La guía de estudio de esta semana “Ven, sígueme” cubre Helamán 13-16, que incluye la historia de Samuel el Lamanita.
A continuación se presentan algunas citas de líderes de la Iglesia, pasados y presentes, acerca de estos capítulos del Libro de Mormón.
Helamán 13
“El tolerar un comportamiento indebido sin reprender de forma amorosa equivale a una compasión falsa que reafirma la noción popular de que la maldad puede, de hecho, ser felicidad. Samuel el Lamanita refutó claramente dicha noción: ‘… habéis buscado la felicidad cometiendo iniquidades, lo cual es contrario a la naturaleza de esa justicia que existe en nuestro gran y Eterno Caudillo’ (Helamán 13:38)”.
— Hermano M. Joseph Brough, entonces segundo consejero de la presidencia general de los Hombres Jóvenes, conferencia general de abril de 2017, “Su mano que guía diariamente”
“Nuestro Padre Celestial conoce el camino para que ustedes disfruten de felicidad y paz; los principios del Evangelio marcan el camino. Son un don para ustedes, Sus hijos.
“Por otra parte, Satanás tratará, a cada paso del camino, de desviarlos del camino. Su objetivo es hacerlos infelices y miserables como él. Se gastan enormes sumas de dinero cada año para envolver y disfrazar el pecado y la maldad a fin de que parezcan tentadores, atractivos e incluso inofensivos. Sin embargo, independientemente de las apariencias, ‘la maldad nunca fue felicidad’ (Alma 41:10) y nunca lo será. Nunca se encuentren en la posición de los nefitas tan solo unos años antes del nacimiento del Salvador. Ellos “Procura[ron]… aquello que no podía[n] obtener… la felicidad cometiendo iniquidades, lo cual es contrario a la naturaleza de esa justicia que existe en nuestro gran y Eterno Caudillo” (Helamán 13:38). No se puede hallar la felicidad en el pecado y la iniquidad”.
— Élder Joseph B. Wirthlin, del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 1989, “Corriendo su maratón” (ambos en inglés)
“A pesar del hecho de que por su mal uso se pierde la libertad política, económica y personal, el albedrío siempre perdurará porque es un principio eterno. Sin embargo, el albedrío que posee cualquier persona aumenta o disminuye según el uso que le dé. Cada decisión equivocada que uno toma restringe el área en la que puede ejercer su albedrío de ahí en adelante. Cuanto más avanza uno en la toma de decisiones equivocadas en el ejercicio del libre albedrío, más difícil le resulta recuperar el terreno perdido. Uno puede, si persiste lo suficiente, llegar al punto de no retorno. Entonces se convierte en un esclavo abyecto. Por el ejercicio de su albedrío, ha disminuido el área en la que puede actuar, casi hasta el punto de desaparecer.
“Samuel, el profeta lamanita, hablando a los que persistieron, dijo: ‘En los días de vuestra pobreza clamaréis al Señor; y clamaréis en vano, porque vuestra desolación ya está sobre vosotros, y vuestra destrucción está asegurada; y entonces lloraréis y gemiréis en ese día… y diréis: …
“’¡Oh, si nos hubiésemos arrepentido el día en que vino a nosotros la palabra del Señor! …
“’He aquí, nos rodean los demonios; sí, cercados estamos por los ángeles de aquel que ha tratado de destruir nuestras almas… ¡Oh Señor!, ¿no puedes apartar tu ira de nosotros? Y estas serán vuestras palabras en aquellos días.
“’Mas he aquí, vuestros días de probación ya pasaron; habéis demorado el día de vuestra salvación hasta que es eternamente tarde ya, y vuestra destrucción está asegurada’ (Helamán 13:32, 36–38). …
“Así como el seguir alternativas equivocadas restringe el albedrío y conduce a la esclavitud, así también el buscar alternativas correctas amplía el alcance del propio albedrío y conduce a la libertad perfecta”.
— Presidente Marion G. Romney, segundo consejero de la Primera Presidencia, conferencia general de octubre de 1981, “La ley perfecta de la libertad” (ambos en inglés)
Helamán 14
“Samuel el Lamanita enseñó: ‘…si creéis en [el] nombre [de Cristo], os arrepentiréis de todos vuestros pecados’ (Helamán 14:13). El arrepentimiento es un don preciado de nuestro Padre Celestial que se hizo posible mediante el sacrificio de Su Hijo Unigénito. Es el proceso que el Padre nos ha dado por el cual cambiamos, o tornamos, los pensamientos, las obras y nuestro propio ser para llegar a ser más y más como el Salvador. No es solo para pecados grandes, sino que es un proceso diario de autoevaluación y mejoramiento que nos ayuda a superar nuestros pecados, imperfecciones, debilidades y carencias. El arrepentimiento hace que lleguemos a ser ‘discípulos verdaderos’ de Cristo, lo cual nos llena de amor y desecha nuestros temores. El arrepentimiento no es un plan secundario en caso de que falle nuestro plan de tener una vida perfecta. El arrepentimiento continuo es la única senda que puede brindarnos gozo perdurable y nos permite volver a vivir con nuestro Padre Celestial”.
