La guía de estudio “Ven, sígueme” de esta semana cubre 3 Nefi 17-19, que incluye la ministración de Jesucristo a los niños nefitas.
A continuación, les ofrecemos algunas citas de líderes de la Iglesia, actuales y del pasado sobre estos capítulos.
3 Nefi 17
“La compasión es un atributo de Cristo. Nace del amor por los demás y no conoce fronteras. Jesús, el Salvador del mundo, es el ejemplo supremo de la compasión. … En un ejemplo de la compasión de Cristo que se encuentra en el Libro de Mormón, Jesús se apareció a una multitud y dijo:
“’¿Tenéis cojos, o ciegos, o lisiados, o mutilados […] o sordos, o quienes estén afligidos de manera alguna? Traedlos aquí y yo los sanaré, porque tengo compasión de vosotros […].
“’Y los sanaba a todos’ (3 Nefi 17:7, 9).
“A pesar de todos nuestros esfuerzos, ni ustedes ni yo podremos sanar a todos; pero cada uno de nosotros puede ser quien marque una diferencia para bien en la vida de alguien”.
— Élder Ian S. Ardern (en inglés), en aquel entonces un Setenta Autoridad General, conferencia general de octubre de 2023, “Amarás a tu prójimo”
“En el Libro de Mormón se registra una increíble demostración del amor del Salvador por los hijos de Dios: ‘… cuando Jesús hubo hablado así, de nuevo dirigió la vista alrededor hacia la multitud, y vio que estaban llorando, y lo miraban fijamente, como si le quisieran pedir que permaneciese un poco más con ellos’ (3 Nefi 17:5).
“El Salvador ya había pasado un día entero ministrando al pueblo; sin embargo, tenía más que hacer: debía visitar a Sus otras ovejas, debía ir a Su Padre.
“A pesar de esas obligaciones, percibió que las personas deseaban que permaneciera allí un poco más. Entonces, con el corazón del Salvador lleno de compasión, se produjo uno de los mayores milagros de la historia del mundo:
“Se quedó.
“Los bendijo.
“Ministró a sus niños uno por uno.
“Oró por ellos y lloró con ellos.
“Y los sanó (véase 3 Nefi 17).
“Su promesa es eterna: Él nos sanará”.
— Élder K. Brett Nattress (en inglés), Setenta Autoridad General, conferencia general de abril de 2023, “¿De verdad he sido perdonado?”
“En 3 Nefi 17 leemos que Jesús dijo a las personas que era la hora de volver al Padre y de mostrarse a las tribus perdidas de Israel (3 Nefi 17:4). Al dirigir la vista alrededor hacia la multitud, vio que estaban llorando y lo miraban fijamente, como si le quisieran pedir que permaneciera un poco más con ellos (3 Nefi 17:5).
“La respuesta del Salvador a los nefitas fue conmovedora e instructiva. Les dijo: ‘… He aquí, mis entrañas rebosan de compasión por vosotros’ (3 Nefi 17:6).
“Creo que Su compasión fue mucho más que una respuesta a las lágrimas de la gente. Parece que Él podía verlos a través de los ojos de Su sacrificio expiatorio. Vio cada uno de sus dolores, aflicciones y tentaciones; vio sus enfermedades y debilidades, y gracias a Su angustioso sufrimiento en Getsemaní y en el Gólgota sabía cómo socorrerlos de acuerdo con las debilidades de ellos (Alma 7:11-12).
“Del mismo modo, cuando nuestro Salvador, Jesucristo, nos mira, Él ve y comprende nuestro dolor y el peso de nuestros pecados. Él ve nuestras adicciones y pruebas; ve nuestras dificultades y aflicciones de cualquier tipo, y rebosa de misericordia por nosotros.
“Entonces llegó Su generosa invitación a los nefitas: ‘¿Tenéis enfermos entre vosotros? Traedlos aquí. ¿Tenéis cojos, o ciegos, o lisiados, o mutilados, o leprosos, o atrofiados, o sordos, o quienes estén afligidos de manera alguna? Traedlos aquí y yo los sanaré, porque tengo compasión de vosotros; mis entrañas rebosan de misericordia’ (3 Nefi 17:7).
“Las personas se acercaron con ‘todos los que padecían cualquier aflicción; y los sanaba a todos, según se los llevaban’ (3 Nefi 17:9)”.
— Élder Peter F. Meurs (en inglés), Setenta Autoridad General, conferencia general de abril de 2023, “¡Él podía sanarme a mí!”

“Estos niños ofrecen ejemplos de algunas de sus cualidades que debemos desarrollar o redescubrir en nosotros a fin de entrar en el reino de los cielos. Ellos son espíritus puros, sin mancha del mundo, fáciles de enseñar y llenos de fe. No es de asombrarse que el Salvador sintiera un amor y aprecio especiales por los pequeñitos.
“Entre los trascendentes acontecimientos de la visita del Salvador a las Américas, se destaca Su compasivo ministerio a los niños. De manera conmovedora, Él se acercó a cada niño.
