Los dos saltos que MyKayla Skinner realizó en la final olímpica del año pasado en Tokio terminaron en segundos — pero sus resultados combinados resultaron ser vitales para la gimnasta Santo de los Últimos Días.
Durante sus muchos años como gimnasta artística de élite, antes de las finales de salto femenino de los Juegos Olímpicos del 1 de agosto de 2021, Skinner siempre fue una “contendiente a la medalla”.
Pero cuando se anunció su segundo puesto, se unió a una compañía muy poco común: medallista olímpica.
Los lectores de Church News han seguido durante mucho tiempo la carrera gimnástica de la miembro de toda la vida nacida en Arizona — que se remonta a su adolescencia como suplente del equipo de EE. UU., en los Olímpicos de 2016 (en inglés), luego como una condecorada universitaria All-American [mejor atleta] de la Universidad de Utah (en inglés) y, finalmente, como medallista olímpica convirtiéndose en una de las estrellas más grandes de los Juegos de Verano de Tokio.

Sus seguidores Santos de los Últimos Días también aprecian que Skinner se siente tan cómoda hablando de sus creencias religiosas como analizando sus actuaciones en la barra de equilibrio o en las barras asimétricas
Días antes del primer aniversario de su actuación ganadora de medalla en 2021, Skinner habló con Church News, maravillándose por el paso rápido del tiempo.
“Todo ha pasado bastante rápido… a veces me pregunto dónde se ha ido el tiempo”, dijo ella. “Definitivamente ha sido loco, pero una buena locura. He estado ocupada haciendo tantas cosas”.
La historia de Tokio de Skinner es bien conocida:
Apenas unos días antes de las finales de salto femenino del 1 de agosto de 2021, su carrera de gimnasia competitiva pareció terminar después de no clasificar inicialmente para la final. Pero cuando su amiga y compañera de equipo estadounidense, Simone Biles, se retiró de la competencia de salto, se abrió un lugar.
Skinner aprovechó su inesperado momento olímpico, terminando segunda en el salto detrás de Rebeca Andrade de Brasil. Regresó a su tierra natal con una medalla olímpica de plata colgando del cuello y un testimonio fortalecido sobre la preparación personal, la oración, la fe y la familia.
Las gimnastas de clase mundial practican sus rutinas una y otra vez para eliminar la incertidumbre. Por más de una década, Skinner se había estado preparando para ese día mágico en el que una medalla olímpica estaría en juego.

Pero nada de lo que Skinner o sus entrenadores practicaron en el gimnasio podría haberla preparado completamente para las muchas sorpresas olímpicas de Tokio. Así que encontró la fortaleza adicional que necesitaba a través de la oración y las palabras inspiradas de su bendición patriarcal — junto con el aliento a larga distancia de su esposo, Jonas Harmer, su familia y muchos amigos de su ciudad natal, admiradores y miembros de la Iglesia.
“Aunque ellos no estaban allí en persona, aún podía sentirlos en mi corazón. Sabía que estaban orgullosos”.
Ahora, un año después de los Juegos, Jonas Harmer todavía puede recordar su propia batalla contra los nervios mientras veía a su esposa competir en unos Juegos Olímpicos desde su computadora portátil y pantallas de televisión.
“Fue duro pero divertido”, dijo él. “Recuerdo las fiestas televisivas con mis compañeros de trabajo y quedarme despierto hasta las 4 o 5 de la mañana para ver las finales de salto”.
Llevando sus cargas al Señor
Pocos Santos de los Últimos Días reclamarán una medalla olímpica después de navegar por un laberinto de reveses y complicaciones. Pero todos experimentarán contratiempos e incertidumbres. Después de que toda esperanza de ganar una medalla parecía perdida, Skinner llevó sus cargas al Señor.
“Recuerdo ponerme de rodillas y orar”, dijo ella. “Seguía teniendo la sensación de que [mis Juegos Olímpicos] no habían terminado… Era como si el Espíritu me estuviera diciendo: ‘Esto no ha terminado’”.
Su esposo, Jonas, y sus padres, Cris y Kym Skinner, no pudieron asistir a los Juegos Olímpicos de Tokio debido a la pandemia en curso. Pero en repetidas llamadas telefónicas y reuniones de Zoom que se extendieron a lo largo de dos continentes y múltiples zonas horarias, la alentaron a permanecer en Japón a pesar de que parecía que su competencia había terminado.
El resto de la historia es, bueno, historia olímpica.
“Pero incluso ahora, un año después, cuando me siento y pienso en ello, todavía no parece real”, dijo Skinner.
Los últimos 12 meses han agudizado el aprecio de Skinner por las “oportunidades de crecimiento” que se duplican como dificultades y pruebas. “Necesitaba esos desafíos y luchas para convertirme en una mejor persona. Ahora soy una persona más fuerte, y espero poder salir adelante de cualquier situación o prueba a lo largo de mi vida”.
Incluso antes de los eventos sin precedentes de los Juegos de Verano de Tokio, el camino de Skinner hacia su medalla olímpica rara vez fue recto. Nunca fue sencillo. Ella cuenta con la oración y la guía de su bendición patriarcal como amigos espirituales invaluables. La han ayudado a perseverar y encontrar gozo en un viaje que continúa hasta el día de hoy.
“Mi trayectoria de gimnasia es mi misión — especialmente para ayudar a la juventud de la Iglesia”, dijo ella.
Su testimonio del evangelio, agregó, le permite enfrentar lo que le depare el día.
“La vida no es fácil, pero saber lo que sé, como miembro de la Iglesia me ayuda a saber que al final todo saldrá bien, de una forma u otra”.

