La guía de estudio “Ven, sígueme” de esta semana se centra en la historia de la Navidad, especialmente en el significado del nacimiento de Jesucristo.
Church News buscó recientemente en los archivos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para saber lo que los líderes han dicho sobre la Navidad.
2023
“El nacimiento prometido de Jesucristo trajo “gran luz” (Isaías 9:2) y “nuevas de gran gozo” (Lucas 2:10) al mundo. La época navideña es la oportunidad perfecta para centrar nuestro corazón y nuestra mente en el Niño Jesús, que nació hace tanto tiempo, y en la esperanza, la paz y el amor que el mensaje de Su evangelio nos trae al corazón conforme lo seguimos voluntariamente…
Leer los sagrados relatos del nacimiento del Salvador en el Nuevo Testamento es la esencia de muchas de nuestras tradiciones navideñas favoritas, pero no olvidemos que no tendríamos la Navidad sin Su expiación y resurrección. El Libro de Mormón testifica de la realidad del Cristo resucitado, así como de la riqueza y profundidad de Su doctrina. Si utilizas las verdades sobre Cristo que se encuentran en sus páginas durante la época navideña y las compartes con otras personas, añadirás más significado a tus celebraciones navideñas.
Testifico que el amor del Salvador y su función central en el Plan de Salvación brindan paz (véase Juan 14:27) y “una esperanza más excelente” (Éter 12:32), en la época navideña y siempre.
— Elder Gary E. Stevenson en un artículo de la revista Para la Fortaleza de la Juventud de diciembre de 2023, “La Navidad es esperanza, paz y amor”
2020
“La profecía de Miqueas en el Antiguo Testamento predice el nacimiento del Salvador Jesucristo con estas palabras: ‘Mas tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre los millares de Judá, de ti me saldrá el que será gobernante en Israel; y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad’. (Miqueas 5:2).
“En hebreo, Belén significa ‘casa de pan’, y en esta casa de pan, el Hijo de Dios nació en un establo y fue acostado en un pesebre —viniendo del cielo a la Tierra en mortalidad para establecer el verdadero reino de Dios.
“El verdadero espíritu de la Navidad es la celebración del Nacimiento de Jesucristo —en la casa de pan— y el gozo [que trae consigo] el espíritu de dar, amar y cuidar los unos de los otros. El verdadero espíritu de la Navidad, consiste en darnos a nosotros mismos. Debemos tratar de seguir a nuestro líder perfecto, Jesucristo, que al final dio su vida, permitiéndonos aspirar al mayor don de Dios, que es la vida eterna”.
— Élder Pungwe S. Kongolo en un artículo de la revista Liahona de diciembre de 2020, “La verdadera Navidad: Descubrir el espíritu de simplicidad, paz, amor y generosidad” (en inglés)
2015
“Cuando hablamos del nacimiento de Jesucristo, reflexionamos adecuadamente en lo que le seguiría. Su nacimiento fue infinitamente importante por las cosas que iba a vivir y padecer para que pudiera socorrernos mejor, todo ello culminando en Su crucifixión y Su resurrección (véase Alma 7:11–12). Pero Su misión también incluyó la belleza de Su servicio, los milagros de Su ministerio, el alivio que dio a quienes padecían y el gozo que brindó —y todavía brinda— a los que lloran. …
“Sin embargo, aun con todo eso por venir, considero apropiado en esta época del año pensar solamente en ese bebé en el pesebre. No se agobien ni se ocupen demasiado con lo que ha de venir; tan solo piensen en aquel bebé. Dediquen un momento de paz y tranquilidad a meditar sobre el comienzo de Su vida, que es la culminación de la profecía celestial pero también el inicio de Su permanencia en la tierra.
“Dediquen tiempo a relajarse, a estar en paz, y visualicen a ese niño pequeño en la mente. No se preocupen demasiado ni se agobien por lo que pasará en la vida de Él ni en la de ustedes; en vez de ello, dediquen un momento apacible a reflexionar en lo que tal vez sea el momento más sereno de la historia del mundo: cuando todo el cielo se regocijó con el mensaje “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:14).
— Elder D. Todd Christofferson en un artículo de la revista Liahona de diciembre de 2015, “Tengan paz”
2013
“No puedo pensar en el nacimiento del Salvador sin pensar en Sus palabras a Pilato: ‘Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz’ (Juan 18:37).
