Cuando el presidente de BYU, C. Shane Reese, se preparaba para sus estudios de posgrado, se presentó para el examen Graduate Record Examination con la esperanza de que lo aceptaran en el programa de doctorado en estadísticas de la universidad Texas A&M University.
Después del examen, se dio cuenta que había sido sobresaliente en la parte de matemáticas, pero que había tenido dificultades en la parte oral. Cuando recibió la llamada telefónica del coordinador de posgrado de la universidad, estaba seguro de que serían buenas noticias. Sin embargo, fue una experiencia que le recordó la importancia de ser humilde, ya que el coordinador le pidió, al presidente Reese, que confirmara si el inglés era su idioma materno.
Afortunadamente, la Universidad aceptó al presidente Reese “a pesar de mi puntaje en inglés”.
Al relatar esa experiencia durante el devocional de apertura (en inglés) del semestre de la Universidad Brigham Young el martes 14 de enero, el presidente Reese testificó diciendo “Mi capacidad para estar aquí hoy, y coordinar frases coherentes, es una prueba de que el Señor fortalece incluso a los más débiles”.
El presidente Reese dijo que cuando era un estudiante de primer año en BYU, nunca imaginó que algún día llegaría a ser un miembro del profesorado, y mucho menos el 14.o presidente de la universidad. “Tal cosa no solo era improbable —era, desde mi perspectiva, simplemente imposible”.
No obstante, el presidente Reese dijo: “He llegado a creer que Dios ama a los menos favorecidos. Él ama a las victorias inesperadas. Él ama lo imposible”.

Victorias inesperadas
Al referirse a la reciente temporada de fútbol americano de BYU, el presidente Reese señaló, “Los anales del deporte están, por supuesto, repletos de emocionantes casos de victorias improbables, pero lo que deseo subrayar hoy, es que la gracia de Dios va más allá de las victorias inesperadas: Dios gana victorias imposibles”.
“Para Dios”, enseñó Jesucristo a sus discípulos, “todo es posible” (Mateo 19:26).
Con Cristo, Pedro caminó sobre el agua; “Lázaro y la hija de Jairo se levantaron de entre los muertos; 5.000 personas se alimentaron con unos pocos panes y pescados; y quienes estaban enfermos, afligidos, ciegos o discapacitados fueron sanados.
“Con Cristo, ocurren milagros. … Y les prometo que ocurrirán este semestre en la medida que demuestren su fe en Aquel que tiene el poder para salvar”, prometió el presidente Reese.

Durante sus casi 150 años de historia, la BYU ha sido considerada como una de las menos favorecidas. El presidente Reese relató algunos de los desafíos que ha enfrentado la Universidad, entre ellos, cuando el único edificio que tenía se quemó totalmente en 1884; cuando tuvieron que analizar si vendían sus terrenos para pagar un nuevo edificio, y cuando pasó por dificultades financieras después de la desastrosa caída del mercado bursátil en 1932.
“Los desafíos institucionales que tenemos hoy en día son diferentes”, dijo el presidente Reese, “pero la solución siempre será la misma — una fe inquebrantable en nuestro Señor y Salvador Jesucristo, en Su Iglesia y en Sus siervos escogidos. Es mediante esta fe que nos convertiremos en la Universidad centrada en Cristo, guiada proféticamente y donde se impartan enseñanzas proféticas”.

‘Sean el milagro’
Cuando el Salvador relata la parábola del hijo pródigo, habla sobre el hermano que se siente agraviado y rehúsa celebrar el retorno de su hermano recién llegado (Lucas 15:11-32).
“Tal vez en Instagram, pueda parecer que alguien más siempre recibe el ternero gordo y la túnica —o me atrevería a decir, ejem— un anillo antes que ustedes”, dijo el presidente Reese. “En otras palabras, los milagros suceden, pero en la vida de otras personas, no en la mía ni en las de ustedes”.
En caso de que eso ocurra, el presidente Reese instó a los oyentes a ser el milagro para otra persona. “Cuando ustedes sean el milagro de alguien, la gracia de Dios les inundará el alma. Entonces, serán testigos de milagros porque ustedes mismos serán uno”.
El presidente Reese añadió que ha visto como los pequeños milagros se transforman en milagros más grandes a medida que los estudiantes se cuidan y se ministran unos a otros. Un estudiante asesor de otro compañero y un profesor cambiaron la vida de un estudiante cuando le ayudaron a superar ciertas pruebas por las que estaba pasando.
“No es necesario que se nos designe como ‘compañero asesor’ ni ser un profesor para convertirnos en el milagro que alguien necesita”, dijo el presidente Reese. “Simplemente debemos inspirarnos en el milagro supremo: nuestro Señor y Salvador Jesucristo”.
El presidente Reese testificó, “Mis amigos, Dios los ama y los conoce por sus nombres. Esperen [que ocurran] milagros al ser [ustedes mismos] el milagro para otros este semestre. Les prometo que la gracia de Dios los acompañará, y todo lo que es injusto o equivocado en esta vida, Cristo lo arreglará a través de Su Expiación perfecta —Él es nuestro Salvador y Redentor”.

El fortalecimiento de las conexiones
El comienzo de un nuevo semestre y un nuevo año, la hermana Wendy Reese señaló, representa una oportunidad para hacer nuevas conexiones con compañeros de cuarto, profesores, miembros del barrio, posibles pretendientes o compañeros de trabajo.
Además, mencionó que esa interacción y conexión, permiten a las personas edificarse mutuamente de maneras significativas. La hermana Reese invitó a los estudiantes a preguntarse, “¿Hay maneras en que puedo mejorar mis conexiones con lo demás?”.
Jesucristo es el perfecto ejemplo de cómo amar y conectarse con los demás, dijo la hermana Reese. “Él es misericordioso, bondadoso, siempre perdona, es lento en enojarse, nos ama [perfectamente], no hace acepción de personas, consuela, sana, escucha. Invita a todos a que se acerquen a Él con un vínculo de amor y confianza”.
La hermana Reese les dijo a los estudiantes: “Por favor, no dejen que este tiempo en BYU pase sin encontrar oportunidades para edificar conexiones maravillosas. Muchas de estas permanecerán con ustedes a través de toda su vida”.
