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El élder Palmer enseña acerca de 3 regalos navideños que no cuestan nada y significan todo

El testimonio, el perdón y el amor cristiano ‘traerán verdadero y duradero gozo’, enseñó el élder S. Mark Palmer durante el Devocional de Navidad de la Primera Presidencia

Los primeros regalos de Navidad que el élder S. Mark Palmer, de la Presidencia de los Setenta, puede recordar fueron un rifle de juguete que disparaba un corcho atado a un cordón y un pato de cuerda, que le dieron cuando tenía 4 años. Pero como sucede con todas las cosas materiales, pronto se rompieron y “la felicidad que proporcionaron fue temporal y rápidamente olvidada”, dijo él.

En su discurso durante el Devocional de Navidad de la Primera Presidencia el 8 de diciembre, el élder Palmer enseñó acerca de tres dones que “no traerán felicidad temporal, sino que traerán gozo verdadero y duradero”.

Testimonio

El primer don es el del testimonio: un don personal que revela las expresiones más profundas del alma cuando se da libremente sin engaño, dijo el élder Palmer.

“Más precioso que el oro, el incienso o la mirra, el testimonio puro de Jesucristo como nuestro Salvador y Redentor personal es el centro mismo de todo lo que celebramos en la Navidad”.

El élder Palmer relató una noche de hogar cuando sus seis hijos eran pequeños. Él y su esposa, la hermana Jacqueline Palmer, decidieron que en lugar de dar una lección, compartirían sus testimonios.

Él dijo: “Después de compartir mi testimonio, nuestra dulce hija Chelsea, que probablemente tenía 16 años en ese momento, dijo con los ojos muy abiertos: ‘Papá, nunca antes había escuchado tu testimonio’”. Sin duda, ella lo había escuchado dar su testimonio cuando hablaba en la Iglesia o en casa. “Pero en ese momento, ella tanto escuchó como sintió mi testimonio como si fuera la primera vez”, dijo él.

Ella le enseñó una lección inolvidable, dijo él. “El don del testimonio es precioso y hay poder en compartirlo con frecuencia”.

El perdón

El perdón es el segundo don. Todos han sido heridos por — y han herido a alguien con — palabras o acciones poco amables, dijo el élder Palmer. Jesucristo ha enseñado: “Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres” (Doctrina y Convenios 64:10).

El élder Palmer dijo: “Al perdonar libre y francamente a los demás, nos liberamos del veneno de la amargura, el juicio o la venganza”.

Luego compartió la historia personal de perdón de Sandile Makasi. Makasi tenía poco menos de 2 años cuando la policía mató a su padre bajo el régimen del apartheid en Sudáfrica.

El élder Palmer citó a Makasi, quien dijo: “Durante mis primeros años como niño sentí amargura y odio por lo que le hicieron a mi padre. … Cuando me enteré de la manera violenta en que lo torturaron, esto alimentó mi corazón y mi mente con una inmensa ira, odio y hostilidad hacia los oficiales de policía y hacia la gente blanca”.

Makasi albergó estos sentimientos hasta que encontró el evangelio restaurado de Jesucristo, el cual le ayudó a comprender que su progreso espiritual dependía de que él perdonara a los oficiales de policía.

“Esto fue más fácil decirlo que hacerlo”, dijo Makasi, “pero persistí con mucha oración y con el tiempo el Señor me ayudó a perdonar a mis enemigos. […] En lugar de dolor, sentí consuelo; en lugar de hostilidad y odio, sentí amor; en lugar de oscuridad en mi [corazón y mente], tenía luz y paz”.

Amor cristiano

El tercer don es el amor cristiano. El élder Palmer enseñó: “Al seguir el ejemplo del Salvador al expresar amor por los demás en palabra y acción, ellos pueden entonces experimentar el amor de Dios a través de nosotros”.

Hace algunos años, el élder Palmer conoció a un joven en Washington a quien llamó Michael. El joven experimentó un gran cambio en su semblante y estilo de vida después de que los misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días le hubieran enseñado durante tres meses. Una noche, después de hablar con los misioneros por teléfono, ellos le dijeron: “Te queremos, Michael”, cuando colgaron.

Esto no era algo a lo que estaba acostumbrado, pensó, pero podía decírselo a otros. Así que llamó a su madre, que vivía a unas horas de distancia, para decirle que la amaba.

“¿Qué te pasa?” fue su respuesta inmediata. ¿Había recibido malas noticias del doctor? ¿Iba a regresar a la cárcel?”.

El élder Palmer dijo: “Le contó acerca de cómo encontró el evangelio y cómo lo había cambiado. Y que había dejado de fumar y de usar drogas, y que planeaba bautizarse”.

“Creo que esta es una magnífica ilustración de lo que sucede cuando las personas sienten el amor de Dios a través de otras personas. Ablanda los corazones y luego crea un deseo de compartir ese don del amor con los demás”.

Para terminar, el élder Palmer dio testimonio de Jesucristo. “Debido a Su don para cada uno de nosotros, comprado a un costo inconmensurable, podemos calificar para recibir el más grande de todos los dones: la vida eterna en la presencia de nuestro amoroso Padre Celestial”.

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