El élder Gregorio E. Casillas creció a tan solo unas cuadras de su capilla Santo de los Últimos Días en Tijuana, Baja California, México.
“Nacer en la Iglesia y vivir toda tu vida centrada en ella comienza a darte un testimonio, pero a veces se es demasiado joven para comprenderlo”, dijo el élder Casillas al reflexionar sobre su nuevo llamamiento como un Setenta Autoridad General de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Sonrió al recordar que creció cerca de esa capilla en Tijuana más de 30 años antes de que la ciudad tuviera su propio templo donde los Santos de los Últimos días de la zona pudieran ir a adorar y servir.
“Cuando las luces de la iglesia estaban encendidas, sabíamos que había algo para hacer”, dijo.

Su madre se había convertido a la Iglesia en Culiacán, Sinaloa, México antes de trasladarse a Tijuana en busca de trabajo. Ella encontró trabajo y también encontró a su futuro esposo. Se casaron y criaron a su familia en la ciudad. El élder Casillas es el tercero de cuatro hijos; tiene dos hermanas mayores y un hermano menor.
La familia se selló en el Templo de Los Ángeles, California cuando Gregorio tenía 14 años. Él la llamó la “experiencia de su vida” porque la familia había orado y ayunado durante mucho tiempo para que su padre hiciera lo que tenía que hacer y sintiera lo que tenía que sentir para poder sellarse como familia.
Dijo que todo lo que hizo cuando era joven giraba en torno a la Iglesia — la diversión, los campamentos, las actividades y la adoración y reuniones dominicales.
“Estábamos allí mucho más que un día a la semana. Estábamos allí dos, tres, cuatro días cada semana; y estábamos con todos nuestros amigos de otros barrios también”, dijo.
El sellamiento en Los Ángeles no era la primera vez que él iba al templo. Cuando tenía 12 fue a hacer bautismos por los muertos. Los participantes tenían que levantarse antes del amanecer y conducir hasta cruzar la frontera de México con los Estados Unidos y después conducir más horas hasta llegar al templo. Su madre le animó para que antes de salir para ese primer viaje, orara sobre y por aquellos a quienes iba a bautizar. Relató que eso la convirtió en una experiencia espiritual que nunca olvidaría.

Más tarde sirvió en la Misión Tampico México, donde cultivó amistades para toda la vida. Uno de esos amigos quiso que fuera de vacaciones con él poco después de que terminaran sus respectivas misiones. Sin embargo, el padre del élder Casillas le animó firmemente a quedarse y asistir a un evento para jóvenes adultos solteros de la Iglesia. Relató que, a pesar de sus protestas iniciales, deseaba obedecer el consejo de su padre y asistió al evento JAS.
Una joven, Alma Angelina Obeso González, de Mexicali, México, tampoco estaba muy entusiasmada con la idea de asistir al evento, pero su padre le dijo que sería un buen lugar para conocer nuevos amigos y ampliar su círculo social.
A regañadientes, ambos asistieron. Allí se conocieron, conversaron, asistieron a clases juntos y bailaron durante horas.
Antes de casarse, vivieron a unos 160 kilómetros de distancia mientras el estudiaba en Tijuana y ella estudiaba en Mexicali. En los meses previos a su matrimonio, oraron y ayunaron para saber dónde vivir y formar su familia. El élder Casillas recuerda la impresión que recibió del Espíritu Santo.
“Recuerdo que mientras ayunábamos, oí al Señor decir, “Si tu montaña es la Rumorosa (una gran montaña que se encuentra entre las dos ciudades), yo la quitaré'”, dijo el élder Casillas.
El Señor les despejó el camino para establecerse en Mexicali ya que la universidad, de forma inesperada, lo aceptó como estudiante proveniente de otra universidad, dijo. Ambos se sellaron en el Templo de San Diego, California en junio de 1999.

