Algunos Santos de los Últimos Días tienen antepasados pioneros que se remontan a casi 200 años. Otros miembros de la Iglesia son ellos mismos los pioneros en sus familias. En las semanas cerca al Día de los Pioneros, el 24 de julio — la celebración anual de la primera compañía de carretas de mano que ingresó al Valle del Lago Salado — el equipo de Church News compartirá historias de pioneros en sus familias, algunos del siglo XIX y otros del siglo XX. Este es el primero de la serie.
James y Ann Crompton Barlow, unos de los primeros Santos de los Últimos Días conversos a fines de la década de 1830, dieron el nombre de Joseph Smith Barlow Sr., a su hijo nacido el 11 de mayo de 1848 en Manchester, Inglaterra, en honor al Profeta que fue martirizado.
Mi segundo tatarabuelo tuvo una vida corta de solo 28 años y llena de dificultades, comenzando con la muerte de su padre cuando él tenía apenas 14 meses de edad.
A través del Fondo Perpetuo para la Emigración de la Iglesia, Joseph, de 8 años, salió de Liverpool, Inglaterra, el 25 de mayo de 1856, navegando con su madre viuda, dos hermanos mayores y otros 850 pasajeros en el barco Horizon [Horizonte] con destino al Valle del Lago Salado.
Los emigrantes desembarcaron en Boston, Massachusetts, y llegaron a Iowa City, Iowa, a mediados de julio, para trabajar varias semanas en las carretas de mano como miembros de la recién formada compañía Martin de carretas de mano.
Las penurias y tragedias de la compañía están bien documentadas: desde su partida a finales del verano, hasta quedar atrapados en las ventiscas de principios de invierno en las llanuras de Wyoming y luchar para sobrevivir con raciones diarias de apenas onzas de harina. Igualmente bien documentados están el rescate de la compañía y su viaje final al Valle del Lago Salado.
El joven Joseph había sufrido una congelación tan grave en los pies y la parte inferior de las piernas que un médico del valle recomendó en dos ocasiones amputar ambas piernas. Su madre se negó y, en cambio, le aplicó emplastos de patata cruda en las piernas, un remedio casero que le sugirió una amiga. Más de un año después, el joven Joseph podía caminar lo suficiente, aunque fue bastante enfermizo durante toda su vida.
Golpeado y robado mientras trabajaba en los ferrocarriles cuando era joven, Joseph se casó a finales de 1867 con Amanda Morgan, antes de morir el 28 de agosto de 1876 en Fairfield, Utah, dejando a su esposa, tres hijos y un cuarto en el camino.
Estas 300 palabras son insuficientes para resumir su vida o las preguntas que yo me haría — ¿cómo se mantuvo valiente? ¿Cómo le sostuvieron su fe y su testimonio? ¿Podría yo haber hecho lo mismo? ¿Y cómo puedo reflejar y honrar mejor su vida y sacrificios?
