El presidente Dallin H. Oaks, celebrará un cumpleaños histórico el 12 de agosto. Nacido en 1932, hijo de Stella y Lloyd E. Oaks, el primer consejero de la Primera Presidencia de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días cumplirá 90 años.
El presidente Oaks se casó con June Dixon en 1952; son padres de seis hijos. Ella murió de cáncer el 21 de julio de 1998. En agosto de 2000, el presidente Oaks se casó con Kristen McMain — quien ha estado a su lado durante 22 años.
Graduado de la Universidad Brigham Young y de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chicago, el presidente Oaks se desempeñó como abogado, profesor de derecho, presidente de BYU y juez de la Corte Suprema de Utah. El 7 de abril de 1984 fue sostenido como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles. Él se ha desempeñado como consejero del presidente Russell M. Nelson en la Primera Presidencia desde enero de 2018.
Durante una entrevista realizada en honor a su cumpleaños, el presidente Oaks compartió algunas de las lecciones que ha aprendido a lo largo de nueve décadas de vida:
La mortalidad tiene reductores de velocidad. A la edad de 7 años, el presidente Oaks perdió a su padre inesperadamente. Ante la necesidad de obtener una educación y mantener a su familia, su madre sufrió un colapso emocional que requirió que sus abuelos intervinieran y ayudaran con la familia. “Ya sea que consideren sus propias experiencias, o las de su familia, o las de las personas que los rodean o las que leen, la vida está llena de muchas dificultades”, dijo el presidente Oaks.
Trate a los demás con respeto y generosidad: Durante la Gran Depresión, el padre del presidente Oaks ofreció atención como médico a muchas personas que no podían pagarle. Después de la muerte de su padre y como prueba de su bondad, el presidente Oaks vio que muchas de esas personas le llevaban a su madre “productos o algunos pagos modestos” para ayudarla durante este período inicial de su viudez.
‘Las mujeres pueden hacerlo todo’: Después de la muerte de su padre, la madre del presidente Oaks tuvo que ser el sostén económico, la maestra y la madre de tres niños menores de 7 años. Como resultado, el presidente Oaks creció “viendo una mujer, mi madre, tan capaz como cualquier hombre. Y a lo largo de mi vida, nunca he menospreciado la sabiduría, los esfuerzos, el liderazgo o la importancia de las mujeres, porque fui criado por un modelo a seguir que era a la vez padre y madre, líder comunitario, maestra y líder de la Iglesia”. El presidente Oaks dijo que además de su madre, otras tres mujeres han tenido una profunda influencia en su vida: su abuela, Chasty Olsen Harris; su esposa y madre de sus hijos, June Dixon Oaks; y la esposa que encontró después de la muerte de June, Kristen McMain Oaks, quien lo ha apoyado durante más de dos décadas.
Encuentre una carrera para servir a ‘su prójimo’: el presidente Oaks creció asumiendo que debería ser médico porque su padre había sido médico. Pero después de comenzar la universidad, supo que estudiar medicina no era para él. “Recuerdo que fui con mi madre, disculpándome, y diciéndole: ‘Madre, ¿qué pasa si no me hago médico?’, y en la abundancia de sabiduría, típica de mi madre, ella dijo: ‘Oh, no necesitas ser médico como tu padre. Quiero que encuentres algo que quieras hacer, que sea una forma buena y honesta de servir a tu prójimo’. Y eso me liberó para seguir adelante, buscando algo que me gustaría hacer”.
El presidente Oaks se graduó en contabilidad, asistió a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chicago y se embarcó en una carrera de servicio — como abogado, profesor, presidente de la universidad, juez de la corte suprema y Apóstol de Jesucristo.
Guarde el día de reposo: durante seis años en la escuela secundaria y en BYU, el presidente Oaks trabajó de 25 a 30 horas a la semana en la radio, incluyendo los domingos porque las estaciones de radio funcionan los siete días de la semana. Cuando partía hacia la Universidad de Chicago, la madre del presidente Oaks le dio un consejo que afectó profundamente su vida: “Dallin”, dijo ella, “cuando tu padre estaba en la facultad de medicina, nunca estudiaba ni trabajaba los domingos. Sintió que podía hacer más con la ayuda del Señor en seis días de lo que otros harían sin la ayuda del Señor en siete días. Te sugiero que nunca trabajes los domingos cuando comiences tus estudios de derecho”.
El presidente Oaks dijo que decidió que nunca estudiaría los domingos. “No lo hice. Y se cumplió, para mí, la experiencia de mi padre y el consejo de mi madre, porque a mí me fue tan bien en seis días como a mis compañeros en siete”.
El Señor nos bendecirá ‘con lo que necesitemos’: el presidente Oaks dijo que los casi dos años después de perder a su esposa June a causa del cáncer fueron difíciles. Entonces, un año y 11 meses después conoció a Kristen. “El Señor me llevó a ella y aprendí entonces que el Señor nos bendecirá con lo que más necesitamos en Su propio tiempo y a Su manera”.
