y, a su vez, la oración fortalece nuestra fe”.
— Élder Lynn G. Robbins, en aquel entonces un Setenta Autoridad General, conferencia general de abril de 2011, “¿Qué clase de hombres y mujeres habéis de ser?”
“Como lo demostró el Salvador, una vida consagrada es una vida pura. Si bien Jesús es el único que tuvo una vida sin pecado, quienes vienen a Él y toman Su yugo sobre sí pueden reclamar Su gracia, que los hará como Él, sin culpa y sin mancha. Con profundo amor el Señor nos alienta con estas palabras: ‘Arrepentíos, todos vosotros, extremos de la tierra, y venid a mí y sed bautizados en mi nombre, para que seáis santificados por la recepción del Espíritu Santo, a fin de que en el postrer día os presentéis ante mí sin mancha’ (3 Nefi 27:20).
“Por lo tanto, consagración significa arrepentimiento. Se debe abandonar la obstinación, la rebelión y la justificación, y reemplazarlos con sumisión, un deseo de corrección y aceptación de todo lo que el Señor requiera”.
— Élder D. Todd Christofferson del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 2010, “Reflexiones sobre una vida consagrada”
“Durante el ministerio del Salvador en el Nuevo Mundo, que duró tres días, Él enseñó Su doctrina, autorizó a Sus discípulos para efectuar las ordenanzas del sacerdocio, sanó a los enfermos, oró por la gente y con ternura bendijo a los niños. Al acercarse el final del tiempo que el Salvador estaría con el pueblo, resumió en forma concisa los principios fundamentales de Su evangelio.
“Él dijo: ‘Y éste es el mandamiento: Arrepentíos, todos vosotros, extremos de la tierra, y venid a mí y sed bautizados en mi nombre, para que seáis santificados por la recepción del Espíritu Santo, a fin de que en el postrer día os presentéis ante mí sin mancha’ (3 Nefi 27:20).
“Es esencial que comprendamos y apliquemos a nuestra vida los principios básicos que describió el Maestro. …
“El arrepentirse y venir a Cristo por medio de los convenios y las ordenanzas de salvación son los requisitos y la preparación para ser santificados mediante la recepción del Espíritu Santo y presentarnos sin mancha ante Dios en el postrer día”.
— Élder David A. Bednar del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 2007, “Limpios de manos y puros de corazón”
3 Nefi 28
“No alcanzamos nuestro destino divino solos. Como Santos de los Últimos Días, tenemos el deber especial de invitar a otras personas en nuestro trayecto a nuestro hogar celestial. El mundo necesita a Santos de los Últimos Días que estén dispuestos a dejar que la luz de la Restauración brille a través de sus testimonios, ejemplos y voluntad de compartir el Evangelio. Cuando brillamos, recogemos a los demás. …
“A medida que ayudamos a los demás en el camino hacia su destino divino, nos ayudamos a nosotros mismos en ese mismo camino, para ‘ser recibidos en el reino del Padre para nunca más salir, sino para morar con Dios eternamente en los cielos’ (3 Nefi 28:40)”.
— Élder Quentin L. Cook del Cuórum de los Doce Apóstoles, en el artículo de la revista Liahona de enero de 2022, “Seguir el camino de la felicidad”
“En nuestra vida, deberíamos desear lo que ocurrió después de que el Señor vino a la gente del Nuevo Mundo y estableció Su Iglesia. Las Escrituras relatan: ‘Y ocurrió que así anduvieron [esto es, Sus discípulos] entre todo el pueblo de Nefi, y predicaron el Evangelio de Cristo a todos los habitantes sobre la faz de la tierra; y estos se convirtieron al Señor y se unieron a la Iglesia de Cristo; y así fue bendecido el pueblo de esa generación’ (3 Nefi 28:23).
“El Señor quiere que los miembros de Su Iglesia estén plenamente convertidos a Su evangelio. Ésa es la única manera cierta de tener seguridad espiritual ahora y felicidad para siempre”.
— Élder Donald L. Hallstrom, en aquel entonces un Setenta Autoridad General, conferencia general de abril de 2012, “Convertidos a Su Evangelio por medio de la Iglesia”
3 Nefi 29
“El Profeta José Smith declare … que el Libro de Mormón es la piedra angular de nuestra religión. Es un precioso testimonio de la verdad. Es la señal profetizada de que ‘el Señor ha empezado a reunir a Israel y a cumplir Sus convenios’ (3 Nefi 29, encabezamiento del capítulo).
