El presidente Jeffrey R. Holland, presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha sentido el poder de la oración durante el año y medio transcurrido desde la última vez que habló en la conferencia general.
Su esposa, la hermana Patricia Terry Holland, falleció en julio de 2023; y poco después sufrió “una grave crisis médica” que resultó en una hospitalización de seis semanas.
Pero durante ese tiempo, recibió las bendiciones del sacerdocio y fue objeto de múltiples ayunos. Su nombre “debe haber estado en la lista de oración de prácticamente cada templo de la Iglesia”. Y mientras tantas personas oraban por su salud, también lo hacían por la de la hermana Holland.
“Testifico que ambas oraciones fueron escuchadas y respondidas por un Padre Celestial divinamente compasivo, aun cuando las oraciones por Pat no se hayan respondido del modo en que yo pedí”, dijo el presidente Holland. “Es por razones sólo conocidas por Dios que las oraciones se responder de modo diferente de lo que esperamos, pero les aseguro que son escuchadas y son respondidas de acuerdo con Su infinito amor y Su tiempo celestial”.
El presidente Holland compartió su testimonio de la oración durante el primer discurso de la primera sesión de la Conferencia General Semestral N° 194 el sábado, 6 de abril.
También habló sobre las pruebas personales de los últimos 18 meses e instó a los miembros de la Iglesia a prepararse para la realidad de la vida eterna.
Cuando Cristo venga, “Será necesario que nos reconozca —no como nombres en una lista de miembros en un registro de bautismo descolorido — sino como discípulos totalmente comprometidos, que con fidelidad creen y que guardan los convenios”, dijo.
El poder de la oración
El presidente Holland dijo que la “más personal y dolorosa” de sus experiencias recientes ha sido la pérdida de la hermana Holland. La describió como “la mujer más grandiosa que he conocido… una hija de Dios comprometida con Él [y] una mujer de Cristo ejemplar. Fui el hombre más afortunado por haber pasado 60 años de mi vida con ella”.
Dos días después del entierro de la hermana Holland, el presidente Holland estuvo hospitalizado durante seis semanas y estuvo inconsciente durante gran parte de ese tiempo. Si bien no recuerda mucho sobre su estadía en el hospital, su viaje fuera del hospital – “hasta lo que parecían los confines de la eternidad” – sí lo recuerda.
“No puedo hablar aquí de todo lo tocante a aquella experiencia, pero puedo decir que parte de lo que recibí fue una admonición para regresar a mi ministerio con más urgencia, con más consagración, más centrado en el Salvador y con más fe en Su palabra,” dijo el presidente Holland.
Expresó gratitud por las miles de personas que oraron por él y por la hermana Holland, y dijo que “‘si no pedimos impropiamente’ (2 Nefi 4:35)”, no hay límites respecto a cuándo, dónde ni sobre qué debemos orar. Las oraciones deben ser en voz alta si es posible, dijo el presidente Holland, pero si no, deben ser declaraciones silenciosas en el corazón de una persona. Citando el himno “La oración del alma es”, describió las oraciones como lo que “surge en el corazón”, ofrecido a Dios Padre Eterno en el nombre de Su Hijo Unigénito.
El presidente Holland dijo que la oración es la forma de adoración más sencilla y pura. Oren individualmente, en familias y en congregaciones de todos los tamaños, y oren como escudo contra la tentación.
“Si hubiere alguna ocasión en la que sintamos que no debemos orar, podemos estar seguros de que tal indecisión no viene de Dios, quien ansía comunicarse con Sus hijos en todo momento”, dijo. “De hecho, algunos esfuerzos por evitar que oremos provienen directamente del adversario. Cuando no sepamos cómo o exactamente por qué orar, debemos comenzar y continuar hasta que el Santo Espíritu nos guíe a la oración que debemos ofrecer”.
En última instancia, las personas pueden considerar al Salvador como un ejemplo de la oración. El presidente Holland dijo que siempre le ha llamado la atención que Jesús sintiera la necesidad de orar: ¿no era Él perfecto? ¿Sobre qué necesitaba orar?
Pero al reflexionar sobre estas preguntas, el presidente Holland se dio cuenta de que Jesús, al igual que los miembros de la Iglesia en la actualidad, deseaba buscar al Padre.
“Una y otra vez, Él se apartó de la sociedad para estar solo antes de tocar el cielo con Sus oraciones”, dijo el presidente Holland. “En otras oportunidades oró en compañía de unos pocos que lo acompañaban. Entonces Él buscaba los cielos en beneficio de las multitudes que podían cubrir la ladera de un monte. … Al llevar a cabo Su sacrificio expiatorio y durante el dolor que acompañó al alcance universal de éste, Él sintió la necesidad de orar de modo cada vez más suplicante, con el peso de Su ofrenda finalmente haciéndole brotar sangre de cada poro”.
La realidad de la vida eterna
En el marco de la victoria de Jesucristo sobre la muerte, “y del reciente don que me ha dado de unas pocas semanas o meses más en la vida terrenal”, el presidente Holland dio testimonio de la realidad de la vida eterna y de la necesidad de seriamente hacer planes para alcanzarla.
Este es un asunto urgente, dijo, pero afortunadamente hay mucha ayuda disponible, desde ángeles, familiares y amigos, hasta las promesas del santo sacerdocio, el don del Espíritu Santo y el poder del amor puro de Cristo.
“Hermanos y hermanas, cuando nos arrepentirnos de nuestros pecados y nos acerquemos confiadamente a ese ‘trono de la gracia’ (Hebreos 4:16), dejando ante Él nuestras ofrendas y súplicas sinceras, hallaremos misericordia y perdón ante las manos benevolentes de nuestro Padre Eterno y Su Hijo obediente y perfectamente puro”, dijo el élder Holland. “Entonces, junto con Job y todos los fieles que han sido refinados, contemplaremos un mundo ‘demasiado maravilloso’ para comprenderlo (Job 43:3)”.