La guía de estudio “Ven, sígueme” de esta semana cubre 2 Nefi 1-2, que incluye los consejos de Lehi a sus hijos poco antes de su muerte.
Church News buscó en los archivos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para saber qué han dicho los líderes sobre estos capítulos.
2 Nefi 1
“Las palabras de Lehi son un claro llamado para todos los hombres y jovencitos del sacerdocio. Dijo con gran convicción: ‘Despertad, hijos míos; ceñíos con la armadura de la rectitud. Sacudíos de las cadenas con las cuales estáis sujetos, y salid de la obscuridad, y levantaos del polvo’ (2 Nefi 1:23).
“Esta tarde, en esta vasta congregación, no hay ningún hombre ni ningún jovencito que no pueda mejorar su vida; y eso tiene que suceder. Después de todo, poseemos el sacerdocio de Dios. Si somos jovencitos que hemos recibido el Sacerdocio Aarónico, tenemos derecho a la ministración de ángeles para guiarnos, dirigirnos, bendecirnos y protegernos. ¡Qué cosa tan extraordinaria y maravillosa! Si se nos ha conferido el Sacerdocio de Melquisedec, se nos han dado las llaves del reino que conllevan poderes eternos, de los que habló el Señor cuando colocó las manos sobre la cabeza de Sus discípulos”.
— Presidente Gordon B. Hinckley, conferencia general de octubre de 2006, “¡Levantaos, hombres de Dios!”
“El profeta Lehi suplicó a sus hijos rebeldes diciendo: ‘… levantaos del polvo, hijos míos, y sed hombres’ (2 Nefi 1:21). Por su edad, Lamán y Lemuel eran hombres, pero en términos de carácter y madurez espiritual, aún se comportaban como niños. Murmuraban y se quejaban si se les pedía hacer algo difícil; no aceptaban la autoridad de nadie para corregirlos; no valoraban las cosas espirituales; y con facilidad recurrían a la violencia y eran buenos para hacerse las víctimas.
Actualmente vemos las mismas actitudes. Algunos actúan como si la meta del hombre debiera ser su propio placer.
. ... Se considera inteligente esquivar los compromisos, pero sacrificarse por el bien de otros es ingenuidad. Para algunos, una vida de trabajo y de logros es algo opcional. ...
“Nosotros, los que poseemos el sacerdocio de Dios, no podemos darnos el lujo de andar a la deriva. Tenemos trabajo por hacer. ¡Debemos levantarnos del polvo de la autocomplacencia y ser hombres! Es una hermosa aspiración que un joven desee ser un hombre, fuerte y capaz; que pueda construir y crear cosas; que sea una contribución para el mundo. Para los que ya somos mayores, es una maravillosa aspiración convertir en realidad la visión de la verdadera hombría en nuestra vida y ser modelos para aquellos que busquen en nosotros un ejemplo”.
— Élder D. Todd Christofferson, conferencia general de octubre de 2006, “Seamos hombres”
“Nuestras familias necesitan la paz de Dios, y si nosotras no podemos o no queremos invitar al Señor en nuestra vida, entonces nuestra familia se convierte en un reflejo de nuestra propia confusión. Se ha pedido que la mujer tenga la tarea de cuidar con amor a la familia, pero también debemos ser firmes. Debemos tener cimientos sólidos sobre los que nuestro hogar se mantenga de pie. Nuestra familia necesita que le hablemos paz de la misma forma en la que el Señor nos habla a nosotras. Nuestro hogar debe ser el aposento en el que la familia y los amigos deseen estar, donde todo el que entre halle la fortaleza y el temple para hacer frente a los crecientes desafíos en un mundo cada vez más lleno de maldad. Nuestros hijos necesitan oír que “hablamos de Cristo… nos regocijamos en Cristo, [y] predicamos de Cristo” (2 Nefi 25:26) para que sepan a qué fuente han de acudir para hallar la paz “que sobrepasa todo entendimiento”’ (Filipenses 4:7)”.
— Hermana Kathleen H. Hughes, entonces primera consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro, conferencia general de octubre de 2006`, “Cómo recordar el amor del Señor”

“Lehi se refirió una vez a sí mismo como “un padre tembloroso” (2 Nefi 1:14). Hay en la actualidad muchos padres y abuelos temblorosos. Algunas familias viven hoy en un desierto peor que el que recorrió la de Lehi. ...
