PROVO, Utah — El presidente Dallin H. Oaks, primer consejero de la Primera Presidencia, y el élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, nombraron oficialmente al presidente Christopher Shane Reese como decimocuarto presidente de la Universidad Brigham Young el martes, 19 de septiembre.
Durante la toma de posesión a última hora de la mañana celebrada en el BYU Marriott Center y a la que asistieron líderes de la Iglesia, del gobierno, cívicos y educativos, el élder Christofferson, presidente del comité ejecutivo de la Junta Directiva de BYU, encargó al presidente Reese que ayudara a la universidad a convertirse en “lo que los profetas pasados y presentes han previsto que llegaría a ser”.
Con los colores del otoño apenas comenzando a bordear los bordes de la Y Mountain, los estudiantes, profesores y personal de BYU; miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles; y otras Autoridades Generales y líderes generales llenaron el Marriott Center de 19 000 asientos hasta las últimas filas. A la ceremonia también asistieron Kevin J. Worthen, presidente saliente de BYU, así como los ex presidentes, el élder Merril J. Bateman y el élder Cecil O. Samuelson. El élder Clark G. Gilbert, comisionado del Sistema Educativo de la Iglesia, dirigió la toma de posesión.
Después de que el élder Christofferson invitara a la esposa del presidente Reese, la hermana Wendy Reese, a colocar el medallón presidencial alrededor del cuello de su esposo, la multitud, casi llena, se puso de pie para aplaudir enérgicamente al nuevo líder de la universidad.
El élder Ronald A. Rasband, del Cuórum de los Doce Apóstoles, quien sirve como vicepresidente del comité ejecutivo, comenzó la ceremonia explicando la singular y distintiva Junta Directiva de la universidad.
BYU, una institución fundada, apoyada y guiada por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tiene una junta dirigida por la Primera Presidencia, con el profeta, el presidente Russell M. Nelson, como presidente, el presidente Oaks como primer vicepresidente, y el presidente Henry B. Eyring como segundo vicepresidente.
El cargo dado al presidente Reese durante el nombramiento describe la “guía y dirección profética que la junta tiene para el presidente Reese al tomar el mando de esta universidad”, explicó el élder Rasband. “Este cargo profético y la estructura de gobierno de BYU crean una tremenda ventaja para BYU, su presidente, la labor de su cuerpo docente y el personal, y el desarrollo espiritual de estos magníficos estudiantes. En efecto, permite, de hecho, obliga a hacer cosas en esta universidad que no se podrían hacer en ningún otro lugar del mundo”.
La toma de posesión del presidente Reese
El encargo de la junta al presidente Reese, tal como lo describió el élder Christofferson, era seis veces mayor. Además de ayudar a BYU a convertirse en “lo que los profetas pasados y presentes han previsto”, el presidente Reese también recibió el encargo de ser “el principal funcionario moral y espiritual de la universidad” y de enseñar y amplificar la misión universitaria con cada miembro de la comunidad universitaria.
“Asegúrese de que cada uno comprenda y acepte plenamente esta misión y pueda inspirar a otros a ser una luz para el mundo incluso cuando resistan los desafíos de nuestros días”, dijo el élder Christofferson. También encargó al nuevo presidente “ayudar a los estudiantes y empleados a darse cuenta de su identidad divina como hijos e hijas de Dios y como discípulos de Jesucristo que pueden liderar en sus familias, la Iglesia y sus comunidades”.
Dado que BYU es ante todo una institución de enseñanza universitaria, el presidente Reese debe elevar esa misión central, continuó el élder Christofferson. “Del mismo modo, se debe dar prioridad a la erudición que esté alineada con los propósitos del evangelio restaurado de Jesucristo y la misión de la Iglesia”.
En conclusión, encargó al presidente Reese que guiara a BYU en su dirección proféticamente inspirada. “La junta, con el profeta a la cabeza, los protegerá en un panorama cada vez más desafiante y les señalará el camino hacia el éxito académico y espiritual”.
Tanto el élder Rasband como el élder Christofferson expresaron su confianza y amor por el presidente y la hermana Reese.
Al igual que Esther de antaño, el presidente Reese “para esta hora [ha] llegado, un momento en el que contemplamos la historia de la Universidad Brigham Young, así como lo que los profetas han pedido que esta institución llegue a ser”, dijo el élder Rasband.
“Lo amamos amamos; lo honramos y lo sostenemos en este cargo. Esperamos poder servir con usted”, le dijo el élder Christofferson al nuevo presidente.
