JERUSALÉN — ¿Cómo fue para un apóstol de la actualidad estar en la Tierra Santa, visitar los lugares bíblicos sagrados y pensar en las enseñanzas de Jesucristo y los acontecimientos sagrados de la vida del Salvador y Su expiación?
“Asombroso”, “hermoso” y “sobrecogedor” fueron las palabras que usó el élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, al concluir las reuniones en abril en Jerusalén y visitar lugares significativos en la Ciudad Santa, alrededor del área del Mar de Galilea y más allá.
“Es un sentimiento de gozo indescriptible que el Señor me haya concedido ser uno de sus discípulos en este tiempo”, dijo. “Por supuesto, todos debemos ser discípulos y debemos cumplir con los convenios que hemos hecho.
“Pero estar aquí y dar testimonio como discípulo, como lo hicieron los apóstoles en la antigüedad, es algo que reconforta mi corazón y me eleva a esferas inimaginables. Y con un gran sentimiento de humildad, siento que el Señor confía en mí para ser testigo de Él y de Su nombre. Qué gozo es caminar por donde vivieron y caminaron nuestros colegas apóstoles y sentir sus vidas y sentir lo que les sucedió”.
De las visitas al lugar, así como de sus reflexiones personales y el estudio de las Escrituras, el élder Uchtdorf recordó las realidades de los apóstoles y discípulos del Salvador. “Tuvieron desafíos, eran imperfectos, tuvieron sus luchas”, dijo. “Eso me da la fuerza, la esperanza, el entusiasmo y el valor para seguir adelante y decir: ‘El Salvador confió en los pescadores en aquel entonces para andar por Su camino, así que Él me llama y confía en mí’, no es por una autoridad mundana, es por Jesucristo, el Hijo Viviente del Dios Viviente”.
El élder Uchtdorf recordó el dicho del fallecido presidente Thomas S. Monson sobre el Señor que califica a aquellos a quienes Él llama. “Estoy muy seguro de que el Señor me está capacitando para testificar de la manera que sea agradable para Él, y para hacer lo que Él quiere que haga.
“Es un sentimiento muy alentador estar aquí ahora y seguir los pasos de esos maravillosos servidores, maravillosos ministros, maravillosos discípulos antiguos; es un sentimiento de profunda gratitud seguir ese patrón”.
El apóstol continuó: “Dondequiera que estemos, damos testimonio de Su nombre — Declaramos como Pablo, ‘No me avergüenzo del evangelio de Jesucristo’ (Romanos 1:16). Es el camino, el camino a la felicidad en esta vida y la vida eterna por venir. Con humildad y valentía, mantenemos la frente en alto, y con gran amor por todos, damos testimonio de Aquel que es la Luz para el mundo y para nosotros individualmente en nuestras vidas, Él es nuestro Salvador y Redentor, el que hace la vida ahora gozosa y la vida eterna gloriosa”.
Las verdades ligadas al área
El élder Uchtdorf visitó la Tierra Santa por primera vez en 1966 como un joven piloto de Lufthansa que volaba por todo el mundo. Ha regresado numerosas veces, primero durante su tiempo profesional con familiares y amigos y luego regresando varias veces en una asignación como autoridad general, la visita anterior más reciente fue hace 10 años como consejero de la Primera Presidencia.
Esta última asignación a la Tierra Santa amplió su amor y aprecio por los lugares, los eventos y las verdades relacionados con el área, y relacionadas con el Salvador y Su evangelio.
“Creo que con el tiempo maduramos, por lo que ahora tengo sentimientos más profundos en cierto modo, quizá menos en la experiencia física y geográfica y más en la espiritual.
“Casi tienes que ser lo suficientemente fuerte para no distraerte y mantener el componente espiritual en primer plano y dominante, permitiendo que toque tu corazón y tu mente. Así que creo que quizá eso me ha ayudado a ver todo esto desde una perspectiva más elevada, como si fuera un piloto a 9000 metros de altura”.
La hermana Harriet Uchtdorf, quien acompañó a su esposo en su última asignación a Israel y Egipto, dijo que tenía un pensamiento recurrente mientras observaba la Ciudad Vieja de Jerusalén desde varios puntos de vista, como el Monte de los Olivos o el Centro de Estudios del Cercano Oriente de Jerusalén de la Universidad Brigham Young.
“Recuerdo simplemente mirar por encima de Jerusalén y pensar en Jesús mirando la ciudad y diciendo: ‘Lo he intentado tantas veces, he tratado de ayudarte’”.
Ella señaló al Salvador cuando dijo en Mateo 23:37: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!”