“La venida de Cristo se profetizó durante miles de años. Aproximadamente 2.000 años antes del nacimiento de Jesucristo, Abraham enseñó acerca de la función que el Señor tenía en el Plan de Salvación. Unos 1.400 años antes de Su nacimiento, Moisés enseñó las mismas extraordinarias verdades; y cerca de 700 años antes de que Él naciera, Isaías reveló las circunstancias de Su nacimiento, vida y muerte …
“Ruego que dediquemos tiempo esta Navidad a renovar nuestros convenios de seguir al Salvador y hacer Su voluntad, al igual que Él hizo la voluntad de nuestro Padre Celestial. Al hacerlo, las palabras del pueblo del rey Benjamín que se registraron 125 años antes del nacimiento del Salvador se cumplirán para nosotros en la actualidad: ‘¡Oh, ten misericordia, y aplica la sangre expiatoria de Cristo para que recibamos el perdón de nuestros pecados, y sean purificados nuestros corazones; porque creemos en Jesucristo, el Hijo de Dios, que creó el cielo y la tierra y todas las cosas; el cual bajará entre los hijos de los hombres!’” (Mosíah 4:2).
— Elder Robert D. Hales en un artículo de la revista Liahona de diciembre de 2013, “La promesa de Navidad”
“Volvamos a esa sagrada primera Navidad en Belén para contemplar el nacimiento de nuestro Señor. Vino en la quietud de la noche, en el meridiano de los tiempos, Él, que es Emanuel (véase Isaías 7:14), la Vara de Isaí (véase Isaías 11:1), la Aurora (véase Lucas 1:78), el Señor Todopoderoso (véase 2 Corintios 6:18). Su nacimiento señaló la visita prometida del Creador a la tierra, la condescendencia de Dios para con el hombre (véase 1 Nefi 11:16–27). Tal como Isaías escribió sobre el acontecimiento: ‘El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; a los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos’ (Isaías 9:2). …
“Al bebé que nació durante la época del nacimiento de los corderos se lo conoce como ‘el Cordero de Dios’ (Juan 1:29; 1 Nefi 11:31; D. y C. 88:106). Es un título de profundo significado, ya que Él llegó con los corderos y algún día sería llevado ‘como cordero… al matadero’ (Isaías 53:7). Sin embargo, paradójicamente, Él también era el Buen Pastor (véase Juan 10:11), el que cuida los corderos. Por consiguiente, ese doble símbolo de Su vida representa tanto a los que prestan servicio como a quienes se sirve. Era lógico que Cristo desempeñara ambos papeles ya que, en vida Él ‘descendió debajo de todo’ (D. y C. 88:6), y en la eternidad Él ‘ascendió a lo alto’; y está en todas las cosas, en medio de todas las cosas y ‘circunda todas las cosas’ (D. y C. 88:6, 41). Él conocía la vida desde todo punto de vista y aspecto, tanto en lo alto como abajo. Él, que fue el más grande, se ofreció a Sí mismo como el menor, el Pastor Celestial que llegó a ser el Cordero”.
— Elder Bruce D. Porter en un artículo de la revista Liahona de diciembre de 2013, “Venid, adoremos”
2011
“En los conocidos versículos de Lucas 2, aprendemos sobre hechos significativos de aquellos primeros testigos del Nacimiento de Cristo, los pastores en los campos cercanos a Belén. Cuando el ángel del Señor se les presentó… tuvieron gran temor’ (versículo 9). Pero oyeron ‘nuevas de gran gozo’, de que había nacido el tan esperado Salvador, el Mesías, el Cristo (versículos 10-11). Escucharon [para] saber cuál era la señal por la que podrían reconocer al Salvador, que estaría ‘envuelto en pañales, acostado en un pesebre’ (versículo 12). Cuando las huestes celestiales concluyeron su gozoso anuncio, los pastores respondieron inmediatamente diciendo: ‘Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido’ (versículo 15). Entonces, ‘vinieron de prisa’ (versículo 16) y encontraron al Cristo niño tal y como había dicho el ángel, y luego, ‘se volvieron, glorificando y alabando a Dios’ (versículo 20). Deseosos de compartir la gloriosa noticia del Nacimiento del Salvador, ‘dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño’.
“Al igual que los pastores, nosotros debemos responder inmediatamente, con prisa, siempre que el Espíritu nos hable. … A veces, después de haber escuchado un[o de sus susurros], no podemos ver con claridad por qué hemos sido guiados por el Espíritu para actuar de una determinada manera. Pero a menudo, como los pastores, vemos que se producen milagroso y se confirma nuestra respuesta fiel al susurro. Entonces podemos aprovechar la oportunidad para compartir nuestro gozo y nuestro testimonio con los demás. El hacerlo, puede fortalecer la fe y la esperanza de los demás, confirmando aún más nuestro propio testimonio y acercándonos más al Salvador y a su senda”.
