PROVO, Utah — El arrepentimiento y la posibilidad de una remisión continua de los pecados mediante el poder santificador del Espíritu Santo son bendiciones supremas que solo son posibles mediante el sacrificio expiatorio infinito y eterno del Señor Jesucristo.
El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó y testificó del gozo que el arrepentimiento sincero brinda a más de 1800 nuevos misioneros de tiempo completo en su mensaje devocional del martes, 15 de agosto en el Centro de Capacitación Misional de Provo.
El élder Bednar explicó lo que constituye el arrepentimiento y destacó tres verdades fundamentales:
- “El arrepentimiento requiere del Redentor;
- “El arrepentimiento requiere un corazón honesto y una verdadera intención;
- “El arrepentimiento, los convenios y ordenanzas sagradas, y el poder santificador del Espíritu Santo hacen posible retener siempre la remisión de los pecados”.
Él agregó, “Confiar en el Salvador y volverse hacia Él son las fuentes principales de confianza espiritual, seguridad y gozo duradero”.
El élder Bednar estuvo acompañado por su esposa, la hermana Susan K. Bednar, quien testificó sobre la importancia de seguir al Profeta. Compartió citas y experiencias personales con los tres presidentes de la Iglesia más recientes: el presidente Gordon B. Hinckley, el presidente Thomas S. Monson y el presidente Russell M. Nelson.
¿Qué es el arrepentimiento?
El arrepentirse es la primera y natural consecuencia de depositar la confianza en el Salvador, alejarse del mal y volverse a Dios, dijo el élder Bednar.
“A medida que ejercemos fe en el Señor, nos volvemos hacia Él, venimos a Él y dependemos de Él. Por lo tanto, el arrepentimiento es confiar y apoyarse en el Redentor para que haga por nosotros lo que ustedes y yo no podemos y nunca podremos hacer por nosotros mismos”.
El arrepentimiento y el Redentor
El arrepentimiento produce cambios en las actitudes y el comportamiento, pero simplemente cambiar las actitudes y el comportamiento no es arrepentimiento, enseñó el élder Bednar, advirtiendo contra una mentalidad de lista de verificación.
“Si hacemos estas cosas y no reconocemos ni dependemos del Redentor y Su sacrificio expiatorio, entonces incluso nuestros mejores esfuerzos individuales son en vano”, dijo, y agregó, “Los resultados del arrepentimiento sincero son paz, consuelo, sanidad espiritual, renovación y gozo”.
Un corazón honesto y una verdadera intención
El arrepentimiento requiere honestidad con uno mismo y con Dios, superando las excusas, las culpas y las racionalizaciones que pueden desviarnos de volvernos verdaderamente al Señor, dijo el élder Bednar.
“Debemos tener una intención real y ser honestos con Aquel cuyo perdón buscamos. La confesión genuina a Dios, y cuando sea necesario a los líderes del sacerdocio, debe ser total y completa”.
Los convenios, ordenanzas y el poder del Espíritu Santo
El élder Bednar subrayó una “conexión constante” entre el principio del arrepentimiento, los convenios y ordenanzas sagradas, el poder santificador del Espíritu Santo y la bendición de retener siempre la remisión de los pecados.
Él explicó, “En el proceso de venir al Salvador y seguir adelante por la senda de los convenios, recibir el poder santificador del Espíritu Santo crea la posibilidad de una limpieza constante del alma del pecado”.
Explicó aún más diciendo, “La ordenanza de la Santa Cena es una sagrada y repetida invitación a arrepentirse sinceramente y renovarse espiritualmente. El acto de participar de los emblemas sacramentales, en sí mismo, no perdona los pecados. Pero a medida que nos preparamos concienzudamente y participamos en esta sagrada ordenanza con un corazón quebrantado y un espíritu contrito, entonces la promesa es que siempre podremos tener el Espíritu del Señor con nosotros. Y por el poder santificador del Espíritu Santo como nuestro compañero constante, siempre podremos retener la remisión de nuestros pecados”.
Lo que están diciendo
Después del devocional, los misioneros compartieron lo que el Espíritu les enseñó mientras escuchaban las enseñanzas del élder Bednar.
“El arrepentimiento es una unificación con Jesucristo; es permitir que el Espíritu nos santifique para que el Salvador pueda obrar a través de nosotros sin los impedimentos de nuestras debilidades”. — Hermana Amber McCombie de Afton, Wyoming, asignada a la Misión España Madrid.
“El arrepentimiento es el cambio sincero de corazón y una conciencia limpia para progresar”. — Hermana Lucrecia Zanni, Córdoba, Argentina; Misión España Madrid.
“Cristo es el único camino de regreso al Padre Celestial, y Él es el único que sufrió por nosotros”. — Élder Andrew Crookston, Logan, Utah; Misión Brasil Campinas.
“El arrepentimiento no es solo alejarse del mal, sino volverse hacia Cristo y reemplazar los pecados en su vida con cosas semejantes a las de Cristo”. — Élder Tyler Nelson, Syracuse, Utah; Misión Brasil Campinas.
“Tener un corazón sincero y una verdadera intención significa no tener la intención de pecar y que cuando nos arrepentimos, tenemos dolor y culpa genuinos y realmente nos cambiamos a nosotros mismos y nos convertimos en una nueva persona”. — Élder Ethan Ashby, Beaver Dam, Utah; Misión California Oakland.
“Arrepentirse no es solo cambiar sus acciones. También es cambiar su actitud hacia el pecado y querer ser mejor y querer ser más como Cristo a través de Su expiación”. — Élder Hunter Sellers, Thatcher, Arizona; Misión Canadá Toronto.
“El Espíritu me testificó acerca de cambiar continuamente y abrir nuestras mentes y corazones y dejar continuamente que la virtud engalane nuestros pensamientos y edifique nuestra confianza en cada área en la que nos esforcemos”. — Élder Carter Harding, West Point, Utah; Misión Canadá Toronto.
“Este es un evangelio de cambio sin fin. Tenemos esta oportunidad de ser uno con el Padre Celestial y gozar de Su presencia con nosotros y poder comprender mejor el papel de Jesucristo en nuestras vidas”. — Hermana Isabelle Washington, Rexburg, Idaho; Misión Florida Fort Lauderdale.
“Después del bautismo, es mediante el don del Espíritu Santo que podemos recibir una remisión continua de nuestros pecados y podemos sentir el gozo de la expiación del Salvador en nuestra vida”. — Hermana Emma Hooper, South Jordan, Utah; Misión New Hampshire Manchester.
