Algunos de los informes e imágenes más memorables sobre cómo la pandemia de la COVID-19 de 2020 ha afectado a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días giran alrededor de los misioneros y la obra misional.
- Misioneros con mascarillas que regresan a casa, acarreando su equipaje por aeropuertos vacíos.
- Aviones comerciales alquilados por la Iglesia, llenos de misioneros que regresan a casa desde sus asignaciones internacionales.
- Salones de clase casi vacíos en los centros de capacitación misional, excepto por un instructor solitario que lleva a cabo la capacitación en línea de nuevos misioneros confinados en su casa.
A pesar de todo, las lecciones aprendidas durante la pandemia mundial están ayudando a los misioneros —y al Departamento Misional de la Iglesia— a descubrir nuevas posibilidades y procesos.
El élder Dieter F. Uchtdorf, el miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles quien preside el Comité Ejecutivo Misional de la Iglesia, destaca a la tecnología —incluso el uso de teléfonos inteligentes y las redes sociales por los misioneros que se ven forzados a trabajar desde sus departamentos— como una de esas lecciones aprendidas durante la pandemia de COVID-19 de 2020.
“Cuando se levanten de nuevo las restricciones públicas, sean prudentes en resistir la tentación de volver a las ‘viejas costumbres’, que, con demasiada frecuencia, no funcionaban muy bien de todos modos” les dijo a los misioneros el 13 de agosto en un devocional en línea. “Necesitan ‘regresar al futuro’ —y les prometo un futuro muy brillante con oportunidades nuevas y emocionantes. Este trabajo avanzará y crecerá”.
Las preocupaciones de este año por el COVID-19 comenzaron temprano con una declaración que hizo la Iglesia a finales de enero sobre las precauciones misionales. En una semana, la Iglesia había transferido a los misioneros fuera de la Misión China Hong Kong; en un mes, 14 misiones en 17 países estaban experimentando cambios como precaución contra el virus.
En marzo, los misioneros que no eran originarios de Corea, de las Filipinas, o de África, comenzaron a regresar a casa, así como los misioneros mayores y los misioneros con problemas de salud procedentes de 22 misiones europeas.
Enseguida, la Iglesia empezó a anunciar cambios en la obra misional primero, los élderes fueron relevados a los 21 meses de servicio y los misioneros con problemas de salud fueron relevados como medida de precaución. A esto le siguió el retorno de “un número considerable de misioneros” a sus países de origen, además de otros ajustes al tiempo de permanencia en el servicio y el cambio a la capacitación en línea, ya que los centros de capacitación misional dejaron de recibir nuevos misioneros. Finalmente, los 10 CCM cerraron.
Conforme los traslados masivos de misioneros continuaban aún a finales de marzo —por ejemplo, se alquilaron cinco aviones comerciales para llevar a más de 1.600 misioneros extranjeros desde las Filipinas a Utah— la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles anunciaron una reducción a la duración del servicio para los misioneros que regresaban a los Estados Unidos y Canadá, con la opción de regresar a la misión original o a la asignación temporal cuando las condiciones lo permitieran o retrasar su servicio.
Los misioneros pudieron seleccionar su opción de servicio hasta el 30 de abril; y una vez cumplido el plazo, se procedió con nuevas asignaciones misionales.
Para poner en perspectiva los traslados misionales mundiales inesperados e históricos provocados por la pandemia del año 2020, hay que considerar que, a principios de febrero, antes del brote mundial, casi 68.000 misioneros estaban sirviendo a tiempo completo. A finales de abril, después de dar a conocer los ajustes debido a la pandemia, el número se redujo a 42.000 aproximadamente.
Como la Iglesia mandó a los misioneros a sus países de origen, cerca de 32.000 fueron reubicados en un periodo de tiempo relativamente corto, lo que llevó al élder Uchtdorf a decir: “nuestros preciados misioneros son los pioneros de nuestra época”.
“Cuando tomábamos una decisión acerca de trasladar misioneros desde o hacia determinados países en la mañana, teníamos que cambiarla por la tarde”, dijo a Church News en abril. “Cuando evaluábamos las restricciones gubernamentales u otras restricciones de viajes en una reunión, la situación ya había cambiado al terminar dicha reunión”.
A mediados de agosto, el total de misioneros de tiempo completo de la Iglesia había superado los 52.000 misioneros. Cientos de misioneros alrededor del mundo habían extendido su servicio, ya que no podían regresar a casa; unas dos docenas de presidentes de misión y sus compañeras extendieron su servicio por varios meses debido a las restricciones de viaje y de visa; y más de 20 parejas locales fueron llamadas como líderes de misión interinos hasta que los reemplazos pudieran llegar.
A principios de noviembre, la Iglesia comenzó el proceso ‘deliberado y cauteloso’ de asignar misioneros más allá de sus países de origen.
Y en un devocional misional en línea a finales de diciembre, el élder Neil. L. Andersen, también miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, que es parte del Consejo Misional Ejecutivo, felicitó a los misioneros de todo el mundo por su perseverancia.
“Las personas les preguntarán en algunas décadas: ‘¿Cuándo serviste tu misión?’”, dijo él. “Y ustedes les dirán que fue durante la pandemia de COVID-19. Será una época que nunca se olvidará. Ha sido necesario que tuvieran valor para servir su misión durante este tiempo notable”.
El élder Uchtdorf denominó al 2020 como “una época desafiante para nuestro servicio misional mundial”, añadiendo que los eventos que han puesto el mundo en conmoción no han tomado a Dios por sorpresa.
“Él ha preparado los medios para ayudarnos a llevar el evangelio a las personas de este mundo en estos días extraordinarios”.