“’…y tomó a sus niños pequeños, uno por uno, y los bendijo, y rogó al Padre por ellos.
“’Y cuando hubo hecho esto, lloró…
“‘y habló a la multitud, y les dijo: Mirad a vuestros pequeñitos’” (3 Nefi 17:21–23).
— Hermana Jean A. Stevens, en aquel entonces la primera consejera de la presidencia general de la Primaria, conferencia general de abril de 2011, “Llegar a ser como un niño pequeño”
“Tenemos el relato en Tercer Nefi sobre un pueblo que en verdad vio la faz del Salvador en esta vida. Y aunque nosotros no lleguemos a verlo ahora, tal vez podamos aprender de las experiencias de ellos. Después de la muerte del Salvador, Él se apareció a este pueblo, les enseñó y les bendijo. Y luego: ‘…aconteció que mandó que trajesen a sus niños pequeñitos’ (3 Nefi 17:11).
“Es nuestra sagrada responsabilidad, como padres y líderes, traer a esta nueva generación de niños al Salvador para que puedan ver Su rostro y también el de nuestro Padre que está en los cielos. A medida que lo hagamos, también nosotros nos acercaremos a Ellos. …
“Una vez que los trajeron, Cristo pidió a los padres que se arrodillaran. Luego hizo por ellos lo que ha hecho por todos nosotros. Oró por ellos al Padre y, al hacerlo, se dice que Su oración fue ‘tan grande y maravillosa’ que no se podía describir con palabras (3 Nefi 17:16). Al venir al Salvador y aceptar Su expiación, esos padres se fortalecieron para hacer todo lo que fuera necesario para “traer” a sus niños.
— Hermana Cheryl C. Lant, en aquel momento la recién relevada Presidenta general de la Primaria, conferencia general de abril de 2010, “Que nuestros niños puedan ver la faz del Salvador”
“Durante el ministerio del Salvador en el continente americano, mandó a la gente que meditara Sus enseñanzas y suplicara entendimiento. Sanó a los enfermos y oró por la gente, utilizando palabras que no se podían escribir (véase 3 Nefi 17:1–16). El impacto de Su oración fue profundo: ‘…nadie puede conceptuar el gozo que llenó nuestras almas cuando lo oímos rogar por nosotros al Padre’ (3 Nefi 17:17). Imagínense lo que habría sido oír al Salvador del mundo orar por nosotros.
“¿Sienten de igual manera nuestros cónyuges, hijos y otros familiares el poder de nuestras oraciones dirigidas al Padre por sus necesidades y deseos específicos? ¿Nos oyen aquellos a quienes servimos orar por ellos con fe y sinceridad? Si aquellos a quienes amamos y servimos no han oído ni sentido la influencia de nuestras oraciones sinceras en favor de ellos, entonces la hora de arrepentirnos es ahora. Al emular el ejemplo del Salvador, nuestras oraciones verdaderamente se volverán más fervientes.”
— Élder David A. Bednar del Cuórum de los Doce Apóstoles, octubre de 2008 conferencia general de, “Ora siempre”
“Se arraigarán en nosotros los principios eternos a medida que nos demos el tiempo, no sólo de leer las enseñanzas de los profetas y las Escrituras, sino también de meditarlas con espíritu de oración. … En un mundo que exige cada vez más de nuestro tiempo, es indispensable que nos demos el tiempo necesario para meditar en nuestros hogares, a fin de que comprendamos la doctrina divina y sus principios. Como el Salvador lo expresó: ‘…id a vuestras casas, y meditad las cosas… [para] que podáis entender; y preparad vuestras mentes para mañana…’ (3 Nefi 17:3)”.
— Élder Walter F. González, en aquel entonces un Setenta Autoridad General, conferencia general de octubre de 2007, “Hoy es el momento”
3 Nefi 18

“Como medio para estar en el mundo pero no ser del mundo, es necesario que nos comuniquemos con el Padre Celestial por medio de la oración. Él quiere que lo hagamos; Él contestará nuestras oraciones. Como se registra en 3 Nefi 18, el Salvador nos amonestó a: “’…velar y orar siempre, no sea que entréis en tentación; porque Satanás desea poseeros…
“’Por tanto, siempre debéis orar al Padre en mi nombre;
“‘y cualquier cosa que pidáis al Padre en mi nombre, si es justa, creyendo que recibiréis, he aquí, os será concedida’(3 Nefi 18:18-20).”
— Presidente Thomas S. Monson, conferencia general de octubre de 2011, “Permaneced en lugares santos”
“En Su misericordia, el Dios del cielo, el Creador y Gobernador de todas las cosas en todas partes, había oído una oración sobre algo de muy poca importancia. Uno bien podría preguntarse por qué se preocuparía Él con algo tan trivial. Creo que nuestro Padre Celestial nos ama tanto que las cosas que son importantes para nosotros se vuelven importantes para Él, simplemente porque nos ama. ¿Cuánto más desearía Él ayudarnos con las cosas grandes que pedimos y que sean justas (véase 3 Nefi 18:20)?”
