Antes de que existiera la transmisión continua de videos (streaming), o la tecnología Blu-ray, DVD o VHS, muchos misioneros utilizaban una filmina (tira de película con escenas sin movimiento y sin sonido) para compartir la historia de la restauración del evangelio.
Cuando el élder Alan T. Phillips era un niño, vio cómo se utilizaban estas filminas acompañadas del cassette que contenía la banda de sonido grabada y el familiar “bip” que le advertía a la persona a cargo del proyector cuando debía avanzar, manualmente, a la próxima escena.
Sin embargo, más allá de la tecnología utilizada, el élder Phillips recuerda lo que sintió.
“Todavía recuerdo haber sentido algo”, dijo. “Había algo en la historia de José Smith, algo sobre la visión que tuvo del Padre Celestial y de Jesucristo, y recuerdo que esto permaneció conmigo”.
Esos esbozos de un testimonio del Padre Celestial y Su plan, fueron nutridos con experiencias adicionales a lo largo de su vida, entre ellas, su asistencia a las conferencias para jóvenes, las reuniones de testimonios y otras reuniones de la Iglesia en Inglaterra, la tierra donde nació y creció. El élder Phillips, se apresura a decir que su testimonio del Salvador no fue firme sino hasta los últimos años de su adolescencia, cuando buscó tener la confirmación del Espíritu Santo de que Jesucristo es nuestro Salvador.
Desde que era muy joven sintió que la Iglesia era verdadera. Experimentó sentimientos que le confirmaron la veracidad del Libro de Mormón y de otras enseñanzas de la Iglesia. Sin embargo, tenía la esperanza de sentir algo más contundente antes de salir a la misión.
“Recuerdo haber pensado, ‘Voy a testificar y a enseñar sobre Él; este es el propósito. Necesito mi propio testimonio sobre Él y [necesito] que sea real’”.
El élder Phillips se tomó muy en serio este deseo y buscó obtener este testimonio tal y como José Smith lo había hecho.
“Ayuné, oré, fui al bosque, [ya que] buscaba [esa] gran respuesta”. Y la respuesta llegó — pero no de la manera como él la esperaba originalmente.
Meses más tarde, mientras su familia estaba fuera de la ciudad, fue a la iglesia solo y recuerda haber cantado un himno sacramental.
“No estaba buscando nada. Simplemente estaba allí —leyendo y cantando con la congregación. Así fue que, por primera vez, las palabras y la idea de que ‘Él en la cruz se dejó clavar. Pagó mi rescate, no lo podré olvidar’ (Asombro me da, Himnos N. o 118) — simplemente me impresionaron y penetraron en mi corazón”, dijo él.
“Entonces, sentí lo real [que era] Su relación conmigo, ya no era un concepto, ya no era algo abstracto. En ese momento lo sentí como mi Salvador”.
Después, oró para agradecerle al Padre Celestial por esa experiencia y para decirle que sería fiel por el resto de su vida a este conocimiento hallado recientemente.
Desde entonces, otras experiencias han confirmado ese mismo testimonio, pero el élder Phillips dice que ese fue el momento en el cual se le confirmó la veracidad del Salvador, y que todo lo demás en su testimonio está edificado sobre ese fundamento seguro (Helamán 5:12).
Una familia basada en Cristo
La esposa del élder Phillips, la hermana Lindsey Phillips, no es originaria de Inglaterra. Ella creció en un pueblo de la costa norte de California en los Estados Unido. Mientras asistía a la Universidad Brigham Young, participó en un programa de estudios en el extranjero que se llevó a cabo en Londres.
Allí, en la capilla de Hyde Park, se conoció con el élder Phillips a través de un amigo en común. Pasaron tiempo juntos durante tres días antes de comenzar una relación a distancia de 18 meses y que significó muchos viajes y abultadas facturas de teléfono.
Ambos tenían familiares en Arizona, entonces, finalmente se casaron y sellaron en el Templo de Mesa, Arizona en 2005. Comenzaron su vida matrimonial juntos en Londres y allí han estado desde entonces.
“Sin duda, me enriquezco con su testimonio y su fortaleza”, dijo la hermana Phillips refiriéndose a su esposo. “Realmente me ha ayudado a centrar mi testimonio en el Salvador, y eso ha sido muy valioso para no distraerme con todo lo que me rodea”.
Al igual que su esposo, la hermana Phillips dijo que su testimonio realmente encontró un cimiento sólido cuando era una adolescente. Mientras visitaba a una amiga en Ecuador, se encontró en la situación de no poder comunicarse con su familia y tampoco podía ir a la iglesia como lo hacía en su país.
“Comencé a leer las escrituras”, recuerda. “Estaba en Alma 32:27, donde habla sobre ‘experimentar…[las] palabras’”.
Dijo que, en ese momento, supo que deseaba averiguar si lo que le habían enseñado durante toda su vida era verdad. Y así lo hizo.
“Cuando recordamos algo que sucedió en nuestra juventud, podemos considerarlo como algo trivial, pero aquel fue un momento muy importante para mí, tanto así, que regreso a esa escritura cada vez que tengo preguntas”.