La respuesta del nombramiento del presidente Reese
En su respuesta a los cargos expuestos por el élder Christofferson, el presidente Reese comentó que sus principales calificaciones para esta sagrada mayordomía son la voluntad de servir, la capacidad de trabajar y el deseo de aprender.
“Amo BYU y su misión. Amo a nuestros estudiantes. Comparten su calidez al mundo con su fe y lo iluminan con su luz. Amo a mis colegas consagrados — profesores y personal — que trabajan incansablemente para hacer realidad nuestra inspirada misión para nuestros estudiantes”.
El presidente Reese dijo que está asombrado por la guía profética dada a esta universidad por los profetas de los últimos días. El presidente de la Iglesia, Spencer W. Kimball, articuló “un mapa poderoso” (en inglés) para el futuro de BYU, llamándola “la mayor institución de aprendizaje en todo el mundo”.
Más recientemente, el élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles y ex presidente de BYU, enseñó que BYU hará realidad la visión del presidente Kimball “sólo en la medida en que acepte su singularidad, su unicidad” y sea “una institución de enseñanza universitaria que sea inequívocamente fiel al evangelio del Señor Jesucristo”.
La tarea de hoy es reivindicar las profecías del pasado, declaró el presidente Reese. “Nuestra tarea es convertirnos en la universidad que los profetas predijeron: convertirnos en la ‘mayor institución de aprendizaje’ del mundo; ‘la universidad del Señor plenamente ungida de la que tanto se ha hablado en el pasado’; para convertirnos en el BYU de la profecía y la promesa. Éste, entonces, es el desafío de nuestra generación y la carga de mi administración: Convertirnos en BYU”.
Convertirnos en BYU requerirá enriquecer la experiencia de los estudiantes y fortalecer el enfoque ya centrado en los estudiantes de la universidad, así como mantener un enfoque en la enseñanza universitaria, dijo el presidente Reese.
Convertirnos en BYU también requerirá “que abracemos nuestra misión religiosa incluso mientras hablamos ante la academia en general con credibilidad y fuerza”.
Citando al presidente Kimball, el presidente Reese señaló que el cuerpo docente de BYU tiene una “doble herencia — la preservación del conocimiento de los hombres y las verdades reveladas enviadas desde el cielo”.
Mientras BYU se esfuerza por convertirse en la universidad de la profecía, “debemos desarrollarnos en las cosas tanto seculares como sagradas. Cuando las verdades seculares y sagradas se refuerzan mutuamente, debemos acoger ambas. Pero cuando las afirmaciones seculares entran en conflicto con la verdad revelada, debemos hacer la diferencia”.
La universidad también debe construir una “comunidad del convenio”, invertir en becas inspiradas en la misión y participar en contrataciones alineadas con la misión.
Sobre el cuerpo docente, el presidente Reese dijo, “Estas son las personas a las que la Iglesia, la academia y el mundo buscan ejemplos de discípulos fieles que combinen la excelencia profesional con testimonios profundos y permanentes del evangelio restaurado de Jesucristo”.
Como presidente de BYU, el presidente Reese prometió “toda su alma para ayudarnos a llegar a ser BYU. Pero esta inversión personal provendrá de toda la comunidad universitaria a medida que nos apoyemos juntos para reclutar, contratar y desarrollar profesores que puedan llevar a esta institución a su potencial profético”.
Para todos los que entran por sus puertas, la educación de BYU debe fortalecer espiritualmente, ampliar intelectualmente, desarrollar el carácter y debe conducir a una vida llena de aprendizaje y servicio, dijo el presidente Reese.
“Este es un momento crítico en la historia de la Universidad Brigham Young. Desafortunadamente, trabajamos en un contexto social donde la discusión y el diálogo están siendo reemplazados por la contención y el monólogo”.
A medida que BYU adopte su identidad institucional única, fomentará un entorno de aprendizaje único que empoderará a las personas para ser pacificadores en una sociedad cada vez más divisiva. “Comprender nuestras identidades principales como hijos de Dios, hijos del convenio y discípulos de Jesucristo nos permitirá hacer preguntas y buscar respuestas de maneras que vean el mundo y nuestras disciplinas a través de la lente del evangelio restaurado de Jesucristo, en lugar de la visión limitante del evangelio a través de nuestra lente disciplinaria”, dijo el presidente Reese.
El élder Paul V. Johnson, de la Presidencia de los Setenta, y la presidenta general de la Sociedad de Socorro, Camille N. Johnson, ofrecieron la primera y la última oración, respectivamente. Los Coros Combinados de BYU y la Orquesta Filarmónica de BYU interpretaron “Oh, creaciones del Señor” y “Come Thou Fount of Every Blessing”(en inglés) [Ven a mí, bendito Padre].
