En 1994, cuando era un instructor de esquí que estudiaba en la facultad de Derecho, David L. Buckner tuvo una conversación inesperada con uno de sus clientes mientras iban en un telesilla de Park City, Utah.
“Él le preguntó, ¿Qué quieres hacer en la vida?’”
La respuesta del joven fue audaz. “Quiero ser dueño de hoteles; quiero vivir en la ciudad de Nueva York; [y] quiero producir espectáculos de Broadway”.
David, que acababa de defender su tesis sobre marcas e imagen en el sector hotelero, se enteró de que estaba ayudando a un prominente abogado de Nueva York.
El hombre le preguntó a David por qué no se había mudado a Manhattan y le ofreció presentarle algunas personas.
En seguida, David se fue a Nueva York, donde se reunió con empresarios que acababan de adquirir 396 hoteles y necesitaban ayuda con la administración de sus activos. Con la firme recomendación que había nacido de aquella conversación en el telesilla, le ofrecieron el trabajo.
Como podía dar los exámenes de la facultad de Derecho de la Universidad Brigham Young en la biblioteca de la Universidad de Columbia, David y su esposa, Jennifer Jackson Buckner — que es oriunda de Nueva York — se trasladaron inmediatamente.
Sostenido como Setenta Autoridad General de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días durante la conferencia general del 6 de abril de 2024, el élder Buckner ha pasado toda su carrera en Manhattan — llevando a cabo un exitoso negocio de consultoría, trabajando con Broadway, enseñando en la Universidad de Columbia, creando conexiones para la Iglesia como integrante de la Comisión de Líderes Religiosos de la ciudad de Nueva York y, junto a su esposa, criando a cinco hijos en esta ciudad.
David LaMar Buckner nació el 27 de septiembre de 1963, en Ogden, Utah, el menor de los cinco hijos de E. LaMar y Melba Hale Buckner. Se trasladó a California con 11 años, cuando su padre fue llamado a presidir la misión de la Iglesia en Sacramento. Al estar lejos de sus viejos amigos de Utah, aprendió a conectarse con aquellos que eran diferentes y así, encontró entre los misioneros a “300 hermanos y hermanas mayores”. Y, lo más importante fue, que afirmó su testimonio del evangelio de Jesucristo.
“Esa experiencia misional hizo que todo cambiara para mí”, afirma.
Más adelante se dedicaría a su propio servicio misional de tiempo completo en la Misión Ecuador Guayaquil. Mientras servía como presidente de rama en Jipijapa, Ecuador, la obra misional floreció. Sin embargo, durante un picnic de la Iglesia realizado en la playa en Manta, Ecuador, al cual concurrieron unos 50 miembros, un niño de 11 años llamado Jeovani se ahogó. “Se había bautizado y lo ordenarían diácono el domingo siguiente”.
Tuvieron que llevar su cuerpo en el autobús de regreso al pueblo, a la casa de sus padres. “Nunca he sentido tanta angustia como la de aquella tarde cuando se lo entregamos a sus padres”, recuerda el élder Buckner.
A medida que le suplicaba al Señor en las semanas y meses siguientes, obtuvo un testimonio inquebrantable del plan de salvación. También fue testigo de la compasión del Señor cuando otras personas de la comunidad aceptaron el evangelio y el plan. Juntos llegaron a entender la sagrada naturaleza de la vida y el poder de la gracia del Señor.
Cuando regresó de su misión, asistió a BYU con la ayuda y el apoyo de sus cuatro fieles Hermanos y, además, trabajó como ayudante del profesor en una clase de historia y cultura estadounidense, American Heritage, a la cual también asistía Jennifer Jackson, una de los ocho hijos de Douglas y Joan Taylor Jackson de Scarsdale, Nueva York.
David quedó fascinado con su sonrisa y se sintió atraído por su “fe pura” y además por el hecho de que se había criado en las afueras de Nueva York. Después de haber visitado Times Square con su familia cuando era un niño, siempre había querido vivir en esa ciudad.
La pareja se casó el 30 de agosto de 1990, en el Templo de Salt Lake; tienen cinco hijos.
Al igual que el élder Buckner, la hermana Buckner quería vivir en Nueva York — donde su infancia había sido como Camelot. “Crecí en el más increíble pequeño barrio, donde la gente eran Santos incondicionales”, dijo. Trabajaban en la ciudad de Nueva York con grandes oportunidades empresariales para aprender y crecer, pero su atención se centraba, en primer lugar, en sus familias”.
Recuerda que cuando era niña escuchaba las conferencias generales con los miembros del barrio en una radio a transistores; más adelante, cuando la transmision de la conferencia estuvo disponible vía satélite, iba a la ciudad en auto con sus padres a verla en el edificio de la Iglesia en Lincoln Square. Como adulta, vería cómo la Iglesia alcanzaba su madurez en la ciudad, al ver los carteles en los taxis anunciando las campañas Santos de los Últimos Días en los medios de comunicación y la representación que hizo la Iglesia de la Navidad en las pantallas digitales de Times Square el pasado noviembre como parte de la iniciativa Ilumina el Mundo.
