Para responder a la pregunta “¿Por qué una iglesia?” El élder Kevin S. Hamilton, Setenta Autoridad General, hablando en el devocional semanal de la Universidad Brigham Young el 24 de enero, detalló la importancia y la necesidad de una iglesia establecida para seguir al Salvador Jesucristo.
Después de proponer la pregunta, “¿Por qué una iglesia?” compartió que muchos de sus amigos le han dicho que encuentran la espiritualidad por sí mismos y que no necesitan una religión organizada. En respuesta, el élder Hamilton proporcionó múltiples razones no solo para una iglesia, sino para la Iglesia de Cristo — la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Según el Centro de Investigación Pew (en inglés), dos tercios de los adultos afiliados a una religión reportaron un profundo nivel de paz espiritual semanal, como mínimo.
Esto no solo ilustra el propósito de la Iglesia en la actualidad, sino que el élder Hamilton explicó que la Iglesia siempre ha existido, organizada por el mismo Jesucristo, con apóstoles y profetas para guiar y dirigir.
Hoy, la Primera Presidencia enseña que la Iglesia proporciona:
- llaves y autoridad del sacerdocio
- convenios y ordenanzas
- dirección profética
- escrituras
- apoyo para el aprendizaje y la enseñanza del Evangelio
- oportunidades de servicio y liderazgo
- una comunidad de Santos de los Últimos Días
El élder Hamilton dijo que la Iglesia no es simplemente un club social o una organización humanitaria, aunque estos son aspectos de ella. Más bien, es el camino por el cual todos vienen a Cristo.
“Podemos pensar en la Iglesia utilizando la analogía de una cápsula de medicamentos recetados. La Iglesia es la cápsula, y la Expiación de Jesucristo es la medicina que se administra dentro de la cápsula. La Iglesia entrega las bendiciones de la expiación de Cristo a sus miembros que son fieles discípulos de Jesucristo”.
Al efectuar y guardar ordenanzas y convenios en Su Iglesia, todos pueden acercarse más al Salvador y acceder a las bendiciones de la Expiación. El élder Hamilton enseñó que un convenio es el acuerdo sagrado hecho entre una persona y el Padre Celestial, mientras que una ordenanza es el acto físico sagrado que le muestra a Él que usted acepta Su convenio.
Comenzando con el bautismo, hacer convenios y guardarlos continuamente conduce a una persona a Dios y la acerca más al Salvador, dijo él. “Jesucristo no es un ser distante o remoto que nos mira desde arriba y nos anima. Él está con nosotros en cada paso del camino, en cada paso de la senda del convenio”.
El élder Hamilton explicó que la inmortalidad es vivir eternamente como un ser resucitado, un don que es gratuito. La vida eterna, sin embargo, es condicional, porque se deben hacer y guardar convenios con el Padre Celestial. Tales convenios, solo están presentes en Su Iglesia.
Participar de la Santa Cena cada semana permite un nuevo compromiso para cumplir las promesas del convenio, así como para que todos se reúnan en oración, enseñanzas y canto, como se enseña en el Libro de Mormón. El élder Hamilton enseñó que, al reunirnos y participar regularmente en la ordenanza de la Santa Cena, “cambiamos”, llegando a ser más como el Hijo de Dios.
Sin embargo, seguirlo verdaderamente significa seguir a los líderes de la Iglesia. “No se puede aceptar a Jesucristo y rechazar Su Iglesia o Sus mensajeros autorizados”, declaró el élder Hamilton. “No se puede separar a Jesucristo de la Iglesia de Jesucristo”.
Él dijo que el plan, el Evangelio y los convenios del Salvador permanecen inmutables. La razón misma por la que Su Iglesia existe es para alcanzar Su objetivo de traer a todos a la inmortalidad y la vida eterna.
Por eso, enseñó el élder Hamilton, es imposible seguirlo completamente sin seguir a Su Iglesia y, por lo tanto, a Sus profetas.
Él continuó enfatizando que el Padre Celestial es un Dios de orden. Debido a que los miembros de la Iglesia no van “de obispo en obispo” o “de barrio en barrio”, los Santos de los Últimos Días deben concentrarse en lo que pueden dar, en lugar de recibir, de su barrio. El élder Hamilton llamó a los barrios “un laboratorio donde aprendemos el Evangelio y aprendemos a amarnos y servirnos unos a otros”.
Él dijo que ha escuchado a otros decir que el Profeta y los Apóstoles pueden cometer errores y que son simplemente humanos. Si bien esto puede ser cierto, el élder Hamilton recordó a los oyentes que las decisiones que se toman en la Iglesia de Cristo siempre requieren un voto unánime. Cuando el Profeta y los Apóstoles hablan al unísono, lo hacen en nombre del Salvador mismo.
En un nivel individualista, todos deben recordar ser humildes seguidores del Señor, dijo el élder Hamilton. Esto significa cambiar el propio corazón y la mente a través del arrepentimiento, lo que permite el cambio en las circunstancias a seguir.
Él ha conocido a personas que exponen sus ideas o los defectos percibidos de la Iglesia y dicen que sienten que son leales a Cristo, pero no a algunas de las enseñanzas de Su Iglesia. El élder Hamilton citó al presidente Dallin H. Oaks, primer consejero de la Primera Presidencia, quien dijo en la conferencia general de abril de 2016: “No existe justificación alguna para este concepto en el gobierno del Reino de Dios, donde se honran las preguntas pero no la oposición”.
El élder Hamilton continuó explicando que a veces escucharán a los miembros decir que no apoyan ciertas políticas de la Iglesia o que no están de acuerdo con la manera en que la Iglesia hace algo. “¿Podría sugerir una alternativa diferente? Preguntó él. “Sustituya la palabra ‘Salvador’ o ‘Señor’ o ‘Jesucristo’ en lugar de ‘la Iglesia’... Para mí, personalmente, eso parece dar una perspectiva muy diferente de las cosas”.
Él enseñó que el liderazgo de la Iglesia recae sobre la Primera Presidencia, a quien el Señor ha designado y sobre aquellos poseen las llaves del sacerdocio correspondientes.
Si bien es posible que por ahora se desconozcan todos las razones y fundamentos de todas las doctrinas o normas de la Iglesia, es importante avanzar con fe, “confiando, esperando, creyendo”, mirando al profeta y a los apóstoles en busca de guía, dijo el élder Hamilton, explicando que tal no es fe ciega, sino simplemente fe.
“Mis queridos hermanos y hermanas, este es el mensaje: necesitamos una iglesia, y esta Iglesia es literalmente Su Iglesia”, declaró el élder Hamilton. “El Salvador Jesucristo y la Iglesia de Jesucristo están inseparablemente unidos”.