Krissy Miller no suele arrodillarse en oración antes de iniciar su excursión de senderismo en la “Y”, pero ese día de septiembre de 2023, algo la impulsó a detenerse antes de ir al sendero.
Arrodillada en la sala de su casa, esta Santo de los Últimos Días de Provo, Utah, le pidió al Padre Celestial que la guiara para tomar la decisión de convertirse en donante de riñón. Esta idea había estado en la mente y en el corazón de Miller durante casi un año, pero se sentía insegura debido a los riesgos para la salud que esto podría traer y por la posibilidad de que su esposo, Chris, que tiene diabetes tipo 1, pudiera necesitar su riñón algún día.
Pero ese día, en el sendero “Hike the Y Trail” — una empinada caminata de unos 3,2 kilómetros (2,2 millas) de ida y vuelta hasta la emblemática “Y” de la Universidad Brigham Young que se encuentra en la ladera de la montaña —Miller conoció a un hombre llamado Shiller Joseph. Este le dijo que se encontraba en la lista de espera para trasplante de riñón y, además, se alegraba de vivir en Utah donde la lista de espera del estado es mucho más corta que la de Florida, su estado natal.
Miller dijo que sintió que una “electricidad” le recorría el cuerpo al escuchar las palabras de Joseph. “No suelo recibir respuestas tan directas a mis oraciones, pero fue [algo] inconfundible”.
A medida que Miller continuó hablando con Joseph y su esposa, Rhona, pudo darse cuenta de que eran personas de fe, entonces les dijo que ellos habían sido la respuesta a su oración y les pidió que se mantuvieran en contacto para ver si existía la posibilidad de poder donarle su riñón a Shiller Joseph.
Ese día marcó el comienzo de la amistad entre Miller y Joseph. El camino que tuvieron que recorrer no siempre fue fácil, pero oraban y esperaban ser compatibles como donante y receptor, y así se apoyaron mutuamente, en sus familias y en la fe en Jesucristo que compartían.
Trece meses y un trasplante después, el riñón de Miller le está dando a Joseph una nueva oportunidad de vida.
“Este es un milagro moderno”, dijo Joseph, y añadió, “[Esto] es un ejemplo de amor verdadero, tal y como Jesús lo demostró por nosotros. Aunque nos quedamos [cortos] en nuestra fe, [debemos] permanecer fuertes, porque es probable que no entendamos nuestro día a día, pero Dios sí [lo entiende]”.
Un encuentro milagroso

Miller, que pertenece al Barrio Sunset 13 de la Estaca Provo Utah Sunset, dijo que la idea de donar un riñón le vino a la mente, por primera vez, en octubre de 2022, cuando vio una publicación en Facebook de alguien cuyo cuñado necesitaba un trasplante de riñón.
Mientras miraba las fotos de la “hermosa” familia de este hombre, solo podía pensar en lo devastador que hubiera sido para ella criar a sus cuatro hijos sin su esposo, Chris. No sabía si podría ayudar a este hombre específicamente, pero quería saber si podía ayudar a que alguien pudiera estar más tiempo con sus seres queridos.
Inspirada, Miller comenzó a analizar con sus médicos la posibilidad de una donación de riñón; pero se enteró que, para poder ser donante, tenía que bajar el nivel de azúcar en la sangre y perder peso.
Así que Miller postergó la idea de la donación de riñón y se concentró en mejorar su salud. Entre diciembre de 2022 y septiembre de 2023, comenzó a practicar senderismo al menos tres veces por semana, cambió su régimen de alimentación y perdió casi 18 kilos.
Al llegar agosto de 2023, Miller volvió a pensar seriamente en donar un riñón, y tan solo unas semanas más tarde, vio a Joseph en el sendero de la “Y”. No pudo evitar la impresión de que debía hablar con él.
Joseph también estaba en el sendero ese día como parte sus esfuerzos por estar más saludable. Un pastor y ex paramédico de Florida, se mudó Heber, Utah, en 2020 con su esposa, Rhona, y sus tres hijos para comenzar un ministerio.
Pero unos seis meses después, la salud de Joseph comenzó a declinar y pronto se enteró de que su lupus —una enfermedad autoinmunitaria crónica— estaba ocasionando una caída de la función renal a niveles peligrosamente bajos. Al llagar la primavera de 2021, recibía diálisis y estaba tan enfermo que no podía trabajar ni ayudar a cuidar a sus hijos, uno de los cuales tiene necesidades especiales.
Aquellos meses fueron una época oscura para Joseph. El venir a Utah había requerido mucha fe, pero en lugar de construir el ministerio, al cual sentía que Dios lo había llamado, estaba enfermo en una silla de diálisis mientras su esposa llevaba toda la carga de cuidar de su familia. Estaba cansado y desanimado, y se preguntaba qué propósito tenía Dios para él si no era el ayudar a los demás.
Pero la familia de Joseph lo impulsó a mejorar su salud, incluso mientras esperaba por el riñón. Se trasladaron a Provo, donde él continuó sus tratamientos de diálisis y, fue por sugerencia de su esposa que estaban en el sendero de la “Y” el día en que se encontraron con Miller.
Mientras hablaban con Miller, Joseph se quedó “sin palabras” cuando ella le ofreció su riñón a un completo desconocido. Todavía tenían que hacerse pruebas para determinar la compatibilidad, pero ambos eran del grupo sanguíneo O+, lo cual ya representaba un avance positivo.
“[Yo] pensaba: ‘Esto es algo surrealista. Esta mujer tiene que ser un ángel o algo así’”, dijo Joseph.
Tanto Miller como Joseph dejaron el sendero aquel día fortalecidos por el conocimiento de que el Padre Celestial estaba al tanto de lo que ellos necesitaban. Aunque el trasplante de riñón no sucediera, Joseph sintió que Dios le decía, “Siempre he estado presente. No te daré la respuesta que quieres, pero sí te daré la respuesta que necesitas”.
Caminando por la fe

