Una cita atribuida al científico estadounidense George Washington Carver enseña: “Donde no hay visión, no hay esperanza”.
Halima, una anciana de un pequeño pueblo de Tanzania, seguramente entendería la observación de Carver de una manera profundamente personal.
Hace varios años, Halima comenzó a quedarse ciega después de desarrollar cataratas bilaterales. Incluso las tareas básicas como levantarse de la cama eran difíciles. Pronto dependió de una sobrina para que la cuidara tiempo completo.
Finalmente, Halima quedó completamente ciega. Recuerda sentirse como si estuviera en un sueño profundo y perpetuo esperando cada día para despertar.
“Sólo quiero ser independiente — lo fui toda mi vida, pero ahora me siento totalmente inútil”, dijo en ese momento.
Entonces, un milagro visitó a Halima y su familia. La mujer de Tanzania fue identificada como candidata para una cirugía de cataratas gratuita por Latter-day Saint Charities, la organización humanitaria de la Iglesia, y sus socios locales en su país de África Oriental. Trabajando bajo los auspicios de la iniciativa de visión global de la Iglesia, un equipo de profesionales médicos experimentados realizó el procedimiento de Halima.

La cirugía de extracción de cataratas es una cirugía común, segura y económica. Tiene una tasa alta de éxito y es casi inmediato. Pero para pacientes como Halima, las cirugías patrocinadas por la Iglesia nunca son algo común. Son “lo que cambia la vida”.
Las cirugías sencillas que restauran la visión tienen un impacto positivo en las personas y sus familias durante generaciones. Los pacientes postoperatorios de cataratas como Halima — junto con sus cuidadores — a menudo redescubren la autosuficiencia, la libertad económica y la simple alegría de ver cómo se desarrolla la vida con claridad.
Mejorando vidas — un ojo a la vez
Hay varias razones por las que Latter-day Saint Charities pone como prioridad su iniciativa en curso del cuidado de la vista.

Para empezar, más de 770 millones de personas en el mundo sufren de pérdida de la visión que se puede prevenir o tratar, según los informes de Latter-day Saint Charities. Más de 100 millones de personas tienen cataratas similares a las de Halima. Millones de otras personas tienen errores de refracción no corregidos y se beneficiarían con el uso de lentes correctivos como anteojos recetados.
El propósito de la iniciativa del cuidado de la vista de la Iglesia es claro: mejorar la calidad de vida de personas como Halima y legiones de otras personas que sufren de las causas más frecuentes de pérdida de la visión mediante el fortalecimiento de los sistemas de provisión, todo mientras se aumenta el acceso y la calidad de los servicios básicos de atención oftalmológica.
La gran mayoría de las personas atendidas por la iniciativa de cuidado de la vista de la Iglesia son tratadas en sus propios países y comunidades, a menudo por proveedores locales.
En el pasado, los equipos de oftalmólogos generalmente viajaban a regiones del mundo donde las personas tenían acceso limitado a la atención oftalmológica, como la cirugía de cataratas. Estas misiones aún ocurren, pero ahora gran parte del trabajo lo realizan proveedores locales, incluyendo muchos que han recibido capacitación de profesionales del cuidado de la vista patrocinados por la Iglesia.
Muchos de los procedimientos se realizan utilizando el equipo quirúrgico más moderno proporcionado por la Iglesia.
Al igual que con otras iniciativas de Latter-day Saint Charities, socios globales con organizaciones humanitarias tales como Sightsavers, Orbis International y el Himalyan Cataract Project son parte integral del éxito del programa de visión. Latter-day Saint Charities también trabaja en estrecha colaboración con proveedores locales y ministerios de salud nacionales para encontrar y ofrecer las formas más eficientes de servir a la mayor cantidad de personas posible.
Tales asociaciones “en cada lugar” “pueden proporcionar un enfoque más holístico que proporcione una mayor sustentabilidad e impactos duraderos”, dijo la oficial de programas Annie Kirk, sobre el programa de discapacidad de Latter-day Saint Charities.

Se han implementado proyectos de cuidado de la vista en África, América del Sur, el Caribe, Asia, las Islas del Pacífico y Europa del Este.
En los últimos años, por ejemplo, Latter-day Saint Charities y el Himalayan Cataract Project proporcionaron suministros y servicios para miles de cirugías de cataratas en Ghana. Mientras tanto, 13 centros de Ghana recibieron capacitación para realizar cirugías de cataratas en gran volumen durante programas comunitarios. También se donó material quirúrgico a varios centros.
Y en la nación de Malawi, en el sureste de África, Latter-day Saint Charities se está asociando con Sightsavers en un proyecto continuo para expandir los servicios de salud ocular en siete distritos del sur. Entre julio del 2019 y junio del 2020, más de 130.000 personas se sometieron a exámenes de detección de pérdida de la visión y 924 — incluyendo 159 niños — se sometieron a una cirugía para restaurar la vista.
Kirk participó en un proyecto de Latter-day Saint Charities en Ghana “donde realizaron 705 cirugías de cataratas en una semana”. No olvidará presenciar la alegría y las lágrimas de los pacientes cuya vista había sido restaurada después de años de problemas de la visión.

Siguiendo el ejemplo del Sanador
Para los cristianos, por supuesto, el acto de restaurar la vista conlleva una profunda resonancia espiritual. Esa conexión divina no pasa desapercibida para Kirk y sus asociados.
Durante Su ministerio terrenal, Jesucristo sanó a los ciegos. En Juan 9, el Salvador declaró que Él era “la luz del mundo” antes de hacer lodo con su propia saliva y ungir los ojos de un hombre que había sido ciego de nacimiento.
Entonces, el Señor le ordenó al ciego que se lavara en el estanque de Siloé. El hombre siguió obedientemente Su dirección y fue sanado. Por primera vez en su vida, el hombre pudo ver.
Las lecciones aprendidas de esa sanidad sagrada son muchas — pero quizás la más destacada es la promesa de que la esperanza y la “visión” espiritual aguardan a todos los que guardan Sus mandamientos.