De California a Canadá, desde Brasil hasta las Filipinas, los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días de todo el mundo han experimentado el poder para cambiar vidas del Libro de Mormón.
Recientemente, Church News les pidió a sus lectores que compartieran cómo obtuvieron su testimonio del Libro de Mormón (en inglés). A continuación, les ofrecemos algunas de sus historias. Las respuestas han sido editadas por razones de espacio y claridad.
El Libro de Mormón: Otro testamento de Jesucristo es un libro de escrituras para los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y es un compañero de la Biblia. El libro contiene los escritos de antiguos profetas y fue traducido de registros antiguos, a través del don y poder de Dios, por José Smith el profeta fundador de la Iglesia.
Por medio de “cosas pequeñas y sencillas”
Los líderes de la Iglesia han enseñado repetidamente que los testimonios personales no requieren grandes y poderosas experiencias espirituales, sin embargo, son siempre el resultado de “cosas pequeñas y sencillas” (Alma 37:6).
Por ejemplo, durante la conferencia general de octubre de 2008, el élder Carlos A. Godoy, ahora miembro de la Presidencia de los Setenta dijo, “Algunas personas reciben su testimonio a través de un acontecimiento único e irrefutable, pero para otras puede tratarse de un proceso de experiencias que tal vez no sean tan impactantes, aun así, cuando se las agrupa, testifican indiscutiblemente que lo que hemos aprendido y vivido es verdad”.
Los miembros de la Iglesia compartieron incontables experiencias de cosas pequeñas y sencillas que fortalecieron su fe.
Barbara Prescott de la Estaca Santa Clara Utah Heights dijo que se crio en otra fe cristiana. A los 11 años, una amiga le pidió ayuda para memorizar los Artículos de Fe, y descubrió que sus verdades tenían mucho sentido para ella.
Prescott comenzó a asistir a la Primaria con su amiga donde aprendió sobre el profeta José Smith y el Libro de Mormón.
“A los 11 años, lo único que podía comprender era la fa fe sencilla [suficiente] para creer que Dios se le había aparecido a José Smith”, escribió. Desde entonces, esa fe sencilla “ha crecido hasta convertirse en un sólido y poderoso testimonio de que el Libro de Mormón es la verdadera palabra de Dios”.

El élder Spencer Jeffrey Ford, de la Estaca St. George Utah Washington Fields Norte, se encuentra sirviendo en la Misión Ghana Accra. Al momento de su llegada, él nunca había leído todo e Libro de Mormón por su cuenta, aunque siempre había creído que era bueno.
Sin embargo, llegó a saber por sí mismo que el Libro de Mormón es verdadero a medida que ha estudiado sus páginas, día tras día.
“Nunca tuve una gran experiencia [espiritual], y probablemente nunca la tendré”, escribió el élder Ford. “Honestamente, no necesito una. Todas las respuestas pequeñas y sencillas … me han testificado de que Jesús es el Cristo”.
Rebekah Little, de la Estaca Omaha Nebraska, dijo que visitó a su padre en Alemania cuando tenía 17 años. Mientras estaba allá, encontró un Libro de Mormón en la biblioteca de su padre y leyó 1 Nefi 1:3, donde Nefi escribe sobre llevar un registro con su propia mano.
“En ese momento supe, por el poder del Espíritu Santo, que el Libro de Mormón era verdadero”, escribió Little. “Yo misma llevaba registros, un diario personal y el Espíritu tocó mi corazón y mi mente”.
Jackson Standley, de la Estaca Perth Australia Rockingham, dijo que no estudió seriamente el Libro de Mormón hasta su servicio misional. Durante ese tiempo, resaltó todos los nombres y referencias a Jesucristo.
“No tuve una grandiosa experiencia espiritual”, escribió Standley. “Simplemente sentía el Espíritu cada vez que leía el Libro de Mormón”.
Ahora, puede “dar su testimonio con confianza” de que el Libro de Mormón es la palabra de Dios, dijo.
La hermana Linnea Marie Backstrom, de la Estaca JAS de Edmonton Alberta en Canadá, es actualmente una misionera en Columbia Británica. Escribió sobre la preocupación que tenía cuando era una adolescente de que el Libro de Mormón no fuera verdadero, y su determinación de leerlo y aprender por sí misma.
Después de semanas de esfuerzo sincero, “un pensamiento vino a mi mente, tan claro como el día: [El Libro de Mormón] es la palabra de Dios”, escribió la hermana Backstrom. “Fue una respuesta inesperada y extrañamente oportuna, pero era exactamente lo que necesitaba y lo que había estado buscando”.

Por medio del estudio diligente
Otro aspecto importante para obtener un testimonio es el estudio diligente del Libro de Mormón. En la conferencia general de abril de 2020 (en inglés), el élder Ulisses Soares del Cuórum de los Doce Apóstoles, compartió su experiencia al leer el Libro de Mormón por primera vez cuando era un joven estudiante de Seminario.
“Buscando con empeño saber más acerca de su veracidad, y con espíritu de oración, estudié el Libro de Mormón poco a poco, conforme completaba las asignaciones semanales de Seminario”, dijo el élder Soares. “Recuerdo, como si fuera ayer, que un sentimiento cálido comenzó gradualmente a henchir mi corazón y a iluminar mi entendimiento. … Con el tiempo, ese sentimiento se convirtió en conocimiento que echó raíces en mi corazón y se convirtió en los cimientos de mi testimonio de los significativos acontecimientos y enseñanzas que se encuentran en este libro sagrado”.
Muchos miembros compartieron las formas en que el estudio persistente y sincero les abrió las ventanas de los cielos.
Patrick Oliver Walker, de la Estaca Billings Montana Este, dijo que se crio en la Iglesia, pero cayó en la inactividad después de la escuela secundaria.
Años más tarde, después de su matrimonio, comenzó a anhelar el Espíritu y comenzó a leer el Libro de Mormón durante la hora de descanso para el almuerzo todos los días.
“El Espíritu me testificó que las palabras que leía eran verdaderas”, escribió Walker. Ese testimonio cambió el curso de su vida; ahora lleva 30 años sellado a su compañera eterna.