El próximo paso, para Miller y Joseph, era determinar si eran o no compatibles para la donación. Le siguieron varios meses en los cuales se realizaron pruebas, incluso momentos en que parecía que Miller, nuevamente, no sería apta para la donación de riñón.
Durante ese tiempo, se aferraron a su fe en que el Padre Celestial sabía lo que estaba haciendo. Miller recordó una ocasión en que oró en el templo para ser capaz de aceptar la voluntad de Dios si finalmente no podía donarle el riñón a Joseph.
“A pesar de todo, sentí la fe para seguir a delante”, dijo ella.
Por su parte, Joseph, también le confió a Dios aquello que él no podía controlar y se centró en lo que sí podía. Conocer a Miller le dio un nuevo impulso, dijo, y redobló sus esfuerzos por alimentarse mejor y hacer más ejercicio.
Esa mentalidad de avanzar paso a paso, caminando por la fe, finalmente los llevó al día del mes de marzo de 2024, cuando recibieron la buena noticia que habían estado esperando: el riñón de Miller era compatible con Joseph. La cirugía de trasplante se había aprobado.
“Nos dijeron que nos solo éramos compatibles, sino que teníamos una excelente y sólida compatibilidad, casi como [si fuéramos] hermanos”, dijo Miller, y añadió: “Sentí que era otra confirmación de fe de que todos somos hijos de Dios. Todos somos hermanos”.
Joseph dijo que la noticia le dejó sin palabras. Recibir cualquier riñón sería un regalo, pero fue especialmente conmovedor recibirlo de alguien que conoce, alguien a quien ama como una hermana y amiga.
Recibir la noticia también fue, para Joseph, una confirmación espiritual de que Dios siempre tuvo un plan para él.
“Aparte de ver nacer a mis hijos y casarme con mi esposa, creo que nunca he tenido un mejor momento”, afirmó.
‘No hay amor más grande que este’

Miller y Joseph se sometieron a exitosas operaciones el 2 de abril de 2024, en el centro médico Intermountain Medical Center en Murray, Utah. La recuperación de Joseph fue complicada ya que contrajo una infección que lo llevó a la unidad de cuidados intensivos por una semana; pero ahora, seis meses después de la operación, su vida “ha cambiado y mejorado”.
Por su parte, Miller, también se encuentra bien. Físicamente está más fuerte que nunca, dijo, sin embargo, siente que ha cambiado mental y espiritualmente.
“[Dios] no dependía de mí para darle a Shiller un riñón”, dijo. “Siento que Él me dio la oportunidad de amar y servir, y que, si yo no escuchaba, entonces esa oportunidad la tendría otra persona … El Señor habría cuidado a Shiller de cualquier manera, pero gracias a que esta vez escuché … mi fe y testimonio han crecido mucho”.
Joseph también está profundamente agradecido a Dios por el milagro de haber conocido a Miller y recibir un riñón. Reflexionó sobre cómo, aunque las personas se vean diferentes por fuera, son iguales por dentro. El acto de amor “no es un cuento de hadas”, dijo, y Miller demuestra ese amor.
También hizo referencia a Juan 15:13, donde Jesús les dice a sus discípulos: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”.
“En la sala de operaciones pudo haber ocurrido cualquier cosa, pero ella llegó allí con una sonrisa”, comentó Joseph sobre Miller, añadiendo, “Eso es amor. … Dios es real y estoy contento porque me ha permitido ser parte de esto”.