Un día antes de lo que sería la evacuación de los misioneros de tiempo completo bajo su cuidado el 4 de febrero debido al coronavirus, el presidente Dennis L. Phillips, de la Misión China Hong Kong, les indicó a quienes servían en las áreas periféricas que se reunieran en la ciudad a medida que los líderes seguían los informes de noticias. Los misioneros esperaron una posible noticia para iniciar los procedimientos de evacuación.
Luego, llegó la confirmación. “País de la gelatina” —la frase de código secreta de la misión— marcó el comienzo del proceso de evacuación de tres acciones: no contactar a nadie, hacer las maletas y limpiar el apartamento.
Con tantas directivas y tanto amor y preocupación para transmitir a sus misioneros, el presidente Phillips hizo lo mejor que pudo con un mensaje de texto conciso en un grupo de WhatsApp: “Desearía haberles podido decir esto personalmente a cada uno de ustedes, pero no fue posible. Se acaba de publicar un anuncio de la Iglesia que indica que, debido al impacto del virus, todos los misioneros que sirven en Hong Kong serán reasignados temporalmente. Estaré en contacto con cada uno de ustedes en breve, pero, por favor, no notifiquen a sus padres ni hagan llamadas. Esto no es porque sea un secreto, sino porque complicará nuestro esfuerzo de enviarlos a casa. Aquí está el comunicado de prensa. Por favor, léanlo y luego hablaremos. Los amamos a todos y los abrazaríamos ahora mismo si estuviéramos con ustedes”.
El plan de partida de la misión comenzó a funcionar —creando grupos de viaje de ocho a 17 misioneros, suplementando un autobús alquilado con taxis, reuniéndose en la oficina de la misión, ofreciendo apartamentos cercanos cuando era necesario dormir, pesando equipaje, descartando artículos excedentes, encargando pizza y permitiendo que los misioneros llamaran a su hogar mientras esperaban el momento asignado de partir.
Los asistentes del presidente y los misioneros de la oficina dirigieron a las masas en la oficina de la misión, la enfermera de la misión controló la temperatura de cada élder y hermana antes de abordar el autobús con destino al aeropuerto, y las parejas mayores ayudaron en las filas de registro del aeropuerto mientras que brindaban consuelo, seguridad y —en muchos casos— asistencia con las tarjetas de crédito para cubrir los costos por exceso de equipaje.
La misión incluía a 13 élderes y hermanas locales de Hong Kong que debían ser relevados temporalmente. El presidente Phillips y su compañera, la hermana May Phillips, esperaban aliviar cualquier sentimiento de abandono al invitarlos a ellos y sus padres a reunirse en la capilla de la sede de la misión para una velada de explicaciones y expresiones y a regresar para almorzar al día siguiente.
“Estoy seguro de que hay algunas cosas que podríamos haber hecho mejor o de forma más eficiente, pero definitivamente vimos la mano del Señor en esta obra. Las cosas simplemente salieron muy bien, e incluso cuando se cometieron o se pasaron por alto errores, pudimos hacer ajustes rápidamente y lograr que funcionara”, escribió más tarde el presidente Phillips. “… Estamos aún más convencidos de que hay un plan divinamente inspirado. Hemos tenido que aprender la paciencia y perseverar mucho más allá de cualquier cosa que creíamos posible”.
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El relato del presidente Phillips de la primera de muchas evacuaciones misionales de la Iglesia relacionadas con el coronavirus es un extracto de una de casi 7.000 entradas por parte de líderes de misión y misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en las que compartían experiencias e impresiones sobre la forma en que la pandemia global de COVID-19 de 2020 impactó la obra misional.
Las entradas provienen y ayudan a sustentar un proyecto del Departamento de Historia de la Iglesia que registra las experiencias de los misioneros y líderes de misión al reaccionar ante el COVID-19 —y compila una historia contemporánea al dar una crónica de los eventos en tiempo real. Se enviaron encuestas en línea a la fuerza misional del período de la pandemia —compuesta de los presidentes de misión y centros de capacitación misional y sus compañeras, los misioneros mayores, y los misioneros y misioneras jóvenes de tiempo completo.
