El presidente M. Russell Ballard, presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, fue mi presidente de misión. Gran parte de lo que sé sobre el liderazgo, incluyendo el liderazgo para los jóvenes, lo aprendí de él cuando era un joven misionero. En la actualidad sigo aprendiendo de él.
Cuando llegué a la misión, tenía más energía que concentración. El presidente Ballard fácilmente podría haberme tolerado o encajado en un molde predeterminado, pero él quería lo mejor para mí en la misión y más allá. Él quería que tuviera éxito en todas las áreas de mi vida y que estuviera preparado para cualquier cosa que el Señor me pidiera que hiciera — especialmente para ser un esposo leal, un padre amoroso y un verdadero discípulo de Jesucristo.
Él ejemplificó tres principios de liderazgo para los jóvenes: Estar con ellos, conectarlos con el cielo y ayudarlos a liderar.
Estar con ellos
El presidente Ballard no fue un líder de larga distancia. Él estuvo con sus misioneros cuando servimos en la Misión Canadá Toronto a mediados de la década de 1970. No solo pasaba tiempo con nosotros, sino que también nos conocía. Sabía de mi familia, mis intereses y mis aspiraciones. Cada vez que lo veía, siempre me hacía sentir valorado y amado.
Yo ganaba confianza cuando él me felicitaba por las cosas que estaba haciendo bien. Sus invitaciones a mejorar eran directas, pero nunca duras. Su amor por mí me motivó a querer ser mejor. Gracias a que pasaba tiempo con sus misioneros, él parecía estar allí cuando más lo necesitábamos.
Recuerdo una época al principio de mi misión cuando me sentía nostálgico y desanimado. El presidente Ballard asistió a una actividad en el barrio donde yo servía. No dije ni una palabra, pero él sintió lo que yo estaba sintiendo. Me llevó a un lado y simplemente dijo, “Haré lo que sea necesario para ayudarte a tener éxito”.
Ese momento me cambió para siempre.
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Conectarlos con el cielo
El presidente Ballard enseñó a sus misioneros el poder que proviene del estudio diario del Libro de Mormón y la oración personal.
Él enseñó que esto, combinado con esforzarse por guardar los mandamientos, fortalecería nuestra fe en Jesucristo y Su expiación y nos ayudaría a permanecer en la senda de los convenios. Él me ayudó a tener la confianza de que podía recibir y reconocer la revelación personal.
El presidente Ballard ha realizado reuniones de misión durante casi 45 años. No puedo recordar un momento en el que no nos haya animado a continuar con los hábitos que adquirimos en la misión.
He estudiado el Libro de Mormón y orado durante miles y miles de días. La práctica me ha conectado con el cielo.
Ayudarlos a liderar
El presidente Ballard no solo esperaba que sus misioneros lideraran, sino que nos ayudaba a hacerlo. Sin importar nuestra asignación en la misión, desde compañero menor hasta asistente del presidente, él nos ayudaba a liderar.
A veces las lecciones eran directas y a veces aprendíamos mucho viendo lo que hacía. Si le presentaban un problema, normalmente me preguntaba cuál era la mejor manera de resolverlo. A medida que se me ocurría un plan, me ofrecía sugerencias y expresaba su confianza en mí. Pensé que solo lo hacía por mí. Cuando más tarde tuve la oportunidad de servir como su asistente, me di cuenta de que lo hacía por todos los misioneros.
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En una ocasión, me invitó a su oficina y compartió conmigo un desafío particular que estaba teniendo otro misionero. Recuerdo haber pensado, “¡Vaya! ¿Cómo va a resolver esto el presidente Ballard?”. Me miró y dijo, “Quiero que resuelva esto”. Me quedé atónito. Estaba seguro de que estaba más allá de mis habilidades. Compartió un par de ideas. Como yo seguía sin decir nada, sonrió y dijo algo como, “Que el Señor le bendiga. Sabrá qué hacer. Avíseme cómo lo resolvió”.
Cuando salí de su oficina, no estaba seguro de qué hacer, pero me sentí fortalecido. Porque él expresó total confianza, yo tenía confianza.
Aunque no soy un líder tan dotado como el presidente Ballard, he tratado de seguir su ejemplo al trabajar con los jóvenes durante las últimas cuatro décadas. Cada uno de nosotros puede ayudar a los hombres y mujeres jóvenes a aprender a liderar al aplicar estos mismos principios de manera constante.
Estemos con ellos, conectémoslos con el cielo y ayudémoslos a liderar.
— El hermano Thomas E. Mullen es Miembro de la Mesa Directiva de los Hombres Jóvenes.