— Brian K. Ashton, presidente de BYU–Pathway Worldwide y entonces segundo consejero de la presidencia general de la Escuela Dominical, conferencia general de octubre de 2016, “La doctrina de Cristo”
“El profeta Samuel el Lamanita enseñó que ‘el que no se arrepienta será talado y echado en el fuego; y viene otra vez sobre ellos una muerte espiritual; sí, una segunda muerte, porque quedan nuevamente separados de las cosas que conciernen a la justicia’ (Helamán 14:18). …
“Los padres y líderes debemos velar por nuestros miembros y nuestras familias para ayudarles a mantenerse alejados de lo que podría conducirlos a una muerte espiritual. También procuramos rescatar a quienes actualmente están muertos en cuanto a las cosas espirituales …
“La curación espiritual de aquellos que han estado muertos en cuanto a las cosas concernientes a la rectitud viene mediante el poder de la Expiación, la conversión a la verdad y la observancia de los principios de la rectitud”.
— Élder Francisco J. Viñas, Setenta Autoridad General, conferencia general de abril de 2010, “Cosas concernientes a la rectitud”
“Uno de los grandes profetas de la antigüedad fue Samuel el Lamanita. Me gusta la forma en que enseñaba. Era sencillo y directo en su forma de hablar. No andaba con rodeos ni dejaba a la gente preguntándose qué quería decir.
“Mientras hablaba desde los muros de Zarahemla, llamando a los nefitas al arrepentimiento, les dijo sin rodeos que si se negaban a vivir el Evangelio, la condenación vendría sobre ellos, y dejó en claro que no tendrían a nadie a quien culpar sino a ellos mismos.
“’Recordad, recordad’, dijo, ‘que el que perece, perece por causa de sí mismo’ (Helamán 14:30).
“Luego dijo que, puesto que tenemos albedrío, podemos escoger el bien o el mal, la vida o la muerte; pero declaró que al final, con toda seguridad, recibiremos exactamente lo que nosotros mismos hayamos escogido.
“¿No deberíamos determinar cuán bien estamos viviendo realmente el Evangelio? ¿Y no deberíamos recordarnos que ahora — en nuestra vida mortal — es el tiempo de nuestra prueba, y que ahora es el tiempo de sembrar para cualquier tipo de cosecha que esperemos recibir?”.
— Élder Mark E. Petersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 1982, “Creyentes y hacedores” (en inglés)
Helamán 15
“Estoy agradecido por los millones de miembros de la Iglesia que hoy vienen al Salvador y avanzan en la senda de los convenios en los últimos carromatos de nuestra caravana contemporánea y que ciertamente no prestan menor servicio. Su firme fe en el Padre Celestial y el Señor Jesucristo, y su vida modesta y consagrada me inspiran a ser un mejor hombre y discípulo.
“Los amo, los admiro, les agradezco y los elogio.
“Una declaración de Samuel el Lamanita en el Libro de Mormón resume bien mis sentimientos hacia ustedes:
“Fij[aos] en que la mayor parte de ellos se hallan en la senda de su deber, y andan con circunspección delante de Dios, y se esfuerzan por guardar sus mandamientos y sus estatutos […].
“‘Sí, os digo que la mayor parte de ellos están haciendo esto, y con infatigable diligencia se están esforzando por traer al resto de sus hermanos al conocimiento de la verdad’ (Helamán 15:5-6)”.
— Élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 2023, “En la senda de su deber”
“Para muchos de nosotros, la conversión es un proceso constante y no un solo acontecimiento que resulta de una experiencia poderosa o dramática. Línea por línea y precepto por precepto, de manera gradual y casi imperceptible, nuestras intenciones, nuestros pensamientos, nuestras palabras y acciones entran en sintonía con la voluntad de Dios. La conversión al Señor requiere tanto perseverancia como paciencia.
“Samuel el lamanita señaló cinco elementos básicos para convertirse al Señor: (1) creer en las enseñanzas y profecías de los santos profetas como están registradas en las Escrituras; (2) ejercitar fe en el Señor Jesucristo; (3) arrepentirse; (4) experimentar un potente cambio de corazón; y (5) llegar a ser ‘firmes e inmutables en la fe’ (véase Helamán 15:7–8). Ése es el modelo que conduce a la conversión”.
— Élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, conferencia general de octubre de 2012, “Convertidos al Señor”
“Tengo gran confianza en las mujeres jóvenes de la Iglesia; mediante su hábito de estudiar a diario las Escrituras, serán ‘conducid[as] a creer las Santas Escrituras, sí, las profecías escritas de los santos profetas’ (Helamán 15:7). Ustedes serán las madres y los líderes que ayudarán a preparar a la generación que viene con el entendimiento y el testimonio del Evangelio. Sus hijos serán los hombres y las mujeres de fe que continuarán edificando el reino de Dios sobre la tierra gracias a lo que ustedes les enseñen de las Escrituras”.
— Hermana Julie B. Beck, entonces primera consejera de la presidencia general de las Mujeres Jóvenes, en la conferencia general de abril de 2004, “Mi alma se deleita en las Escrituras”
Helamán 16
“Los profetas, al igual que los atalayas en una torre, tienen el mandato especial de ser portavoces del Señor y declarar lo que Él les ha revelado. El Señor requiere que Sus profetas sean hombres de fe, íntegros y valientes.
“Samuel el Lamanita, por ejemplo, mostró su compromiso total con Jesucristo cuando se subió a una muralla y declaró a los nefitas las cosas que el Señor había puesto en su corazón.
“Para mí es extraordinario que Samuel testificara osadamente de la verdad, aun cuando los nefitas ‘le arrojaron piedras […] y […] lanzaron flechas contra él mientras se hallaba sobre la muralla’ (Helamán 16:2). Vemos esa valentía en los profetas, videntes y reveladores de la actualidad”.
— Élder Isaac K. Morrison, Setenta Autoridad General, en el artículo de la revista Liahona de septiembre de 2024 “El profeta nos guía a Jesucristo”