El presidente Jeffrey R. Holland, presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, inauguró la conferencia general de abril de 2025 de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días con una sencilla invitación: “Lleguen a ser como niños pequeños”.
Como primer orador de la primera sesión, el sábado, 5 de abril por la mañana, el presidente Holland compartió la lección que Jesús enseñó a sus doce apóstoles. Llamando a un niño pequeño, Jesús dijo: “De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”.
“Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18:2-4).
“Entonces, ¿qué debemos ver en las virtudes de los niños de la escuela secundaria?” El presidente Holland preguntó: ¿Qué fue lo que hizo llorar a Cristo y lo llevó a invocar fuego celestial y ángeles protectores para rodear a los niños nefitas, mandando a los adultos “mirad a vuestros pequeñitos” (3 Nefi 17:23)?
Aunque los lectores de esos versículos hoy quizás no conozcan todas las circunstancias, “creo que tuvo algo que ver con su pureza e inocencia, su humildad innata y lo que podría aportar a nuestras vidas si la conservamos”, dijo el presidente Holland.
Si bien existen algunas inclinaciones infantiles que no deben fomentarse, los niños a menudo demuestran fe, lealtad, confianza, valentía y honor, dijo.
El presidente Holland fue uno de los varios líderes que, durante la Conferencia General Anual N° 195, hablaron sobre la necesidad de proteger, nutrir, emular y enseñar a los niños y jóvenes.
Durante su discurso en la sesión del sábado por la tarde, el élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, afirmó la santidad de la vida.
“La vida es una parte preciosa del plan perfecto del Padre y, por decreto Suyo, valoramos y preservamos la vida, y elegimos la continuación de la vida una vez concebida”, dijo.
El nutrir y proteger la vida que aún no ha nacido no es una posición política. “Es una ley moral confirmada por el Señor por medio de Sus profetas”, dijo el élder Andersen.
En esa misma sesión, el presidente general saliente de los Hombres Jóvenes, Steven J. Lund, habló del impacto que puede tener en un niño ser ordenado poseedor del Sacerdocio Aarónico.
Cada enero, se imponen las manos sobre la cabeza de unos 100 000 jóvenes, dijo el presidente Lund, cuyo servicio concluye el 1° de agosto.
Ver a jóvenes ser ordenados como poseedores del Sacerdocio Aarónico es ser “testigos de una alteración del comportamiento del mundo gracias a que la autoridad de Dios está extendiéndose por la tierra”, dijo.
Estas ordenaciones envían a los jóvenes Santos de los Últimos Días a una vida de servicio “al hallarse en lugares y momentos trascendentales en los que su presencia, sus oraciones y los poderes del sacerdocio de Dios que ellos poseen serán profundamente importantes”.
En su discurso durante la sesión del sábado por la noche, la hermana Amy A. Wright, primera consejera de la presidencia general de la Primaria, testificó sobre la necesidad de ayudar a los niños a que “crean en Jesucristo, que pertenezcan a Jesucristo y a Su Iglesia por medio de los convenios, y que se esfuercen por llegar a ser como Jesucristo”.
Después de Su Resurrección, el Salvador invitó a la multitud a palpar las marcas de los clavos en Sus manos y pies, una por una. “Y vieron con los ojos y palparon con las manos, y supieron con certeza, y dieron testimonio de que era él” (3 Nefi 11:14-15).
La hermana Wright invitó a los oyentes a reflexionar sobre cómo podría ser esa experiencia en la vida de los niños pequeños. “¿Escuchan [los niños] testimonios de Jesucristo y Su evangelio? ¿Ven imágenes reverentes y de adoración de Su ministerio y Su divinidad? ¿Sienten y reconocen al Espíritu Santo testificando de Su realidad y divinidad? ¿Conocen Su mensaje y Su misión?”.
Si los Santos de los Últimos Días no dan testimonio de la divinidad premortal del Salvador, de su misión divina y de su resurrección que nos libera de la prisión, tanto en sus hogares como en cada reunión, “entonces nuestros mensajes de amor, servicio, honradez, humildad, gratitud y compasión no llegarán a ser nada más que una alegre charla motivadora sobre un estilo de vida reflexivo. Sin Jesucristo no hay poder para cambiar, ningún propósito al que aspirar ni reconciliación con las dificultades de la vida”, declaró la hermana Wright.
Si los Santos de los Últimos Días se descuidan en su discipulado de Jesucristo, “podría resultar catastrófico para nuestros hijos”, advirtió la hermana Wright, y agregó: “Este Jesús no debe ser un Jesús ficticio, ni un Jesús simplista, ni un Jesús incorpóreo, ni un Jesús casual, ni un Jesús desconocido, sino un Hijo Unigénito de Dios glorificado, omnipotente, resucitado, exaltado, digno de adoración, poderoso, que es poderoso para salvar”.
