PROVO, Utah — El cuadro “Retrato de una joven prometida” (también conocida como “La Bella Principessa” o “Retrato de Bianca Sforza”), que al principio se creyó la obra de un artista alemán del siglo XVIII, alcanzó a tener un valor de $20.000 (dólares). Sin embargo, después de examinar su procedencia con más detalle, los eruditos descubrieron que en realidad había sido creado por el inventor, filósofo y artista del siglo XVI, Leonardo da Vinci.
En consecuencia, se avaluó nuevamente, esta vez, en 160 millones de dólares.
“El cuadro no cambió”, dijo Steve Lundwall, un abogado independiente con su propia oficina legal, Lundwall Law PLLC, que enseñó, junto a su esposa, una clase durante la Semana de la Educación de la Universidad Brigham Young 2023 (en inglés). “Lo que cambió fue el valor que la gente le dio al origen [o procedencia]. Solo eso. Y, cuando la gente apreció eso, de repente lo valoraron. Ahora, apliquemos este principio al Libro de Mormón”.
Su esposa, Rebecca Lundwall, es una profesora adjunta de psicología del desarrollo en BYU. El martes 22 de agosto, entre las varias clases que se ofrecieron durante la Semana de la Educación de BYU, la pareja enseñó sobre la autenticidad del Libro de Mormón desde el punto de vista de su origen.
Explicaron de qué manera los registros y documentos antiguos logran su legitimidad a partir de su “origen” —o del seguimiento de la cadena de propiedad a través del material histórico a lo largo del tiempo— y cómo la procedencia del Libro de Mormón da una prueba innegable del lugar que ocupa en la historia.
La cadena de la custodia del libro
“Si conocen la historia del origen de un objeto, libro o pieza de arte”, dijo Rebecca Lundwall, “y tienen evidencia que respalde la historia de esa procedencia, ese objeto adquiere un valor monumental”.
Dijo que el origen se compone de dos cosas: la primera, son las pruebas que demuestran la cadena de la custodia y que respaldan la procedencia de algo; la segunda, un seguimiento detallado a lo largo del tiempo.
Un documento histórico se considera auténtico si se puede probar su origen mediante evidencias, pero esto puede ser difícil de encontrar porque los registros se pierden o se destruyen con el tiempo. Incluso, puede resultar difícil determinar el origen de la Biblia porque se compiló a partir de muchas fuentes de diversos lugares.
Sin embargo, el Libro de Mormón tiene documentación detallada sobre quién escribió cada libro, ya que los registros se transmitieron a los descendientes. Mormón compiló las planchas de oro remitiéndose a fuentes originales conservadas a través de la historia. La transmisión de los registros continuó hasta que el propio Moroni le confió al profeta José Smith las planchas de oro “manteniendo así intacto el origen de ese registro”, dijo Steve Lundwall.
Esta es una de las razones por las que el libro de Omni incluye a muchos escritores, aun cuando algunos no tenían mucho que decir. Rebecca Lundwall dijo, “Creo que esta fue una instrucción para los custodiaban y escribían el registro; [debían] documentar siempre la transmisión, porque Dios busca[ba] mantener el origen intacto”.
Steve Lundwall dijo que el Libro de Mormón “es una obra de arte que tardó milenios en hacerse, que Dios ocultó para mantener el registro completo”.
La mano de Dios en el origen del libro
Steve Lundwall continuó diciendo, “Las cadenas de procedencia son muy frágiles”. “La mayoría de ellas se rompieron hace mucho tiempo. Esta cadena se habría roto, de no ser por la mano de Dios.”
Por ejemplo, las 24 planchas de oro, que ahora se conocen como el libro de Éter —el cual contenía registros de 32 generaciones— se perdieron después de la destrucción del último pueblo de esa civilización. Aun así, Dios hizo que el pueblo del rey Limhi las encontrara por casualidad mientras buscaban la ciudad de Zarahemla.
La tan preciada historia también se habría perdido para siempre cuando Martín Harris extravió 116 páginas del manuscrito. Sin embargo, sabiendo esto, el Señor instruyó a Nefi con siglos de anticipación que repitiera algo de la información contenida en la sección que se perdería, aunque él no sabía por qué.
El libro sobrevivió gracias a la guía y el poder del Padre Celestial. “Sin los milagros de Dios”, dijo Rebecca Lundwall, “no habría un origen intacto del Libro de Mormón. … Dios se está tomando muchas molestias para mantener intacto el origen de este registro”.
‘Él os manifestará la verdad’
Steve Lundwall dijo que “Dios quería un registro del cual fuera muy difícil alejarse por ser sumamente persuasivo y poderoso”. Y, además de analizar la autenticidad histórica del Libro de Mormón, se puede encontrar una respuesta sobre su verdad a través de la oración.
Rebecca Lundwall leyó la promesa de Moroni que se encuentra al final del Libro de Mormón: “…si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención [y] teniendo fe en Cristo [sobre la veracidad del libro], él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo …” (Moroni 10:4).
“Es parte de la promesa de Moroni”, dijo Steve Lundwall, “que pongamos nuestra mente en el enfoque adecuado al acercarnos al Señor y pedir Su guía”.