JERUSALÉN - Cuando el sol del atardecer del viernes se ponía sobre la parte occidental de Jerusalén, señalando el comienzo de la observancia judía del Shabat, un día de descanso y enriquecimiento espiritual de 25 horas, un grupo selecto pero diverso de seguidores de Jesucristo se reunió en la ladera entre el Monte de los Olivos y el Monte Scopus de la ciudad para adorar y escuchar a uno de los testigos especiales del Señor que estaba en medio de ellos.
Los asistentes hasta el día siguiente procedían no solo de la propia Jerusalén, sino también de la cercana Belén, al sur, de Tel Aviv y Haifa, al norte, a lo largo de la costa mediterránea, y del interior, de Tiberíades, con vista al mar de Galilea. Algunos eran de tierras lejanas, de Norteamérica, Sudamérica, Europa, África, Asia y el Pacífico Sur.
Algunos eran residentes desde hace mucho tiempo, algunos eran alumnos que estudiaban en Israel y otros viajaban desde países lejanos, se habían enterado del servicio de adoración semanal y encontraron la manera de unirse y participar.
Con una vista del Valle de Cedrón y hacia la Ciudad Vieja y su Monte del Templo, con el lugar sagrado visiblemente marcado por la icónica Cúpula de la Roca, los discípulos de Cristo de la actualidad se saludaron calurosamente, cantaron himnos juntos y se regocijaron espiritualmente con las palabras de un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, quien los saludó como condiscípulos.
El élder Dieter F. Uchtdorf habló en dos reuniones celebradas en el Centro de BYU en Jerusalén, el viernes, y sábado, 21 y 22 de abril.
La expiación de Jesucristo y su papel en ayudar a los hijos de Dios a arrepentirse y ser dignos de regresar a Él sirvió como un tema común a lo largo de los mensajes del élder Uchtdorf.
“El gran regalo es el sacrificio de Su Hijo, el Amado Salvador”, dijo. “Es Jesucristo quien está en el centro, y este gran regalo llena mi corazón de una gran gratitud. …
“Doy testimonio de Él. Soy discípulo de Jesucristo», repitió con frecuencia el apóstol a sus oyentes en ambas reuniones.
Devocional vespertino, conferencia de distrito matutina
Durante el devocional del viernes por la noche, el élder Uchtdorf y su esposa, la hermana Harriet Uchtdorf, hablaron con los estudiantes de la Universidad Brigham Young que han pasado el último semestre en el Centro de BYU en Jerusalén y que ese mismo día habían terminado el último de sus exámenes finales. La reunión dio inicio a un último fin de semana para los estudiantes antes de regresar a casa.
El sábado siguiente por la mañana, en el mismo auditorio del Centro de BYU en Jerusalén, el élder Uchtdorf, la hermana Uchtdorf y otras personas se dirigieron a los miembros de las ramas de Jerusalén, Río Jordán y Tel Aviv en el Distrito de Jerusalén de la Iglesia.
Como sucede a menudo, a los miembros locales de la Iglesia se unieron Santos de los Últimos Días que recorrían la Tierra Santa y sus lugares sagrados. La asistencia fue tan numerosa que se llenó el auditorio de 250 asientos y se enviaron a muchos a otras áreas designadas para verlo por videoconferencia.
Los asistentes se sentaron mirando hacia el orador, con grandes ventanales detrás que abrían una amplia vista de la Ciudad Santa. En su mensaje del sábado por la mañana, el élder Uchtdorf habló del ministerio terrenal del Salvador en Jerusalén y en toda la Tierra Santa y cómo los principios y las verdades de Su evangelio bendicen a Sus discípulos no solo hoy sino en preparación para el futuro, incluyendo la segunda venida de Cristo.
‘Necesito estar preparado’
“Él vendrá, eso es seguro”, dijo el élder Uchtdorf. “Y tenemos que estar preparados. La preparación no es cuando Él venga, pero lo que es importante para mí es que yo esté preparado cuando atraviese el velo de la mortalidad, tal vez mucho antes de que Él regrese”.
En un emotivo susurro, continuó: “Necesito estar preparado para poder caer de rodillas ante Él, besar Sus pies, agradecerle por Su sacrificio, por Su don para ayudarme a ser perfecto en Él. Eso es lo que más necesitamos, ser perfeccionados en Él. Nosotros por nuestra propia fuerza no podremos llegar a ser perfectos. Sólo a través de Cristo, que es nuestra fuerza. Por Su gracia, por la gracia de nuestro Padre Celestial, seremos perfeccionados a través de Él”.
