Miembros y misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, muchos de ellos con chalecos amarillos de Manos que Ayudan, han dedicado más de 12.000 horas a prestar ayuda a las víctimas de las desastrosas inundaciones de verano en Europa. Las copiosas lluvias hicieron que los pequeños ríos se convirtieran en torrentes que arrastraron vehículos y causaron la muerte a más de 200 personas en el oeste de Alemania y Bélgica a mediados de julio, según los informes de la prensa.
En las semanas siguientes a las inundaciones, los voluntarios se han dirigido a las comunidades invadidas por el barro en Alemania y Bélgica, para ayudar a limpiar los desechos de las casas y negocios. Los miembros de Luxemburgo han donado ropa a las organizaciones locales que ayudan a las víctimas de las inundaciones. La Iglesia también se comunicó con los miembros de las zonas afectadas y les ofreció bombas para inundaciones, alimentos y apoyo, según informes del 9 de septiembre publicados en el sitio de la Sala de Prensa del Reino Unido.
Los habitantes de Bad Neuenahr-Ahrweiler, en Alemania, comenzaron a llamar a los misioneros “Engel unterwegs” (“ángeles en movimiento”), según informe de la Sala de Prensa del Reino Unido.
“Hubo un torrente de bondad, amor y unidad. El miedo se topó con la valentía y la desesperación con la esperanza”, dijo el élder Erich W. Kopischke, primer consejero de la presidencia del Área Europa y Setenta Autoridad General, en el comunicado publicado en el sitio de la Sala de Prensa del Reino Unido. “Como Iglesia, estamos profundamente agradecidos a todos los que han sacrificado su tiempo y recursos para ayudar a los necesitados. Ver a nuestros misioneros y miembros sirviendo junto a vecinos, amigos y con personas totalmente desconocidas, llena nuestros corazones de humildad y alegría”.
Él y su esposa, la hermana Christiane Kopischke, también ayudaron en la limpieza de un jardín de infantes católico en Alemania.
El élder Jeffrey Hilton y la hermana Karen Hilton, que sirven en el Departamento de Comunicación de la Iglesia en Francfort, Alemania, viajaron a Bad Neuenahr-Ahrweiler, en Alemania para ayudar en la limpieza.
“Una heladería local fue destruida cuando, no solo uno, sino dos pequeños automóviles fueron lanzados a través de la fachada del edificio por la fuerza del agua”, dijo el élder Hilton. “Lo que unió a los voluntarios fue el lenguaje universal del amor y el servicio. No importaba de dónde venían ni qué dialecto hablaban. Todos estábamos allí por la misma razón”.
Los voluntarios están coordinando con las autoridades locales para ayudar a individuos, familias y negocios.
“Pronto me encontré en un restaurante ayudando a sacar el barro, los escombros y los objetos sucios del sótano”, dijo el élder Jacob Reed. “Inicialmente, había pensado que iríamos allí y ayudaríamos hasta que se terminara — tal vez unas tres o cuatro horas —después almorzaríamos y seguiríamos con la casa siguiente. Estaba absolutamente equivocado. Cargué un balde tras otro a través de la casa hasta la calle y simplemente lo vertí todo allí. Parecía algo interminable.
En Bélgica, los miembros de la Iglesia y los misioneros que sirven en Bélgica y los Países Bajos han estado ayudando en el suburbio de Trooz en Lieja, Bélgica que se inundó cuando el río Vesdre subió 7 metros por encima del nivel normal.
Los misioneros de Bélgica, Luxemburgo y del este de Francia, así como los miembros de Bélgica y Francia, han ayudado a limpiar los desechos de las casas y los patios en Lieja.
“Había un ambiente muy alegre, a pesar del trabajo tan duro y agotador y la devastación que los rodeaba. Los ayudantes no estaban descontentos y no se quejaron de las circunstancias, sino que parecían disfrutar realmente lo que hacían”, dijo la hermana Christiane Kopischke.