En una mañana cálida pero lluviosa en Laie, Hawái, la Universidad Brigham Young-Hawái otorgó títulos a 380 graduados de 23 países durante la ceremonia de graduación el 19 de abril.
En sus comentarios, el élder Michael T. Ringwood, Setenta Autoridad General, reconoció las muchas naciones representadas por la clase de graduados — desde Australia hasta Mongolia, desde China hasta Samoa, desde India hasta Corea del Sur.
“Qué diversidad tan asombrosa de culturas, orígenes y perspectivas”, dijo el élder Ringwood.
Aunque muchos graduados no conocían a nadie de la mayoría de esos países cuando comenzaron sus estudios, ahora son compañeros de clase, colegas graduados y amigos, dijo el élder Ringwood, quien pronunció el discurso de apertura de la ceremonia de graduación del viernes. “En el espíritu de aloha, que es simplemente una manifestación del Espíritu de Cristo, se han dado la bienvenida unos a otros, han aprendido unos de otros y se han elevado unos a otros por encima de las fronteras creadas por el hombre. Cuando la gente se lamenta de la polarización de la sociedad moderna — el rencor, el racismo y el tribalismo — desearía que pudieran venir a pasar un día en BYU-Hawái”.
Luego añadió: “Son un milagro que simplemente debe difundirse por todo el mundo”.

Al dar la bienvenida a los graduados junto con sus familiares y amigos y otras personas dentro de la comunidad universitaria reunidas en el Cannon Activities Center, el presidente de BYU-Hawái, John S.K. Kauwe III, señaló que “la diversidad y la unidad trabajan juntas aquí de manera notable”.
El propósito de la universidad es brindar una experiencia única a los estudiantes de Oceanía y la Cuenca Asiática y prepararlos para ser discípulos de Cristo de por vida y que puedan continuar siendo líderes y ejemplos de paz y unidad, dijo el presidente Kauwe. “Esta universidad es, y seguirá siendo, un lugar donde personas de todo el mundo se reúnen para ser uno en Cristo y educarse y elevarse unos a otros”.
Además de los comentarios del élder Ringwood y del presidente Kauwe, el programa incluyó un discurso de R. Kelly Haws, asistente del comisionado del Sistema Educativo de la Iglesia, y Shareef Basan, un graduado de Filipinas que participó en el programa IWORK de la universidad.

‘Cosas maravillosas se avecinan’
El élder Ringwood dijo que, aunque no sabe exactamente lo que el Padre Celestial tiene reservado para cada graduado, sabe que el Presidente de la Iglesia, Russell M. Nelson, ha prometido que “cosas maravillosas se avecinan”.
En su discurso de la conferencia general de octubre de 2022, el presidente Nelson enseñó: “En los próximos días veremos las mayores manifestaciones del poder del Salvador que el mundo jamás haya visto”.
El élder Ringwood preguntó: “¿Han considerado alguna vez las implicaciones de esa declaración? ¿Las mayores manifestaciones jamás vistas?
El Dios de los milagros dividió el Mar Rojo, hizo brotar agua de una roca, hizo caer los muros de la prisión, multiplicó el pan y los peces, curó a los leprosos y resucitó a los muertos, pero sus mayores manifestaciones de poder aún están por llegar, señaló el élder Ringwood.
En Josué 3, los hijos de Israel están acampando a orillas del río Jordán. Después de 40 años de deambular por el desierto, se están preparando para entrar a su tierra prometida.
“El aire debía haber estado cargado de anticipación… tal vez algo parecido a la emoción que sienten hoy”, dijo el élder Ringwood.
Aunque probablemente también hubo cierta inquietud. Los hijos de Israel necesitaban cruzar el profundo y caudaloso río Jordán. Fue en ese ambiente que Josué fue entre el pueblo, diciendo: “Santificaos, porque mañana Jehová hará maravillas entre vosotros” (Josué 3:5).
En un milagro similar al de la división del Mar Rojo una generación antes, el Señor hizo que las aguas del río Jordán “se detuvieran” y Su pueblo cruzó “sobre tierra seca”.
Luego, el élder Ringwood compartió tres principios que los graduados podrían aprender de la historia de la entrada de los israelitas a la tierra prometida.
3 principios
Primero, el élder Ringwood señaló que Josué le dijo al pueblo que se prepararan para las maravillas del Señor santificándose. La jerga actual lo llamaría arrepentimiento, dijo.
“Examinemos cada uno nuestra vida, todos los días, y eliminemos todo lo que no debería estar allí — pensamientos, actitudes, hábitos, influencias, cualquier cosa que pueda limitar las maravillas que el Señor puede hacer en nuestras vidas. Testifico que Jesucristo, en virtud de Su sacrificio expiatorio, tiene el poder de limpiarlos y santificarlos”, dijo el élder Ringwood.
Luego, el élder Ringwood señaló que cuando los hijos de Israel cruzaron el río Jordán, el arca del convenio fue la primera. “El arca simbolizaba tanto la presencia de Dios como su relación de convenio con Él, y les guiaba en sus viajes”, explicó.
Así como los hijos de Israel siempre tuvieron el arca del convenio al frente de su campamento, los graduados deben mantener sus convenios con Cristo al frente de sus vidas. “¿Qué significa eso? Significa dejar que esos convenios nos guíen en las decisiones que tomamos”.

Tercero, el agua no se separó hasta que los pies de los sacerdotes que transportaban el arca “fueron sumergidos en el borde del agua” (Josué 3:15). En otras palabras, el milagro sólo ocurrió después de que hubieran dado un paso de fe, señaló el élder Ringwood.
“Para experimentar las maravillas que el Señor quiere hacer en su vida, ustedes también necesitarán dar un paso de fe. Los milagros no ocurrirán mientras estén parados en la orilla del río, esperando que el agua se detenga. Ocurrirán cuando sus pies estén mojados porque demostrará que están comprometidos a seguir adelante y que confían en que el Señor abrirá el camino”, dijo el élder Ringwood.
En conclusión, el élder Ringwood dijo que está ansioso por ver qué maravillas hará el Señor en la vida de Sus hijos. “Por muy impresionante que sea, detener las aguas del río Jordán, derribar los muros de Jericó, multiplicar el pan o curar a un leproso, éstas no son las mayores manifestaciones del poder del Salvador. Mucho más eternamente significativo es Su poder para detener el flujo de rencores y odio; derribar los muros de prejuicios que dividen a los hijos de Dios; multiplicar nuestras pequeñas y humildes ofrendas de bondad y difundir su influencia entre multitudes; para sanar relaciones, corazones rotos y heridas espirituales. Las mayores manifestaciones del poder de Jesucristo están aún por llegar. Y Él hará estas maravillas entre ustedes a medida que se santifiquen, se dejen guiar por sus convenios y den pasos valientes de fe”.
