En el decimocuarto de una serie de 15 videos que serán publicados por los miembros de la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el presidente Dallin H. Oaks dijo que el Salvador siempre está dispuesto a ayudar a aquellos que desean Su ayuda.
El video del testimonio de Pascua del presidente Oaks se basa en su mensaje de la conferencia general de octubre de 2015 titulado “Fortalecidos por la expiación de Jesucristo”. En el video, él compartió: “El Salvador tiene el poder de socorrer —de ayudar— en cada dolor y aflicción de la vida terrenal”.
“Debido a Su experiencia expiatoria en la vida terrenal, el Salvador puede consolar, sanar y fortalecer a todos los hombres y mujeres de todas partes; pero creo que lo hace solamente con aquellos que lo buscan y piden Su ayuda”, dijo el presidente Oaks.

El presidente Oaks habla sobre el Salvador
El presidente Oaks fue sostenido en la conferencia general como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles el 7 de abril de 1984. Fue apartado como primer consejero en la actual Primera Presidencia el 14 de enero de 2018. Ha hablado en la conferencia general 89 veces.
En su mensaje de la conferencia general de octubre de 2003 titulado “Arrepentimiento y cambio”, el presidente Oaks habló sobre la necesidad de arrepentirnos y la capacidad de ser perdonados gracias al sacrificio del Salvador.
“El Evangelio de Jesucristo nos da el desafío de cambiar. “Arrepentíos” es su mensaje más frecuente, y arrepentirse significa abandonar todas nuestras prácticas —sean éstas personales, familiares, étnicas y nacionales— que sean contrarias a los mandamientos de Dios”, dijo el presidente Oaks. “El propósito del Evangelio es transformar personas comunes en seres celestiales, y eso requiere cambio”.
Hace tres años, en su discurso de la conferencia general de abril de 2021 titulado “¿Qué ha hecho nuestro Salvador por nosotros?” el presidente Oaks hizo y respondió la pregunta planteada en el título de ese mensaje. Una vez más, habló del perdón disponible para todos los hijos del Padre Celestial a través de Jesucristo.
“Nuestro Salvador y Redentor soportó un sufrimiento incomprensible para convertirse en un sacrificio por los pecados de todos los seres mortales que se arrepientan. Ese sacrificio expiatorio ofreció el bien supremo, el Cordero puro y sin mancha, a cambio de la medida suprema de la maldad: los pecados del mundo entero. Nos abrió la puerta a todos nosotros para que seamos limpios de nuestros propios pecados a fin de que podamos ser readmitidos en la presencia de Dios, nuestro Padre Eterno”.