‘Un momento especial’
Eric Huntsman, director académico del Centro de BYU en Jerusalén, y su esposa, Elaine, acompañaron a los Uchtdorf durante su estadía en Jerusalén, cumpliendo con la asignación del élder Uchtdorf de hablar en un devocional el viernes, 21 de abril para los estudiantes que asisten al centro y el sábado, 22 de abril, en la reunión de la conferencia del distrito de Jerusalén.
¿Cómo fue estar con un apóstol moderno en la Tierra Santa?
Elaine Huntsman dijo: “He tenido que hacer una pausa y pensar en la realidad de que estoy aquí en un lugar en el que estuvieron Jesús y sus apóstoles, con un apóstol moderno, y es como si esas personas cobraran vida”.
Eric Huntsman habló del privilegio de estar con los Uchtdorf, observando y siendo testigo del apóstol en su sagrado llamamiento.
“Por mucho que enseñe estos sitios y sea guía aquí, es un poco intimidante, para ser honesto, que alguien como él diga: ‘Enséñenos sobre esto’”, dijo Huntsman sobre estar con el élder Uchtdorf en los sitios de la Tierra Santa.
En Cesarea de Filipo, Huntsman leyó escrituras sobre Pedro testificando que Jesús es el Hijo de Dios, con Cristo declarando que le dará las llaves del reino a Pedro (Mateo 16:13-19). Agregó que las llaves fueron entregadas a Pedro, Santiago y Juan en el Monte de la Transfiguración, que pudo haber estado en el cercano Monte Hermón.
Lo que el élder Uchtdorf dijo a continuación fue significativo para los Huntsman.
“Un apóstol moderno nos miró y dijo: ‘Esas mismas llaves que recibieron Pedro, Santiago y Juan son parte de la Restauración, y mis hermanos y yo poseemos esas llaves’”.
“De todas las veces que he estado en Cesarea de Filipo, nunca he tenido un testimonio como ese. Ese fue un momento especial”.
La Santa Cena
Otra experiencia memorable para los Huntsman fue sentarse con los Uchtdorf en los bancos frente a la Iglesia de la Última Cena, construida en el lugar o cerca del lugar donde Jesús y Sus apóstoles se reunían cuando el Salvador instituyó los emblemas sacramentales de su cuerpo y sangre antes de cumplir los actos expiatorios de sufrir en el Jardín de Getsemaní, ser crucificado en el Gólgota y luego aparecer como un ser resucitado en la tumba.
“Nos pidió que leyéramos las oraciones sacramentales, lo cual hicimos”, dijo Eric Huntsman, “y cantamos juntos un himno sacramental, y fue hermoso. Y luego hizo una pausa”.
El élder Uchtdorf luego explicó que casi todas las ordenanzas de la Iglesia, aparte del sellamiento de un esposo y una esposa o de un hijo a los padres, se efectúan por una sola persona, como el bautismo, la confirmación y las ordenanzas vicarias en el templo.
“Pero el sacramento, la Santa Cena, es algo que hacemos para la comunidad, por el grupo”, dijo Huntsman, resumiendo la enseñanza del élder Uchtdorf en este momento. “Realmente nos ayudó a pensar en lo que hacemos semana tras semana, tomamos la Santa Cena, pero la mayoría de nosotros tratamos de concentrarnos en el Señor y Su Santa Cena y hacer una comunión entre nosotros y Dios.
“Pero eso me hizo darme cuenta que necesito mirar a mis hermanas y hermanos y a aquellos con los que estamos tomando la Santa Cena, ¿somos como aquellos discípulos reunidos alrededor de la mesa en la Última Cena? Mientras estamos sentados en los bancos, ¿somos una familia? Y esa fue una reflexión interesante”.
Elaine Huntsman recordó un momento un tanto divertido justo dentro de la entrada de la Iglesia del Santo Sepulcro, cuando el élder Uchtdorf notó una gran puerta de madera y llamó a la hermana Uchtdorf para que la viera más de cerca.
Mientras hablaban de lo que podría haber detrás, una pareja se acercó y preguntó para qué era la puerta. El apóstol vio una oportunidad para enseñar.
“Tocó la puerta y dijo: ‘Esta es la puerta a la que, si usted toca, Jesús abrirá’”, dijo Elaine Huntsman. “Al principio, la pareja se detuvo y lo asimiló todo, y luego se marchó. Y mi pensamiento fue, ‘No tienen idea de con quién estaban hablando, ni de quién les estaba hablando de tener una relación con Jesucristo’”.