El élder Uchtdorf subrayó que Cristo es generoso al dar Su evangelio, Su ejemplo y Su vida, pero “depende de nosotros, es nuestra voluntad de arrepentirnos y nuestro deseo de llegar a ser más como Él.
“Tenemos que acercarnos a Él, aceptar el don y ser Sus discípulos. Él vive. Él es real. Yo le conozco. Yo conozco a Jesucristo”.
Una combinación ‘histórica’ para muchos miembros
La conferencia del sábado por la mañana también se transmitió a los Santos de los Últimos Días que viven en Israel y Cisjordania.
El élder Roland Bäck, un Setenta de Área con base en los Emiratos Árabes Unidos y consejero de la presidencia del Área Medio Oriente/África Norte que habló en la conferencia del sábado, destacó el hecho de que un apóstol de los últimos días estaba ministrando a los Santos de los Últimos Días en Tierra Santa esta semana. “Poder estar aquí y tener a alguien que sea un testigo especial de Cristo es algo muy singular”, dijo. “Esa combinación es algo histórico para muchos de los miembros”.
Agregó que, si bien los miembros y las ramas del Distrito de Jerusalén son únicos debido a su ubicación en la Tierra Santa, “todos deben entender que, independientemente de dónde estemos en el mundo, podemos seguir a Jesucristo en nuestras propias circunstancias personales y seguir sintiéndonos siempre cerca de Él y ser parte del cuerpo de la Iglesia”.
Y eso es cierto para los miembros del distrito más allá de Jerusalén, Tel Aviv y Tiberíades que, debido a la distancia y las circunstancias, tienen que adorar de forma remota a través de videoconferencias. “Aunque podamos estar distantes de donde están las grandes congregaciones, en el Espíritu podemos estar cerca y conectados con ellas”.
El presidente del distrito de Jerusalén, Jason Belknap, dijo que espera que los miembros hayan sentido el Espíritu y una confirmación del Salvador en sus vidas a partir de los mensajes del día. “Estar aquí para pasar por alto el lugar donde estuvo Cristo y sentir el Espíritu para comprender que Cristo vive hoy, eso es lo que quería que sintieran para que puedan acercarse a Cristo”.
Visitas a Getsemaní y a la Tumba del Jardín
La recientemente nombrada presidenta general de las Mujeres Jóvenes, Emily Belle Freeman, quien comenzará a servir en agosto, y su esposo, el hermano Greg Freeman, se encontraban entre las docenas de turistas que visitaban Israel y se unieron a la conferencia del sábado por la mañana.
“Una cosa que realmente me llamó la atención es la importancia aquí en Tierra Santa de mostrar santidad sin usar palabras”, dijo ella. “Y me encanta ese consejo. Creo que se aplica a nosotros aquí en la Tierra Santa, donde no podemos hacer proselitismo, pero podemos mostrar la santidad de Dios a través de quienes somos aquí, pero también en casa, se aplica lo mismo”.
Thérèse Matio es una miembro del distrito de Camerún, un condado de África Central de habla francesa, y está esperando un llamamiento como misionera de servicio de FamilySearch. Ella dijo que la conferencia me proporcionó “un sentimiento profundo” y agregó: “Sé que él es un apóstol de Dios y su mensaje me habló personalmente hoy. Fue un honor conocerlo y escuchar sobre la necesidad de tener más paciencia en mi vida”.
Después de la conferencia y un almuerzo ligero, Eric Hunstman, el director académico del Centro de BYU en Jerusalén, y su esposa, Elaine, llevaron al élder y a la hermana Uchtdorf a una breve visita al área tradicional del Jardín de Getsemaní. Caminando entre olivos centenarios, se detuvieron para leer versículos del Nuevo Testamento sobre el sufrimiento del Salvador en el jardín antes de Su juicio y crucifixión, y cantaron varios himnos, entre ellos “Mansos, reverentes hoy” (Himno, Nº 108).
Luego fueron a la Tumba del Jardín, una tumba antigua representativa de aquella donde pudo haber sido depositado el cuerpo de Cristo. Allí, en el lugar, leyeron los relatos del Nuevo Testamento sobre María y otras mujeres que acudieron al sepulcro en la mañana de Su resurrección y de María saludando al Salvador resucitado. La visita terminó con el canto del himno “Himno de la Pascua de Resurrección” (Himnos, N°121).
