Añadan el nombre de Laura Roberts a la gran cantidad de personas en todo el mundo que están aceptando la invitación del presidente Russell M. Nelson de pasar el Viernes Santo ayunando y orando por una resolución para la crisis del COVID-19.
La joven mujer australiana no es santo de los últimos días — y vive a casi 12.800 kilómetros del lugar en el que el presidente de la Iglesia extendió su invitación durante la conferencia general del fin de semana pasado en Salt Lake City.
Sin embargo, la continua pandemia global aparentemente ha transformado a la tierra en una única comunidad que trasciende fronteras, culturas y, sí, diferencias religiosas.
Roberts está ansiosa por unirse a sus vecinos — ya sean de Utah o de la Costa Dorada de Australia o de cualquier otra parte del mundo — en un día dedicado al sacrificio personal y la súplica.
“Con todo lo que está pasando en el mundo ahora, [el ayuno] es una forma hermosa para que todos se junten, sin importar sus creencias religiosas, su ubicación o su edad, como un signo de unidad en estos tiempos desafiantes”, le dijo a Church News.
Roberts se enteró del próximo ayuno del viernes mediante una amiga que es santo de los últimos días. Sintió que el ayuno “era algo que yo podía hacer para fortalecer mi relación con mi Padre Celestial”.
El llamado del presidente Nelson a ayunar y orar, hecho el 4 de abril, fue abierto e inclusivo.
“Invito a todos, incluso a los que no sean de nuestra religión, a ayunar y orar este Viernes Santo, el 10 de abril, para que la pandemia actual se pueda controlar, los profesionales de la salud sean protegidos, se fortalezca la economía y la vida se normalice”, dijo él.
Luego continuó explicando que un “ayuno típico” representa dos comidas o un período de 24 horas.
“Pero ustedes deciden lo que constituiría un sacrificio para ustedes, a medida que recuerdan el sacrificio supremo que el Salvador hizo por ustedes.
“Unámonos en suplicar que haya sanación en todo el mundo”.
Dicha unidad se evidencia en la variedad de personas que planean unirse a los santos de los últimos días para el ayuno del viernes. Algunos, como Roberts, tienen amigos o seres queridos que son miembros de la Iglesia. Muchos otros han descubierto el ayuno mundial por medio de las plataformas de redes sociales como Facebook.
En una era definida ampliamente por la división social — al menos antes del COVID-19 — las personas en todo el mundo están respondiendo a un impulso elevado de unirse en ayuno y oración.
Sally Ransom, nativa de Colorado, se crio como bautista del sur y ha explorado una variedad de religiones. Ahora está estudiando el budismo. Sin embargo, en un correo electrónico, Ransom explicó que amaba “la idea, el pensamiento y la intención” detrás del ayuno mundial del viernes.
“Me siento honrada de ser parte de algo positivo — una acción colectiva positiva para ayudar a la humanidad a soportar circunstancias que son, francamente, aterradoras”, dijo. “Siento una responsabilidad de ayudar a mis semejantes y me enternece el corazón el ver que muchos otros se sientan igual”.
Kiera Green, de Virginia, se enteró del día mundial de ayuno en Facebook.
“Finalmente, decidí unirme a este ayuno por lo que yo creo que fue una convicción proveniente del Señor”, informó.
Green también se sintió atraída al llamado de hacer un sacrificio en oración con otros. Y añadió lo siguiente: “¿Quién no querría sacrificar algo para acercarse a Dios?”.
Green, una bautista, elogió a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días por extender una invitación a la que están respondiendo personas de varias religiones y orígenes.
“Dios ciertamente obra de formas misteriosas — y creo que Él ha llamado a todos los de este grupo a orar, ayunar, hermanar y adorar”, dijo ella.
Una mujer de Texas Occidental y bautista del sur — quien pidió que solo se le identificara como Jessica — recibió la invitación de unirse al ayuno del viernes por parte de una amiga santo de los últimos días. Lo meditó bajo oración, “y me sentí guiada a participar”.
Dios, dijo Jessica, “me está guiando a hacer esto”.
Viernes Santo: un día sagrado para un ayuno sagrado
El viernes, 10 de abril, es un día apropiado para un ayuno comunitario/mundial.
Para los cristianos, el Viernes Santo conmemora la crucifixión de Jesucristo y Su muerte en el Calvario. El día también cae cerca del comienzo de la Pascua Judía, que simboliza la liberación del cautiverio de Dios a Su pueblo.
“El Viernes Santo sería el día perfecto para que nuestro Padre Celestial y Su Hijo nos escuchen”, dijo el presidente Nelson el sábado, 4 de abril por la noche.
El Viernes Santo conmemora ese viernes atroz y esencial en el que Cristo fue crucificado y murió. Se observa anualmente en muchas religiones cristianas por medio del ayuno y servicios formales.
Tradicionalmente, es menos prominente en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En su lugar, el domingo de Pascua — que celebra la victoria de Cristo sobre la muerte y el pecado — se mantiene como el elemento más central de la adoración y observancia de los santos de los últimos días.
Existe un debate sobre los orígenes y etimología del nombre inglés “Good Friday” (literalmente “Viernes Bueno”, conocido en español como “Viernes Santo”). Dadas las circunstancias trágicas y siniestras del fallecimiento de Jesucristo, el nombre “Viernes Bueno” parece ir en contra de la intuición. Algunos expertos en los idiomas han sugerido que la palabra “bueno” es, en realidad, un antiguo significado de la palabra “santo”.
De ser así, el “Viernes Bueno” debería llamarse correctamente “Viernes Santo”.
En su obra fundamental “Jesús el Cristo”, el apóstol de los últimos días, élder James E. Talmage, concluye su análisis de ese último viernes de la vida del Señor con el recordatorio de que la muerte de Cristo ocurrió en Sus propios términos:
“A pesar de lo dulce y gustosamente aceptado que habría sido el alivio de la muerte en cualquiera de las primeras etapas de sus padecimientos — desde el Getsemaní hasta la cruz — vivió hasta que todas las cosas se cumplieron de acuerdo con lo que se había decretado.
“En estos últimos días se ha escuchado la voz del Señor Jesús, afirmando la realidad de su padecimiento y muerte, así como el propósito eterno que se cumplió por ese medio.
“Escuchemos y prestemos atención a sus palabras: ‘Porque he aquí, el Señor vuestro Redentor padeció la muerte en la carne; por tanto, sufrió las penas de todos los hombres, a fin de que todos los hombres se arrepintiesen y viniesen a Él’” (Doctrina y Convenios 18:11).