Al dirigirse a los estudiantes de BYU–Pathway Worldwide (en inglés), la hermana Renee Valera Costa, esposa del élder Joaquín E. Costa, Setenta Autoridad General, pudo relacionarse con sus oyentes de una manera única.
No muchos oradores devocionales del relativamente joven programa de aprendizaje en línea de la Iglesia pueden admitir que están inscritos. Sin embargo, en el devocional transmitido el martes, 14 de junio, la hermana Costa — quien obtuvo un título hace muchos años con cuatro niños pequeños en casa — habló de unirse a BYU–Pathway en los últimos años y obtener un certificado en estudios del matrimonio y la familia.
Su viaje educativo le ha enseñado que tanto el aprendizaje secular como el espiritual son esenciales porque todo es espiritual para el Señor, dijo ella.
“Uno de los propósitos de la vida es aprender y estudiar para conocer a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo para que podamos llegar a ser como Ellos. Hacemos esto mientras nos esforzamos por ser educados y autosuficientes en todos los aspectos de nuestras vidas tal como lo son Ellos. Somos estudiantes de la Divinidad: estamos aprendiendo de Ellos cómo llegar a ser como Ellos”, explicó la hermana Costa.
Como estudiantes de la Divinidad, las personas son bendecidas en su educación divina al seguir el patrón bíblico conocido como la doctrina de Cristo: fe en Jesucristo; arrepentimiento; hacer convenios con Dios, comenzando con el bautismo; recibir el don del Espíritu Santo; y perseverando hasta el fin, explicó ella.
¿Cómo aplican las personas la doctrina de Cristo para desbloquear el poder de Dios en sus vidas?
Primero, busque conocer y aprender acerca de Jesucristo al escudriñar las Escrituras, pidiendo y orando. A medida que aumenta la fe en Jesucristo, las personas se dan cuenta de sus imperfecciones y tienen el deseo de cambiar y llegar a ser más como Él. “Nos arrepentimos”, dijo la hermana Costa.
En un esfuerzo por dejar atrás los pecados y errores del pasado, las personas hacen promesas sagradas llamadas convenios, comenzando con la ordenanza del bautismo.
Luego, las personas reciben el don del Espíritu Santo, quien actuará como guía y las inspirará a ser fieles a sus convenios.
“Pero no somos perfectos. Vamos a cometer errores, así que seguiremos intentándolo”, dijo la hermana Costa.
Lo que lleva a las personas a hacerlo todo de nuevo, o perseverar hasta el fin, en un patrón de progresión eterna.
La educación secular puede seguir un patrón similar, afirmó la hermana Costa.
A medida que las personas llegan a conocer y tener fe en Jesucristo, ellos comprenden su potencial y tienen la confianza que necesitan para hacer cosas difíciles. “Confiamos en que Él nos ayudará a medida que aprendemos”, dijo la hermana Costa, en todo, desde matemáticas hasta psicología y cualquier otra materia.
Luego, a medida que obtienen una educación, los estudiantes se dan cuenta de todas las cosas que no saben o que están haciendo mal. “Sentimos la necesidad de cambiar o arrepentirnos”.
A modo de ilustración, la hermana Costa compartió cómo, cuando estaba obteniendo su certificado en estudios del matrimonio y la familia, muchas veces deseó poder retroceder en el tiempo cuando sus hijos eran pequeños y aplicar muchas de las cosas que estaba aprendiendo. “Aunque me encantaban mis clases, a veces sentía que estaba tomando un curso intensivo sobre todo lo que hice mal como madre”, recordó la hermana Costa.
Sin embargo, ella superó su tristeza al reconocer que había hecho todo lo posible con las herramientas y habilidades que tenía en ese tiempo y que el Señor la había bendecido con una familia maravillosa. “Pero también ella estaba agradecida de saber que había una mejor manera de hacerlo”.
Luego, la hermana Costa compartió una cita del presidente Russell M. Nelson: “El evangelio de Jesucristo es un Evangelio de arrepentimiento. Gracias a la expiación del Salvador, Su evangelio brinda una invitación a seguir cambiando, creciendo y volviéndose más puros. Es un Evangelio de esperanza, de sanidad y de progreso”.
Participar en las ordenanzas, como el bautismo y participar de la Santa Cena, puede abrir nuestros ojos para reconocer la influencia divina. “Cuando vemos la influencia divina en nuestra vida, tenemos la fuerza para hacer cosas difíciles”, dijo la hermana Costa.
A medida que las personas hacen convenios y los guardan, pueden disfrutar de la compañía del Espíritu Santo — una parte clave de este patrón divino.
La hermana Costa dijo que ha sentido la verdad de Juan 14:26: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho”.
“He sentido que el Espíritu me ayuda a recordar cuando mi mente y mi cuerpo estaban demasiado cansados. … Sentí cómo mi mente se iluminaba para comprender textos difíciles y cómo fui instruía personalmente por el Espíritu en las cosas que necesitaba aprender, no solo para aprobar un examen sino para aplicarlas en mi vida personal”, dijo ella.
El patrón es un proceso, no un evento. “A medida que repetimos este proceso, obtenemos nuevos atributos divinos y continuamos creciendo y aprendiendo durante toda nuestra vida. Me da mucha paz saber que puedo continuar mi educación divina toda mi vida”, dijo la hermana Costa.
Ella concluyó diciendo: “Sé que cuando aplicamos la doctrina de Cristo, todos podemos convertirnos en verdaderos estudiantes de la Divinidad, que recibiremos el poder divino para ser autosuficientes en todos los aspectos de nuestras vidas. Nosotros seremos instruidos por el Espíritu y llegaremos a ser más como Jesucristo.