Harmer se ríe al recordar el torbellino de actividades que se vino después de que su esposa ganara una medalla olímpica. Inmediatamente después de reunirse en los Estados Unidos, la pareja se embarcó en una agenda intensa y agotadora para cumplir con las demandas de los medios y otros eventos promocionales.
Después de un agradable descanso en Utah, Skinner se unió a Biles y varias otras gimnastas a finales de 2021 para una gira de varias semanas de exhibición de gimnasia a través de docenas de ciudades de EE. UU.
“Luego, ambos comenzamos de nuevo en la universidad, así que fue como si nunca hubiéramos tenido la oportunidad de disfrutar realmente el momento”, dijo Harmer. “Todo ha sido sin parar. El año ha pasado en un abrir y cerrar de ojos”.
Skinner y su esposo de 2 metros de alto también pusieron a prueba sus habilidades atléticas durante recientes apariciones en “American Ninja Warrior”, incluyendo una competencia de parejas.
En la próxima rotación
Ahora, una “jubilada” de 25 años, Skinner todavía se está adaptando a la vida como figura pública/medallista olímpica. Pero en sus interacciones diarias con familiares y amigos, todavía se siente como la misma niña de Arizona que ellos vieron crecer.
“Ha sido divertido disfrutar de la vida y no tener que estresarme más por la gimnasia, especialmente después de terminar mi carrera en tan buena nota”.
Es muy humilde, agregó ella, cuando los Santos de los Últimos Días se le acercan y le agradecen por representar a su Iglesia y su país.
“Una de las mejores cosas de ser miembro de la Iglesia es saber que hay mucho más en mi vida que solo gimnasia”, dijo ella. “Sé que eso puede ser difícil para muchos atletas [retirados], especialmente en el mundo de la gimnasia. …pero las bendiciones que tenemos — como ser sellados en el templo por toda la eternidad — me dan una perspectiva más amplia”.
Skinner es, en sus palabras, “súper-competitiva”, por lo que extraña la emoción de comparar sus habilidades con otras gimnastas talentosas. “Pero aparte de eso, he estado disfrutando de la vida”.
Harmer y Skinner tienen ambos un semestre de universidad por terminar. Están deseando comenzar una familia. “Definitivamente quiero tener hijos”, dijo ella.
Por ahora, Skinner no está segura de qué tan involucrada seguirá en la gimnasia. Ella ha considerado ser entrenadora, pero el tiempo lo dirá. El trabajo en la televisión es más probable. Ella está estudiando radiodifusión deportiva y, como era de esperar, se siente cómoda frente a la cámara hablando de todo lo relacionado con la gimnasia.
Ella también espera conectarse más con los jóvenes Santos de los Últimos Días, escribir un libro sobre su historia y tal vez utilizar el canal de YouTube de Harmer-Skinner y sus otras plataformas de redes sociales para discutir temas relacionados con la Iglesia, como el propósito de los templos.
“Me gustaría ayudar a la generación más joven a saber que la vida va a ser difícil”, dijo ella, “pero se puede superar a través de Cristo”.