“Y [entonces] conocimos a la gente que necesitábamos conocer. Y [también] servimos en los llamamientos donde necesitábamos servir”, dijo.
Ahora son padres de tres hijos — el sendero de la paternidad no fue tan fácil como imaginaban. Tal y como sus padres les habían alentado en su infancia y juventud, los Casillas han puesto al Señor en primer lugar en su matrimonio y en su familia.
“Desde que era muy pequeño, me enseñaron a darle a Dios el primer lugar en mi vida”, afirmó el élder Casillas. “Creo que esa es la clave. Siempre nos fijábamos en lo que ambos queríamos y recorrimos juntos el camino hacia nuestras metas”.
El proceso de formar una familia incluyó los desafíos que trae la pérdida de un embarazo, terminar los estudios, cambiar de trabajo, mudarse diferentes casas. Pero, coinciden en que las pruebas trajeron bendiciones.
“Vale la pena esforzarse para superar los desafíos”, expresó.
La hermana Casillas estaba finalizando la carrera de Derecho mientras estaba embarazada. Se graduó con honores, pero sus profesores le dijeron que estaba arruinando su carrera al tener hijos en aquel momento.
Recuerda que le dijeron: “‘Todo lo que podrías haber conseguido no lo vas a conseguir’”. “Dijeron eso porque pensaron que sabían lo que yo quería, pero no era eso. Eso no era lo más importante para mí”.
Obtuvo su título y su primer hijo nació entre los exámenes finales y la ceremonia de graduación. El élder Casillas se graduó en ingeniería civil.
“Aunque el Señor nos pidió algunas cosas difíciles, Él nos estaba guiando hacia donde debíamos estar”, explicó él.
La familia permaneció centrada en hacer lo que sentían que el Padre Celestial necesitaba que hicieran y en estar donde Él necesitaba que estuvieran.
“Para servir al Señor tenemos que estar dispuestos a dejarlo todo”, dijo la hermana Casillas.
Para la familia Casillas eso significó vender todo lo que tenían cuando se trasladaron a la Ciudad de México después del llamamiento del élder Casillas para presidir la Misión Ciudad de México Sur, México.
La hermana Casillas dijo que en aquel momento sabia una cosa con certeza.
“El Señor está a cargo”, dijo ella.

Esa actitud fue algo importante tanto para la familia como para los misioneros, ya que sirvieron por un año y medio antes de que la pandemia de COVID-19 les sorprendiera con un giro de proporciones históricas. Y, aunque las circunstancias de su servicio cambiaron durante ese tiempo, su fe en el plan del Padre Celestial permaneció intacta. Animaron a los misioneros a servir con la misma energía, pero de nuevas formas, y los misioneros respondieron con entusiasmo.
“Vimos milagros”, dijo el élder Casillas. “Vimos cosas que no habrían ocurrido sin [la pandemia de] COVID-19″.
Ya fuera gracias a cada uno de los misioneros, al apoyo colectivo que se brindaban unos a otros, a la respuesta de sus padres frente a la circunstancia de que sirvieran bajo desafíos sin precedentes, o a las nuevas formas en que trabajaban para compartir el evangelio con los demás, los Casillas dijeron que vieron milagros en muchos aspectos del servicio misional durante ese tiempo.
“Aprendimos cuánto ama el Señor a sus hijos”, declaró.
El élder Casillas dijo que, a través de los desafíos y las bendiciones, han visto un patrón entretejido a través de la vida en común de la familia.
“Cuando ponemos a Dios en primer lugar, todas las demás cosas se ubican donde corresponde. Requiere un poco de fe y un poco de acción, y entonces el Señor extiende Su mano para bendecirnos”.

El seguir poniendo a Dios en primer lugar, expresó el élder Casillas, le ha ayudado a tener un fuerte testimonio de los principios del Evangelio, sobre los cuales espera seguir aprendiendo y enseñando como Setenta Autoridad General.
“Jesucristo vive. Sé que Él resucitó de entre los muertos y que Él vive. Es mediante Su infinita Expiación que podremos vivir otra vez después de morir, que podremos reunirnos con todos nuestros seres queridos que ya han muerto y que podremos tener la vida eterna con Él. Sé que Él vive y me ama. Sé que los ama a ustedes y que Él es el Hijo de Dios, mi Salvador y Redentor”.
ÉLDER GREGORIO ENRIQUE CASILLAS BUENO
Familia: Nació en Tijuana, Baja California, México, el 26 de agosto de 1975, hijo de Gregorio Casillas Díaz y María Ascención Bueno Murillo. Se selló a Alma Angelina Obeso González el 25 de junio de 1999, en el Templo de San Diego, California. Tienen tres hijos.
Empleo: Trabajaba para la Iglesia como gerente de las instalaciones de templos del Área México al momento de su llamamiento. Anteriormente trabajó como gerente de proyectos para varias empresas de construcción y para la Iglesia como ingeniero de templos.
Educación: Obtuvo un título en ingeniería civil de la Universidad Autónoma de Baja California en 2002 y una maestría en administración de empresas de la Universidad Xochicalco en 2024.
Servicio en la Iglesia: Setenta de Área, presidente de la Misión México City South, México, presidente de estaca, obispo, presidente de los Hombres Jóvenes del barrio y misionero de tiempo completo en la Misión Tampico, México.