Blancaneza Kaye Salalima, del Distrito Balingasag Filipinas, dijo que obtuvo un testimonio del Libro de Mormón estudiándolo en oración y tratando de ponerse en el lugar de los escritores.
“Al hacerlo, pude obtener y fortalecer mi testimonio sobre la divinidad del Libro de Mormón”, escribió.
Christian F. Rodríguez Ampuero, de la Estaca Arequipa Perú Selva Alegre, dijo que se esfuerza por leer el Libro de Mormón todos los días y sabe que “si siempre lo estudiamos, el Señor nos dará luz en nuestras vidas”.
Kathleen McCormick, de la Estaca Chorley Inglaterra, dijo que cuando conoció a los misioneros, pertenecía a otra fe cristiana. Cuando la invitaron a leer el Libro de Mormón, sintió que necesitaba saber más.
“¿Alguna vez han tenido tanta sed que podrían beber hasta secar el pozo?”, escribió McCormick. “Bueno, eso fue lo que sentí cuando abrí el Libro de Mormón”. Después de leerlo varias veces, se bautizó.
Dustin D. Vick, de la Estaca Montgomery Alabama, dijo que había estado inactivo en la Iglesia durante una década cuando su madre le dio un Libro de Mormón en cintas de casete para que lo escuchara durante sus largos viajes en camión. Le invadieron pensamientos sobre sus propios hijos cuando llegó a los primeros capítulos de 2 Nefi, donde Lehi bendice a sus hijos.
“En ese momento supe que todo era verdad y que nunca volvería a dudar de ello”, escribió Vick.
Theda Maria Kathleen Cozby, de la Estaca Vernon Columbia Británica en Canadá, dijo que después que sus padres y hermanos se unieron a la Iglesia, ella estudió y oró para tener una respuesta sobre la veracidad del evangelio “como si mi vida dependiera de ello”.
Después de un esfuerzo sostenido y sincero, “sentí una calidez que iba desde mi cabeza a los dedos de las manos y los pies”, escribió Cozby. “Sentí gozo, paz, emoción y el conocimiento de que el Libro de Mormón era verdadero”.

Compartir el testimonio con los demás
El tercer principio para obtener un testimonio es compartirlo. Durante la conferencia de abril de 2008, el entonces élder Dallin H. Oaks del Cuórum de los Doce Apóstoles enseñó lo siguiente: “Obtenemos el testimonio o lo fortalecemos al expresarlo. … Algunos testimonios se obtienen mejor al estar de pie expresándolos, que al estar de rodillas orando para recibirlos”.
El élder Matías Ponce, de la Estaca Montevideo Uruguay Este, aprendió esto mientras servía en la Misión Brasil Maceió. Su testimonio más poderoso del Libro de Mormón lo recibió al inicio de su misión, después de un día largo y arduo en que trató de enseñar el evangelio sin mucho éxito.
Sin embargo, mientras visitaban a una mujer y su hija, el élder Ponce compartió su testimonio del Libro de Mormón.
“Mientras [compartía mi testimonio], un sentimiento cálido de paz embargó mi pecho y llenó mis ojos de lágrimas”, escribió. “En ese preciso momento, llegué a tener el perfecto conocimiento de que el Libro de Mormón es realmente verdadero”.
Blanca Amelia Keogan, de la Estaca Martinsburg Virginia Oeste, dijo que ella y su esposo vivían en España cuando un compañero de trabajo les habló del evangelio.
Keogan dijo que aceptó las lecciones y comenzó a leer el Libro de Mormón, pero continuaba siendo escéptica. Entonces, un día, otro compañero de trabajo se puso a criticar el libro sagrado.
“Me enojé; le dije que debería estar avergonzado y que el libro era un libro verdadero”, escribió Keogan. “Entonces me di cuenta de que había obtenido un testimonio sin saberlo”.

Joseph Richard Perry, de la Estaca Greenville Carolina del Sur, dijo que ayudó a repartir copias del Libro de Mormón en la calle poco después de su bautismo. Mientras hablaba con una mujer sobre la Iglesia, le dijo que el libro era de Dios.
“Cuando dije esas palabras, el Espíritu Santo me testificó [de] la veracidad del Libro de Mormón”, escribió Perry.
Y, Julie A. Russell, de la Estaca San Marcos California, dijo que inicialmente tuvo dificultades para obtener un testimonio a pesar de semanas de charlas misionales, oración sincera y lectura del Libro de Mormón.
Sin embargo, durante una de las charlas misionales, recordó que un predicador le había dicho que, si algo enseñaba sobre Jesucristo, era de Él. Compartió este pensamiento con los misioneros, quienes a su vez le preguntaron si ella creía en la veracidad del Libro de Mormón.
“Les contesté ‘sí’, y en ese momento, el Espíritu consumió todo mi cuerpo con tanta fuerza que si hubiera estado de pie me habría caído”, escribió Russell.