Para cuando llegó a la mitad de su adolescencia en su Francia natal, el élder Christophe G. Giraud-Carrier ya había planificado su futuro. El plan consistía en lista de puntos que tenía la siguiente secuencia: educación superior, noviazgo, misión, matrimonio, familia, graduación y carrera.
También tenía ya a la futura esposa, no solo en mente, sino informada de sus planes — y su amor de toda la vida, Isabelle Mauclair, estaba de acuerdo. Consciente de que un título superior en ingeniería significaba comprometerse durante cinco años con un programa universitario francés, esperaba interrumpir su educación para servir una misión de dos años para La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, al igual que las pausas que se concedían para el servicio militar obligatorio en Francia.
Entonces, después de graduarse, podría obtener fácilmente un título de ingeniero en su país natal, establecerse con una familia, tener una carrera y prestar servicio a la Iglesia en Francia.
Esos planes se hicieron realidad, pero de maneras, en tiempos y lugares diferentes — y no de acuerdo al calendario que él se había trazado, sino según el del Señor.
No se le concedió la pausa en los estudios para servir la misión. El matrimonio ocurrió antes de lo previsto —apenas dos semanas después de que el élder Giraud-Carrier regresara a casa después de su servicio misional. Descubrió que era posible transferir a la Universidad Brigham Young los créditos universitarios obtenidos antes de la misión. Por otro lado, las oportunidades laborales en Francia eran escasas para alguien educado fuera del país, así que, el criar una familia, cambiar de carrera y servir en la Iglesia sucedieron, pero en países diferentes.
“El simple hecho de que muy pocas cosas sucedieran de la manera en que las habíamos planeado al principio nos permitió a ambos darnos cuenta de que, si dejamos que le Señor haga lo suyo y nos lleve a otros lugares, entonces es ahí donde Él quiere que estemos y ahí es donde podemos servir”, dijo el élder Giraud-Carrier, que fuera llamado como nuevo Setenta Autoridad General en la conferencia general de abril de 2023.
“Nos ha ayudado a aprender a tener confianza en Él, a confiar en que Él puede hacer con nuestra vida más de lo que nosotros podríamos hacer de otra manera”.
Tanto el élder Giraud-Carrier como su esposa, la hermana Isabelle Giraud-Carrier, son hijos de padres conversos Santos de los Últimos Días y de familias pioneras de la Iglesia dentro y fuera de Francia. Su padre fue el primer presidente de estaca de Francia en 1975, el primer presidente de misión de la antigua Misión de las Islas Mascareñas (precursora de las misiones de Sudáfrica Durban y Madagascar Antananarivo) y el primer presidente del Templo de París, Francia (en inglés).
Los padres de la hermana Giraud-Carrier vivieron en Djibouti, África poco después de casarse, sin ningún otro Santo de los Últimos Días en 1600 kilómetros (1000 millas) a la redonda. Ella también recuerda cuando asistían a una pequeña rama en la época en que vivían en Nueva Caledonia en el Pacífico Sur y dos años de reuniones sacramentales solo con la familia mientras estaban en Argelia.
El joven Christophe Giraud-Carrier e Isabelle Mauclair vivían en Versailles, en las afueras de París, cuando se conocieron por primera vez en el barrio al cual asistían en los primeros años de su adolescencia. “No me avergüenza admitir que aquella chica me flechó”, dijo él.
Se mantuvieron en contacto cuando la familia de él se mudó durante 18 meses y se reencontraron a mediados de la adolescencia, en la misma estaca de París. Justo antes de que la familia de ella se mudara y de que ambos asistieran juntos a una conferencia de jóvenes, él le dijo que debían continuar la relación solo si pensaban lo suficientemente en serio el uno en el otro como para esforzarse en lograr un futuro matrimonio, y le dio un mes para que lo considerara y tomara una decisión.
“Mi madre me enseñó realmente bien”, recordó el élder Giraud-Carrier. “Ella [me] dijo: Cuando mires a una joven, no la veas nunca como alguien a quien usas y luego descartas. Mírala como [si fuese] la madre de tus hijos’”.
Isabelle estuvo de acuerdo e iniciaron una relación a distancia, viéndose durante las vacaciones escolares y cuando las dos familias —amigas desde hacía tiempo — podían reunirse. La relación continuó hasta que decidieron comprometerse formalmente, aproximadamente un año antes de que el élder Giraud-Carrier fuera a servir como misionero de tiempo completo.
En Francia, explicó el élder Giraud-Carrier, un compromiso es más que simplemente entregar un anillo; es un acontecimiento familiar con una gran comida y festejos. Uno de los motivos para comprometerse antes de la misión fue que ambos deseaban que los familiares no pertenecientes a la Iglesia comprendieran la seriedad de su relación y de su dignidad personal. Para muchos, en Francia, los términos “novio” y “novia” se refieren a una pareja romántica que vive junta.
“Queríamos cerciorarnos de que nuestra familia entendiera que esto no e[ra] lo que hac[ía]mos — más o menos lo sabían, pero queríamos dejar en claro que esto era algo serio”, explica. “Nos queríamos, pero no íbamos a quebrantar la ley de castidad”.
La hermana Giraud-Carrier añadió: “No queríamos que nos llamaran igual, porque no éramos ‘novio y novia’ viviendo juntos. Podíamos decir ‘mi prometido’ o ‘mi prometida’, y eso era más adecuado y respetuoso. Para nuestros abuelos fue como, ‘Está bien, ellos se quieren casar, pero ahora no están viviendo juntos’”.
