Los Santos de los Últimos Días en Japón están reflexionando sobre la historia del primer templo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Asia.
El Templo de Tokio Japón (en inglés), que abrió sus puertas por primera vez en 1980, reabrirá en julio luego de una extensa renovación que comenzó en septiembre de 2017. El presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, rededicó el templo el domingo. A continuación, se encuentran las historias de tres miembros que celebran la reapertura del templo:
Nobuko Maeda
Para prepararse para la reapertura del templo, Nobuko Maeda se sentaba cada semana a practicar el órgano.

En 1971, Maeda conoció a los misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En ese entonces, ella era una mujer joven que asistía a una clase de inglés impartida por los misioneros y pronto se interesó en el mensaje del evangelio de Jesucristo.
Unos años más tarde, como miembro de la Iglesia, Maeda asistió a una conferencia especial celebrada en el estadio Nippon Budokan de Tokio. Maeda, asignada a tocar uno de los himnos de la congregación en el órgano, escuchaba atentamente cuando el profeta de la Iglesia, Spencer W. Kimball, anunció los planes para construir un templo en Tokio — la primera casa del Señor en Asia.
Los 12 300 Santos de los Últimos Días presentes se sintieron embargados por la emoción — algunos con lágrimas en los ojos — recibieron el anuncio con aplausos improvisados antes de que el intérprete pudiera terminar las palabras del presidente Kimball.
Maeda decidió hacer de la adoración en el templo una parte central de su vida. Se mudó para poder vivir cerca del sitio de construcción del templo. Maeda se casó en el templo después de su finalización en 1980.
Maeda siguió asistiendo al templo con regularidad. Sirvió dentro del templo como organista hasta septiembre de 2017, cuando cerró por una extensa renovación.
“Cada vez que oro y toco el órgano dentro del templo, recibo respuestas. Es muy especial. Siento que es un lugar donde está Dios”, dijo Maeda.
Ella planea reanudar su servicio en el templo cuando el templo vuelva a abrir sus puertas.

Yoshikazu Yokoyama
“Este fue el primer templo en Japón y en toda Asia — ¡oh, aplaudimos! Se nos salieron las lágrimas”, dijo Yoshikazu Yokoyama, quien se bautizó en la Iglesia en 1964. Yokoyama también estuvo presente en el anuncio del templo y asistió a su dedicación en 1980.
Yokoyama se está preparando para el próximo hito del templo al reflexionar sobre el legado de los primeros miembros japoneses de la Iglesia, incluyendo aquellos que en 1965 comenzaron a viajar miles de kilómetros para asistir al templo más cercano en Laie, Hawái.
Los misioneros llegaron a Japón en 1901. Aunque la tensión política provocó el cierre de la Misión Japón entre 1924 y 1948, los miembros de la Iglesia continuaron practicando su fe, compartiendo el evangelio y edificando la Iglesia. Cuando los representantes de la Iglesia regresaron a Japón al final de la Segunda Guerra Mundial, se encontró a un pequeño grupo de fieles conversos japoneses que se reunían con regularidad.
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Para 1965, había 8892 Santos de los Últimos Días viviendo en Japón; sólo algunos habían estado en un templo. Sin embargo, un grupo de unos 165 miembros de la Iglesia viajó a Hawái en la primera excursión al templo patrocinada por la Iglesia desde Japón. Los miembros de la Iglesia hicieron y vendieron una grabación musical y perlas para recaudar fondos. Algunas familias vendieron sus muebles y otras posesiones preciosas.
En 1970, Yokoyama viajó con un grupo de Santos de los Últimos Días japoneses para asistir al templo de Salt Lake City. “Eso fue tan especial, nunca lo olvidaré”, dijo Yokoyam.
Yokoyama siente que las excursiones al templo durante los años previos a la dedicación del Templo de Tokio Japón prepararon a los miembros de la Iglesia para el servicio dentro del templo. “Fuimos capacitados para eso [durante] 14 años, eso es lo que pienso. [Cuando] el presidente Kimball [hizo el] anuncio de construir un templo en Tokio, por supuesto, eso fue especial para todos nosotros después de 14 años de capacitación”.
Después de la construcción del templo, los Santos de los Últimos Días japoneses, a su vez, recibieron a miembros de la Iglesia de regiones cercanas, incluyendo Corea y China.

Conan Grames
Conan Grames (en inglés) sirvió como misionero de tiempo completo en Japón en 1966 y regresó en 1976 como un joven abogado enviado por una firma de abogados estadounidense para trabajar en Tokio.
En 1977, los líderes de la Iglesia pidieron a Grames que los ayudara con los asuntos legales de la construcción del templo.
“He tenido conexiones con este terreno durante 56 años y me ha encantado desde el primer día”, dijo Grames. “Solo con mirar este hermoso edificio, es difícil de creer cuando vi [la casa de misión] por primera vez en 1966 en lo que se convirtió. Es realmente una inspiración”.
La fe de Grames se fortaleció a medida que superaba los desafíos legales que enfrentaba el proyecto de construcción. Durante un momento de gran estrés y oración preocupada, dijo que una voz de consuelo le habló.
“‘[Conan], este no es tu templo, este es mi templo. Esta es mi casa, y será edificada’”, le dijeron. Después de eso, Grames agregó, “Sabía que iba a suceder. No iba a suceder por mí, iba a suceder porque era la casa del Señor”.
Grames también se inspiró en la historia del sitio del templo, que se adquirió en la primavera de 1948 para servir como la casa de misión. La propiedad se encuentra en un conocido vecindario al otro lado de la calle del icónico Parque Conmemorativo Arisugawa-no-miya, que una vez perteneció a miembros de la familia imperial.
La casa de misión fue dedicada al año siguiente por el élder Matthew Cowley, del Cuórum de los Doce Apóstoles. En la oración dedicatoria, el élder Cowley ofreció una bendición profética de que “algún día se construirán muchos edificios de la Iglesia e incluso templos en esta tierra”. El presidente Kimball hizo referencia a las palabras del élder Cowley 16 años después, cuando anunció que se construiría un templo en el lugar exacto donde se pronunció la bendición.
Para la finalización del templo en 1980, el crecimiento de la Iglesia se había disparado a más de 46 000 miembros.
Hoy en día, hay tres casas del Señor en Japón — en Tokio, Fukuoka y Sapporo — con una cuarta en construcción en Okinawa. En conjunto, estas estructuras sagradas sirven a más de 130 000 miembros de la Iglesia. Las capillas de todo el país albergan unas 251 congregaciones.








