PROVO, Utah — Del brazo, la presidenta general de la Primaria, Susan H. Porter, y la hermana Andrea Muñoz Spannaus, segunda consejera de la presidencia general de las Mujeres Jóvenes, saludaron a las asistentes al último día de la Conferencia de BYU para Mujeres 2024. Las enseñanzas y los testimonios de las líderes alentaron a las mujeres de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días a encontrar valor, fortaleza y consuelo en su Salvador y a usar sus experiencias para edificar a otros.
El poder de Dios está disponible para las mujeres
Doctrina y Convenios 58:27-28 dice: “De cierto digo que [debemos] estar anhelosamente consagrados a una buena causa, y hacer muchas cosas por [nuestra] propia voluntad, y llevar a cabo mucha justicia; porque el poder está en [nosotros]”.
La presidenta Porter enseñó que estar anhelosamente consagrados no significa estar literalmente ansiosos, sino “seguir adelante poniendo nuestra confianza en el Señor y en Su poder para bendecirnos”.
Las mujeres a menudo pueden sentir que no tienen mucho poder o que no pueden llevar a cabo “mucha justicia”, dijo la presidenta Porter. Sin embargo, actuar con fe puede brindarles a las mujeres del convenio de Dios acceso a Su poder, lo que hace posible Su obra.
“Pueden llevar a cabo mucha justicia al ayudar incluso a una persona a sentir el amor de Dios por ella”, explicó la presidenta Porter. Las mujeres a lo largo de la historia y en las Escrituras demuestran el poder que Dios puede dar a Sus discípulos.
Instando a la audiencia a reflexionar sobre el poder de Dios en sus propias vidas, la presidenta Porter destacó cómo Eva actuó con el poder de elegir, Rut con el poder de permanecer, Ana con el poder de orar y María con el poder de aceptar la voluntad de Dios para ella. Al igual que estas hermanas en Cristo, la presidenta Porter aseguró a las mujeres Santos de los Últimos Días que ellas también pueden actuar con el poder de Dios.
El poder de Dios se obtiene al honrar los convenios, confiar en Su plan para Sus hijos y tener una esperanza centrada en el Señor Jesucristo, enseñó la presidenta Porter.
“Es Su poder, no el nuestro”, dijo.
Una impresión clara y poderosa sostuvo a la presidenta Porter durante ocho años mientras su esposo soportaba un continuo tratamiento de diálisis. El poder de Dios la mantuvo esperanzada, incluso cuando las circunstancias parecían empeorar.
“Sentiremos el poder de Dios obrando en nosotros mientras hacemos cosas que nunca podríamos hacer por nosotros mismos y recibiremos el gozo de sentirnos cada vez más cerca de nuestro sabio y eterno Amigo”.
Haciendo eco de las palabras del himno “Qué firmes cimientos”, la presidenta Porter dio testimonio de que Dios “da fuerza y vida y paz os dará, y salvos de males vosotros seréis”.
Sanación a través del dolor
A través de sus experiencias con la infertilidad y la adopción, la hermana Spannaus y su esposo, el hermano Alin Spannaus, aprendieron a tener paciencia y a confiar en Jesucristo.
La hermana Spannaus describió la tristeza, las decepciones e incluso las dudas que sufrió durante años de tratamientos médicos y procesos de adopción. Sin embargo, en medio del dolor, su sufrimiento fue consagrado, y en las experiencias “que cielo hizo a nuestra medida”, encontró a Cristo.
Cada mujer enfrenta desafíos únicos, dijo la hermana Spannaus, pero “Dios tiene el poder de hacer de nuestro sufrimiento una experiencia sagrada y, en nuestro sufrimiento, llegamos a conocer mejor a Dios y a Jesucristo”.
Los mensajes en video de amigos de la hermana Spannaus demostraron que las amistades afectuosas y las palabras de los profetas modernos también pueden ayudar a brindar a los Santos de los Últimos Días el consuelo y la aceptación necesarios para superar las pruebas.
Sin embargo, superar las pruebas no es el objetivo final; Convertirse en una mejor persona es verdaderamente lo que Cristo quiere, enseñó la hermana Spannaus.
“Cada prueba que superamos o soportamos fielmente nos hace más hermosas por dentro — una mejor persona, una mejor hija de Dios, una mejor amiga, un mejor ser humano.
Al concluir su mensaje, la hermana Spannaus dio testimonio de la constante ayuda de Jesucristo. “Me di cuenta de que Él estaba ahí, porque Él siempre está ahí”.
“Hermanas, las invito a encontrar al Salvador a través de sus desafíos, y con Él, el amor y la paz. Para que puedan decir: “Oh Señor, en ti he puesto mi confianza, y en ti confiaré para siempre” (2 Nefi 4:34). Qué poderoso es confiar en nuestro Dios”.
