La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días está organizando centros de coordinación de ayuda en Florida, Georgia y las Carolinas, después del paso del huracán Helene, según informó ChurchofJesusChrist.org (en inglés).
Se están enviando, lo más rápido posible, camiones con agua, alimentos, kits de higiene y otros suministros esenciales a las zonas más necesitadas.
El huracán Helene tocó tierra a última hora de la tarde del jueves 26 de septiembre en la región de Big Bend de la zona de Florida Panhandle como un huracán de categoría 4 con vientos de hasta 225 kilómetros por hora (140 millas); 76 centímetros (30 pulgadas) de lluvia y una marejada ciclónica récord por la acumulación de agua a lo largo de la costa oeste de Florida. Fue el huracán más violento que ha azotado la zona y el más mortífero que ha ocurrido en los EE. UU desde que el huracán Katrina se abatió sobre Luisiana en 2005. Más de 100 personas han muerto, la mayoría ahogadas, según informó ChurchofJesusChrist.org (en inglés).
Desde Florida, la tormenta continuó su paso tierra adentro, causando en la región inundaciones repentinas, tornados, deslizamientos de tierra, derrumbes de carreteras, advertencia de hervir el agua (por falta de agua potable), más de 81 centímetros (32 pulgadas) de lluvia y ráfagas de viento superiores a los 160 kilómetros por hora, según información proporcionada por el Área Norteamérica Sudeste de la Iglesia. Una comunidad tuvo que ser evacuada debido al posible colapso de una represa, el cual se evitó por muy poco; mientras que en seis estados — Florida, Georgia, Kentucky, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Tennessee — han declarado el estado de emergencia.

Todos los misioneros de la región están a salvo. Algunos edificios de la Iglesia en Florida, Georgia, Carolina del Sur, Carolina del Norte y Tennessee sufrieron daños, y muchas zonas continúan sin electricidad. Sin embargo, el recientemente terminado Templo de Tallahassee, Florida, ubicado a 80 kilómetros al noroeste del lugar donde tocó tierra el huracán, no sufrió daño. El comienzo de la jornada de puertas abiertas del templo continúa programada para el 4 de noviembre.
En las próximas semanas se enviarán equipos de ayuda en caso de catástrofes al estado de Alabama que irán hacia el este, a través del centro de Florida, y hacia el norte a Georgia, Carolina del Sur, Carolina del Norte y Tennessee. Se prevé que miles de voluntarios de la Iglesia limpien las casas inundadas, retiren escombros, árboles caídos y cubran los techos con lonas, informó ChurchofJesusChrist.org (en inglés).
“Tenemos una enorme tarea por delante”, dijo el élder Quinn Millington, un Setenta de Área en el Área Norteamérica Sureste de la Iglesia y director del Comité de Respuesta ante Desastres. “En el sur, estamos acostumbrados a las tormentas, pero nunca hemos enfrentado daños tan extensos. Aun así, hemos visto la capacidad de recuperación de estas comunidades, una y otra vez, a medida que acuden con entusiasmo a ayudar a sus vecinos necesitados, levantando las manos caídas y consolando a quienes necesitan consuelo”.

El élder Craig C. Christensen, un Setenta Autoridad General y presidente del Área Norteamérica Sureste de la Iglesia, añadió que en épocas de gran necesidad, las congregaciones Santos de los últimos Días locales aman y sirven a sus comunidades.
“Al hacerlo, servimos como lo hizo el Salvador y ejemplificamos el significado del nombre de Su Iglesia, el mismo nombre que está impreso en esas brillantes y reconocibles camisas amarillas que llevan esperanza a sus comunidades con una carretilla y una motosierra en la mano”, dijo el élder Christensen.
Quienes deseen ayudar, pero se encuentren fuera de la zona de desastre, pueden consultar la página JustServe.org para encontrar oportunidades de servicio locales o pueden hacer un donativo al Fondo Humanitario de la Iglesia.
La reacción de los miembros de la Iglesia

Kyle Gilett, presidente de la Estaca Ashville Carolina del Norte de la Iglesia, dijo que la estaca está “cavando a mano” algunos caminos para llegar a los miembros. Dijo que, actualmente, no hay carreteras transitables en Ashville, que algunas zonas podrían estar sin energía eléctrica durante al menos tres emanas, y no se sabe cuándo se restaurará el servicio de teléfonos celulares”.
Y añadió que, “En estos momentos no hay noticias de miembros heridos, pero algunos han sido evacuados”.
Sarah Watson, que vive en Odessa, Florida, dijo que los bomberos acamparon en su patio mientras protegían su casa de una posible explosión debido a los cables eléctricos caídos. “Las imágenes no hacen justicia a esto. … Esta será una gigantesca limpieza”.
Connie Day de Tampa, Florida, dijo que el huracán causó destrozos en miles de casas. Su propia casa se inundó con más de 60 centímetros (2 pies) de agua, arruinando el mobiliario, pisos, paredes, cableado eléctrico, electrodomésticos y su automóvil. “La reconstrucción va a ser larga. … Así que [será] un paso, un día a la vez”.
Cheryl Ruggles en Columbia, Carolina del Sur, dijo que el huracán castigó duramente a su vecindario y ahora no tiene electricidad. “Fue una noche aterradora; escuchar cómo todo se rompía y caía a nuestro alrededor”.
