Vivir en la isla de Maui significa disfrutar de hermosos paisajes, playas, montañas, piscinas y cascadas. Pero Hawái es un estado caro para vivir, donde el costo de la alimentación se ha incrementado con la inflación. Muchos de los puestos de trabajo se encuentran en los sectores de los servicios o el turismo y pagan sueldos bajos —y cada vez son más los miembros de la Iglesia que buscan ayuda para llegar a fin de mes.
Los almacenes del obispo (en inglés) son los lugares donde los necesitados pueden obtener alimentos y otros suministros, con la recomendación de su obispo. Estos almacenes están llenos de comestibles y otros artículos adquiridos con las ofrendas de ayuno y otros donativos de los miembros de la Iglesia.
Sin embargo, unos 160 kilómetros de océano separan a Maui del almacén del obispo más cercano, el cual se encuentra en Honolulu, en la isla de Oahu. Es por eso que la Iglesia puso en funcionamiento los Almacenes Satélites del Obispo en septiembre de 2022.
Los miembros y los líderes de la Iglesia esperan que este servicio sea un instrumento para ministrar a los necesitados y, al mismo tiempo, ayudarles a aprender y aplicar los principios de la autosuficiencia.
El élder Trank Mabellos y la hermana Jennifer Mabellos — la pareja de misioneros llamada y apartada como administradores del almacén— hablaron con Church News sobre cómo se ha llevado a cabo el proceso.
El modelo utiliza el sistema de pedidos en línea del obispo, lo cual se asemeja a los almacenes que funcionan en edificios físicos en los Estados Unidos. Pero en Maui, los artículos los suministra una tienda de comestibles local. Cada dos jueves, los artículos se llevan al centro de la Estaca Kahului Hawái Oeste donde se organizan para que los recojan. Desde que el sistema comenzó a funcionar y hasta el 26 de enero, se han realizado 10 eventos de distribución.
El élder Mabellos recoge un camión de alquiler por la mañana y va hasta la tienda de comestibles local, la cual se ha comprometido a suministrar los productos necesarios. A menudo le acompañan dos jóvenes misioneros de tiempo completo que, junto con el personal de la tienda, cargan los alimentos y otros artículos para el hogar y de higiene personal que se han pedido.
Mientras tanto, la hermana Mabellos y otros voluntarios preparan el centro de estaca para recibir los artículos.
“Los miembros [que] nos ayudan con la descarga y la clasificación. Se reúnen con nosotros entre las 8:30 y las 9:00 de la mañana para colocar las mesas. Después, cuando llega el camión [ellos] separan todo[s] [los artículos]”, dijo ella.
Los productos que necesitan refrigeración, como las verduras, carnes, quesos y lácteos, se colocan en conservadores de frío y los artículos no perecederos se llevan en carros o carretillas hasta las mesas.
Los miembros llegan entre las 11:00 de la mañana y la 1:00 de la tarde. “Los voluntarios recogen los artículos no perecederos de las cajas y entonces van a los conservadores de frío a sacar los que necesitan refrigeración y después los entregan [a las personas que esperan] en el auto”, dijo la hermana Mabellos.
En un mismo hogar, por lo general, viven varios familiares, por eso, el élder y la hermana Mabellos dijeron que los obispos y las presidentas de la Sociedad de Socorro han estado haciendo ajustes al proceso de pedidos a medida que aprenden cómo satisfacer mejor las necesidades. Este modelo también se está estudiando y comparando con lo que se hace en otras localidades remotas para atender las necesidades de los miembros —por ejemplo, en otras dos islas hawaianas, los miembros necesitados reciben tarjetas de regalo para comprar alimentos en las tiendas de comestibles.
El élder Mabellos dijo que la gente de Hawái tiende a ser muy unida y centrada en la familia.
“Intentamos utilizar lo poco que tenemos, y tratamos de aprovecharlo al máximo”, dijo.
En su barrio hay viudas y viudos que han sido testigos de cómo el número de miembros ha crecido, desde una pequeña rama hasta tener 400 personas en la reunión sacramental. Han vivido en Maui durante décadas, pero a medida que el costo de los alimentos sube, no han tenido otra alternativa que pedir ayuda.
“Puedes ver sus rostros, y están llenos de agradecimiento”, dijo el élder Mabellos. “Ellos son como los kupunas —es decir, los abuelos— y puedes ver cómo el espíritu de servicio y caridad surte efecto en estas personas que están realmente necesitadas”.