El Señor ayudará a Sus hijos a servir: Al principio de su carrera legal, el presidente Oaks trabajaba muchas horas, seis días a la semana. Luego, él fue llamado por el presidente de la Estaca Chicago, John K. Edmunds, para servir como misionero de estaca y trabajar 40 horas al mes. “No disponía de 40 horas al mes de mi trabajo profesional y, sin embargo, estaba siendo llamado por un hombre al que respetaba inmensamente y tenía fe en que el Señor me bendeciría”, recordó el presidente Oaks. “Así que acepté ese llamamiento. Y de una manera milagrosa, comencé a servir como misionero de estaca, cumpliendo con las 40 horas mensuales de tiempo de proselitismo, en las tardes y los fines de semana, y mi progreso en la firma, mi manejo de los casos que me fueron asignados, no sufrieron ni un poco. Y es difícil explicar cómo sucedió eso, excepto que yo lo tomé como un testimonio del Señor de que, si le servía, Él me bendeciría para hacer cualquier otra cosa que yo fuera llamado a hacer.
“Ese fue un punto de inflexión en mi fe y experiencia, y me sirvió y ha sido confirmado y reafirmado a lo largo de mi vida de adulto”.
Afronte los nuevos llamamientos con fe: El llamado al presidente Oaks para servir como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles fue “una sorpresa total para mí, para mi familia y para la corte donde servía”.
Inmediatamente comenzó a estudiar lo que, como apóstol, estaba llamado a hacer. Durante la década siguiente, se embarcó en una “curva de aprendizaje empinada”, durante la cual muchos líderes de la Iglesia lo ayudaron. “Pasé mucho tiempo buscando en las Escrituras, leyendo lo que se había escrito, recibiendo consejos de personas como el presidente [Thomas S.] Monson y el presidente [Boyd K.] Packer, quienes fueron muy sobresalientes al aconsejarme”.
La organización de la Iglesia es inspirada: Al ingresar al liderazgo principal de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el presidente Oaks “vio tras bastidores”. Tuvo acceso a información y documentos confidenciales que fueron parte de su preparación como apóstol. Todo lo que aprendió y leyó afirmó su testimonio de la veracidad del Evangelio restaurado. “Nada de lo que vi generó ninguna preocupación o contradijo lo que había visto desde afuera”, dijo él.
Él dijo que lo más importante que podía decir sobre su servicio en el Cuórum de los Doce Apóstoles: “Simplemente aumenté mi fe y mi testimonio de la veracidad del Evangelio restaurado, la Primera Visión del Padre y del Hijo al profeta José. Smith, las diversas políticas y doctrinas de la Iglesia que el Señor ha inspirado a Su Iglesia a aplicar de vez en cuando. Todo eso fue parte de mi crecimiento y parte de lo que les testifico a los miembros de la Iglesia hoy”.
Lo mismo sucedió cuando se unió a la Primera Presidencia. “He visto de cerca cómo el Señor guía a Su profeta, el presidente Russell M. Nelson, junto a quien he tenido el privilegio de sentarme durante todos mis años como apóstol”.
Avanzar con fe: El presidente Oaks dijo que tenía muchas preguntas sobre la Iglesia en sus años formativos. “Surgieron preguntas más complejas y preocupantes y no sabía la respuesta a estas preguntas”, dijo. “Vi personas alejarse de la Iglesia porque no podían responder esas preguntas, y yo tampoco podía responderlas. Pero elegí permanecer fiel, porque experimenté en mi vida… que el Señor no responde todas las preguntas”.
A veces, esas preguntas deben verse a través de los lentes de la fe mientras los hijos de Dios esperan pacientemente las respuestas. “Siempre en el tiempo del Señor, pero según Su propia voluntad, recibimos respuestas a esas preguntas que surgen de manera inesperada”, dijo él.
El Señor no olvida a nadie: Durante el servicio del presidente Oaks en BYU, él se familiarizó con una pintura de Maynard Dixon que le habló al corazón. “Es una pintura llamada ‘El hombre olvidado’. Es una pintura bastante famosa. BYU tiene el original. Y representa a un hombre que tiene mala suerte. … Está sentado en una acera, sus pies se extienden hacia la calle y detrás de él hay una multitud de personas que pasan, sin prestar atención al hombre que tiene mala suerte. Y, sin embargo, se ve el sol brillando sobre su cabeza. Su Padre Celestial sabe que él está allí. Él es olvidado por la multitud que pasa, pero en sus luchas, Su Padre Celestial sabe que él está allí”.
Para recordar esta importante lección, el presidente Oaks tiene una copia de la pintura en su oficina en las Oficinas Generales de la Iglesia. “Me habla y me recuerda cosas que necesito recordar”, dijo él.
El Espíritu Santo da un testimonio indiscutible de la verdad: “Mi testimonio del Evangelio restaurado es un testimonio muy sencillo, aunque profundo en su efecto en mi vida”, dijo el presidente Oaks. Él testificó que el Padre Celestial creó un plan para Sus hijos y proporcionó un Salvador, y que José Smith vio al Padre y al Hijo, tradujo el Libro de Mormón y restauró la Iglesia sobre la tierra. “Sé que todas estas cosas son ciertas. Lo sé por el testimonio indiscutible del Espíritu Santo, y por las experiencias de la vida y la confirmación de estas verdades en el crisol de la experiencia y las enseñanzas terrenales”.