Washington D. C — Diana Brown tiene años de experiencia en interacciones interreligiosas, por eso sabe lo que pueden ser y lo que no deberían ser — y lo que se debe hacer y lo que se debe evitar en estos eventos y experiencias interreligiosas.
“Realmente creo que deberíamos aprender de todas las personas, —ver eso como parte de la puesta en práctica de nuestra fe, pero también que deberíamos aprender a estar juntos”, dijo Brown, una Santo de los Últimos Días que es la directora adjunta del programa de participación interreligiosa en la Universidad Georgetown en Washington D. C.
“Vivimos en una sociedad muy individualista, la cual parece fracturarse constantemente en trozos cada vez más pequeños. Así que, entender la manera de acercar a la gente es un trabajo realmente difícil”.
Además de su experiencia profesional ayudando a dirigir eventos religiosos e interreligiosos a nivel Universitario, Brown también ha trabajado con las comunidades judía y musulmana del campus colaborando en sus servicios, programas y retiros. “Han sido muchos los principios que se han arraigado en mí a partir de esas experiencias”, dijo ella.
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Entre estos principios se encuentran el de relacionarse respetuosamente con los demás, el de manifestar un cierto nivel de conocimiento, mostrar confianza durante las interacciones, hacer preguntas por adelantado sobre las normas de hospitalidad o las circunstancias que requieran un comportamiento especial o concientización.
Y esos mismos principios son los que guían la serie de eventos llamada Reverse Open House Series que Brown ha organizado; consiste en llevar a pequeños grupos de compañeros Santos de los Últimos Días a visitar lugares sagrados de otras creencias y religiones en toda el área metropolitana del Distrito de Columbia (D. C.). Esta serie de visitas es una oportunidad recíproca para que ella y otros visiten lugares sagrados mientras La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se prepara para la casa abierta del recientemente renovado Templo de Washington D. C.
Ella ha sido testigo de ocasiones en las cuales los miembros de la Iglesia, al prepararse para reuniones interreligiosas, las han considerado como un evento aislado y han creado una lista de control para la comunicación y la coordinación. “No se trata de un simple acontecimiento, sino de una relación que se está cultivando”, dijo ella. Las personas de otras religiones “deben sentirse acogidas desde el principio… no es algo en lo que debamos “marcar la casilla” correspondiente a una actividad interreligiosa”.
Una forma más consciente de interacción interreligiosa “requiere un trabajo orientado a ese fin. No se produce automáticamente”.
Consciente de la tendencia a juzgar y estereotipar a los que profesan otras creencias, Brown añadió: “Es importante ver a estas personas como gente y comunidades reales, y relacionarse con ellas con el mismo respeto y cuidado que si se tratara de cultivar una relación con un vecino — es una persona real”.
Una interacción respetuosa con las personas incluye, entre otras cosas, tener un cierto nivel de conocimiento sobre su fe y sus costumbres.
“Eso le impide a mucha gente relacionarse con personas de otras creencias”, dijo Brown refiriéndose al poco conocimiento, y agrega que su contacto con otras comunidades religiosas “[le] ha dado la confianza necesaria para interactuar sin miedo, ser capaz de hacer preguntas con seguridad y no hacer suposiciones sobre ellas”.
Uno no tiene que ser un erudito ni un experto, sino estar interesado en conocer los fundamentos y los hechos básicos de la doctrina, y no hay que tener miedo de entablar conversaciones y hacer preguntas. “Casi todo el mundo es más abierto de lo que pensamos — la gran mayoría de las comunidades tienen muchos deseos de participar”.
Las interacciones interreligiosas requieren mucha confianza, admite, “pero un cierto nivel de conocimiento puede estimular esa confianza, la cual, honestamente, puede adquirirse simplemente al acudir a las actividades, leyendo y siendo valiente para hacer preguntas, lo suficientemente valiente como para no sentirse un tonto”.
Además, una interacción interreligiosa no supone cuestionar nuestra fe.
A menudo otros le preguntan si siente que está sacrificando su propia fe y su creencia en la Iglesia de Jesucristo al relacionarse con otras comunidades religiosas, Brown dice que no ve el diálogo interreligioso como algo que busque determinar la verdad. “Yo lo veo como una forma de establecer vínculos y, simplemente tomarse el tiempo para acercarse a otras personas y [mostrarles nuestro respeto al] aprender [de ellos]”, dijo ella, añadiendo que “hay tanto que aprender de los demás, tantas experiencias que compartir entre todos y tanto amor, cuidado e interés”.
Brown ha aprendido a hacer preguntas antes de los eventos interreligiosos — si se servirá comida durante la reunión, pregunta qué pueden traer ella y los demás “para que no parezca que esperamos que ellos hagan todo el trabajo”.
Otra posible pregunta es cómo participar de forma respetuosa y adecuada en los lugares sagrados de esa comunidad, más allá de las restricciones debido a la pandemia. Tales lugares pueden requerir que los visitantes se cubran o se vistan de determinada manera; o incluir aspectos específicos relacionados con los sexos como, por ejemplo, que los hombres y las mujeres se sienten separados en una sinagoga judía ortodoxa.
La interacción interreligiosa, dijo ella, “ayuda a la gente a ver lo que [tienen en común] en cuanto a su búsqueda de lo sagrado, de su conexión con Dios o en cuanto a las prácticas contemplativas como la oración, la meditación y la adoración”.