“Solemnemente añado mi testimonio al de mis Hermanos. ¡Es verdad!”
— Presidente Russell M. Nelson, en aquel entonces un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, en el artículo de la revista Ensign de julio de 1993, “Un precioso testimonio”(en inglés)
“El profeta Mormón con gran poder nos aconseja en cuanto a los profetas con estas palabras: ‘¡Ay de aquel que niegue las revelaciones del Señor, y del que diga que el Señor ya no obra por revelación, ni por profecía, ni por dones, ni por lenguas, ni por sanidades, ni por el poder del Espíritu Santo!’ (3 Nefi 29:6).
“Líderes del sacerdocio, ¿queréis elevar el nivel espiritual de vuestra mayordomía? Obedeced a las Autoridades Generales.
“Esposos, ¿queréis que vuestras esposas tengan más confianza en vosotros y en vuestra capacidad como líderes: Obedeced a las Autoridades Generales.
“Padres, ¿queréis que vuestros hijos perciban vuestro amor por ellos y estén más dispuestos a aceptar vuestros consejos? Amad a las Autoridades Generales”.
— El fallecido élder L. Aldin Porter (en inglés), en aquel entonces un Setenta Autoridad General, conferencia general de octubre de 1987, “Obedeced a las Autoridades Generales”
4 Nefi 1
“Mientras escuchan este pasaje de 4 Nefi, busquen las similitudes con nuestros días: ‘Y sucedió que cuando hubieron transcurrido doscientos diez años, ya había en la tierra un gran número de iglesias; sí, había muchas iglesias que profesaban conocer al Cristo, y sin embargo, negaban la mayor parte de su evangelio, de tal modo que toleraban toda clase de iniquidades, y administraban lo que era sagrado a quienes les estaba prohibido por motivo de no ser dignos’ (4 Nefi 1:27).
“‘¡Déjà vu’ en los últimos días! Algunos miembros no se dan cuenta de que están cayendo en la misma trampa cuando abogan para que se acepten las ‘tradiciones de sus padres’ (Doctrina y Convenios 93:39) locales o étnicas que no están en armonía con la cultura del Evangelio. Incluso otros, engañándose a sí mismos y en negación, ruegan o exigen que los obispos bajen las normas exigidas para las recomendaciones del templo, las recomendaciones para una institución académica o para los misioneros. No es fácil ser obispo bajo ese tipo de presión; sin embargo, como el Salvador, quien limpió el templo para defender la santidad del mismo (véase Juan 2:15–16), los obispos hoy en día son llamados a defender con valentía las normas del templo”.
— Élder Lynn G. Robbins, en aquel entonces un Setenta Autoridad General, conferencia general de octubre de 2014, “¿Hacia dónde miramos?”
“Así que, siguiendo las experiencias que ellos mismos habían tenido con el Salvador, esos padres nefitas enseñaron a sus niños acerca de Él. Les enseñaron a amar al Señor; les enseñaron Su evangelio; les enseñaron a vivirlo. Les enseñaron tan bien que hubo rectitud y paz en la tierra durante doscientos años (véase 4 Nefi 1:1–22).
“Ahora bien, esto no es algo fácil de hacer. El relato de los nefitas dice que esas familias tuvieron 200 años de paz, pero de seguro tuvieron que hacer un gran esfuerzo. Requiere mucho trabajo y paciencia y fe, pero no hay nada más importante o gratificante. Y el Señor nos ayudará, pues Él ama a estos niños aún más que nosotros. Los ama y los bendecirá”.
— Hermana Cheryl C. Lant, en aquel momento recientemente relevada como presidenta general de la Primaria, conferencia general de abril de 2010, “Que nuestros niños puedan ver la faz del Salvador”
“Al tener la guía de Su Espíritu, se sentirán confiadas y felices, y la virtud engalanará sus pensamientos incesantemente. El Libro de Mormón describe lo que sucedió cuando toda una sociedad guardó sus convenios y vivió una vida limpia y virtuosa. ‘Y ciertamente no podía haber un pueblo más dichoso entre todos los que habían sido creados por la mano de Dios’ (4 Nefi 1:16). Con la guía del Espíritu Santo, también serán una influencia de rectitud para los demás”.
— Hermana Elaine S. Dalton, en aquel entonces la Segunda consejera de la presidencia general de las Mujeres Jóvenes, conferencia general de abril de 2007, “Permanezcan en el sendero”