Devocional del Centro de BYU en Jerusalén
En el devocional del viernes por la noche con los 100 estudiantes que asisten al Centro de BYU en Jerusalén, el élder Uchtdorf también habló sobre la importancia del discipulado, en palabra, pensamiento y obra. “El discipulado es un estado de ser”, dijo, “así que por favor sea esa persona que es un discípulo, que da testimonio a través de su vida, a través de sus acciones, a través de sus palabras”.
Reconociendo que los Santos de los Últimos Días no pueden hacer proselitismo activamente en Israel, el élder Uchtdorf dijo que uno puede dar testimonio “a través de nuestro ser, nuestras acciones, simplemente a través de nuestra presencia, así que asegúrense de vivir el Evangelio y mostrarle a la gente que, a través de su vida, tienen un testimonio de Jesucristo y del evangelio de Jesucristo”.
También testificó del Cristo resucitado. “El Señor ha resucitado. Él vive ahora. Él es real. Él los conoce. Él es su Salvador al igual que Él es mi Salvador, y ustedes son Sus discípulos como yo soy Su discípulo”.
Y enfatizando los méritos del arrepentimiento y el perdón, el apóstol leyó Doctrina y Convenios 58:42 y agregó: “Ustedes tienes el poder de decir: ‘Sé que he sido perdonado porque me arrepentí y Dios no se acuerda más de mis pecados’. Este es el mensaje de esperanza, el mensaje de gozo. Es uno de los versículos más esperanzadores de las Sagradas Escrituras”.
La hermana Uchtdorf habló de visitar el área cerca del Mar de Galilea donde Cristo habría enseñado las Bienaventuranzas (Mateo 5:3–12; Lucas 6:20–23) durante Su Sermón del Monte. “Las Bienaventuranzas pueden moldear su actitud”, dijo antes de leerlas.
“¿Vean cómo estas palabras de Cristo pueden influir en ustedes para bien?” preguntó antes de vincular la actitud con la gratitud y luego cerrar con su testimonio del Salvador.
Lo que dijeron los estudiantes del Centro de BYU en Jerusalén
Devin Duffy, un estudiante del Centro de BYU en Jerusalén de Denver, Colorado, dijo que le encantó el punto de los Uchtdorf de cultivar una actitud de gratitud. “He sentido tanto la presencia del Señor aquí en la Tierra Santa, y quiero mantener eso cuando regrese. Así que me di cuenta de que puedo crear un espacio similar a un templo en mi corazón, donde sea que esté. Puedo crear una esfera de positividad, edificación, gozo, perdón y bondad dondequiera que esté, y eso asegurará que dondequiera que esté, tendré al Salvador conmigo”.
Sadie Eyre de Chicago, Illinois dijo: “Lo que se solidificó para mí fue el gozo que trae el Evangelio, no solo a nosotros como individuos, sino que podemos ser pacificadores y ver a los demás como Cristo los ve, ya sea aquí en la Tierra Santa o en casa. La luz de Cristo está verdaderamente en los demás, y nosotros podemos encontrar esa luz”.
Syrena Dyreng de Hillsborough, Carolina del Norte, dijo que el Espíritu le confirmó que Dios realmente habla a Sus hijos y que Él puede hacerlo de muchas maneras.
Cub Johnson de Boise, Idaho, dijo que apreciaba el mensaje del élder Uchtdorf acerca de que los jóvenes y los jóvenes adultos no solo son el futuro de la Iglesia, sino también su presente y parte del cuerpo de Cristo. “Puede que sea el pie, pero sigo siendo parte del cuerpo de Cristo; eso es tan hermoso que puedo hacer mi parte para traer luz a esta tierra en este momento”.
Ellie Mason de Mesa, Arizona, dijo que aprendió por medio del Espíritu y de las instrucciones del élder Uchtdorf que puede ayudar a liderar la Iglesia de Jesucristo. “Dios no solo espera que yo prevea el futuro, y Él no espera que yo tome decisiones perfectas para este camino perfecto que Él ya ha creado. Dios quiere que yo permita que el futuro suceda y que lo cocree con Él. Y me pareció algo realmente poderoso, escuchar eso de un apóstol”.
Corrección: Una versión anterior contenía una aproximación incorrecta de la fecha de la Tumba del Jardín.