El élder Giraud-Carrier sirvió en la Misión Canadá Montreal; durante ese tiempo ambos se escribían todas las semanas. Se enteró de que sus padres iban a comenzar su nueva asignación misional el día anterior a su regreso. Con la bendición de los líderes de la Iglesia, comenzaron su llamamiento unas semanas después, y así pudieron acompañar a la joven pareja en su casamiento civil en Francia y en su sellamiento en el Templo de Berna, Suiza tres días después.
La acelerada preparación del casamiento significó que el élder Giraud-Carrier recibiera el anuncio de su propia boda por correo mientras estaba en el campo misional. “Para mí no fue gran cosa”, dijo. “Pero mis compañeros, en cambio, se espantaron”.
Mientras tanto, la hermana Giraud-Carrier hacía su propia obra misional. Ya entre los 11 y 12 años acompañaba a las misioneras, y compartía su testimonio cuando la invitaban. La fecha del matrimonio le impidió servir una misión de tiempo completo, pero su padre —que además era el presidente del distrito — la llamó como misionera de distrito.
Poco después de casarse, el élder Giraud-Carrier fue convocado por el ejército donde sirvió en la fuerza aérea enseñando informática a los suboficiales. Como además había incrementado sus conocimientos lingüísticos mientras servía en el Canadá de habla francesa, le pidieron que enseñara inglés a los oficiales que se preparaban para la escuela de vuelo. Gracias a su rendimiento y al favor de los oficiales superiores le fue posible disfrutar de permisos adicionales para estar con la hermana Giraud-Carrier hacia el final de su embarazo y después del nacimiento de su primer hijo.
El hecho de que el élder Giraud-Carrier sirviera una misión de tiempo completo, representó un sacrificio y un compromiso con Dios. En Francia, la carrera de ingeniería exigía un riguroso programa universitario de cinco años, sin embargo, él quería hacer una pausa de un año o dos para dedicarse al servicio misional. Eligió, a propósito, una universidad de segundo nivel porque pensó que podría ser más benevolente, pero, aunque era el mejor de su clase después de dos años, se le negó la solicitud de una pausa en sus estudios. A pesar de esto, partió para su misión, sin saber cómo lo iba a resolver.
Durante su misión, oyó sobre la Universidad Brigham Young, y descubrió que podía transferir sus créditos — aunque no sus calificaciones — y pagar el costo de la matrícula para los Santos de los Últimos Días en lugar de las altas tarifas que cobraban otras universidades fuera del estado o del país. Además, asistir a BYU significaba que no tendría que empezar de nuevo (como en otras universidades francesas) y podría aprovechar los dos años que ya había cursado.
La joven familia de tres integrantes partió para Utah con dos maletas y suficiente dinero como para empezar el primer semestre. Mientras él estudiaba en BYU y enseñaba en el Centro de Capacitación Misional de Provo, ella aprendió a adaptarse a un bebé, a una nueva casa y a un nuevo idioma.
Tres títulos en informática después, el élder Giraud-Carrier encontró trabajo nuevamente en Europa — primero en Bristol, Inglaterra durante siete años, en ese tiempo también fue llamado como obispo; y más tarde, en Suiza. La familia, que llegó a contar con ocho hijos, regresó a Provo, Utah donde él enseñó ciencia de la computación en su alma mater (BYU) durante casi dos décadas.
“Realmente no importa de dónde vienes, dónde naciste o qué idioma hablas”, dijo. “El evangelio es el gran [elemento] unificador, y ha sido una gran bendición para nosotros [ser testigos de esto] y aprender a sentirnos como en casa cualquiera sea el lugar donde vivamos”.
Los Giraud-Carrier finalmente tuvieron la oportunidad de regresar a Francia y ser líderes de la Iglesia en su tierra natal, al servir como presidente y compañera en la Misión Francia Lyon (en inglés) de 2018 a 2021. Una tierna misericordia fue su llegada a Francia apenas unos meses después de que el padre de la hermana Giraud-Carrier falleciera de leucemia y que su madre viuda residiera dentro de los límites de su misión. Esto dio lugar a algunas emotivas experiencias en el templo para su familia.
“Cuando reflexionamos y miramos hacia atrás, vemos que la mano del Señor estuvo en todas estas cosas”, dijo el élder Giraud-Carrier. “No habíamos planeado nada de esto. Pensábamos quedarnos en Francia y vivir felices allí. Yo habría estudiado en una buena universidad y conseguido un buen trabajo. Las cosas podrían haber salido bien así. Pero hemos tenido experiencias en nuestra vida que no hubiéramos tenido de otra manera”.
Acerca del élder Christophe G. Giraud-Carrier
Familia: Christophe Gérard Giraud-Carrier nació el 21 de enero de 1966, en Lyon, Francia, hijo de Gérard Séraphin Giraud-Carrier y Annie Reveyron Giraud-Carrier. Se casó con Isabelle Sophie Mauclair el 16 julio 1988, en Cholet, Francia, y se sellaron el 19 de julio de 1988, en el Templo de Berna, Suiza. Son padres de ocho hijos.
Educación: Obtuvo tres grados en ciencia de la computación — la licenciatura en 1991, la maestría en 1993 y el doctorado en 1994 — todos de la Universidad Brigham Young.
Empleo: Trabajó como catedrático en la Universidad de Bristol en Inglaterra y como gerente principal de ELCA Informatique una compañía suiza, antes de ser profesor de ciencia de la computación durante 19 años en BYU.
Servicio en la Iglesia: Al momento de recibir su llamamiento servía como presidente de la Estaca JAS 16 Utah. Entre los llamamientos anteriores se incluyen misionero en la Misión Canadá Montreal, obispo, sumo consejero, presidente de la misión de estaca, presidente de los Hombres Jóvenes del barrio y presidente de la Misión Francia Lyon (2018-21).