“Generalmente, pensamos en la historia como algo que ocurrió hace mucho tiempo y sobre lo cual estamos reflexionando”, dijo Wayne Crosby, director de apoyo global y adquisiciones del Departamento de Historia de la Iglesia. “Y, en este proyecto, estamos intentando reunir eventos contemporáneos a medida que ocurren. Así que, nuestro propósito era obtener una perspectiva misional sobre lo que esperamos que sea un evento único en la vida y captarlo en tiempo real”.
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En una reunión del consejo de liderazgo de la Misión Arizona Phoenix, el élder Jon Ferguson escuchaba mientras su presidente de misión se emocionaba al mencionar un correo electrónico del día anterior sobre los ajustes en la obra misional de la Iglesia relacionados con la pandemia. Estos ajustes incluían el relevo antes de tiempo de los élderes que tenían programado completar su misión el 1 de septiembre o antes, a fin de terminar su servicio a los 21 meses en lugar de a los 24.
“El comenzó a leer lentamente los nombres de todos los misioneros que se verían afectados. A medida que esos misioneros se ponían de pie, se los podía reconocer por ser algunos de los misioneros que trabajaban más duro y eran más obedientes en toda la habitación”, escribió el élder Ferguson.
“A medida que leía lentamente los nombres, llegó al mío. Sentí que se me rompía el corazón, me quebré, ni siquiera podía hablar. Simplemente me sentía herido y destrozado al mirar a mis amigos cercanos, misioneros con los que había trabajado de cerca, quienes también estaban experimentando las mismas emociones que yo. Me sentí bastante desesperanzado”.
Él señaló que experimentó “una tierna misericordia” —un misionero samoano que el élder Ferguson había entrenado estaba entre los asistentes. “Mientras experimentaba estos sentimientos, él levantó su silla y la trajo junto a la mía, algunas filas más lejos —vino y simplemente me rodeó con su brazo. Eso me ayudó a sentir más del amor de Dios, y me conmovió profundamente”.
El élder Ferguson informó que, durante varios de los días siguientes, intentó hacer frente a la noticia y aceptarla, “lo cual me destrozó hasta que pude orar realmente y saber que ese era el plan de Dios”. Luego de una semana, su perspectiva cambió, “y recibí un nuevo aliento para dar los últimos meses que me quedaban y trabajar lo suficientemente duro hasta llegar al punto en el que el Señor supiera que serví con todo mi corazón, alma, mente y fuerza”.
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Crosby señaló que, recopilar una historia contemporánea no era la única cosa que era poco común, también lo era el uso de una encuesta en línea para recolectar información extensa. “En este caso, queríamos recopilar narraciones —no solo respuestas de ‘sí’ o ‘no’ — y luego guardarlas para siempre”.
Al combinar la plantilla con el nombre, la misión, el número de miembro y la información de contacto de la persona, las respuestas y archivos adjuntos de la encuesta se trasladan al sistema de preservación de Historia de la Iglesia, donde se puede filtrar, ordenar y almacenar la información de muchas formas diferentes.
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La hermana Nemah Agamata, de la Misión Camboya Nom Pen, estaba sirviendo a 12 horas de la ciudad sede de la misión cuando ella y otros recibieron la noticia de que todos los misioneros que no fueran camboyanos debían hacer sus maletas y viajar a la casa de la misión de inmediato. Los cierres de fronteras la demoraron a ella y a sus compañeros misioneros filipinos una semana luego de que los misioneros norteamericanos hubieran partido a casa.
“Debemos seguir la instrucción de que necesitamos volver a casa y continuar nuestro servicio en nuestra propia nación. Amo a mi país, pero servir en el lugar al cual fui llamada a servir originalmente me hizo la persona que soy hoy. Es difícil irse, pero debemos obedecer”, escribió la hermana Agamata, añadiendo que no pudo contactar a los miembros y amigos a los que estaba enseñando hasta que estuvo en el CCM de Manila llevando a cabo una cuarentena de dos semanas.
