Los jóvenes de la Iglesia pasan este año de un enfoque anual en ser discípulo de Jesucristo a uno que los anima a “mirar hacia Cristo”.
Al mismo tiempo, la Iglesia también hace la transición del estudio del Libro de Mormón al estudio de Doctrina y Convenios como parte del curso de estudio “Ven, Sígueme”.
No hay mejor combinación este año para la nueva generación que unir el mirar hacia el Salvador y aprender sobre la doctrina de Su Iglesia y los convenios necesarios para recibir todas las bendiciones que el Padre Celestial ha prometido por la eternidad.
El presidente general de los Hombres Jóvenes Steven J. Lund dijo recientemente en un episodio del podcast del Church News que el Salvador es “alguien que nos da poder”. Nunca había pensado en Él de esa manera.
“El Salvador es un empoderador”, dijo el presidente Lund. “Cuando ponemos nuestra mirada en Él, Él nos hace más de lo que somos. Una y otra vez, he visto al Padre Celestial llenar los espacios vacíos y al Salvador darme sabiduría; Él es un empoderador. Mientras mantengamos nuestra mirada en Él, superaremos este torbellino de la vida”.
La Presidenta General de las Mujeres Jóvenes, Emily Belle Freeman, agregó su testimonio en ese mismo podcast, diciendo que volverse al Salvador siempre mejora su vida.

“Mirar hacia Cristo ha cambiado el curso de mi vida; … cada vez que he decidido mirar hacia Él, ha mejorado [mi vida], me ha dado fortaleza, me ha dado dirección y consuelo y perspectivas de maneras que no hubiera podido experimentar por mi cuenta”, dijo ella.
Al finalizar el año 2024, la última reunión sacramental de mi barrio incluyó mensajes exclusivamente de jóvenes poseedores del Sacerdocio Aarónico y mujeres jóvenes que compartieron lo que aprendieron durante el año sobre ser discípulos de Jesucristo.
Una mujer joven compartió un ejemplo de su escuela. Dijo que una recaudación de fondos que habría ayudado a muchos en la comunidad en un momento de necesidad no había resultado tan bien como se esperaba. Algunos de los estudiantes se unieron para crear un segundo esfuerzo entre sus compañeros de clase con una meta específica en mente que ayudaría a llenar un vacío significativo para algunas familias.
No fue la escuela, sus administradores, sus maestros ni los padres. Fueron los estudiantes adolescentes de la escuela quienes se unieron para lograr algo por los demás.
Los estudiantes superaron su meta, y esta joven reconoció el esfuerzo como un ejemplo de ser discípulos de Jesucristo.
Un joven del barrio dijo que, para él, ser un discípulo de Cristo es “un compromiso diario de elegir a Cristo por encima de la atracción del mundo”.
Hablando a los jóvenes adultos hace algunos años, el presidente Russell M. Nelson dijo que esta no siempre es una tarea fácil.
“Tendrán días en los que estarán totalmente desalentados; de modo que ¡oren y pidan el valor para no darse por vencidos! Necesitarán esa fortaleza, puesto que ser santo de los últimos días será cada vez peor visto“, dijo él.
Y el presidente Nelson añadió una promesa para aquellos que miran hacia y siguen al Salvador.
“No obstante, les prometo que conforme sigan a Jesucristo, hallarán paz constante y gozo verdadero. Conforme guarden sus convenios con una fidelidad cada vez mayor, y conforme defiendan la Iglesia y reino de Dios sobre la tierra hoy en día, el Señor los bendecirá con fortaleza y sabiduría para lograr lo imposible”, dijo.
En la epístola del Profeta José Smith a los Santos en 1842, según se registra en Doctrina y Convenios 128:22, él suplicó a los miembros de la Iglesia que siguieran adelante con fe en Jesucristo, con valor y con regocijo.
“¿No hemos de seguir adelante en una causa tan grande? Avanzad, en vez de retroceder. ¡Valor, hermanos; e id adelante, adelante a la victoria! ¡Regocíjense vuestros corazones y llenaos de alegría! ¡Prorrumpa la tierra en canto! ¡Alcen los muertos himnos de alabanza eterna al Rey Emanuel”, escribió José Smith.
Él vio la inmensa cantidad de bien que estaba inmediatamente ante los Santos si se concentraban en servir al Señor y, en ese momento específico, ayudar a aquellos del otro lado del velo a recibir las bendiciones del convenio mediante la obra vicaria en el templo. Y esperaba que aquellos primeros miembros de la Iglesia encontraran valor al realizar esa obra santa por sus antepasados y otros seres queridos fallecidos en el templo.
Ardeth G. Kapp, una ex presidenta general de las Mujeres Jóvenes, falleció en 2024. Era famosa entre quienes la habían conocido —particularmente niños y adolescentes— por las preguntas que hacía cuando les hablaba. Mis propios hijos fueron receptores de este intercambio en numerosas ocasiones.
“¿Cómo estás?” preguntaba ella. Para aquellos que la habían conocido antes, sabían que la respuesta no era tan simple como decir “bien” o “todo bien”.
“Mejor de lo que estaba, pero no tan bien como voy a estar”, era siempre la respuesta esperada.
“¿Qué están haciendo?” preguntaba ella entonces. Y aunque eventualmente quería escuchar sobre las actividades en las que estaban participando, esa no era la primera respuesta que debían dar.
“Tratando de esforzarse un poco más para ser un poco mejor”, esperaba oírles decir.
Espero unirme a los jóvenes de la Iglesia este año para mostrar el valor de mirar hacia Cristo y ser mejor de lo que era, pero no tan bueno como voy a ser en 2025.