En una ocasión, la hermana Buckner entró a un ascensor el rascacielos donde ella y el élder Buckner criaron a su familia. Iba con sus tres hijos pequeños y estaba embarazada. Una mujer vestida de manera profesional subió al ascensor. “Se quedó mirando”. Cuando la mujer bajó unos pisos después murmuró: “Es más fácil fundar una empresa”.
“En ese momento supe que lo que estaba haciendo, en mi papel como madre y en la crianza de mi familia, era realmente importante”, dijo la hermana Buckner. “Y pensé: ‘Prefiero estar haciendo esto en lugar de fundar una empresa’”.
Tres décadas después, los cinco hijos de los Buckners han dejado el hogar en ese mismo edificio — donde el élder Buckner también tenía la sede de su empresa. En la ciudad que muchos abandonan después de que sus familias crecen, los Buckners se mantuvieron firmes.
El servicio del élder Buckner, primero como obispo y después como presidente de estaca comprendió el 11 de septiembre de 2001; el colapso financiero de 2008 y el huracán Sandy en 2012; y era un Setenta de Área cuando se inició la pandemia de COVID-19. Los Buckner aprendieron a confiar en el Señor y en Su capacidad para guiar a Sus hijos y a Su Iglesia. Han visto cómo el Señor ha obrado milagros en la zona. “Hemos visto avanzar la obra del Señor”, dijo la hermana Buckner.
A lo largo del camino, también pudieron ver el trabajo y las conexiones interreligiosas que los principales líderes de la Iglesia — entre ellos el élder L. Tom Perry, el presidente Jeffrey R. Holland, el élder Quentin L. Cook y el élder D. Todd Christofferson — hicieron en la ciudad.
El élder Buckner llegó a conocer al cardenal Cardinal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York; al reverendo A.R. Bernard, fundador y pastor principal del Christian Cultural Center; al rabino Joseph Potasnik, vicepresidente ejecutivo del Consejo de Rabinos de Nueva York (New York Board of Rabbis); y muchos otros miembros importantes de la comunidad interreligiosa de Nueva York.
Después de que la Comisión de Líderes Religiosos (Commission of Religious Leaders) — la cual incluye representantes de distintas tradiciones religiosas que colaboran juntos y funcionan como una sola voz de confianza en la ciudad — le ofreciera a Buckner un puesto en el consejo, vio cómo crecía la participación de la Iglesia en la colaboración interreligiosa en la ciudad. Los líderes de la comisión se convirtieron en familia para los Buckner.
“Cuando la gente de fe se asocia, con sus diversas experiencias y creencias individuales, crean un hermoso tapiz con textura y color para que todos los vean y lo experimenten”, dijo. “A medida que se unen hombro con hombro, como defensores que buscan lograr una mayor luz, conocimiento y más fe en la sociedad, ese tapiz, no solo se llena de colores brillantes, se entreteje más firme y unido, de tal manera que puede resistir el paso del tiempo. Posiblemente no estaremos siempre de acuerdo ni recorreremos el mismo camino, pero aprendemos juntos. Esto hace que la sociedad sea más civilizada, las conversaciones más constructivas y la experiencia humana más inspiradora”.
Por ejemplo, como parte de la iniciativa Ilumina el Mundo 2023, la Iglesia trabajó con la comunidad interreligiosa y diversas organizaciones en más de 65 proyectos para ayudar a unos 60.000 niños y sus familias en el área metropolitana de Nueva York y sus alrededores, durante la temporada navideña. “Reunimos a personas que sabían dónde estaban las necesidades y fueron capaces de juntar lo que tenían y ponerlo sobre la mesa”, dijo el élder Buckner.
Ahora, como autoridad general, podrá continuar edificando vínculos. “Siento el deber de traer gente a [este grupo]”, dijo el élder Buckner. “En la Puerta de nuestras capillas hay un cartel que dice, ‘Bienvenidos los visitantes’, pero esto no es suficiente. La gente necesita saber que el evangelio es cautivante”.
ÉLDER DAVID L. BUCKNER
Familia: Nació en Ogden, Utah, el 27 de septiembre de 1963. Hijo de E. LaMar y Melba Hale Buckner. Se casó con Jennifer Jackson el 30 de agosto de 1990 en el Templo de Salt Lake; son padres de cinco hijos.
Empleo: Profesor de la Universidad Columbia desde 1998 y presidente de Bottom Line Training and Consulting Inc. desde 1999.
Educación: Obtuvo una licenciatura en finanzas de la Universidad Brigham Young en 1988 y una maestría en administración de empresas de la Universidad de Durham en 1991. También recibió una maestría en relaciones internacionales de BYU en 1995 y un doctorado en derecho de BYU en 1996.
Servicio en la Iglesia: Fue Setenta de Área, presidente de estaca, obispo, consejero del obispado, presidente de los Hombres Jóvenes de estaca, sumo consejero y misionero de tiempo completo en la Misión Ecuador Guayaquil.