Relevada y esperando la reasignación para concluir sus últimos seis meses en su país nativo de Filipinas, reconoció los desafíos de no tener acceso a la tecnología que solía usar como misionera y estar en un hogar en el que es la única santo de los últimos días activa. “Pensar en quitarme la placa y ser relevada es triste”, escribió, a la vez que expresaba su fe en Dios. “Es difícil estar en mi situación ahora, pero tengo confianza en Su plan. Esta es una de las razones por las que todavía tengo tanta esperanza”.
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Crosby dijo que los supervisores del proyecto se percataron de algunas temáticas comunes. Los misioneros mayores y los misioneros jóvenes de tiempo completo amaban sus misiones y deseaban quedarse en lugar de regresar a sus hogares para ser relevados o reasignados.
Mientras tanto, las parejas mayores a menudo llegaban a casa para encontrarse con situaciones desafiantes, tales como tener sus hogares en renta o que su familia extendida los estuviera utilizando durante la duración planificada de su servicio, así que no tenían un lugar al cual llegar y necesitaban resolver dónde pasar sus dos semanas de cuarentena.
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La hermana Joyce Havens, una misionera mayor con su esposo, el élder Gary Havens, en la Misión Tahití Papeete, registró la forma en que una prohibición de grupos mayores a 10 personas debido a la pandemia y el cierre de los edificios de la Iglesia impidió que los misioneros vieran la conferencia general de abril de 2020 en los centros de reuniones o en los hogares de los miembros. Además, los modelos de celulares de la misión no permitían a los misioneros acceder a internet para escucharla.
La semana anterior, 80 misioneros habían regresado a casa, y la misión había recolectado un total de 19 teléfonos de entre ellos. Una pareja de la oficina de la misión pensó en preparar una particular llamada “de conferencia” —“configurar la conferencia en la oficina de la misión en las computadoras de la misión y luego hacer que los misioneros llamaran a un teléfono ubicado cerca de la computadora para que pudieran escuchar la conferencia”, escribió la hermana Havens.
“El pequeño milagro fue que habíamos recolectado 19 teléfonos, que era la cantidad exacta de teléfonos que necesitábamos tener disponibles para que los misioneros llamaran. Pudimos preparar una sesión en inglés y en francés para que las personas pudieran escucharla en su idioma de preferencia”.
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Las entradas de la encuesta cubrieron diferentes períodos de la pandemia, dijo Crosby, señalando que la mayoría de los misioneros mayores regresaron antes de que hubiera un sentimiento global de urgencia, cuando los aeropuertos aún no estaban cerrados, en comparación con muchos misioneros jóvenes que solo tuvieron alrededor de un día —y a veces solo horas— para tomar un vuelo antes de que cerraran los aeropuertos y las fronteras.
Las respuestas de los misioneros jóvenes también variaban entre aquellos que enfrentaron la reasignación o un relevo anticipado y aquellos recientemente llamados que tuvieron que decidir entre capacitarse en línea en el hogar y una posible reasignación o aplazar su misión hasta 18 meses.
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La hermana Annalie Day, asignada a servir en la Misión Alemania Berlín, escribió lo siguiente: “Me aterraba ir al CCM en línea. No sabía si iba a poder aprender el idioma con la misma eficacia, me preocupaba que no pudiera crear lazos con mi distrito debido a que todo se hace en línea, o que no pudiera aprender sobre lo que debía enseñar con la misma eficacia”.
Luego, la Iglesia ofreció la opción a los misioneros de elegir entre continuar con sus fechas de servicio originales o aplazarlas. Al enfrentar la “decisión difícil”, oró y ayunó, pero aún no estaba segura.
“Pero luego recibí una impresión del Señor que me decía que este era el momento indicado para ir. Debía ir porque había alguien que me necesitaba ahora. No en 18 meses. Fue una experiencia asombrosa, y estoy feliz de que ocurriera porque no lo cambiaría por nada del mundo”.
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“Los líderes de misión”, dijo Crosby, hicieron frente a “logísticas simplemente increíbles” para sacar a los misioneros del país y lograr un equilibrio entre las regulaciones gubernamentales sobre la distancia social y el reunir a los misioneros en preparación para su partida. “Fue un verdadero desafío”.
