Cuando los soldados llegaron para arrestar al Salvador en Sus últimos días de vida terrenal, Jesús preguntó: “¿A quién buscáis?”, y ellos respondieron: “A Jesús de Nazaret”. Jesús dijo: “Yo soy” (Juan 18).
Para el presidente Jeffrey R. Holland, presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, “esa es una de las líneas más conmovedoras de todas las Sagradas Escrituras”.
El presidente Holland contó esta historia de la vida de Cristo durante la sesión del domingo por la mañana de la conferencia general de octubre de 2024 de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Su mensaje exploró el “ADN divino” del Salvador y las maneras en que Él expresó Su amor.
El presidente Holland enfatizó particularmente la importancia de no trivializar quién es el Señor.
“A lo largo de la historia, muchos han simplificado, incluso trivializado, nuestra imagen de Él y Su testimonio de quién era Él”, dijo el presidente Holland. “Han reducido Su rectitud a mero puritanismo, Su justicia a mera ira, Su misericordia a mera permisividad. No debemos ser culpables de versiones tan simplistas que convenientemente ignoran enseñanzas que nos resultan incómodas”.
El amor del Salvador y su ‘ADN divino’
Jesús provenía de un entorno humilde, sin educación notable ni riqueza, pero confundió a los escribas y abogados con Su doctrina, dijo el presidente Holland.
Desde Sus enseñanzas en el templo y Su entrada triunfal en Jerusalén, hasta Su arresto final e injustificable, Jesús se vio colocado rutinariamente en situaciones difíciles y “engañosas” en las que siempre salía triunfante, “victorias para las cuales no tenemos explicación excepto Su ADN divino”.
Sin embargo, la “simplificación” de Su imagen ha persistido a lo largo de la historia, dijo el presidente Holland, incluso en lo que respecta a la virtud máxima que define al Salvador: Su amor.
Cristo enseñó dos grandes mandamientos acerca del amor durante Su misión terrenal, dijo el presidente Holland: “Amarás al Señor tu Dios… [y] a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37, 39). Y para guardar estos mandamientos, las personas deben seguir lo que Él enseñó acerca del amor: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15) y “Amaos unos a otros, como yo os he amado” (Juan 13:34).
El presidente Holland dijo que las frases calificativas de estos dos pasajes de las Escrituras definen el amor verdadero, semejante al de Cristo, también llamado caridad.
Muestran dos maneras en que Jesús amó: primero, amó con “todo [Su] corazón, alma, mente y fuerza” (Mateo 22:37). Esto le dio la capacidad tanto de sanar el dolor más profundo como de declarar las verdades más difíciles, dijo el presidente Holland.
“Él es quien podía administrar gracia e insistir en la verdad al mismo tiempo. … Su amor permite un abrazo reconfortante cuando a menudo se necesita y una amarga copa cuando en ocasiones hay que beberla”.
Segundo, Jesús demostró Su amor al alinear Su voluntad con la del Padre Celestial.
El presidente Holland señaló que, cuando Cristo apareció entre los nefitas, les dijo que había “sufrido la voluntad del Padre” (3 Nefi 11:11). Podría haberse presentado de varias maneras, pero en esta ocasión, declaró Su obediencia a la voluntad del Padre — a pesar de sentirse abandonado por Su Padre en Su hora de mayor necesidad.
“La caridad de Cristo — evidente en la completa lealtad a Su voluntad divina — persistió y continúa persistiendo, no solo en los días fáciles y cómodos, sino especialmente en los más oscuros y difíciles”, dijo el presidente Holland.
Mantener el curso
El presidente Holland también habló sobre perseverar en la senda del Evangelio. A quienes sienten que la vida solo se vuelve más difícil cuanto más se esfuerzan, o cuya fe se ve desafiada, o que experimentan momentos de temor, “recuerden que ha sido así para algunas de las personas más fieles y maravillosas de todas las épocas”.
Mantengan el curso, dijo el presidente Holland, porque “nos inscribimos para todo el trimestre — no terminando con el primer breve cuestionario introductorio, sino hasta el examen final”.
Testificó que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es el vehículo que Dios ha provisto para la exaltación. Su evangelio es verdadero, y el sacerdocio que lo legitima no es derivado; el presidente de la Iglesia, Russell M. Nelson es un profeta de Dios, tal como lo fueron sus predecesores y lo serán sus sucesores.
Y un día, dijo el presidente Holland, esa guía profética conducirá a una generación a ver el regreso del Salvador.
“Cuando estemos ante Él y veamos las heridas en Sus manos y pies, comenzaremos a comprender lo que significó para Él cargar con nuestros pecados y conocer el dolor, ser completamente obediente a la voluntad de Su Padre — todo por puro amor a nosotros”.