— Élder J. Devn Cornish, en aquel entonces Setenta Autoridad General, conferencia general de octubre de 2011, “El privilegio de la oración”
“Lamentablemente, algunos Santos de los Últimos Días parecen renunciar al servicio desinteresado a los demás, y en vez de ello, escogen adaptar sus prioridades a las normas y a los valores del mundo. Jesús advirtió que Satanás desea zarandearnos como trigo (véase Lucas 22:31; 3 Nefi 18:18), lo que significa que quiere convertirnos en personas comunes como todas las que nos rodean; pero Jesús enseñó que los que le seguimos a Él debemos ser valiosos y únicos, ‘la sal de la tierra’ (Mateo 5:13) y ‘la luz del mundo’, para brillar delante de todos los hombres (Mateo 5:14, 16; véase también 3 Nefi 18:24)”.
— President Dallin H. Oaks, en aquel entonces un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 2009, “El servicio desinteresado”
“¿Nos hemos detenido a pensar en lo que significa para nuestra salvación cuando dejamos de orar o no hacemos que nuestras oraciones sean gratificadoras y repetidas experiencias cotidianas? Nos referimos continuamente al poder de la oración, pero ¿estamos siempre dispuestos a pagar el precio a fin de que la promesa que encontramos en 3 Nefi 18:18-20 pueda ser realidad?
“’He aquí, en verdad, en verdad os digo que debéis velar y orar siempre, no sea que entréis en tentación; porque Satanás desea poseeros para zarandearos como a trigo.
“’Por tanto, siempre debéis orar al Padre en mi nombre;
“‘y cualquier cosa que pidáis al Padre en mi nombre, creyendo que recibiréis, si es justa, he aquí, os será concedida’”.
— Élder Angel Abrea, then a Setenta Autoridad General, octubre de 1981 conferencia general de, “The ‘Little Things’ and Eternal Life”
3 Nefi 19

“Sea cual sea nuestro estado civil u origen, el Señor desea que nos asociemos con Él de una manera poderosa, que seamos “uno” (3 Nefi 19:23) con Él en “todos [nuestros] hechos” (Alma 37:37). … No tenemos que atravesar los desafíos, pesares, inseguridades y aflicciones de la vida solos, ese no es el plan. Podemos encontrar alivio al asociarnos con el Señor a través de nuestros convenios.”
— Hermana Kristin M. Yee, segunda consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro general, el artículo de la revista Liahona de septiembre de 2024, “Hallar alivio por medio de Jesucristo”
“Debemos primeramente desear, anhelar y procurar la compañía del Espíritu Santo. Ustedes y yo podemos aprender una gran lección sobre los deseos justos de los fieles discípulos del Maestro que se describen en el Libro de Mormón.
“’Y los doce instruyeron a la multitud; y he aquí, hicieron que la multitud se arrodillase en el suelo y orase al Padre en el nombre de Jesús…'
“’Y oraron por lo que más deseaban; y su deseo era que les fuese dado el Espíritu Santo’ (3 Nefi 19:6, 9).
“¿Nos acordamos, del mismo modo, de orar ferviente y constantemente por lo que más deseamos, aun el Espíritu Santo? ¿O nos distrajimos por las preocupaciones del mundo y la rutina del diario vivir, y pasamos por alto o incluso descuidamos este don, que es el más valioso de todos los dones? El recibir el Espíritu Santo empieza con nuestro sincero y constante deseo de tener Su compañía en nuestra vida”.
— Élder David A. Bednar del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 2010, “Recibe el Espíritu Santo”
“En una oración hecha más tarde, Jesús incluyó una súplica para que hubiese unidad. ‘Padre’, dijo Él, ‘te ruego por ellos… para que crean en mí, para que yo sea en ellos como tú, Padre, eres en mí, para que seamos uno’ (3 Nefi 19:23). Nosotros también podemos orar para que haya unidad; podemos orar para que seamos uno en corazón y mente con los ungidos del Señor y con nuestros seres queridos; podemos orar por entendimiento y respeto mutuo entre nosotros y nuestros vecinos. Si los demás realmente nos importan, deberíamos orar por ellos”.
— Presidente Russell M. Nelson, en aquel entonces un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de abril de 2009, “Lecciones que aprendemos de las oraciones del Señor”
“Las oraciones más fervientes y espirituales que he experimentado contenían muchas expresiones de agradecimiento y pocas peticiones o ninguna. Al tener ahora la bendición de orar con apóstoles y profetas, encuentro [que] … no multiplican muchas palabras, porque les es manifestado lo que deben suplicar y están llenos de anhelo (véase 3 Nefi 19:24). Las oraciones de profetas son como las de los niños por su sencillez y poderosas a causa de su sinceridad”.
— Élder David A. Bednar del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 2008, “Ora siempre”