“No existe la familia perfecta, ni en el mundo ni en la Iglesia, pero hay muchas que son excelentes. Brindo también mi aplauso espiritual a esos padres valerosos que, desamparados por la muerte o el divorcio, están honrada y ‘anhelosamente consagrados’ a sustentar y mantener a sus familias, a pesar de luchar, con frecuencia, contra enormes dificultades”.
— Elder Neal A. Maxwell, conferencia general de abril de 1994, “Brillo de la Esperanza”
“Lehi reprendió a Lamán y Lemuel por quejarse de que Nefi les había dicho ‘cosas duras’ (1 Nefi 16:3). Él les dijo: ‘…lo que… llamáis ira fue la verdad’ (2 Nefi 1:26). ¡Cuántas veces nosotros cometemos el mismo error, hermanos! La verdad cortante duele, pero su corte puede hacer que drene el orgullo”.
— Élder Neal A. Maxwell, conferencia general de octubre de 1989, “‘No murmures”
“Al … leer de nuevo el Libro de Mormón, me ha impresionado aún más el consejo que Lehi dio a su familia poco antes de morir, suplicando a sus hijos lo siguiente:
“‘Despertad, hijos míos; ceñíos con la armadura de la justicia. Sacudíos de las cadenas con las cuales estáis sujetos, y salid de la obscuridad, y levantaos del polvo’ (2 Nefi 1:23).”
“Esas palabras se aplican a nosotros hoy. ¿Quién no ha sentido las cadenas de los malos hábitos? Hábitos que pueden habernos impedido el progreso y hecho olvidar quiénes somos, haber destruido nuestra autoestima, puesto nuestra vida familiar en peligro y estorbado nuestra capacidad para servir al prójimo y a Dios. Muchas veces decimos: ‘Así es como soy y no puedo cambiar. No puedo sacudirme las cadenas del hábito’. ...
“La rectitud es un escudo, un protector, un aislador, una fuerza, un poder, un gozo, un rasgo de Cristo. Sí, viviendo rectamente se rompen cadenas”.
— Élder Marvin J. Ashton, conferencia general de octubre de 1986, “Sacudíos de las cadenas con las cuales estáis sujetos”
“También quisiera dar una palabra de consuelo a los afligidos padres de hijos que se han extraviado en el camino y prestan oídos sordos a sus enseñanzas y ruegos. Si bien la mayoría de las veces los hijos siguen los pasos de los padres, obedecen sus enseñanzas y corresponden a su cariño, algunos les vuelven la espalda como el hijo pródigo y desprecian sus vidas. El gran principio del libre albedrío es fundamental para que haya desarrollo y progreso, pero también da lugar para escoger libremente el desenfreno, el derroche y la degradación. Los hijos tienen su libre albedrío, el cual muchas veces ponen de manifiesto a muy tierna edad, por lo que pueden observar las enseñanzas y anhelos de sus padres o no hacerlo. Muchos padres que hacen lo mejor que pueden comprenden bien las palabras de Lehi: ‘Escuchad las palabras de un padre tembloroso’ (2 Nefi 1:14). ...
“Como buenos padres, hacemos lo mejor que podemos. Tengo la esperanza de que Dios juzgará a los padres al menos en parte por el deseo de sus corazones”.
— El entonces élder James E. Faust, conferencia general de octubre de 1984, “Las obras de Dios”

2 Nefi 2
“Resulta significativo destacar que la tentación de pecar no es la única clase de oposición en la vida mortal. El padre Lehi enseñó que si la Caída no hubiera tenido lugar, Adán y Eva ‘habrían permanecido en un estado de inocencia, sin sentir gozo, porque no conocían la miseria’ (2 Nefi 2:23). Sin la experiencia de la oposición en la vida mortal, ‘todas las cosas necesariamente serían un solo conjunto’, en el cual no habría felicidad ni desdicha (versículo 11). Por lo tanto, el padre Lehi prosiguió, después de que Dios hubo creado todas las cosas “para realizar sus eternos designios en cuanto al objeto del hombre… era menester una oposición; sí, el fruto prohibido en oposición al árbol de la vida, siendo dulce el uno y amargo el otro” (versículo 15). …
“La oposición en las difíciles circunstancias que afrontamos en la vida mortal también forma parte del plan que impulsa nuestro progreso en la vida mortal”.