— Élder Patrick Kearon en un artículo de la revista Ensign de diciembre de 2011, “Venid, adoremos” (en inglés)
1992
“Al leer el relato del nacimiento de mi Salvador, añoro tener la experiencia que tuvieron los magos de ser guiados por una estrella; o sentir lo que sintieron los pastores cuando un coro de ángeles les instó a que fueran a Belén; quisiera arrodillarme ante el pesebre y oler la limpia paja, ver a ese pequeño bebe con su madre terrenal y presenciar aquel milagro con mis propios ojos. Creo que todo ser lleva en su interior el deseo de venir a Cristo. Quizás por el hecho de que somos hijos de Dios tenemos la necesidad humana básica de hacerle esa promesa a la parte espiritual de nuestro ser. Cada uno de nosotros trata de llenar esta necesidad de acuerdo con su conocimiento.
“Como miembros de Su Iglesia verdadera, quizás no necesitemos tanto que se nos enseñen nuevas cosas como que se nos recuerden aquellas que ya sabemos; eso es lo que logramos cuando meditamos sobre el nacimiento de nuestro Salvador; creo que el hacerlo le recuerda a nuestra mente terrenal aquellas cosas que nuestro espíritu ya sabe”.
— Hermana Betty Jo N. Jepsen, en aquel momento primera consejera de la Presidencia General de la Primaria, conferencia general de octubre de 1992, “‘Por vía de invitación’ (Alma 5:62)”
1989
“Nunca he caminado por las silenciosas calles de Belén; tampoco he visto las aguas azules del Mar de Galilea ni las estrellas que brillan sobre los campos de os pastores.
“Sin embargo, a veces, siento que he recorrido las sendas por donde María caminó, porque yo también soy madre, y he sentido el gozo sublime de recibir por primera vez a un bebé en los brazos y la grandeza indescriptible al observar a un hijo recién nacido. …
“La mayoría de las mujeres tienen un sentido de reverencia hacia la vida, el cual aumenta al ver crecer al niño. Es la entrega de sí misma a la fe durante el proceso del nacimiento, acompañado de un sufrimiento físico y e spiritual. Pero para María, el nacimiento de su hijo debió haber despertado en ella un sentimiento de reverencia aún mayor, porque ella sabía que estaba revistiendo de mortalidad el espíritu inmortal del Hijo de Dios, quien llegaría a ser el Cristo, el Redentor de la humanidad. …
“Para la mayoría de los habitantes de Belén, el hijo de María era un israelita más para agregar a las listas del censo: Nació, descendiente de David, a través de la tribu de Judá, un varón, hijo de María y José, oriundos de Nazaret. Estoy segura de que María, al mirar al bebé, tan pequeño e indefenso, supo con certeza que no era un niño como los demás. Había sido concebido por medio de un milagro. El verlo tan indefenso, conociendo su origen divino, debió de haber sido abrumador para ella y tal vez haya templado al pensar que sobre ella yacía la tremenda responsabilidad de criar a este Ser divino.
“La Navidad nos bendice haciéndonos más conscientes del carácter sagrado y divino del nacimiento, dándonos una comprensión mayor del milagro de la humanidad”.
— Hermana Bárbara B. Smith, en aquel momento presidenta general de la Sociedad de Socorro, en un artículo de la revista Liahona de diciembre de 1989, “Un niño muy especial”
1986
“‘¿Qué te regalaron en Navidad?’ Esta es la pregunta universal entre los niños durante los días siguientes a la fiesta más celebrada del año. …
“Si cambiáramos solo una palabra de nuestra pregunta navideña, el resultado sería muy diferente. ‘¿Qué regalaste en Navidad? Estimula el pensamiento, hace que afloren los sentimientos tiernos y que el resplandor de la memoria brille aún más. …
“Dar, no recibir, hace florecer el espíritu navideño. Se perdona a los enemigos, se recuerda a los amigos y se obedece a Dios. El espíritu de la Navidad ilumina la ventana del alma, y al asomarnos a la ajetreada vida del mundo nos interesamos más por las personas que por las cosas. Para captar el verdadero significado del espíritu de la Navidad, solo tenemos que suprimir la última sílaba, y se convierte en el espíritu de Cristo”.
— President Thomas S. Monson en un artículo de la revista New Era de diciembre de 1986, “Regalos de Navidad, bendiciones navideñas” (en inglés)