El élder Phillips dijo que volver a leer los versículos de las escrituras que, como ese, fueron de fundamental importancia en su vida, también le ha resultado útil.
Con respecto a su fundamento, el élder Phillips regresa a Helamán 5 y las tres lecciones que aprendió de las palabras de Helamán a sus hijos. La primera, Helamán les pidió que recordaran guardar los mandamientos. La segunda, los animó a hacer el bien. La tercera, les pidió que recordaran que la salvación se obtiene solo a través de Jesucristo.
‘La gran barrera de coral de la humanidad’
La hermana Phillips dijo que el deseo de su esposo de que todos se sientan amados y cuidados refleja quién es y lo que trata de lograr.
“Realmente se centra en la gente y se preocupa por ella. La gente le importa.”
El élder Phillips dijo que la gente le importa porque le importa al Salvador. Una de sus escrituras favoritas se encuentra en Doctrina y Convenios 6:36 donde el Señor dijo, “Mirad hacia mí en todo pensamiento; no dudéis; no temáis”.
El élder Phillips dijo que este versículo muestra cómo el Salvador confiaba en la veracidad de lo que Él había hecho como parte de la Expiación. Sin embargo, también conservó la humildad.
“La doctrina es clara. El Salvador dijo, ‘Ven sígueme’; ‘Mírame’”.
El servicio que prestó en la Iglesia en Londres durante más de 20 años le brindó al élder Phillips muchas oportunidades de trabajar junto a diferentes personas que siguen las amonestaciones del Salvador.
“Londres es como la gran barrera de coral de la humanidad”, dijo. “Con toda esta diversidad, ciertamente hemos aprendido y nos hemos fortalecido con las experiencias y perspectivas de quienes nos rodean”.
Dijo que su estaca tiene personas procedentes de 139 naciones y el 80 % de la estaca son la primera generación de miembros de la Iglesia en su familia.
“Todos están centrados en Cristo, en el Salvador. Hay diferentes necesidades y diferentes orígenes; pero se centran en Cristo, en los demás y tratan de servir y, como resultado, tenemos un lugar realmente maravilloso”.
Los Phillips dijeron que se sintieron fortalecidos por los miembros de Londres, especialmente cuando él sirvió como presidente de estaca. Desde los miembros que compartían las comidas tradicionales después de la iglesia, hasta el amor que mostraban a sus hijos las hermanas que habían emigrado al Reino Unido, pasando por los refugiados de varios países que repartían el sacramento, los Phillips expresaron su amor por todas las personas cerca de las cuales vivían y con quienes servían.
“Si eres un líder que está sentado en el estrado, te traen el sacramento y entonces miras sus manos y piensas en todo por lo que han pasado”, dijo con la voz entrecortada por las lágrimas. “Es algo diferente. Es una experiencia diferente”.
“Después te transportas 2000 atrás, a la misma zona, a las mismas regiones y piensan en la primera vez que el Salvador partió el pan. Sientes cosas”.
El élder Phillips no limita esa experiencia de aprendizaje a las diferentes culturas o zonas geográficas representadas en Londres. También le encantó ver cómo grupos de diferentes edades trabajaban juntos y se servían mutuamente. Como Setenta de Área, tuvo responsabilidades relacionadas con los programas Para la Fortaleza de la Juventud en 30 países de Europa.
“Es un magnífico programa y tiene una estupenda estructura; la capacitación y el liderazgo [también] son estupendos”, dijo. “Pero el ingrediente secreto son los jóvenes adultos y los hombres y las mujeres jóvenes y como interactúan”.
Dijo que siempre le ha conmovido ver a los misioneros recién retornados dar su testimonio del Salvador a los futuros misioneros y jóvenes que se están preparando para hacer convenios en el templo.
“Ellos se preocupan. Nunca se ha visto una generación como ésta”, dijo. No quieren que nadie quede marginado, excluido, olvidado ni pasado por alto”.
Y eso es parte de lo que impulsa al élder Phillips a ser un “mayordomo” del evangelio restaurado, dijo.
“Nos cercioramos de que vean a Cristo y entiendan la doctrina. Pero en términos de ministración, están totalmente dispuestos a ello”, dijo. “Se preocuparán y mostrarán interés por la gente de una manera que ni siquiera podemos imaginar”.
Acerca del élder Phillips
Familia: Nació en Kent, Inglaterra el 19 de junio de 1970 y se crio en el área de Buckinghamshire, Inglaterra. Se casó con Lindsey Lee Iorg en 2005 en el Templo de Mesa, Arizona. Son padres de cuatro hijos.
Empleo: Trabajó para diversas organizaciones en el área de negocios, finanzas y educación — incluso los últimos cuatro años en el centro de la Universidad Brigham Young en Londres.
Educación: Obtuvo una licenciatura y una maestría de la universidad London School of Economics and Political Science.
Servicio en la Iglesia: Expresidente de estaca, consejero de una presidencia de estaca, sumo consejero y misionero de tiempo complete en la Misión Inglaterra Manchester. Al momento de su llamamiento servía como Setenta de Área y consejero en el Área Europa Norte.