— El entonces élder Dallin H. Oaks, conferencia general de abril de 2016, “Oposición en todas las cosas”
“Asuman la responsabilidad de su propio bienestar espiritual. Dejen de culpar a los demás o a sus circunstancias, dejen de justificarse y dejen de poner excusas a por qué no se están esforzando plenamente por ser obedientes. Acepten que son “libres según la carne” y “libres para escoger la libertad y la vida eterna” (2 Nefi 2:27). El Señor conoce sus circunstancias a la perfección; pero también sabe perfectamente bien si simplemente han decidido no vivir el Evangelio en su plenitud. Si tal fuera el caso, sean lo suficientemente sinceros para admitirlo y esfuércense por ser perfectos en su propia esfera de circunstancias. La confianza espiritual aumenta cuando asumen la responsabilidad de su propio bienestar espiritual y aplican la expiación de Jesucristo a diario”.
— Élder Jörg Klebingat, conferencia general de octubre de 2014, “Acerquémonos al trono de Dios con confianza”
“Satanás tiene muchas razones para hacer lo que hace. Quizás la más poderosa es el motivo de la venganza, pero también desea hacer que los hombres y las mujeres sean miserables como él es. Ninguno de nosotros debe subestimar jamás cuán motivado está Satanás para tener éxito. Su función en el plan eterno de Dios crea la ‘oposición en todas las cosas’ (2 Nefi 2:11) y pone a prueba nuestro albedrío. Cada decisión que ustedes y yo tomamos pone a prueba nuestro albedrío: si decidimos ser obedientes o desobedientes a los mandamientos de Dios es en verdad una elección entre la ‘libertad y la vida eterna’ y la ‘cautividad y la muerte’.
“Esa doctrina fundamental se enseña claramente en 2 Nefi, capítulo dos: ‘Así pues, los hombres son libres según la carne; y les son dadas todas las cosas que para ellos son propias. Y son libres para escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte, según la cautividad y el poder del diablo; pues él busca que todos los hombres sean miserables como él’ (2 Nefi 2:27)”.
— Élder L. Tom Perry, conferencia general de abril de 2013, “La obediencia a la ley es libertad”
“En todo el mundo y entre los miembros de la Iglesia, abundan el gozo y el dolor. Ambos son parte del plan. Sin uno, no podemos conocer el otro. ‘…existen los hombres para que tengan gozo’ (2 Nefi 2:25) y “porque es preciso que haya una oposición en todas las cosas” (2 Nefi 2:11) no son conceptos contradictorios, sino que se complementan.
— Élder Donald L. Hallstrom, conferencia general de abril de 2010, “Volverse al Señor”

“Por tanto, perseverar hasta el fin no se trata solamente de tolerar pasivamente las circunstancias difíciles de la vida ni de sólo sobrevivir. La nuestra es una religión activa que ayuda a los hijos de Dios a lo largo del camino estrecho y angosto a lograr su pleno potencial durante esta vida y regresar a Él algún día. Desde esa perspectiva, el perseverar hasta el fin es exaltador y glorioso, no sombrío ni lúgubre. Ésta es una religión llena de gozo, de esperanza, fortaleza y liberación. ‘Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo. (2 Nefi 2:25)”.
— Élder Dieter F. Uchtdorf, conferencia general de octubre de 2007, “¿No tenemos razón para regocijarnos?”
“…un propósito básico de la vida de ustedes, como lo enseñó Lehi, es “[tener] gozo” (2 Nefi 2:25). Para tener gozo, necesitan entender que, por ser hijos de un Padre Celestial, han heredado rasgos divinos y necesidades espirituales. Así como un pez necesita agua, ustedes necesitan el Evangelio y la compañía del Espíritu Santo para ser verdadera y profundamente felices. Dado que ustedes son progenie de Dios, es incompatible con su naturaleza eterna hacer el mal y sentirse bien; sencillamente, es imposible. Por así decirlo, en su ADN espiritual está escrito que tendrán paz, gozo y felicidad únicamente en la medida en que vivan el Evangelio”.
— Élder Marcus B. Nash, conferencia general de octubre de 2006, “El gran plan de felicidad”
“Sea cual fuere el resultado, e independientemente de cuán difíciles sean sus experiencias, ustedes tienen la promesa de que no se les negarán las bendiciones de relaciones familiares eternas si aman al Señor, guardan Sus mandamientos y simplemente hacen todo lo que esté dentro de sus posibilidades. Cuando el pequeño Jacob sufrió ‘aflicciones y mucho pesar’ como resultado de las acciones de otros miembros de la familia, su padre Lehi le aseguró: ‘Tú conoces la grandeza de Dios; y él consagrará tus aflicciones para tu provecho’ (2 Nefi 2:1–2).”
— El entonces élder Dallin H. Oaks, conferencia general de abril de 2007, “El divorcio”