“Las diferencias en las respuestas son evidentes debido a la ubicación geográfica. Por ejemplo, la mayoría de los misioneros regresó a sus países de origen, pero en Europa y Europa Este, los misioneros, en general, se refugiaron en el lugar. Además, en algunos lugares de África, dijo Crosby, algunos misioneros debieron huir debido a que había animosidad y malentendidos para con los misioneros extranjeros y una creencia de que ellos estaban llevando el COVID a esos lugares”.
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La hermana Patricia Espinosa, compañera del presidente Richard O. Espinosa, de la Misión Filipinas Urdaneta, citó las palabras de su esposo luego de las partidas de urgencia de los misioneros no filipinos debido a la pandemia: “Una mañana, cerca de las 10 p. m., escuché una voz muy clara en mi cabeza de que debía revisar mis solicitudes de mensajes de Messenger”, recordó. Allí, entre las preguntas de los padres de los misioneros acerca de los itinerarios de vuelo, encontró una cuenta activa que seguía enviándole mensajes.
La reconoció como un élder que ya había partido a su casa en Tahití. Demorado en el aeropuerto de Singapur durante 15 horas, finalmente pudo pedir prestada una computadora para contactar al presidente Espinosa. “Estaba varado y no sabía qué hacer. Me estaba diciendo cuán estresado estaba y que estaba orando mucho para que pudiera ver su mensaje de inmediato. Y sí, en cuestión de poco tiempo, vi su mensaje”.
El presidente de misión pudo contactar al departamento de viajes de la Iglesia y reprogramar el vuelo del élder, que pasaba por Japón para llegar a Tahití, para la mañana siguiente. “Él dijo que nunca olvidará este milagro”, escribió la hermana Espinosa. “Cuán consolador es saber que el Señor escuchó sus oraciones”.
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Crosby dijo que el élder LeGrand R. Curtis, historiador y registrador de la Iglesia, alentó al departamento a buscar maneras de recopilar la historia contemporánea y estar a la vanguardia en la recopilación y preservación. “Hemos recibido mucho apoyo”, añadió Crosby, dando crédito a la asociación con el Departamento Misional y la División de Investigación de la Iglesia.
“Este es nuestro primer intento de recopilar la historia de esta forma —y ha sido extremadamente exitoso”, añadió, explicando que adquirir y catalogar más de 7.000 perspectivas individuales, normalmente, requeriría miles de horas de trabajo. “Este nuevo enfoque nos ha permitido recopilar esta importante historia, pero de una forma que ha requerido solo una fracción del tiempo”.
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La hermana Macy Rideout, de la Misión Portugal Lisboa, recuerda que su conferencia de zona de marzo se cambió a una reunión en línea por Zoom. Dos días después, llegó un llamado que pedía a los misioneros que fueran a la tienda, compraran suficiente comida para dos semanas y se quedaran adentro —“y hemos estado aquí desde el 12 de marzo”, escribió ella.
“Durante este tiempo de cuarentena, estoy creciendo en sabiduría, juicio y conocimiento, y estoy siendo refinada por la gracia de mi Salvador Jesucristo”, continuó diciendo la hermana Rideout, “pero esto no excluye el miedo que tuve ante la posibilidad de dejar mi misión, la ansiedad que sentí al cambiar por completo la forma en la que veníamos trabajando, o el sentimiento difícil que tuve de no querer trabajar.
“Pero ninguna prueba que enfrentemos, dolor que suframos o dificultad que soportemos es en vano. … Todo lo que enfrentamos, todo lo que soportamos, en especial cuando lo hacemos con paciencia, nos expande el alma y nos purifica el corazón. Nunca cambiaría lo que he experimentado y lo que he sentido durante mi tiempo en cuarentena”.
La hermana Madeline Ashton, compañera de la hermana Rideout en Portugal, detalló en su respuesta a la encuesta la forma en que las dos utilizaron las plataformas de redes sociales para encontrar, contactar y enseñar a las personas mientras estaban aisladas. Una conexión vino a través de Facebook, donde descubrieron que el hombre era de Filipinas; la hermana Rideout tenía una amiga que acababa de llegar a casa de las Filipinas y hablaba tagalo.
“Entonces, los presentamos y enseñamos una lección con ella”, escribió la hermana Ashton, añadiendo que un día después de comprometerse a orar para saber si José Smith era un profeta, el hombre les envió un mensaje para decirles que sabía que Dios llama a profetas y cuán necesarios eran ahora para liderarnos y guiarnos. “Es una gran bendición tener la tecnología para encontrar personas de todo el mundo y también para valernos de personas que ayuden desde sus hogares”.
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Crosby dice que el proyecto del Departamento de Historia de la Iglesia es el “capítulo uno” de un esfuerzo continuo por documentar las experiencias misionales durante la pandemia, con otros elementos entre los que se incluyen entrevistas con el Consejo Ejecutivo Misional de la Iglesia, los líderes de área y los oficiales del Departamento Misional.
También se tendrán en cuenta las historias de las unidades enviadas por más de 400 misiones, que estarán repletas de cambios, experiencias y aprendizajes relacionados con la pandemia.
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El élder Kasey Price había estado en la Misión Honduras Tegucigalpa durante casi tres meses cuando comenzaron los ajustes, regresos y relevos por la pandemia. Él respondió la encuesta luego de regresar a casa, habiendo sido relevado temporalmente y esperando a ser reasignado.
“En este momento, me siento esperanzado”, escribió. “Sé que el Señor tiene un plan para mí, Él sabe dónde estoy, Él sabe cómo me siento (probablemente mejor que yo), y Él sabe cuál es el siguiente paso. Estoy confundido en cuanto a qué pensar y qué sucederá a continuación.
“Estoy frustrado por no saber. Me asusta no haber hecho todo lo que podía en Honduras. Estoy feliz de haber llegado a ser al menos una pequeña parte de la vida de las personas en el pequeño pueblo de Triunfo. Estoy entusiasmado por ver a dónde seré reasignado. Estoy nervioso de no estar a la altura de la tarea o de no ser suficiente. Pero, en general, estoy lleno de amor. … Me siento esperanzado y lleno de amor por nuestro Padre Celestial que nos ama y sabe dónde debemos estar”.
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Crosby dijo lo siguiente: “Aprendemos del pasado —vemos ejemplos de las formas en que las personas enfrentaron desafíos y cómo los superaron, que Dios no nos deja solos, que Él está ahí para ayudarnos a atravesar nuestras pruebas.
“Pensamos que hay una fuerte conexión entre la historia y los convenios —porque, en un convenio, debes confiar en que Dios hará Su parte si tú haces la tuya. Y la historia nos da muchos ejemplos en los que Él siempre ha hecho Su parte, y eso debería aumentar nuestra confianza en que todo saldrá bien si perseveramos”.
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La hermana Linda Hsiung, de la Misión China Hong Kong, explicó la manera en que sus experiencias abarcaron múltiples lugares, desde el CCM de Provo, pasando por una asignación temporal debido a las protestas políticas en Hong Kong, hasta una pandemia global que la obligó a regresar a casa —con tres horas de aviso previo a su partida— y luego reanudar su servicio en Massachusetts.
“Nunca hubiera imaginado que mi experiencia misional me llevaría desde Utah a Colorado y a Hong Kong, de regreso a casa en California y luego hasta Boston”, escribió ella, “pero no puedo quejarme de nada. Estoy haciendo la obra más importante sobre la tierra en este momento, junto al profeta y sus apóstoles. Dondequiera que esté, hay almas que salvar, y sé que una de ellas ha sido la mía también”.
Luego, añadió lo siguiente: “Mis tres presidentes de misión han sido muy diferentes pero muy inspirados para las misiones específicas sobre las que presiden. Creo que, debido a que esta es mi tercera asignación, he podido acostumbrarme a adaptarme a una nueva misión. … Me di cuenta de que la mejor forma de adaptarte es simplemente sumergirte en la obra y ser tan leal como puedas a tu nuevo presidente de misión. Servir como si fueras a servir allí por el resto de tu misión”.